miércoles, 14 de septiembre de 2011

La enfermedad del euro. Por Julia Navarro

El euro está herido de muerte sin que nadie haga nada por reanimarlo. Casi me atrevo a decir que en la historia de la UE nunca como ahora hemos tenido unos líderes europeos tan flojos, tan incapaces de dar respuestas rotundas a este huracán que se ha desencadenado contra el euro.

Por si fuera poco, los actuales líderes europeos han adoptado como "mantra" el déficit cero a pesar de que cumplir con ese objetivo aquí y ahora está empobreciendo la Unión Europea y lo único que está provocando es más crisis, más paro, más incertidumbre. Ahí está Grecia al borde la quiebra mientras desde Bruselas se le exige un plan tan draconiano sin importarle las consecuencias que ese plan tiene sobre los ciudadanos.

A Grecia la están empujando a salir del euro y si eso sucede el efecto dominó puede ser inmediato. O sea, que los días del euro pueden estar contados.

En realidad no se está haciendo bien la llamada construcción de la Unión Europea. Los "mandamases" de Bruselas nos impusieron una moneda única, que sin duda fue un gran paso, pero se olvidaron que hacían falta otros mecanismos para que el euro fuera un éxito habida cuenta de que las economías y los fiscos de los veintisiete son distintos.


Ahora nos encontramos al borde del abismo sin que los ciudadanos podamos hacer algo más que mirar a la señora Merkel e interpretar sus gestos y palabras como si ella sola tuviera la capacidad de salvarnos a todos. Y es que salvo Merkel y Sarkozy el resto de los líderes europeos son irrelevantes, y ni siquiera los dos primeros son tampoco unos genios.

Pero quizá habría que preguntar en voz alta a quién molesta el euro, a quién conviene que el euro desaparezca, qué está detrás de este ataque en la línea de flotación de la vieja Europa.

Sí, ya sabemos que hay una crisis financiera mundial, pero los ataques al euro son algo más. Así las cosas, llevamos todo el verano con la espada de Damocles sobre nuestras gargantas esperando que de un momento a otro nos anuncien que el euro está en fase terminal y que lo mismo volvemos a las antiguas monedas nacionales lo que supondría un empobrecimiento inmediato, sobre todo de algunos de los países periféricos de la UE, por ejemplo España.

Lo peor, ya digo, es la sensación de que los actuales dirigentes de la UE no tienen la capacidad, el impulso y las ideas claras para evitar el desastre. Suya será la mayor responsabilidad si el euro muere.


Periodista Digital – Opinión

¡Todos inmersos!. Por Iñaki Ezkerra

El Congreso de Diputados no está por encima de los jueces. Está para legislar, pero no para descalificar una sentencia judicial ni darse a sí mismo un «neotejerazo» desafiando a la Constitución y a las leyes que han salido en su día de las dos Cámaras que componen las Cortes. Por esa razón, el pronunciamiento de ayer a favor de la inmersión lingüística obligatoria, contra la que se había pronunciado el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), es tan improcedente como si mañana esos mismos señores deciden pronunciarse sobre la inocencia de Rubalcaba en el caso Faisán.

Si hay diputados que están en contra del fallo del TSJC y a favor del actual modelo catalán de enseñanza que excluye al castellano como lengua vehicular, lo lógico es que usen la vía legislativa que sí es de su competencia. Lo lógico es que hubieran aprovechado la reforma constitucional del techo del déficit, votada el 2 de septiembre, para proponer la introducción de otro artículo en la Carta Magna que dé la razón y una «legal vía libre» al nacionalismo catalán en esta cuestión.

Quienes han dado su apoyo a la «contrajudicial» y pintoresca moción de Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) en defensa de la inmersión, han quedado «inmersos» en un disparate que convierte una vez más nuestra Constitución en papel mojado; que rompe la división de poderes; que desacredita a la institución que representan y que la pone a la altura de la propia ERC, dándole a este partido unas alas que había perdido en las últimas elecciones catalanas.

No deja de ser también una paradoja dañina para el sistema democrático que, gracias a las sucesivas componendas socialistas, el Congreso de Diputados se haya convertido en un megáfono para los partidos nacionalistas –hoy ERC, ayer el PNV– que pierden las elecciones en sus respectivas comunidades autónomas.


La Razón – Opinión

El decano. España en el sistema globalizado. Por Juan Velarde

Conviene saber el papel que ocupa España en el mundo para tener conciencia clara de lo que los españoles, electoralmente, deberían exigir a nuestros gobernantes.

Conviene saber el papel que ocupa España en el mundo para tener conciencia clara de lo que los españoles, electoralmente, deberían exigir a nuestros gobernantes. Y ello porque son notables las consecuencias que pueden desprenderse de tener, o no tener, ventajas económicas insertas en el sistema globalizado mundial. Eso sucede a pesar de la existencia de instituciones internacionales que pretenden sean igualitarios los diversos países, como es el caso de las Naciones Unidas. Sin embargo, bien sabemos todos, sin ir más lejos, que existen miembros permanentes en el Consejo de Seguridad. O viniendo a la Unión Europea, y no digamos a la Unión Económica y Monetaria, las disparidades ahora mismo vemos que existen.

