lunes, 19 de mayo de 2008

Tribunal Politizado. Por Luis María Anson.

Es lamentable para la independencia judicial que la muerte de un magistrado del Tribunal Constitucional altere las decisiones sobre una cuestión trascendente como es el Estatuto de Cataluña. La opinión pública asiste estupefacta a la politización de una parte de la Justicia. La venda ha caído de los ojos y las altas decisiones de la Justicia dependen del juego de los partidos políticos. Tenía razón Alfonso Guerra y hemos enterrado a Montesquieu.

El Tribunal Constitucional nació politizado y el caso Rumasa lo demuestra de forma espectacular. Después, no pocos de los magistrados elegidos a dedo se han dedicado a aceptar recursos que no correspondían al Constitucional, pero que permitían enmendar la plana al Supremo. Al menos en dos ocasiones una Sala del Supremo ha estado al borde de querellarse contra el Constitucional. Los buenos oficios del Rey que, por mandato de la Constitución, debe ejercer el arbitraje y la moderación entre instituciones, evitaron el deprimente espectáculo de un enfrentamiento público entre los dos tribunales mayores.

La politización del Constitucional es un hecho incontrovertible. El alto tribunal da la sensación desde hace muchos años de que no sentencia, conforme a la Justicia, sino que sigue los dictados del partido que lo controla. La súbita muerte de García-Calvo balancea el Tribunal en favor de las tesis del Gobierno. Pero eso es lo de menos. Lo de más es que habrá que meter el bisturí y ordenar de otra forma la Justicia porque no es de recibo en una democracia plena que padezcamos, y de forma tan notoria, la politización del Tribunal Constitucional.

El Imparcial

Posición abanderada por Patxi López.


«San Gil abandera una posición radical que no es conveniente para este país»

El secretario general del PSE, Patxi López, cree que María San Gil encabeza una posición "radical y extrema" que rechaza la participación del nacionalismo en la gobernabilidad del Estado, algo que, dice, "no es conveniente para este país". Además, ha acusado al PP de "buscar la exclusión del diálogo" en el País Vasco, al no participar de la pantomima del socialista con el PNV.

Libertad Digital

Según Gallardón, Ibarretxe ya no es nacionalista.

Discurso íntegro de Alberto Ruiz-Gallardón en el Foro ABC-Deloitte

El ensayista Karl Schlögel piensa que la ciudad es una especie de “banco coralino o arrecife que crece o mengua, que obedece a leyes y periodos de crecimiento distintos de los que se negocian y establecen en luchas de partidos”. Por eso, porque comparto esa idea de un tiempo largo en el que fructifican los proyectos humanos, creo que merece la pena elevar la mirada hasta adquirir esa perspectiva temporal amplia, y considerar, en la conferencia que el Foro ABC me brinda la oportunidad de pronunciar, no la inmediata situación política que Madrid acoge, en tanto que capital de España donde confluyen tantas expectativas, sino la trayectoria prolongada de una de las sociedades urbanas más interesantes e innovadoras que existen hoy en Europa, y, sobre todo, su condición de precursora de las políticas que pueden proyectar igualmente a nuestro país a la primera línea de las potencias mundiales.

De acuerdo con el sentido de las palabras de Schlögel, el largo recorrido de una nación y los retos que ésta debe afrontar no obedecen, en efecto, a la situación interna de un partido político en un momento dado, sino a sus compromisos de fondo, por lo que creo no estar evadiendo el debate político al adoptar este enfoque. Lo que hago, precisamente, es entrar de lleno en él. Y lo hago desde la convicción de que un partido político no es, no debe ser nunca, un fin en sí mismo ni para sí mismo. Antes al contrario, tiene que constituirse en un instrumento al servicio de la sociedad, de sus necesidades y anhelos, de su reflexión ante los cambios, de sus esperanzas para superarlos. Por eso, hoy hablaré de transformación de la Administración, de metas económicas, de competitividad y bienestar social. Creo que estos son los asuntos que interesan a los ciudadanos, los que marcarán el futuro de España, y los que en consecuencia urge tratar.

Al hablar de nuestro país, se observa, quizá, una falta de ambición un tanto anómala, no ya en la política española, sino en el conjunto del discurso público. Este fenómeno tiene raíces históricas muy profundas, por lo que no resulta razonable buscar culpables inmediatos. Desde el Siglo de Oro a la generación del 98, e incluso más acá, el lamento recurrente por la suerte de una España en declive ha sido una constante y un tópico de nuestras letras y nuestro pensamiento. Si dejamos de lado las brillantes excepciones del siglo XVIII y sus ilustrados, de los regeneracionistas de finales del XIX antes de su caída en la melancolía, y de las generaciones del 14 y el 27, repletas de ímpetu y fuerza creadora, ha habido, en lo demás, una especie de sordo ruido de fondo que ha teñido de pesimismo nuestras mejores intenciones. No es, pues, un problema de la derecha ni de la izquierda, porque ambas han caído en él, sino, llamémoslo así, un vicio nacional que, para no incurrir en contradicción, tampoco debe abrumarnos más allá de lo debido. Creo, aún así, que este pesimismo ha sido determinante en algunos momentos de nuestra Historia, en los que nos ha inhibido de iniciativas que quedaban dentro de nuestro alcance.

La peligrosa tesis historiográfica que sostiene la excepcionalidad de España como una especie de isla oriental de exotismo no ha ayudado a cambiar este estado de cosas. Y, aunque bien es cierto que los últimos treinta años han sido los de mayor bienestar y progreso de toda nuestra existencia como Estado nacional, hasta homologarnos con aquello de lo que sólo nos habíamos separado por propia responsabilidad histórica, y no por una incapacidad congénita, ese éxito fulgurante quizá no haya sido suficiente, en una perspectiva temporal amplia, para resolver ese reto pendiente que como nación tenemos y que ya queda apuntado: zafarnos, de una vez por todas, de este pesimismo improductivo, injusto y paralizante.

Sé bien de lo que hablo porque lo he conocido, lo he padecido, y, por mérito de los ciudadanos de Madrid, puedo decir que lo he superado.

Y es que pocas veces habrá sufrido una sociedad dotada de capacidad para acometer las empresas más ambiciosas la desconfianza que ha pesado sobre Madrid. El discurso que en virtud de ese inveterado pesimismo nacional se hacía de esta ciudad era el de una población poco menos que parasitaria que sólo podía medrar a la sombra de una Administración central todopoderosa con la que por otra parte se la confundía. El exabrupto atribuido a Cela del “poblachón manchego habitado por subsecretarios” no es quizá de los más graves vertidos sobre Madrid. Hay que leer con calma, por ejemplo, a Josep Pla, a Azaña, o al mismo Ortega, que tantas veces pasa por paradigma del madrileñismo intelectual. De un modo u otro, todos dijeron que Madrid no podía, que era una vana pretensión aspirar a tener vida propia, que no pasaba de ser apéndice de otra cosa, de una España que, paradójicamente, se quejaba del control de Madrid.

Ese estado de cosas se prolongó hasta bien entrados los primeros años de convivencia democrática y desarrollo autonómico. Durante las primeras legislaturas, los responsables de la Comunidad de Madrid, que tantos méritos reúnen por haber puesto sus cimientos institucionales, no terminaban de creer que Madrid tuviera a su alcance un destino más brillante. El hecho de que Madrid hubiera accedido al autogobierno parecía suficiente, casi excesivo, especialmente si se considera que durante el debate autonomista previo hubo quien no quiso formar parte de nuestra región pensando que la descentralización nos restaría recursos y potencia.

