martes, 5 de diciembre de 2006

Chávez protege a los etarras y ultraja a España


C's #: Entre los colaboradores muy cercanos al golpista Chávez hay un nazi, varios castristas y algunos etarras. La proximidad del caudillo rojo con esos terroristas se confirma con las últimas informaciones de El Mundo:

"... mientras el prócer se emborrachaba de éxito en Caracas, conocíamos su apaño para indemnizar con 325.000 euros a dos etarras que extraditó a España y la concesión de la nacionalidad venezolana a otros cuatro miembros de la banda para evitar que puedan seguir sus pasos. Es un ultraje. Alguien que vocea a la menor ocasión su amistad con el Gobierno español no puede darle tal bofetada. Para mayor escarnio, adquirió el compromiso de hacer gestiones para que Sebastián Etxaniz -uno de los extraditatos, condenado a 95 años de prisión por tres asesinatos- cumpla su condena cerca de su lugar de origen."

Los venezolanos han decidido una vez más mantener a Hugo Chávez en el poder, seis años según prescribe la Constitución, pero probablemente muchos más si el presidente bolivariano lleva a cabo la reforma de la Carta Magna que ha anunciado para 2010 y que le permitirá ser reelegido indefinidamente.
Chávez ha sido apoyado por una rotunda mayoría del 62% de los votos, más de 20 puntos por encima de lo obtenido por su adversario Manuel Rosales. Además, la rapidez con la que éste ha aceptado su derrota y la tranquilidad con la que se celebraron los comicios permitirían concluir que no ha existido fraude electoral. Sin embargo, hay varias razones que impiden celebrar la victoria de Chávez como un triunfo más de la democracia.

En primer lugar, porque una democracia, para serlo, requiere algo más que el voto periódico de sus ciudadanos. Exige, sobre todo, una separación de poderes y un clima de libertades que no existen en Venezuela. Chávez controla de forma absoluta tanto el Congreso como los tribunales de Justicia. En estas circunstancias, la libertad de voto es más teórica que real.

Al voto cautivo -el número de funcionarios se ha duplicado desde que llegó al poder- hay que sumar el voto cautivado por su oratoria mesiánica y por el dinero procedente del petróleo que ha permitido a Chávez, siguiendo el consejo de su ídolo Fidel Castro, crear una miríada de programas sociales para las clases más desfavorecidas, tan olvidadas por anteriores gobiernos. Mientras el precio del barril resista, el presidente venezolano podrá mantener ese caudal de votos, aunque sea a costa de relegar la modernización de su país.

Y mientras el prócer se emborrachaba de éxito en Caracas, conocíamos su apaño para indemnizar con 325.000 euros a dos etarras que extraditó a España y la concesión de la nacionalidad venezolana a otros cuatro miembros de la banda para evitar que puedan seguir sus pasos. Es un ultraje. Alguien que vocea a la menor ocasión su amistad con el Gobierno español no puede darle tal bofetada. Para mayor escarnio, adquirió el compromiso de hacer gestiones para que Sebastián Etxaniz -uno de los extraditatos, condenado a 95 años de prisión por tres asesinatos- cumpla su condena cerca de su lugar de origen.

Zapatero tiene que movilizar a Moratinos para que exija una explicación inmediata a Chávez, le reclame que denuncie su acuerdo y le pida que aclare si en el futuro piensa colaborar con la Justicia española cuando ésta le reclame a un criminal. O si, por el contrario, prefiere como compañeros de viaje a quienes disparan contra la democracia española.

Editorial de El Mundo
05-12-2006

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