Pero hay relaciones económicas y políticas que son prioritarias ¿Tendríamos ahora, con sede en Barcelona, a la Compañía General de Tabacos de Filipinas si hasta 1898 no hubiese estado integrado este archipiélago en el ámbito español? O bien, ahora mismo, se explica la fortísima inmigración de marroquíes a España al combinarse, por un lado, una de las mayores diferencias de renta por habitante entre dos países fronterizos, y al par, el restablecimiento de lazos históricos muy profundos –basta visitar Tetuán‑ a partir de la Conferencia de Algeciras en 1906, que ahora mismo se complican con lo que sucede con la reivindicación marroquí del Sahara y la resistencia, apelando en parte a la cultura hispana adquirida, por un grupo significativo del pueblo saharaui.


Para aclarar la cuestión del papel mundial de un país los economistas solemos emplear, en primerísimo lugar, el doble dato del PIB total y del PIB por habitante, en paridad de poder de compra, a más del juego del comercio exterior, más los datos de desarrollo humano que facilita el PNUD, y así sucesivamente. Al ser todo esto demasiado sesgado hacia la economía, la demografía, y poco más y eliminar datos fundamentales, de cara a la globalización se desprende la necesidad de buscar un índice más amplio. Este es el papel del Índice Elcano de Presencia Global o IEPG, preparado por Iliana Olivié e Ignacio Molina, en un libro referido a este Índice para 2010.

Aquí, simplemente, y para los 10 países con mayor Índice Elcano de Presencia Global, incluyo, de los 54 de los que tenemos noticia, ese grupo señero de los primeros diez con sus índices cuánticos.

¿Debemos mantener como algo irreversible aquello que se hizo tan famoso bajo el título de El español y su complejo de inferioridad del libro de López Ibor? O, por el contrario, ¿no es obligado exigir mucho más a quienes nos gobiernan?


Libertad Digital – Opinión

Los que abandonan el barco. Por Fermín Bocos

Cuando no hay harina, todo es mohína.... o despedidas. La lista de personajes, ministros o ex ministros, que han decidido no acompañar al candidato Pérez Rubalcaba en su viaje hacia la oposición crece. A los José Bono, Elena Salgado, Carmen Calvo, Miguel Sebastián o Cristina Garmendia se une Angel Gabilondo. El todavía ministro de Educación, un hombre ponderado que no milita en el PSOE pero que quizá habría aceptado encabezar la lista de los socialistas en alguna provincia ha declinado ir de segundo en Valencia.

A un "feo" de parecida naturaleza se opuso Carmen Calvo, ex ministra de Cultura, cuando trascendió que Rubalcaba prefería a Rosa Aguilar de "número uno" por Córdoba. Calvo, que no suele morderse la lengua, ha dicho que no había olvidado las acometidas de Rosa Aguilar cuando estaba en la oposición. Mala cosa la memoria porque hablando de Rosa Aguilar es seguro que más de un votante socialista cordobés se acordarán de cuando la señora Aguilar, a la sazón portavoz de IU en el Congreso, intentaba desacreditar a Felipe González, presidente del Gobierno del que Rubalcaba era portavoz. Pocos políticos resisten el "test" de coherencia: qué decíamos antes, qué decimos ahora. Sobre todo si han hecho de la política una profesión y un modo de vida.


Por eso, cuando anuncian su retirada aduciendo sus razones: coherencia, cansancio o despecho, creo que hay que respetar la decisión. Tildar a los que se van de poco menos que ratas que abandonan el barco -eso es lo que ha venido a decir el vicepresidente Manuel Chaves refiriéndose a Pepe Bono -"Es fácil irse cuando se abre una vía de agua en el barco"- está feo. Feo por inelegante y por injusto, porque Bono ha tenido el coraje de decir en varios momentos lo que otros pensaban (probablemente, incluido el propio Chaves) acerca de los desaguisados de Rodríguez Zapatero, por ejemplo, en relación con el nuevo "Estatut" de Cataluña o cuando las negociaciones con la ETA más allá del atentado de la T-4 de Barajas.

Chaves sabe que el Bono a quien, por cierto, apoyó para secretario general del PSOE hasta que se cruzó Alfonso Guerra, si no quiere estar en las listas no es por falta de ganas de seguir en la política. Lo que ocurre es que el PSOE que deja Zapatero y pretende heredar Rubalcaba ya no es un partido socialista. Es otra cosa. Por eso se van los que se van y no siguen otros que, en silencio, se fueron antes que ellos.


Periodista Digital – Opinión

Nos van a crujir. Por Angela Vallvey

Me gustaría saber a qué ricos se refiere Rubalcaba (RbCb) cuando habla de ricos. ¿A los que poseen algún milloncejo que otro, como él? Me gustaría saber quién se cree todavía esa perorata decimonónica que establece que España se divide en pobres y ricos, como si viviésemos en una novela de Dickens: los pobres, tras escaparse del tétrico orfanato, trabajando desde los diez años jornadas de once horas en fábricas de betún, telares tóxicos y minas de sal. Los ricos, practicando la usura, alienando al obrero, explotando a los débiles y acaparando los medios de producción. Me gustaría saber hasta cuándo vamos a seguir viviendo en el siglo XIX, ideológicamente hablando.