En 1995 ese discurso cambió radicalmente. No fue un giro parcial o progresivo, sino de 180 grados. La Comunidad de Madrid dejó de verse a sí misma como agente pasivo de lo que le ocurría a la región y la capital, y tomó la iniciativa de considerarse promotor del cambio, a partir de la idea de que la sociedad madrileña estaba capacitada para alcanzar el liderazgo en España. La transformación subsiguiente es ya Historia. Parte de junio de ese año y llega hasta el presente, pasando por 2003, cuando se produjo un relevo que ha servido para prorrogar, con algún matiz distinto, esa visión del lugar de Madrid en España, y momento en que ese impulso renovador se trasladó al Ayuntamiento de la capital, que se convirtió así en un auténtico Gobierno de la Ciudad, después de la etapa de Álvarez de Manzano, que había sido un gran Alcalde que supo gestionar nuestra ciudad día a día.

No voy a fatigarles ahora con la prolija enumeración de iniciativas y reformas que en este tiempo han propiciado la transformación de Madrid. Ustedes ya las conocen: apuesta por unos servicios públicos de calidad, colaboración con el sector privado, impulso a la innovación en todos los terrenos, fuerte inversión en infraestructuras y diálogo social. Y, sobre todo, un discurso abierto y moderado que ha escuchado las razones de todos, y a todos ha convocado para trabajar al servicio de Madrid. Pero, como digo, no voy a detenerme aquí. Lo más significativo son los resultados de esa ambición de progreso compartida con toda la sociedad.

Y esos resultados indican que, desde 1995, el PIB de la región, que entonces era de cerca de 75.000 millones de euros, se ha multiplicado casi dos veces y media, hasta los más de 183.000 millones del año pasado. La población, en este periodo, ha crecido más de un 17%, al tiempo que la tasa de actividad aumentaba más de 11 puntos, hasta el 64% de hoy. Así ha sido posible reducir una tasa de desempleo intolerable, del 21,1%, al 6,6% de 2007. En cuanto a la capital, el gran motor que impulsa este crecimiento, pues representa el 67% de la economía regional, ha pasado de ser una ciudad periférica y no muy relevante de la Europa mediterránea a un nodo central en las redes de intercambio de la globalización, mediando entre ámbitos como el europeo, el americano, el norteafricano y, cada vez más, el asiático. En virtud de estas circunstancias, Madrid es actualmente miembro del trío de ciudades europeas con esta característica, junto a Londres y París, y por tanto miembro también del que, en una dimensión mundial, incluye asimismo a Tokio y Nueva York. A partir de ese hecho, se entiende que seamos no sólo la tercera ciudad más influyente de Europa, sino también la cuarta plaza financiera del Continente, o uno de los diez primeros centros de negocios del planeta. Que la OCDE se interese por nuestra evolución desde una posición más bien discreta hace pocos años, no es, pues, sorprendente. Ejercemos un liderazgo global.

¿Cuál ha sido la clave para este gigantesco salto que nos ha sacado de la segunda o tercera línea de las ciudades europeas para situarnos en la primera de las del planeta? Son dos. La primera, una sana ambición y una percepción de las posibilidades de la sociedad muy alejada del pesimismo anterior. La segunda: sabíamos, en virtud de esto último, que había margen para crecer, que estábamos muy lejos de lo que nuestro potencial permitía. Aprovechamos la descentralización, en la que tantos habían previsto nuestra ruina, para desarrollar una política pragmática y centrada en la realidad de los hechos antes que en la retórica y la angustia de los símbolos. Cohesionamos así Madrid, y lo convertimos en motor de España.

Hoy, yo reclamo esa misma ambición, ese mismo pragmatismo, esa misma capacidad para superar los debates dialécticos y pasar a la acción, para el país repleto de posibilidades del que somos capital, y al que veo alejado del lugar que legítimamente puede ocupar en el mundo. Creo que hay también mucho margen, y que lo estamos desaprovechando. De ahí mi convicción de que en un periodo de tiempo similar al que ha bastado para Madrid –doce o trece años– podemos situar a España en el mismo nivel de las grandes potencias europeas. Si Madrid es tercera capital de la Unión, junto a Londres y París, España debe conseguir estar al mismo nivel que Alemania, Francia y Reino Unido. Y si en los próximos doce años España se incorporase a la misma revolución socioeconómica de Madrid, experimentando un crecimiento similar, el PIB español se situaría en los 35 billones de euros, y esto nos permitiría, aún sin ejercer el liderazgo en términos de PIB, alcanzarlo en términos de renta por habitante. Sé que en una economía madura eso no ocurre al 100%. Pero, de ahí hacia abajo, apliquen el porcentaje que prudentemente consideren, y entonces España empezará a avanzar puestos en el ranking europeo y del mundo, donde aún somos los octavos. Estamos sólo a un 8% en renta per cápita de Francia y a un 12% de Alemania, y esta distancia es perfectamente superable en un horizonte de tres legislaturas.
Para alcanzar estos objetivos que a alguien pueden parecer inabordables pero que, insisto, en Madrid hemos demostrado posibles, tenemos que marcarnos como objetivo básico de nuestra sociedad el pleno empleo.

Para conseguir este pleno empleo debemos analizar nuestras fortalezas y debilidades para reforzar aquéllas y combatir éstas. Nuestras fortalezas son muchas. Somos el referente histórico y cultural, y en los últimos años también económico, de más de 400 millones de habitantes. Y si hiciéramos una política más coordinada con Portugal, juntos elevaríamos en otros 200 millones de habitantes esta cifra. En los últimos años hemos pasado de ser un país receptor de capitales a ser un exportador neto de capitales y todo ello en un país con menos ahorro que capacidad de inversión.

Fruto de esto último, cuando después de Iberoamérica nuestras empresas comenzaron a comprar empresas europeas con el ahorro europeo la reacción de nuestros competidores no se hizo esperar. Campañas mediáticas contra nuestra economía, sobre todo contra los sectores más pujantes, es decir, financiero, servicios, inmobiliario y turismo, requieren una reacción no solo por parte del sector empresarial sino también del Gobierno, que debe salir a vender la imagen de España al exterior. Cuando se pasa de ser receptor de capitales a exportador de capitales, es decir, a comprar parte de la economía de otros países, uno se convierte en competidor, y hay que estar preparados con equipos en el Gobierno y en las embajadas españolas. Una buena política del Gobierno en este sentido podría suponer traer más de 150.000 millones de ahorro europeo para inversiones rentables pero para esto necesitamos un equipo de inteligencia comercial e industrial del Gobierno de España.

Entre nuestras fortalezas, está, además de nuestra posición geoestratégica envidiable, pertenecer a una unión de países con bienestar social y moneda única. Esto, unido a nuestra red de infraestructuras, entre las cuales además de aeropuertos, puertos, autopistas y ferrocarriles, se incluyen nuestros hospitales, nos permitiría abordar con inteligencia y visión de futuro la solución a una de nuestras carencias, la dimensión de nuestro país.

Somos aún un país pequeño. Nuestros 45 millones de habitantes están lejos de los 82 de Alemania, los 63 de Francia, los 61 del Reino Unido o los 59 de Italia. Y lo mismo ocurre con nuestra densidad de población, de 90 habitantes por km cuadrado, inferior a la de la mayoría de los países de Europa Occidental: 254 en Reino Unido, 229 en Alemania, 202 en Italia, 100 en Francia... Hay, pues, margen para un incremento poblacional, que en buena parte debe proceder de la propia Europa. Tenemos las condiciones para atraer a ciudadanos que en España pueden desarrollar, igual que ocurre en Madrid, sus proyectos profesionales, empresariales y vitales. Eso tendría un doble efecto estimulante que impulsaría la progresión de España, primero sobre los servicios, y después sobre la industria más avanzada.

Existen muchos millones de “jóvenes” jubilados europeos dispuestos a venir a vivir a España. Un jubilado que pase 11 meses en nuestro país equivale a 50 turistas. Es decir, que si los datos demoscópicos indican que durante los próximos 15 años 5 millones de jubilados europeos estarían dispuestos a venir a España, esto equivaldría, a efectos de producto interior bruto, a 250 millones de turistas equivalentes. Con el resultado positivo de una mejora sustancial en los efectos del medio ambiente puesto que las 3.000 horas de sol al año que ofrece España no se limitan al inmediato litoral.