Lo digo por aquello de la resurrección del Impuesto de Patrimonio, que todo el mundo da por seguro que volverá a la vida fiscal este próximo viernes, reencarnado en «Impuesto de Pobres contra Ricos». Junto con el impuesto de Patrimonio se intenta reanimar la lucha de clases. (Cielo santo). Hacerle la respiración artificial al pobre Proudhon y su romántica aseveración de que «la propiedad es un robo». Se envía el mensaje: «El impuesto de Patrimonio es progresista. Quien está en contra defiende a los ricos. O sea, que es un facha». A veces da la impresión de que el socialismo continúa viviendo en el Romanticismo, en una dacha con vistas a la estepa siberiana. Pero no. En realidad, nos toman por cernícalos. El impuesto de Patrimonio es una antigualla en la que sólo creen los franceses, que por algo inventaron la guillotina. Aquí no hay tantos ricos. Ya quisiéramos. A no ser que consideremos ricos a los que tienen más de seis gallinas. El impuesto de Patrimonio es ineficiente socialmente. No penaliza a los ricos, sino a la clase media, a los pocos que sostenemos –fritos, achicharrados a impuestos– este chiringuito para que no se caiga. Trabajadores empleados, ahorradores, funcionarios… Gente que sólo cobra «en negro» el salario del miedo de sus pesadillas tributarias. Que no puede defraudar. Este impuesto, que a efectos de las cuentas del Estado es una «ná entre dos platos», recaerá sobre las costillas de los de siempre. De los paganos de clase media. A los ricos de verdad les importa un bledo esa calderilla. Nos van a crujir a usted y a mí. Y encima tendremos que aguantar el discursito ese de «los pobres y los ricos», que ya cansa.


La Razón – Opinión

Navegante. Los ladrones. Por Daniel Rodríguez Herrera

Los de la SGAE eran unos piratas de tomo y lomo. Y de la peor especie.

Al bueno de Julio Alonso lo han machacado en los tribunales por haber informado en su blog de que si buscabas "ladrones" en Google te salía como primer resultado la web de la SGAE. Ni siquiera faltaba al honor de tan honorable institución calificándola él mismo de ladrona, pero ya se sabe lo que pasa con ciertos jueces en España, que se pasan la ley por el forro de sus caprichos, especialmente si una de las partes es de los buenos.

El caso es que además de las muchas razones que ahora podemos tener para calificarles de ladrones, hay una especialmente divertida, por llamarlo de alguna manera. Y es que, utilizando la expresión que sus gerifaltes han utilizado con gran éxito de crítica, aunque no de público, los de la SGAE eran unos piratas de tomo y lomo. Y de la peor especie.

Tanto la ley como el sentido común diferencian entre dos formas de copiar un contenido protegido por derechos de autor. La más habitual, la que no está en el código penal, es cuando coge usted un CD del vecino y se hace una copia, o se descarga una película de internet. No tiene más objetivo que disfrutarla, o sufrirla si es española. Cosa distinta es que coja usted y la ponga en internet pidiendo un dinero a quienes se la quieran bajar. Incluso a quienes más dudas tenemos acerca de la justicia y utilidad del concepto de propiedad intelectual nos chirría que alguien gane dinero a costa de la labor de un tercero. Aunque el tercero sea uno de la ceja.


Pues bien, resulta que la SGAE tenía un servicio de descarga de pago de contenidos, y que dicho servicio, como si fuera una administración pública cualquiera, no pagaba a sus proovedores. Como si fuera un Pelisyonkis cualquiera, vamos. El dinero del canon digital y de las licencias que pagan las peluquerías de barrio para poder enchufar la radio se empleaba para evitar que quebrara la filial SDAE, la cual a su vez pagaba religiosamente a Microgénesis para que gestionara La Central Digital. Pero la cadena se paraba ahí. Microgénesis no pagaba.

¿Qué hacía con el dinero? ¿Dárselo al bueno de Iñaki Urdangarín? Pues no, ni siquiera se usaba para mejorar la delicada situación de la familia real. Básicamente se lo llevaba crudo el amigo de Teddy Bautista que dirigía el cotarro.

Pero los malos, no lo duden, son Julio Alonso y otras decenas de periodistas y publicaciones, en internet y fuera de ella, que a lo largo de los años han sido denunciados por la SGAE. La Asociación de Internautas, sin ir más lejos, está en peligro de desaparecer por una denuncia de esta buena gente. Y eso que lo que deben pagar no es más que una fracción insignificante de lo que se robó en la SGAE. Pero es que ellos no cobran canon.


Libertad Digital – Opinión

A la mar pelillos. Por Rafael Martínez-Simancas

No habló nunca Demóstenes por boca de Manuel Chaves que a su condición de presidente del partido añade la de equilibrista sintáctico, uno de esos que cuando empieza una oración no sabes nunca dónde puede llegar saltándose las leyes de la gramática como el que desafía a la gravedad. Chaves ha reconocido que la nave, es decir el partido, tiene una vía de agua y que no le ha gustado la renuncia de Bono. Acierta en la primera parte pero no en la segunda, va listo Chaves si cree que Bono se retira del todo. Bono se repliega en este momento de este "ahora" que no le gusta nada porque con él no van los barcos que tienen vías de agua. Bono es de los que cree que charcos los justitos y contados puesto que con los pies llenos de barro uno no va a ninguna parte decente. Y Bono es de los que se bañan con corbata como queda constancia después de su cruzada contra los desaliñados de la tribuna y los "perro-flauta" de las aceras cercanas al Congreso.