Tenemos que empezar a pensar acerca de la posición de nuestro país en Europa al modo en que lo han hecho Florida y California en Estados Unidos. La primera, como puerta de entrada hacia otros Continentes
–Iberoamérica, y, a través de Madrid, Europa– y como plataforma natural de intercambio con su propio ámbito cultural. La segunda, como territorio de acogida para la innovación empresarial basada en el talento y la transferencia de conocimiento a la producción. Y en ambas, como polo de atracción para las inversiones y la población.

Siendo consecuentes con esto, habría que adoptar dos prioridades. Una, apostar por Iberoamérica sin reticencias. No sirve el pretexto de que los populismos hacen estragos hoy en aquellas democracias, intentando sacarlas del circuito de la globalización. Los populismos cunden cuando el desarrollo fracasa. Con compromiso e inversión, con esfuerzo y generosidad, no hay populismo, sino clases medias, políticas centristas y generación de empleo. España tiene que ser el motor de ese proceso, y apenas ver cómo hoy no pasa de ser agente pasivo y a la defensiva ante la extensión de políticas regresivas, que, por motivos ideológicos asombrosamente obsoletos, nuestro actual Gobierno no termina de ver con malos ojos.

La segunda prioridad es la transición hacia un modelo económico diferente. Pero para alcanzar este liderazgo español global es necesario un cambio. Ese cambio es posible, y hay precedentes. Nuevamente me refiero a Madrid, que permanece atenta a las oportunidades que la mundialización ofrece, de manera que, lejos de considerar este fenómeno una amenaza, encontramos en él una vía de penetración en otros mercados y sectores. De ahí que respaldemos las actividades relacionadas con la moda, el diseño y las nuevas tecnologías, por referirnos a lo micro, y la logística, la actividad ferial, el turismo de calidad y la industria de alto valor añadido, por citar lo macro. Como muestra, digamos que las actividades informáticas, en este 2008 de desaceleración, están creando empleo a unas tasas superiores al 8% interanual, mientras las telecomunicaciones lo hacen un punto por encima del conjunto de la economía y las específicamente vinculadas a la I+D crecen también en términos de nuevos puestos de trabajo un 3%. Lo mismo cabe decir de la fabricación de equipos de precisión, que generan empleo a tasas superiores al 6% anual, o de la industria aeronáutica de nuestro entorno, con tasas superiores al 9%. Pues bien: no hay, para España, otro camino, porque las potencias emergentes ya no son una promesa o una amenaza, según las miremos, sino una rotunda realidad ante la cual sólo podemos competir con innovación.

Paralelamente a este objetivo es necesario el acercamiento a Portugal como socio clave en este gran salto hacia adelante. Así lo aconsejan la inteligencia estratégica y un instinto de solidaridad natural entre vecinos. Vivir de espaldas es un sinsentido histórico en el que ambos países hemos incurrido y que debemos corregir cuanto antes. Sobre todo, ante el reto de Iberoamérica, y como gran plataforma continental llamada a mediar entre aquélla y Europa. Estoy convencido del efecto multiplicador de nuestros esfuerzos si los acometemos conjuntamente. Desde el diálogo y sin imposiciones, atendiendo a las causas de los recelos históricos para así poder superarlos. Pero con decisión. He defendido siempre un eje Madrid-Barcelona para articular España, y creo que hay que dar un paso hacia un eje Madrid-Lisboa que complete el anterior y sea precursor de una dinamo conjunta España-Portugal. Del mismo modo que ha habido una integración europea, debe haber otra peninsular, no política ni institucional, por supuesto, pero sí económica y social. Éste es un debate recurrente en Portugal, donde se aborda con mucha más valentía. España y Portugal trabajando juntos serán la referencia económica y cultural de 600 Millones de habitantes. Y eso nos daría el liderazgo buscado.

Pero para alcanzar este liderazgo español global es necesario un cambio en los planteamientos económicos. No basta con debatir si dedicamos el superávit a malversarlo en una política asistencialista, que no social, o si lo empleamos sensatamente en inversiones que produzcan un cambio estructural que de verdad mejoren las condiciones de vida de los ciudadanos. Hace falta, además, saber hacia dónde vamos, qué clase de especialización buscamos, qué metas y qué plazos nos damos para asumir nuestro papel como motor de Europa. Y se requiere para ello un discurso político integrador y de acuerdo con los partidos políticos y los territorios. Hay que invitar a los partidos nacionalistas a participar de él. Pero si no quieren participar, mantener la determinación y la claridad de miras suficientes para no retrasarnos ni desviarnos de ese proyecto modernizador. Esos partidos se preguntan todavía hoy, y singularmente en Cataluña, cómo Madrid ha pasado a desempeñar el actual protagonismo económico en el país partiendo de una situación muy inferior y habiendo perdido la supuesta hegemonía política que la descentralización, también pretendidamente, le prestaba. Creo que han empezado a entender, y quizá no equivoquen las prioridades una segunda vez. Esos partidos hablan ya menos de la lengua y la bandera y más de los ferrocarriles, el metro y el PIB. Es un buen síntoma, aunque aún les falta.

Esa política de planteamiento abierto, pero paso decidido, debería afrontar varios asuntos clave. Por citar sólo los más importantes, digamos que es preciso resolver la situación de dependencia energética que lastra la economía productiva y lacera la de las familias, y que como consecuencia más reciente plantea una subida de la electricidad inasumible. No podemos perder el uso de la energía primaria, eólica e hidráulica pero tenemos que reflexionar en la nuclear y en el petróleo. Recientemente Felipe González afirmó acerca de la energía nuclear, que es “mucho mejor conducir el proceso con gobernanza razonable que ir a rastras” de lo que ya es un “hecho imparable”. Y no sólo porque España no podrá despegar mientras dependa en un 85% de la energía exterior, sino también porque me cuesta concebir un discurso coherente sobre el cambio climático que no se base en una energía limpia como la nuclear, máxime cuando hacemos absurdamente compatible nuestra moratoria nuclear con la importación de energía eléctrica de origen nuclear de nuestros vecinos franceses.
El respeto al medio ambiente ha de ser prioritario en las políticas del Gobierno y ello no es incompatible, como han demostrado socios nuestros de la Unión Europea, con la explotación del petróleo existente en los fondos marinos. Digo esto porque somos muchos los que nos preguntamos si acabarán siendo franceses o americanos quienes exploten las reservas de gas y petróleo que fueron localizadas en la zona comprendida entre Marruecos y las Islas Canarias. Un acuerdo de explotación conjunta con nuestros vecinos del Sur, además de reducir considerablemente nuestra dependencia energética, traería como consecuencia el establecimiento durante muchos años de una relación sólida y duradera con el Reino Alauita lo cual debe ser siempre objetivo estratégico de España.

Otro elemento que exige una reforma urgente es el de la eliminación de trabas burocráticas en infinidad de actividades en las que la sociedad civil no puede hacer efectivo todo su empuje. España se encuentra al nivel de Armenia, es decir, en el puesto número 38 del mundo, en cuanto a facilidades para crear una empresa. Por eso se tarda 47 días como media en constituir una empresa, mientras que en los países de la OCDE son 19. Es preciso remover los obstáculos que están frenando el impulso de una sociedad vivaz y con pulso. Porque yo no creo que los españoles carezcan de iniciativa más que cualquier otro pueblo. Falta, más bien, comprensión en la Administración hacia el valor de lo que esa actitud representa.