Dice Chaves, y esta vez se le ha entendido perfectamente que los amigos también discrepan y pelillos a la mar. Una expresión que se entiende perfectamente pero que igual le vuelve a tocar las narices a Bono que de pelillos sabe un montón. Así empezaron Carmen Morell y Pepe Blanco con sus famosas "coplas regañás", por lo tanto no extrañaría ver a Chaves y Bono cantado "me debes un beso" en una gira por las principales ciudades de España, y de telonera Carme Chacón a la que la realidad de las encuestas le dan la razón porque pueden "venir tiempos maravillosos" (los mismos que se vuelven pesadilla para Rubalcaba que es el candidato incapaz de tapar la vía de agua). De Zapatero ni se habla, pero ni aquí, ni en Rodiezmo, ni en las charlas entre grumetes en las que se localiza a Chaves. Una de esas charlas de bar de puerto en las que se arregla el mundo mientras quede sentido común dentro de una botella de ron.

De estas vamos a ver más. A medida que las encuestas fustiguen y a medida que se acerque el 20-N escucharemos críticas a los que abandonan el barco como a Garmendia o a Gabilondo, que prefiere dar más horas lectivas por el mismo precio antes que aguantar el tardo-zapaterismo que tiene nombre de asignatura que se estudia en las academias de alumnos repetidores, en esas mismas donde toda la vida se han dado clases de griego, latín y química para niños tarambanas de la clase media. Este septiembre el coleccionable más solicitado es el álbum de cromos de bajas en el PSOE, en los patios no se habla de otra cosa. Las vías de agua llenan obligan a los que quedan dentro a subir las piernas para no mojarse los pies.


Periodista Digital – Opinión

El último regalo. Por José Antonio Vera

Rubalcaba aborda su singladura como candidato exhibiendo las mismas contradicciones que caracterizaron sus años de Gobierno. Primero fue el tema de la velocidad: se gastó una millonada en reducirla a 110 km/hora, y otro montón meses después en volverla a poner los 120. Igual que el techo de gasto. El candidato se reía de Rajoy por plantear semejante cuestión, y al poco tiempo no sólo era necesario sino que, además, había que plasmarlo en la Constitución por la vía de urgencia. Lo último es el impuesto del patrimonio. El Ejecutivo lo suprimió por «obsoleto e ineficaz», y ahora hay que volverlo a implantar deprisa y corriendo para salvarnos de la quiebra. Si alguien pensó que con Rubalcaba se iba a producir un cambio en la manera de gobernar, se equivoca. Estamos ante el mismo vaivén, la misma improvisación, el cambio constante de ideas. El problema con este Impuesto sobre el Patrimonio, amén de que no gravará a los ricos de verdad sino a las clases medias, está en que puede que ni tan siquiera salga adelante. Rubalcaba se lo ha pedido al Gobierno y éste accederá a aprobarlo por decreto el viernes. Pero si el día 22 el PSOE no tiene mayoría suficiente para convalidarlo –PNV y CiU se oponen–, entonces Pérez Rubalcaba quedará en ridículo ante todo el mundo. Igual es el último regalo que le dispensa Zapatero.

La Razón – Opinión

Obama. Un indignado en la Casa Blanca. Por Pablo Molina

Barack Hussein no propone una reducción drástica del gasto público sino una política fiscal centralizada de toda la UE destinada a esquilmar todavía más a la sociedad civil.

En una mesa redonda con medios de comunicación de habla hispana, el presidente norteamericano ha mostrado su preocupación por el desastre de las cuentas españolas y su impacto en el resto de las economías si finalmente el BCE apaga el respirador automático al que nos tiene conectados.

Hasta ahí el análisis, en su simpleza, es compartido por cualquiera con un mínimo de sentido común, pues resulta evidente que la suspensión de pagos en un país económicamente potente como España ha de tener forzosamente graves consecuencias en el sistema financiero global. Las discrepancias surgen cuando Barack Hussein analiza las causas del desastre y expide la receta para evitar el colapso de la UE que, como corresponde al personaje, no difiere en absoluto de las que se vienen aplicando con insistencia a uno y otro lado del Atlántico por la clase política. Obama tan sólo quiere llevarlas un paso más allá sin variar la trayectoria iniciada.

El presidente norteamericano, un indignado más, achaca el peligro de descarrilamiento de las economías europeas a las presiones "de los mercados", análisis que podría perfectamente compartir cualquier lector de Público por poner un ejemplo extremo de radicalismo pueril.


Sin embargo, lo que los socialistas de todos los continentes consideran una presión intolerable para desestabilizar las economías nacionales, no es más que el ejercicio de una precaución elemental de las instituciones financieras para garantizar el cobro de los préstamos que entregan sin cesar a los gobernantes manirrotos. Si Zapatero o Berlusconi hunden sus respectivos países en una espiral de déficit que los aproxima peligrosamente a la quiebra técnica, es más que lógico que los prestamistas internacionales aumenten el precio del servicio, algo que a los socialistas vocacionales les resulta imposible de aceptar, pues al parecer, consideran que ese ente abstracto llamado "mercado" ha de proveerles sin límite de los recursos necesarios para seguir gastando como si la crisis no fuera con ellos.

Para salir del aprieto, Barack Hussein no propone una reducción drástica del gasto público con el fin de aliviar las condiciones de los préstamos futuros, sino una política fiscal centralizada de toda la UE destinada a esquilmar todavía más a la sociedad civil, algo que habrá entusiasmado a un Rubalcaba dispuesto a imponer de nuevo el doble impuesto sobre el patrimonio.

Las épocas de grandes tribulaciones exigen un liderazgo fuerte capaz de dar ejemplo desmontando lo que no funciona y asumiendo su coste político, pero el actual presidente norteamericano es sólo un experimento progre tan fallido como todos los que lo han precedido y tan incapaz como sus colegas continentales de acabar con el keynesianismo radical que nos está llevando a la bancarrota. Si Obama es el líder que nos ha de sacar de la crisis, apaga y vámonos. El problema es adonde.


Libertad Digital – Opinión

Ciencias y letras en una crisis de intereses y pasiones. Por Antonio Casado

Cuando el crecimiento tiende a bajar o a estancarse y el endeudamiento tiende a subir, pasa lo que pasa en una familia cuyos gastos son mayores que sus ingresos. Cuestión de sumas y restas, aunque de esta crisis nos sacarán los hombres de letras -si son mujeres, tanto mejor- y no los de ciencias. Es lo que se corresponde con la situación. Antes o después las magnitudes darán un paso atrás deslumbradas por los faros de la política. Siempre que los faros alumbren, claro. También a escala nacional, pero sobre todo a escala europea.

Descartados por incomparecencia Van Rompuy y la señora Ashton, lo más parecido a un líder europeo es aquí y ahora la canciller germana. De ella siempre esperamos que tire del carro. Basta una contundente declaración de Angela Merkel en defensa del euro y de Europa, como hizo la semana pasada, para que las bolsas inviertan una tendencia a la baja. Y basta una estéril reunión del G-7, que no toma ninguna decisión, para que vuelvan las turbulencias a los mercados de la deuda y las noticias económicas nos atenacen otra vez la garganta.


El ex presidente del Gobierno, Felipe González, no es de ciencias ni falta que le hace. Apenas maneja números si se refiere al agujero negro de Grecia, su posible contagio a otros países de la eurozona o el durísimo corsé presupuestario que se le impone. No habla de la tragedia griega sino de la tragedia europea hacia la que nos encaminamos si la UE no empieza a comportarse como un bloque macizo en el que la integración económica y fiscal sea el antídoto contra la crisis.
Un ejemplo más: la reciente dimisión del jefe de los equipos de economistas del Banco Central Europeo, Jurgen Stark. No estaba de acuerdo con la compra de bonos italianos y españoles. Al conocerse la noticia, aumentó la inestabilidad de los mercados y las turbulencias fueron a más ¿Por la implicación del BCE en la compra de deuda española e italiana? No, por la dimisión misma. Es decir, por trasladar a los mercados una imagen de desunión y de inseguridad en las decisiones de la institución liderada por Trichet. Un intangible, en definitiva. Al fin y al cabo, los inversores no son de piedra. Y detrás de eso que llamamos los mercados hay gente de carne y hueso que nos ha prestado dinero y, simplemente, quieren recuperarlo.

En este punto me viene a la memoria un texto del profesor Juan Antonio Rivera, catedrático de Filosofía, en el que sostiene que los comerciantes fueron seguramente los primeros en zafarse del entorno moral, y su carácter opresivo, para desarrollar un talante cosmopolita y desarraigado (global, diríamos ahora). “Al conseguir sustituir las pasiones por los intereses, el comercio contribuye a dulcificar las costumbres”, dice Rivera, muy en línea con esta tesis de Montesquieu: “Es casi una regla general que donde quiera que los modos del hombre son amables hay comercio, y donde quiera que hay comercio los hombres son amables".


El Confidencial – Opinión

De cemento armado. Por Carmen Tomás

El candidato Rubalcaba no deja de sorprendernos sobre todo por la caradura que está demostrando día a día. Las encuestas no le son nada favorables y la demagogia y directamente la mentira se ha instalado en su campaña. Rubalcaba no acaba de llegar ni a la política ni al gobierno. Todo el mundo lo sabe. Pero él se empeña en hacernos creer que llega de un mundo raro, desconocido para él. No hace mucho decía que tenía las recetas para sacar a la economía española de la crisis y que las pondría en marcha si la sociedad española le daba la confianza para gobernar. El viernes a petición suya. El PSOE recuperará el impuesto sobre el patrimonio con razones absolutamente contrarias a las que les llevó en diciembre de 2008 a suprimirlo. Da vergüenza leer ahora las razones que el socialismo exponía en su programa electoral o las declaraciones del propio Zapatero para acabar con este impuesto. Rubalcaba hace creer que ni estaba ni se le esperaba.

Antes fue la reforma constitucional para fijar un déficit público después de haberse reído de Rajoy. Y en las últimas horas Rubalcaba se ha atrevido a decir que se han perdido unos años preciosos para reformar el sistema financiero, una de las razones por las que España no convence a los mercados y es incapaz de financiar y ayudar a las miles y miles de empresas que se han visto obligadas a cerrar y a echar a sus trabajadores a la tragedia del paro por la falta de crédito.

Y esto sucede mientras España no deja de estar en el ojo del huracán. Grecia sin duda es un problema, pero ya hasta Obama asegura que después el problema es España. El Gobierno y el candidato del PSOE están en las antípodas de querer recuperar con reformas la confianza necesaria para lograr que España deje de ser un país al borde del abismo. A Rubalcaba le da todo igual. Sólo está pensando en salvar los muebles de un partido en descomposición y ahora sabemos que con miles de representantes corruptos que han dejado agujeros en las cuentas y muestras de su nula calidad moral. Lo que puede ocurrir en dos meses nadie lo sabe, pero no hace falta ser muy listo para llegar a la conclusión de que no nos espera nada bueno porque nada se hace para cambiar el rumbo de las cosas.