Tampoco existen hoy los medios que la conciliación familiar requiere para que la vida profesional de cualquier trabajador sea un proyecto estimulante más que una dificultad personal. Mientras no lo resolvamos, será difícil dar ese salto demográfico que puede dotarnos de la potencia necesaria. Igualmente grave me parece la situación de la educación que refleja el informe Pisa. Sólo diré que uno de los secretos de Madrid para ejercer su liderazgo global estriba en la preparación de su capital humano. Somos la segunda ciudad de la Unión Europea y la tercera del mundo en población con estudios superiores. Veo igualmente la necesidad clamorosa de emprender un macroproyecto de inversión pública que conjure la crisis. No se trata sólo de generar empleo durante la desaceleración, sino de transformar la economía creando condiciones de competitividad global.

Si en Madrid hubiésemos renunciado a una política audaz de obra pública, por poner un ejemplo reciente, hubiéramos dicho no a una generación inducida a largo plazo de 83.000 empleos y un aumento del Valor Añadido Bruto de 6.739 millones de euros, pero sobre todo a una red de comunicaciones más eficaz, a facilidades logísticas y de distribución que son claves para ser competitivos, y a una transformación urbana que va acompañada de los consiguientes beneficios en términos de atracción de inversión y turismo. No basta con decir como ha hecho el ministro Solbes que tenemos que ir disminuyendo el peso de la construcción. Hay que proponer alternativas como un plan extraordinario de infraestructuras y poner el acento en la rehabilitación para evitar el despoblamiento de los cascos históricos y la formación de guetos. Eso racionalizaría también el crecimiento urbano y el respeto a nuestro paisaje. No puedo dejar de citar, finalmente, la conveniencia de una política hidrológica coherente, un país moderno y competitivo debe, mediante un plan hidrológico, tener conectadas sus cuencas igual que tiene conectadas las redes de electricidad y gas. Y poder decidir en cada situación, de acuerdo con las partes afectadas y compensaciones procedentes, la distribución de los recursos. La reforma a fondo de una Justicia que hoy tiene en trámites de ejecución 270.000 sentencias, o la necesidad de disipar la confusión producida por la ausencia de una financiación local y autonómica de validez general, que la crisis puede hacer más complicada durante un tiempo, y que tendría que estar ya resuelta. También sería positivo que el mismo diálogo social emprendido en la ciudad de Madrid, donde agentes sociales y Administración ya han alcanzado un Acuerdo para el Empleo en respuesta a la situación actual, se empezara a perfilar a nivel nacional. No podemos ni debemos olvidar que el mérito de lo ocurrido en Madrid durante los últimos años no se debe tanto a la acción de la administraciones públicas como a la formidable actuación empresarial que desde el diálogo y consenso con las centrales sindicales han conseguido la sustitución de la perezosa burocracia por el riesgo emprendedor.

Esta agenda política de asuntos urgentes nos llevaría de un discurso económico y de objetivos a otro necesariamente político, es decir, acerca del marco institucional que precisamos, si no fuera porque éste ya está definido y bien dotado para afrontar estos retos. El constituyente de 1978 supo concebir un modelo de Estado que, gracias precisamente a su audaz descentralización, ha demostrado estar más capacitado que otros para aprovechar las oportunidades de la globalización, donde el protagonismo corresponde a agentes de tamaño intermedio, como regiones y metrópolis de gran impulso, por más que los Gobiernos nacionales tengan mucho que decir. Por eso, y sobre todo porque ese texto de 1978, que sintetiza lo mejor de varias tradiciones constitucionales, es el resultado de la voluntad de todos los españoles, y se ha demostrado eficaz no ya en conjunto, sino en todos y cada uno de los territorios que conforman el país. Creo, pues, que la lealtad constitucional, y el carácter consensuado de cualquier reforma, son determinantes para el progreso de España. Por eso, me consta que mi partido se encuentra hoy en su sitio natural: la lealtad a las instituciones del Estado constitucional del que los españoles se han dotado, empezando por una defensa cerrada de la Corona, cuya erosión sólo interesa a aquellos que anhelan el menoscabo de un poder moderador, y no pueden pasar, al margen de su signo ideológico, por compañeros de viaje del PP. El rechazo a cualquier intento de rediseñar el Estado por procedimientos subrepticios forma parte también de nuestra posición, lo cual no excluye un respaldo sincero al Gobierno en el objetivo común de derrotar a los terroristas.

El necesario discurso de la unidad de España es no sólo un asunto propio del ensayismo, la teoría política o la Historia. Es un discurso que nace igualmente de una realidad económica y social común, y que por tanto se fortalece mediante esta ambición de medio y largo plazo como potencia llamada a desempeñar un liderazgo mucho mayor que el actual. La unidad de España surge en buena parte de la convivencia y los proyectos de una comunidad humana con vínculos de solidaridad y visión de la vida muy estrechos, muy antiguos y particularmente eficaces para afrontar los retos de un mundo en cambio. Tracemos estos objetivos de gran alcance para nuestro país, que simbólicamente se resumen en su posición en el ranking europeo, pero que significan mucho más, y estaremos contribuyendo poderosamente a cohesionar la Nación española y el Estado descentralizado que la vertebra. Estaremos, en fin, diseñando ese proyecto sugestivo de vida en común que Ortega reclamaba, y liberándonos al tiempo de la trampa del esencialismo que nos tienden los nacionalistas.

Para alcanzar estas metas es preciso que el PP vuelva a gobernar España. Y hay dos caminos. El primero consiste en aguardar paciente o impacientemente –que es lo que desearían nuestros adversarios– a que la hegemonía que el PSOE ha fraguado en el ámbito de la izquierda se cuartee y pierda apoyos en la próxima convocatoria. Para lograrlo quizá baste con hacer un esfuerzo por mejorar nuestra imagen, que los socialistas presentan como autoritaria y antigua. Pero si somos consecuentes con ese camino, pronto desembocaremos en el segundo: el que nos sitúa en el centro del espectro ideológico, que Aznar supo ocupar en las dos únicas elecciones generales que hasta hoy ha ganado el PP, y donde por tanto se encuentra la única solución probada para romper esa limitación que algunos refieren cuando dicen que frente a nuestros 8 años de gobierno otros llevan 22. El centro no puede ser un paréntesis en la historia del PP, porque si eso ocurre será muy difícil regresar al gobierno.

Para el PP, el centro es un ámbito familiar, toda vez que nació por la formidable acción fundadora de Manuel Fraga en la Transición mientras dialogaba con las otras opciones políticas –y sobre todo con la complejidad de la sociedad española–, y porque se refundó, después, en el mundo postideológico que sucedió al muro de Berlín. El centro es también nuestro espacio característico por cuanto constituye la expresión más espontánea del liberalismo, que, como actitud y escuela de pensamiento, se distingue por ser una pragmática celebración de la pluralidad, a la que ofrece un cauce lo más dilatado posible para conciliar puntos de vista diversos aunque convergentes, conforme a una vocación reformista distante de todo conservadurismo, y más aún de cualquier actitud doctrinaria. Por eso resulta vital mantenerse dentro de ese ámbito de encuentro con la sociedad española, favoreciendo el potencial que puede despertar en ella el diálogo con un centro político emprendedor, optimista, tolerante, independiente y aconfesional –que no laicista ni anticlerical–, en sintonía con las expectativas de un país ávido de progreso y confianza.
La sociedad española es a veces más optimista y ambiciosa de lo que resulta de su clase política. Los españoles estudian, viajan, trabajan, brillan profesionalmente en cualquier parte del mundo, y no cesan de emprender proyectos nuevos. Somos una sociedad dinámica como pocas. Construir un discurso a la altura de ese ímpetu es el reto. Y yo soy optimista. Tengo el optimismo de saber que lo que hemos conseguido en Madrid es aplicable a España. El optimismo de percibir que es más lo que une a los españoles que lo que eventualmente les distancia. Tengo el optimismo y la confianza que me inspira creer en mi nación. Tengo confianza en ella, porque, pese a las tensiones propias de todo cambio social, los españoles conviven con un espíritu de razonable colaboración y armonía. Tengo confianza porque, si estamos al lado de esa sociedad, en lugar de perdidos en polémicas internas, seremos capaces de avanzar con ellos por un camino de prosperidad y progreso.

Lo que acabo de esbozar es sin duda una tarea ambiciosa y colectiva. Y toda obra colectiva necesita una articulación y una dirección.

Parto del convencimiento que la articulación de este proyecto la debe realizar el Partido Popular desde el Gobierno de España. Solo un partido que confíe en la capacidad de la sociedad civil para protagonizar ese progreso y se ocupe de facilitarle los medios sin caer en dirigismos que la desplacen, es capaz de abordar esta ingente tarea. Sólo un partido que esté dispuesto a diluir las tensiones y convocar a toda la sociedad a trabajar desde un ambiente de respeto mutuo, de diálogo y de concertación tendrá éxito en la misma.

Y estoy convencido que el mejor director, quien dará fuerza y coherencia a este proyecto y el hombre que reúne las cualidades para acometer hoy esa tarea es el Presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy. Y es una convicción que expreso desde la experiencia que me da haber dedicado más de la mitad de mi vida a mi Partido desde el mismo día de su fundación y de haber vivido su historia en todos sus momentos. Y la expreso también desde la objetividad que me da apoyar a una persona cuyas decisiones no siempre han sido favorables para mí. Y no haberle solicitado en este momento político ninguna responsabilidad y ningún protagonismo que no sea servir a los madrileños como Alcalde de nuestra Ciudad.

ABC _ Política

La física de la “elevación del nivel del mar por licuación de los hielos polares”


La traducción es innecesaria

Desde el Exilio

sábado, 17 de mayo de 2008

viernes, 16 de mayo de 2008

Manifiesto por una Alternativa real a Zapatero


Los abajo firmantes, desvinculados por completo de cualquier formación política y conscientes de que la titularidad de la soberanía nacional reside en el pueblo español, que ha hablado con total claridad en la última convocatoria electoral, creemos necesario manifestar ante la opinión pública y las diversas instituciones de nuestro Estado de Derecho las siguientes consideraciones:

Sostenemos que el pueblo español ha manifestado de un modo nunca visto antes su deseo de dar paso a grandes políticas de estado, su deseo de grandes acuerdos institucionales y su deseo de ver reforzado el papel del Gobierno de España y sus Cámaras de Representantes como garantía de la imprescindible solidaridad interterritorial y sobre todo, de la igualdad real y efectiva de derechos de todos los ciudadanos españoles, con independencia de su lugar de residencia.

Sostenemos que el desarrollo del Estado de la Autonomías recogido en nuestra Constitución ha sido ya rebasado en sus límites naturales, jurídicos y racionales, y este desborde de nuestro marco constitucional se ha convertido en fuente inagotable de enfrentamientos interterritoriales, de una profunda desigualdad de derechos entre los ciudadanos españoles y en una fuerza con un potencial desintegrador de nuestro sistema de libertades fundamentales que no puede tolerarse por más tiempo. De hecho, se ha articulado un nuevo régimen distinto del establecido en la Carta Magna.

Sostenemos que ante esta situación, España necesita como contrapeso una fuerza política mayoritaria que se defina y articule en torno a unos principios muy claros, como son la apuesta clara y decidida por la igualdad de derechos de todos los españoles y la defensa a ultranza de su dignidad y sus libertades fundamentales, la apuesta clara por la defensa de España como nación y su unidad indisoluble así como del marco institucional que le da forma como Estado de Derecho, con el consiguiente refuerzo del Gobierno central en sus competencias exclusivas como única garantía posible de esa defensa.

Sostenemos que un partido que pretenda entrar en el discurso del pluralismo, de la diversidad y del ya agotado modelo de Estado de las Autonomías no será de ningún modo una alternativa real al modelo que representa el actual Gobierno de España, sino un simple comparsa del mismo en un proceso de liquidación del orden constitucional español. Será un partido más integrado en el nuevo régimen establecido, y no un partido que se oponga a él.

Sostenemos igualmente que eso es contrario a lo que han votado más de diez millones de españoles y supone ni más ni menos que un engaño y estafa a esa gran cantidad de ciudadanos que pueden encontrarse en los próximos cuatro años sin representación real en el Congreso de los Diputados. Diez millones de ciudadanos que pueden verse en la situación de quedar representados por una única diputada.

Por todas estas razones, los abajo firmantes consideramos que el próximo Congreso del Partido Popular no va a decidir únicamente sobre cuestiones internas de esa formación, sino que tendrá repercusiones sobre la totalidad de la ciudadanía española, y muy en especial sobre los más de diez millones de votantes que le han otorgado su confianza. Esta constatación nos lleva a declarar, en nombre de la sociedad civil, las siguientes exigencias:

Primera: la pasada legislatura ha asistido a un despertar sin precedentes de la sociedad civil, que se ha movilizado masivamente contra unas políticas de desvertebración del Estado, de creación y consolidación de desigualdades inadmisibles entre ciudadanos y territorios de España, y de procesos de negociación que han atacado la esencia misma de la dignidad de las personas recogida en nuestra Constitución.

Segunda: que ha sido esta movilización masiva de la sociedad civil la que ha arrastrado tras de sí al Partido Popular, a veces contra la voluntad de sus dirigentes, más preocupados en apariencia en mantener sus intereses particulares y sus correspondientes parcelas de poder.

Tercera: que el Partido Popular no puede dar la espalda de ninguna forma a la sociedad civil movilizada en los últimos cuatro años, que ha manifestado con una claridad meridiana lo que espera de ese partido político.

Cuarta: que en consecuencia con lo anterior, el Partido Popular tiene la obligación moral inexcusable ante sus votantes y ante toda España de realizar un proceso de regeneración y renovación interna en el que se defina claramente como el gran partido que España necesita como alternativa real al zapaterismo y en el que se defina con la misma claridad un proyecto global para España.

Quinta: que dicho proceso no puede realizarse desde una imposición dictatorial desde arriba, que no puede realizarse desde los intereses particularistas y cortos de miras de las respectivas baronías territoriales, que no puede realizarse de espaldas a la militancia, y sobre todo y por encima de todo, que no puede realizarse de espaldas a los más de diez millones de votantes que han dado su confianza al Partido Popular.

Finalmente, los abajo firmantes dan a la opinión pública este manifiesto en la convicción de que todo lo antedicho no es una cuestión que afecte en exclusiva al Partido Popular, sino que tiene consecuencias para el conjunto de los españoles, que es el único y verdadero motivo de esta iniciativa.

Alternativa real a Zapatero

Soraya y Mariano

El último ha sido el abril más frío en 16 años y el descenso de temperaturas frente al mismo mes de 2007 ha sido el mayor en más de un siglo

Las ventas de H&M caen por primera vez en su historia
La cadena sueca de moda atribuye al mal tiempo el pinchazo de abril

El grupo sueco de moda H&M ha vivido una historia de crecimiento constante. Hasta abril pasado. Por primera vez desde que hay datos históricos (1998), las ventas de la segunda empresa europea de moda (tras Inditex) retrocedieron. La compañía culpa al mal tiempo.

El último ha sido el abril más frío en 16 años y el descenso de temperaturas frente al mismo mes de 2007 ha sido el mayor en más de un siglo, según datos de Weather Trends International recogidos por Bloomberg. El frío pilló a la cadena con los primeros biquinis y vestidos ligeros de la temporada en sus escaparates. A ese fallo de la colección se ha unido el frenazo del consumo en algunos países.

La caída de ventas fue de sólo el 1%, pero si se toman en cuenta los datos comparables (es decir, en las tiendas que ya estaban abiertas en abril de 2007) la caída es del 10%, también la mayor de su historia. H&M asegura en una nota que la tendencia negativa se cortó cuando el tiempo empezó a mejorar: "Las ventas en las dos primeras semanas de mayo han sido muy satisfactorias".