Periodista Digital – Opinión

Barack y una primera dama. Por Carlos Alsina

Del árbol caído todo el mundo hace astillas. Ahora que Zapatero se va esfumando, reducido a sombra, ¡hasta Obama se atreve a atizarle a España! Valiente ingrato ha resultado ser el presidente planetario. Nadie ha recibido más invitaciones nuestras–ofrecimientos, súplicas– para que se dignara echar un par de tardes contemplando, a lo Clinton, bellos atardeceres en la Alhambra. A nadie le hemos hecho tanto la pelota para acabar recibiendo un sartenazo detrás de otro sólo porque recela, ya ves, de nuestra férrea estructura económica. Como diría Duran Lleida, ex futuro ministro de Exteriores, que se meta en sus asuntos este arrogante de Harvard. Con el paro desbocado en su país (nada menos que ¡la mitad! de la tasa de paro española) y habiendo llevado la nación al borde mismo de la suspensión de pagos (la infalible Standard and Poors hubo de ponerle en su sitio) se permite estigmatizar a España como socio más blando del vodevil en que se ha convertido la zona euro. Habráse visto. Es verdad que todo lo que dice Obama lo ha publicado antes Paul Krugman –el presidente es un gran arreglista del premio Nobel–, y que todo lo que dice Krugman ya lo hemos escuchado antes en Europa, pero hace dos años le hubiéramos declarado la guerra a los Estados Unidos por menos que esto.

A mí me cae bien Obama, pero descubrir a estas alturas que España es la presa más golosa es como sorprenderse de que Jackie Kennedy no fuera cándida y beatífica, sino asquerosamente humana. Con permiso de la Casa Blanca, el diagnóstico convencional del presidente me resulta menos estimulante que la vomitona que hace ¡cuarenta y siete años! descargó, en forma de entrevista, la viuda de JFK al historiador de cabecera de la casa, Arthur Schlesinger hijo. En aquella conversación, exhumada ahora cual Impuesto de Patrimonio, emerge la Jacqueline arpía, la víbora capaz de mentir sin despeinarse sobre su idílica vida conyugal mientras pone a caer de un burro a todas las celebridades políticas de la época. Tiene tela que defina a Martin Luther King como «un farsante» porque «mantenía citas con mujeres» cuando su marido no sólo mantenía las citas, sino a las mujeres. De Gaulle era un resentido, Churchill estaba gagá y Lyndon Johnson era un cáncer para América. «¿Puedes imaginar qué le sucedería al país si Lyndon fuera presidente?», le dijo una vez Jack muy preocupado. (Lo inimaginable acabó sucediendo y Johnson no sólo fue presidente, sino mejor presidente que JFK). Las esposas tampoco se libran del despelleje: Pat Nixon le parece «ridícula» y Lady Bird, «un perro de caza bien entrenado». Cabe concluir que la dulce viuda chismosa detestaba a medio mundo. De su lengua mordaz sólo se salva el difunto. Esta nueva Jackie me resulta más creíble que la otra, más como el común de los mortales, más como Bono. El Washington de Kennedy sería Camelot, pero ella no era Ginebra; era Morgana.

La Razón – Opinión

Crisis. De la Ocasión de Obama. Por Agapito Maestre

Obama lo sabe y, además, sabe que, mientras el euro no sea una moneda frágil, EEUU no podrá competir con China.

O Europa salva a Grecia o aquí no se salva nadie. O Europa, o sea, todos los europeos, hacen un esfuerzo tremendo por rescatar a Europa o nos hundiremos todos. Obama lo sabe y, además, sabe que, mientras el euro no sea una moneda frágil, EEUU no podrá competir con China. Las declaraciones sobre la situación límite de España no tienen otro objetivo que "fragilizar" al máximo al euro, como moneda de referencia del comercio mundial, para que en su lugar se alce el dólar-USA. El mensaje de Obama es claro y, por desgracia, tiene toda la razón sobre la situación de España. Quizá, por eso, por mostrar con nitidez lo límites de Europa, Obama, a pesar de lo que mantengan algunos analistas políticos, no es un Zapatero en EEUU. Por el contrario, con estas declaraciones ha vuelto, una vez más, a distinguirse del oportunismo de la casta política española.

Obama aprovecha la ocasión para su país, pero está lejos de ser un mero oportunista como los representantes de la casta política española. Obama, como en la muerte de Bin Lade, vuelve sobre la noble fregona de la Fortuna política. La Ocasión, dice la filosofía popular española, la pintan calva. Se equivoca nuestro refranero, aunque por poco, porque los griegos siempre la pintaron con unos pocos y largos pelos que apenas dibujaban las crines de un equino. Sin embargo, esta Sansona femenina, que siempre fue la ilustre criada de la Fortuna, tiene su fuerza en esos pocos cabellos. Quien a ellos sabe asirse, como dijera nuestro gran Quevedo, sabe defenderse de los corcovos de su ama la Fortuna. Pues eso es, exactamente, lo que ha vuelto a hacer Obama, cuando menos le sonreía la Fortuna política, es decir, cuando su popularidad y prestigio presidencial está por los suelos, quiere hallar en el ofrecimiento de la Ocasión, de una Europa que camina a la deriva, una forma de salvar a su país.