El País

El Constitucional sigue el derecho penal de autor usado por los nazis para dar por buena la Ley de Violencia de Género

El Tribunal Constitucional (TC) ha avalado por siete votos a favor y cinco en contra la constitucionalidad del artículo 153.1 del Código Penal modificado por la ley de violencia de género y que permite elevar las penas en los casos en los que el varón sea el agresor y la mujer la víctima. El mismo acto merece mayor reproche penal cuando es cometido por el hombre contra la mujer, según el fallo del alto Tribunal. La resolución del Pleno del TC obedece a una cuestión de inconstitucionalidad planteada por la titular del Juzgado de lo Penal número 4 de Murcia respecto al mencionado artículo. La duda de la juez se sustentaba en la posible violación del principio de igualdad ante la ley recogido en el artículo 14 de la Constitución.

Según el TC, socialmente es más reprobable que un hombre pegue a una mujer que viceversa y, por tanto, defienden que el varón sufra mayor pena que si es la mujer la que ataca al varón. Para los jueces, las conductas de los hombres que son sancionadas por la ley de violencia sexista responden a una cultura dominante y machista. A su juicio, este tipo de hombres, en sus relaciones de pareja, actúan desde una posición de superioridad.

El alto tribunal hará público en los próximos días el texto de la sentencia

Tal tesis viene a romper con el tradicional principio de nuestro sistema jurídico que adopta un derecho penal de acto y no de autor, resultando prohibido punir o usar como agravantes personalidades, formas de ser o estados peligrosos. No se puede castigar a una persona por lo que es, sino por lo que hace. De tal manera el TC viene a resucitar las doctrinas de la Escuela de Kiel, en las que se basó el sistema penal del régimen nacional socialista de Hitler. Esta teoría del derecho penal de autor criminalizaba a las personas por la pertenencia a un colectivo o por sus cualidades y características personales, con independencia del acto criminal concreto que hubieran cometido. Así, análogamente, la bofetada del hombre contra su pareja femenina se castiga más severamente, como delito, mientras que la misma bofetada propinada por la mujer a su pareja masculina, se castiga más levemente, como falta. La razón de la punición pues no esta en el acto, sino en al autor y su pertenencia a un colectivo, el sexo masculino, que se presume obra siempre por móviles machistas.

La sentencia, cuyo ponente es el magistrado Pascual Sala, justifica el distinto trato que recibe el hombre porque la norma se limita a regular las relaciones de pareja. En este marco concreto, los jueces apoyan que una ley proteja a las mujeres frente a las agresiones de los hombres castigándoles más severamente que a ellas por la comisión de los mismos actos, porque en el 99% de los casos, ellas son las víctimas de los delitos que recoge la ley de violencia sexista.

Así a la pertenencia a un colectivo añadimos la frecuencia estadística de los actos para agravar la pena a la persona concreta. Un peligroso y aberrante criterio que podría abrir la agravación de las penas para colectivos según cometan más frecuentemente determinados tipos de delitos.

Minuto Digital

Todo depende del color del cristal con que se mira.

El empresario polígamo, horrorizado.

Según publica el diario nigeriano “The Niamey Times”, el empresario nigeriano que se hizo una foto con Maria Teresa Fernández de la Vega se encuentra “sorprendido y horrorizado”.

“Pensé que las tres mujeres eran las esposas de un señor muy sonriente que las acompañaba, y por deferencia hacia mis visitantes les pedí la foto con mis mujeres y mis hijas.”, declaró el empresario Yogurtu Nge. “Creí que solo la vieja se hacía la foto porque era la primera esposa, y las esposas jóvenes le cedían el honor. Si hubiera sabido que se trataba de una mujer soltera, no se me habría ocurrido invitarle a fotografiarse con mis mujeres, que están casadas como Alá manda.”

“La mujer es fea y flaca y entiendo que su familia no encontrara marido para ella ni pagando doce docenas de vacas. Pero no debería pasearse por ahí sin su hermano o su padre. Que en Europa haya tantas mujeres solteras me parece un drama que hay que erradicar.”

Nge se niega a creer los comentarios sobre la homosexualidad de la Vicepresidenta. “Me horroriza pensar que estuvo acariciando a mis hijas. Como buenos musulmanes, tenemos que erradicar y combatir la homosexualidad.”

El empresario espera que al menos la foto sirva para llamar la atención sobre un problema muy extendido, y que contribuya a que las mujeres occidentales mejoren sus condiciones de vida, se libren de la soltería y el vicio y puedan disfrutar de matrimonios honestos con hombres como él, capaces de atender a tres y cuatro esposas.

Diarios de las Estrellas

miércoles, 14 de mayo de 2008

Lágrimas de víctimas, escenificaciones hipócritas y risas de asesinos

Acabo de llorar al asesinado Don Juan Manuel Piñuel escuchando en mi casita el "Requiem" de Mozart. Después me he escuchado también el "Starless and Blible Black" de King Crimson, con el gran Robert FRIPP a la guitarra. Y oye.., parezco otro. Como nuevo. Porque a fecha de hoy, 14 de mayo de 2008, después de lo ocurrido los últimos años, yo salgo de mi casa a manifestarme contra ETA si me lo piden la AVT, Mª San Gil, Rosa Díez, Gotzone Mora, Esperanza Aguirre, Rosa Díez... Pero si me lo piden Ibarretxe, Llamazares y ZP-PSOE..., ni hablar.

Veréis, os cuento... Conozco gente –no olvidéis que he ido a la escuela con ellos, he jugado con ellos, he crecido con ellos, he comido con los etarras– que vota, de siempre, a Batasuna. Y algunos me dicen que no están de acuerdo ni a favor con que ETA mate a quienes considera enemigos de su ideario (¡?). Y todos conocemos también que durante el III Reich muchos alemanes que apoyaban a Hitler y simpatizaban con el régimen nazi no querían que hubiese campos de exterminio (¡?). Y veréis, para los que queréis saber a dónde voy con lo que digo, lo explico de forma resumida: cuando escucho semejante "razonamiento", el de los simpatizantes de una ETA potente que no mate y el los admiradores de un nazismo poderoso que no extermine, sólo puedo pensar dos cosas, o que son tan malos como a quienes de hecho apoyan pero lo quieren disimular, o que son tontos porque no saben a quienes dan su visto bueno.

Los 11 millones que han votado a ZP han votado y respaldado, como malos o como ignorantes, pero ése es el HECHO, a la política de ese señor y a todo su coro de palmeros. Porque vamos a ver, virgen del amor hermoso: ¿quién hace la política de este Gobierno Infame que nos vapulea en nuestra libertad y dignidad? ¿La hace el Infame y sus lacayos malos-malísimos o la hacen los supuestos millones de votantes silenciosos y bienintencionados que votan al PSOE como un bien superior pese a estar ZP? ¡Pero a qué estamos jugando en este país, antes España! ¿A quién pretendemos engañar, a los otros o a nosotros mismos? ¡Porque afirmar semejante lindeza sí que es fe y de la más cándida! Id, el que quiera, todos los que queráis, a las manifestaciones contra o a favor de ETA de la mano del PSOE, PNV e IU. Pero el Hernaniarra no se arrima a ellos. Porque en lugar de orgullo sentiría vergüenza. En lugar de unión percibiría traición e hipocresía. Yo –y sólo por el momento– me manifestaré contra los etarras de la mano de la AVT, de Mª San Gil, de Gotzone Mora, de Rosa Díez.... Porque esta gente, a fecha de hoy, representa la libertad contra la tiranía, la dignidad contra la infamia, la cordura contra la locura. Pero no me manifestaré al lado de quienes hacen el caldo gordo a los etarras, al lado de PNV, IU y PSOE..., al lado de quienes se ríen de las víctimas, de quienes pisotean nuestros derechos y libertades, para sacar tajada personal. De eso ni hablar. Porque por culpa de todos ellos, de los asesinos y sus cómplices, de la Bestia y quienes la alimentan, el Hernaniarra y otros muchos estamos exiliados y no podemos vivir con libertad en nuestro propio lugar de origen.

Puede que para algunos yo saque las cosas de quicio, Cesio, porque pensar y creer es libre, pero para mí los hay que no se enteran o "no quieren" saber de qué va la fiesta cruel, no quieren conocer lo que está pasando. Porque tú no, pero yo sí considero a los votantes del PSOE, después de todos estos años de infamia manifiesta, malas personas y/o cómplices, en todo caso culpables por acción o por ignorancia. Y no les voy a comparar conmigo, con mi nivel moral o el estado en que se encuentra mi dignidad. Pero sí les considero peores, mucho peores, si los comparo con Miguel Ángel Blanco, Fernando Buesa o Mª San Gil. La diferencia fundamental estriba en que unos son víctimas o están con las víctimas mientras los otros están con los verdugos o les ríen sus gracias, les dejan gobernar ayuntamientos y controlar instituciones.

¿Y cual es el fondo de la cuestión si no queremos seguir engañandonos? Pues algunos quizá piensen que es una ensoñación mía, pero para mí es una panorámica bastante clara: algunos/as, no sé si muchos o pocos, lo que quieren es convertir la piragua de UPD en un portaaviones en el que aterricen los votantes del PSOE sin ZP, pero en todo caso el PSOE de siempre, el partido sectario y prepotente de toda la vida, el de González y Guerra, quienes se propusieron cambiar España para que no la reconociese ni la madre que la parió, los del odio y los del rencor, los que tienen una venganza pendiente desde la guerra civil. Pero hay quienes todavía no se han enterado que ZP no es más que un "hijo lógico", crecido y echado para adelante, del odio sectario que aquellos sembraron. ¡Basta de mentiras! ¡Basta de engañar y autoengañarnos! ¡Fuera caretas! El cuerpo de Don Juan Manuel Piñuel todavía está caliente y merece un poco de respeto. ¡Siquiera tengamos la decencia de disimular la poca dignidad que nos queda!

Y UPD ha prometido con palabras ser un partido transversal y regenerador, por encima de las izquierdas y las derechas, más allá de todo sectarismo, incluido el que algunos consideran sectarismo bueno como consideran buena la dictadura de Fidel Castro... Pero es en los momentos difíciles, como lo es el de ahora, cuando más lo tiene que demostrar con los HECHOS. ¡Qué no olvide sus promesas y la ilusión que ha sembrado! ¡Qué no nos defraude! ¡Por el bien de España! ¡Por el bien de la libertad y los derechos! ¡Por el futuro de nuestros hijos! Porque si en algún momento yo percibiese que UPD pretende cambiar la piragua entre los acorazados que conducen el ZP y el Rajoy por un portaviones para que en él aterricen los del viejo PSOE sectario de toda la vida, este menda abandonará inmediatamente este lugar para alegría quizá de algunos quizá de muchos. Esperemos que no ocurra si es verdad lo que decimos cuando afirmamos querer más el bien colectivo y el futuro de nuestros hijos que dejarnos llevar por nuestras fobias y prejuicios personales.


Hernaniarra exiliado

En el Blog de Carlos Martínez Gorriarán

ETA vuelve a asesinar.

ETA asesina al ciudadano español Juan Manuel Piñuel Villalón, de profesión Guardia Civil.
¡Descanse en Paz!

martes, 13 de mayo de 2008

Carretero propone ‘la proclamación unilateral de la República Catalana’

El candidato a la presidencia de ERC y ex consejero de Gobernación de la Generalidad, Joan Carretero, ‘plantea como único camino la proclamación unilateral de la independencia’ de Cataluña, supeditada a ‘una hipotética mayoría absoluta de ERC’, según ha publicado este martes el diario Avui.

Las amistades de "De la Vogue"

Un Millón de Votos para la Libertad.

Es la barrera mítica que ya ha sobrepasado Ron Paul. Más de un millón de republicanos han votado por devolver al partido a los orígenes de la Derecha americana de libertad, paz y prosperidad. Un millón de razones para tener esperanza en el futuro, un millón de razones para celebrar.

Para celebrar la restauración, la restauración de América:



"Cualquier sociedad que abandone algo de libertad para conseguir algo de seguridad no merece ninguna y pierde ambas" B. Franklin
"Cuanto más soportas algo, menos consciente eres de lo que soportas" Dr. Joseph Mengele
"Las grandes masas son más fácil de engañar por una gran mentira que por una pequeña" Hitler [..]

"¡Qué suerte para los legisladores que la gente no piense!" Hitler
"Todo lo que tienes que hacer es decir que nos están atacando y denunciar a los pacifistas por ausencia de patriotismo y exponer a peligros al país" H. Goering
"Un patriota debe estar siempre dispuesto a defender a su país de su gobierno" Edward Abbey
"El árbol de la libertad no puede crecer sin la sangre de tiranos" Bertrand Barere de Vieuzac
"El árbol de la libertad necesita ser refrescado de tiempo en tiempo con la sangre de patriotas y tiranos" Thomas Jefferson
"Cada generación necesita una nueva revolución" T. Jefferson
La libertad necesita un campeón. ÉSTE ES NUESTRO CAMPEÓN
La defensa de la Libertad nos compele. La Constitución es nuestro manifiesto. La restitución es nuestro objetivo. RESTAUREMOS LA REPÚBLICA.

"Aquellos que hacen la revolución pacífica imposible harán la revolución violenta inevitable" J.F. Kennedy
"Si piensas que somos libres hoy, es que no sabes nada de la tiranía y menos aún de la libertad" Tom Braun
"La muerte es un más dulce destino que la tiranía" Esquilo
"Todo lo que necesita el triunfo del mal es que los hombres buenos no hagan nada" Edmund Burke
"Cuando el pueblo teme al gobierno hay tiranía; cuando el gobierno teme al pueblo hay libertad" T. Jefferson
"Primero te ignorarán, luego se reirán de ti, luego te combatirán, pero al final ganarás" Gandhi
"No hay mayor error que no haber hecho nada porque sólo se podía hacer un poco" Edmund Burke

Asociación Liberal UDE

El Rey se compromete con un partido. Por Antonio García-Trevijano

Sólo la hipocresía explica que ahora constituyan piedra de escándalo político las inoportunas alabanzas del Rey al jefe del Gobierno, que implícitamente suponen una clara ofensa a los Presidentes anteriores. Si Juan Carlos dice que el Sr. Rodríguez Zapatero es una persona honesta e integra, debe tener conocimientos personales y directos para afirmarlo, en contraste con los anteriores Jefes de Gobierno de los que no pudo o no quiso decir lo mismo.

Desde que fracasó el golpe de Estado del 23-F, promovido por el propio Monarca con los auspicios del PSOE, se sabía que el Rey ya no podría ser imparcial en la contienda de los partidos estatales por alcanzar y mantener el supremo poder.

Dada la naturaleza partidista del Estado de Partidos (cuya definición científica, según la doctrina alemana y la del primer presidente del Tribunal Constitucional español, Manuel García-Pelayo, corresponde con exactitud a la naturaleza de la Monarquía de Juan Carlos), nadie de importancia política, económica, cultural o social, y con más motivos que nadie el Rey, puede permitirse la extravagancia de quedar al margen de inclinaciones hacia uno u otro de los dos partidos gubernamentales, sin arriesgarse a sufrir la pena de ostracismo.

Es normal que Juan Carlos, educado en la idea de que la Monarquía no se consolidaría en España mientras que no fuera gobernada por los socialistas, sintiera ansiedad por ver realizada cuanto antes esta creencia.

Los sucesivos gobiernos de Felipe González le dieron, además, la total seguridad de que podía satisfacer la más profunda y constante de sus ambiciones personales. La de enriquecerse de modo inmediato y continuo. La de no sufrir las penalidades y humillaciones de un Rey sin recursos propios en el exilio, como su padre, el Conde Barcelona, había experimentado.