A pesar del absoluto desconcierto de Europa, no creo que Obama sea capaz de darle la puntilla ni a España ni a Europa. Pero, al menos, sus declaraciones nos han mostrado que no es lo mismo prestar atención a la ocasión que ser un oportunista. En efecto, Zapatero, representante máximo de la casta política española, es un oportunista: jamás tuvo un criterio firme sobre cómo gobernar el país, y ha cambiado sus "políticas" no tanto en función de la circunstancias como de las órdenes recibidas de Europa. Sus dos inmediatos seguidores en la lista de la casta política tampoco se distinguen por tener criterios serios para sacar este país de la ruina: por un lado, Rubalcaba no deja pasar un sólo día sin señalarnos una "propuesta" que, en el mejor de los casos, es contradictoria respecto de lo que venía haciendo cuando era miembro del Gobierno; por otro lado, Rajoy sigue guardando silencio sobre las grandes propuestas que hará para sacar a la nación de la ruina, incluso elude problemas fundamentales como el del idioma español en Cataluña. Puede que el oportunismo de Rubalcaba sea peor y más dañino que el de Rajoy, pero, nadie en su sano juicio, dirá que Rajoy es un hombre comprometido con unos principios, serios e inamovibles para sacarnos del marasmo; el silencio de Rajoy es, a veces, estremecedor, aunque diga que apoya todas las medidas de María Dolores de Cospedal, altamente estimulantes, en Castilla-La Mancha.


Libertad Digital – Opinión

Robin Rubalcaba y esa repugnante demagogia pseudoprogre. Por Federico Quevedo

Estamos al borde del abismo. No lo digo yo –aunque ya venía advirtiéndolo hace tiempo-, sino que lo dice Felipe González, y no le falta razón. El viejo líder socialista habla ahora con una sinceridad que ya nos hubiera gustado a todos en otros tiempos, pero al menos se agradece que haya dirigentes políticos que digan las cosas por su nombre y nos alerten de la realidad. La gente no quiere saber cómo estamos, cual es la verdadera situación, y hace mal: es bueno que asumamos la realidad y actuemos en consecuencia.

Nada va a ser igual a partir de ahora –esto también lo he dicho más veces-, pero lo que más echo de menos o lo que más me indigna es que no haya políticos capaces de estar a la altura de las circunstancias, que en lugar de decirnos a los ciudadanos eso –que estamos al borde del abismo, que nada va a ser igual, que hay que asumir las consecuencias de los errores de estos años y acostumbrarnos a vivir con mucho menos de lo que teníamos en todos los sentidos y órdenes de nuestra vida-, lo que hacen es engañarnos e intentan convencernos de que todo esto se arregla recurriendo a axiomas obsoletos, caducos, rancios e injustos como aquel de quitarle el dinero a los ricos –vía impuestos- para dárselo a los pobres –vía Estado del Bienestar-.


Y una mierda. Mantener ese discurso es un puro engaño, una repugnante demagogia y una burla soez y cruel dirigida precisamente a aquellos a los que se supone que se quiere salvaguardar de lo peor de esta crisis. Ayer, vía Twitter, un buen amigo me hizo llegar un video que no tiene desperdicio y que desnuda la mentira y el engaño al que se ha abonado nuestro particular Robin de los Bosques, Alfredo Pérez Rubalcaba. En el se ve a Robin Hood paseando por el bosque de Sherwood con Lady Marian y contándole que se dedica a eso, a quitarles dinero a los ricos para dárselo a los pobres, y que eso le convierte además en el más apuesto y valeroso paladín del lugar. Pero Lady Marian, en lugar de caer rendida a sus pies ante tales proezas, le responde con un “todo eso me parece un poco estúpido”.

Sorprendido, Robin le dice que se lo explique, y Lady Marian le recuerda que esos a los que roba “empezaron siendo pobres y trabajaron diez años perdiendo el culo para llegar a donde están” –primera injusticia del Impuesto del Patrimonio: gravar el ahorro por el que, además, ya se ha pagado en el IRPF-, para que ahora “tú y tus hombres vengan a imponer el criterio aleatorio de quién es rico y quién no lo es” –segunda injusticia: la arbitrariedad de la medida-, “y, quién es rico, ¿una persona con 10.000 piezas de oro es rica y una con 9.999 no lo es?” –tercera injusticia: ¿dónde se establece el tope?-, “y, ¿no crees que es de ingenuos dar dinero a los pobres? ¿No esperarán siempre eso?” –cuarta injusticia: mientras unos trabajan para crear riqueza, otros obtienen los frutos de ese trabajo y en lugar de buscar el mérito y el esfuerzo se conforman con lo que reciben del Estado.