La seguridad de poder convertir en dinero el favor Real. La de traficar su influencia en instituciones políticas, Monarquías petrolíferas y centros financieros de la sociedad civil. La de cultivar amistades expertas en especulaciones.

No se necesita inteligencia, prudencia o habilidad, pero sí cinismo y deslealtad, para acumular una gran fortuna personal, mediante la selección de amigos transitorios que hagan negocios fraudulentos por cuenta del Rey y que, si el fraude es descubierto, acepten el escaso riesgo de ir a la cárcel en nombre propio, para salvar a la Corona, como ha sucedido en los llamativos casos conocidos de la opinión. La impunidad del Rey no se extiende a sus amistades peligrosas, a sus asociados en la corrupción. Aunque el número de los delitos descubiertos es sólo indicio revelador de los Realmente cometidos y encubiertos por los gobiernos anteriores.

Las palabras del Monarca en elogio del Presidente del Gobierno, Sr. Rodríguez Zapatero, confirman lo que la opinión había intuido desde hace mucho tiempo, esto es, que el Rey no es imparcial, objetivo o neutral en su actitud ante los dos partidos con capacidad de gobernar. Sus relaciones con Aznar no fueron equiparables a las que mantuvo con Felipe González. El PP sabe que no es simpático en la Zarzuela.

Pero lo que preocupa a la clase política y mediática, respecto de las declaraciones partidistas de Juan Carlos -en estos momentos de crisis politica en el PP, de proyecto de reforma de la Constitución en el orden sucesorio de la Corona, de tensiones agudas con el plan soberanista de Ibarreche y de conflicto abierto en la modificación federal del modelo de financiación de las Autonomías-, no es tanto la imprudencia o falta de tacto de su contenido discriminador, frente a otros Presidentes de Gobierno, como la cuestión de su legalidad constitucional

El art. 56 de la Constitución Española dice que el Rey es símbolo de la unidad del Estado, es decir, de la unidad de todos los elementos estatales. En el Estado de Partidos, todas las agrupaciones políticas con representación parlamentaria son elementos orgánicos del Estado. El Rey se inhabilita, en tanto que símbolo de la unidad estatal, si muestra preferencia por el partido al que honora en su jefatura, frente a todos los demás.

Añade el art. 56 que el Rey arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones. En la Monarquía de Partidos, las instituciones regulares son, ante todo, los partidos parlamentarios. Se inhabilita para arbitrar o moderar entre partidos estatales quien previamente los discrimina en favor de uno de ellos.

El art. 59.2 de la Constitución ha previsto que el Rey se inhabilite para el ejercicio de su autoridad, pero interpreta esa inhabilitación como imposibilidad de ejercer su autoridad, reconocida por las Cortes Generales. Lo cual excluye que se trate de una autoridad moral que, desde luego, ya no tiene ante los partidos discriminados. Un verdadero contrasentido, pues la facultad de arbitrar o moderar solo la puede tener quien goce de autoridad moral en los necesitados de arbitraje o moderación. ¿Pueden confiar los partidos de oposición en el arbitraje del Monarca, en caso de conflicto irreconciliable con el partido de este gobierno?

Si las imprudentes palabras del Rey carecen de trascendencia legal, eso no quiere decir que sus consecuencias políticas dejen de ser muy graves en un Estado de Partidos. Especialmente para el PP y los partidos nacionalistas. Si honra a un partido, deshonra a los demás. El Monarca ha alterado las reglas de juego de su Monarquía, que no es parlamentaria, pues el Parlamento no es soberano, ni constitucional, porque el Rey no gobierna.

República Constitucional

Siete consejeros de Montilla, bajo sospecha de malversar fondos públicos en "informes fantasma"

(PD).- Es el oasis del tanto por ciento. Y ahora llega -en una pequeña parte- a los tribunales. La fiscalía del Tribunal Superior de justicia de Cataluña (TSJC) ha admitido a trámite la denuncia presentada por el sindicato Manos Limpias contra siete consejeros de la Generalitat por "encargar, presuntamente, 'informes fantasma' a ex diputados y antiguos altos cargos del Gobierno catalán".

Siete consejerías habrían encargado 'a dedo a amigos y asesores' la elaboración de 1.583 informes de contenido muchas veces 'superfluos' por valer de hasta 12.000 euros cada uno. Esto podría constituir "los delitos de prevaricación, tráfico de influencias y malversación de caudales públicos", según publica El Mundo.

Los consejeros afectados son los de Acción Social y Ciudadanía, Agricultura, Alimentación y Acción Rural, Interior, Salud, Marina Geli, Gobernación y Administraciones Públicas, Política Territorial y Obras Públicas y Cultura y Medios de Comunicación.

La Fiscalía del TSJC notificó el 30 de abril al sindicato la apertura de "diligencias preprocesales" que consiste en la "realización de una serie de comprobaciones y averiguaciones para aclarar si hay o no indicios de alguna actuación delictiva y si ese fuera el caso, presentar una denuncia o querella contra los supuestos autores".

Los documentos fantasmas son a juicio de los denunciantes, 1.583 "trabajos técnicos, documentos e informes encargados por la Generalitat a ex-diputados, asesores y antiguos cargos de la Generalitat" muchos de ellos con un contenido intransigente pero que el Gobierno catalán destinó en 2007 32 millones de euros.

Entre los casos denunciados figura, entre otros, el de un informe que lleva por título Diseño de un parchís puzzle troquelado de la casa de cartón recortable, Realización de tres juegos para móvil en Cataluña o Estudio sobre validación de los porfolios de la medicina familiar y comunitaria.

Periodista Digital

Ciudadanos en la Prensa: 32 millones de euros (5.300 millones de pesetas solo en el 2007). ¿Hasta cuándo vamos a soportarlo

lunes, 12 de mayo de 2008

Portazo de María San Gil. Por Luis María Anson.

No sé si María San Gil ha medido su maniobra escapatoria. Se ha ido en el peor momento para Rajoy. Zaplana, primero, Ángel Acebes, después, María San Gil ahora... ¿quién será el próximo?

La presidenta del Partido Popular vasco no ha disimulado los motivos de su marcha. Abandona la ponencia política del Congreso del partido por “diferencias fundamentales” con Rajoy. Habría sido más explícita si no estuviera tan bien educada. Podía haber dicho: “Rajoy debe irse. Si no lo hace, yo hago mutis por el foro”. Teme María San Gil que Rajoy, acosado desde dentro, evite los ataques de fuera haciendo una política merengosa con relación a Zapatero sobre todo en el capítulo clave de la lucha antiterrorista.

No le falta razón a la dirigente vasca. A la vista de lo que está ocurriendo, el portazo que le ha dado en las narices a Rajoy parece justificado. Que el Gobierno movilice a la Armada española para ponerla de rodillas ante los piratas somalíes, pagar el rescate y dejar que los delincuentes se vayan de rositas, es algo que cualquier oposición seria hubiera aprovechado para socavar al Gobierno. Lo que ha hecho Zapatero en el caso de los piratas somalíes no es de recibo y traerá, a corto o medio plazo, graves consecuencias porque supone alentar la política de secuestros de los piratas que, en esta ocasión, han llevado a cabo su tropelía de manera impune. El PP, sin embargo, apenas ha reaccionado y no sólo eso. Rajoy parece dispuesto a seguir las instrucciones de Arriola y deslizarse hacia las posiciones de los partidos nacionalistas.

Bien, pues, por María San Gil, que se ha quitado la venda de los ojos antes de que la cieguen. El PP de Mariano Rajoy es un barco a la deriva. No hay nadie al timón de la nave y en Génova no saben siquiera en qué puerto recalará la política del atribulado líder popular.

El Imparcial - 12-05-2008