Finalmente, y ante la cara de asombro de Robin, Lady Marian concluye con esta afirmación: “Si me lo preguntas, tu política es una mierda… De hecho, ¿porqué no montáis tu y tu banda de alegres marxistas una comuna en el bosque y nos dejáis al resto conseguir una solución real y duradera a la desigualdad económica?”. Miren, es un hecho evidente que durante todos estos años atrás hemos vivido muy por encima de nuestras posibilidades, y ahora la realidad, la dura realidad que personajes como Rubalcaba nos esconden, es que se han acabado el dinero y el crédito: los estados, nuestro Estado, no tiene liquidez ni capacidad para endeudarse porque cada vez le sale más caro, y no puede sostener las cuentas públicas condenando a las generaciones futuras a pagar intereses desorbitados por la deuda que asume ahora. Eso significa que va a ser necesario apretarse el cinturón, que va a ser necesario hacer recortes, y que la solución no está en quitarle dinero a los ricos –que podrán contribuir al esfuerzo de todos, eso nadie lo pone en duda, pero de un modo racional y justo- porque eso no resuelve lo grave de la situación sino que, si me apuran, además lo agrava porque resta capacidad de consumo y ahuyenta a quienes podrían invertir en nuestro país para generar empleo…

No seamos idiotas, seamos responsables, asumamos el coste de haber tirado la casa por la ventana durante todo este tiempo y empecemos a ser conscientes de que somos mucho más pobres y no vamos a poder pagar las mismas condiciones de vida que teníamos hasta hace muy pocos años… Y a políticos como Rubalcaba démosles una patada en salva sea la parte y mandémosles a su casa o, al menos, a que se busquen una comuna en medio del bosque de Sherwood en la que sigan jugando a buenos y malos mientras los demás nos ponemos, de verdad, a buscar soluciones reales y duraderas a las desigualdades económicas y a la crisis que nos asola.


El Confidencial – Opinión

Sanidad y educación: igual pero diferente. Por Francisco Muro de Iscar

Si el sistema financiero tuviera un "fracaso" del 30 o el 40 por ciento -no estamos tan lejos-, ¿deberíamos preocuparnos, tomar medidas urgentes? Si en el sistema sanitario, se muriera el 30 por ciento de los pacientes, ¿consideraría que funciona bien? En la educación sucede desde hace décadas y no pasa nada. Es más, en los últimos años, no ha habido apenas protestas de los sindicatos, de los indignados, de los profesores y de los partidos-al revés- por ese terrible fracaso que arrastramos desde la LODE, la LOGSE y compañía en las que Rubalcaba tuvo importantes responsabilidades. Y eso que fue un ministro de Educación dialogante y con voluntad de buscar soluciones.

Xavier Pomés, que fue consejero de Sanidad en el último Gobierno de Jordi Pujol ha escrito un constructivo artículo en La Vanguardia sobre el futuro del sistema de salud pública. Dice que es excelente y elogiado en todo el mundo, que no debería ser desvirtuado ni destruido, pero que viene sufriendo graves carencias económicas. Dada la situación de crisis, añade, forzosamente hay que proceder a reformas estructurales, que deben ser explicadas pedagógicamente y asumidas por los ciudadanos, en las que deben participar los profesionales y, entre todos fijar qué prestaciones no vamos a poder seguir manteniendo y que líneas rojas del modelo sanitario no debemos traspasar bajo ningún concepto. Fija algunas: equidad, acceso a las tecnologías y tratamientos modernos y eficientes, innovación e investigación. Reclama un debate sereno y amplio de miras, pero afirma que aunque la crisis pase, nada volverá a ser como antes. No habrá más barra libre.


Si no lo tocamos, dice, será inviable a corto plazo. Si le quitamos la calidad, sólo lo utilizarán los económicamente más débiles. Y eso es injusto e indeseable, pero posible. ¿Vale eso para el sistema educativo? Sí y no. Vamos a tener que tocar el sistema, quieran o no los que siempre han estado preocupados por la calidad de la educación y los que sólo lo están ahora. A diferencia del sistema público de salud, nuestra modelo educativo es un desastre, ha fracasado y hay que cambiarlo por otro que hable de esfuerzo, de trabajo, de calidad. Y mientras tenemos unos profesionales sanitarios excelentes -pasados por un MIR exigente- contamos con profesores excelentes, regulares y malos. Deberían ser los mejores, porque a ellos les confiamos lo más importante, la educación de los más jóvenes, pero no es así.

¿Cómo se puede decir que peligra la calidad del sistema educativo si no existe esa calidad ni se la ha visto por la mayoría de las aulas españolas en las últimas décadas? Hemos mejorado en la escolarización, en los edificios, en los medios, pero todos los indicativos revelan que nuestro sistema educativo es deficiente. No es culpa exclusiva ni fundamental del profesorado, pero los docentes deberían reflexionar y reconocer que tampoco lo están haciendo bien. O que pueden hacerlo mejor. No es sólo ni fundamentalmente un problema de medios. Es un problema de un modelo, debatido serenamente y entre todos. Sobre todo, entre todos los profesionales.


Periodista Digital – Opinión

El día cabreado. Por Alfonso Ussía

El nacionalismo catalán ha celebrado de por vida, en público y en privado, «La Diada». Se entiende el mal rollo que siempre sobrevuela el acto de depositar flores en el monumento de don Rafael Casanova Comes, un ilustre abogado barcelonés, heroico defensor de la ciudad de Barcelona ante el ataque de las tropas del duque de Berwick. Aquel episodio terminó mal para los defensores de Barcelona y para don Rafael. Fueron derrotados. Pero don Rafael nunca se refirió a Cataluña. Se levantó en defensa de España, otra España, y el nacionalismo se ha inventado el tostón. No obstante, don Rafael, años más tarde de su resignación, ejerció de nuevo su profesión, le devolvieron todos sus bienes incautados y terminó sus días en Sant Boi del Llobregat rodeado de sus seres queridos. Pero el resumen es que Cataluña celebra un hecho adverso para el nacionalismo catalán, que se ha adueñado de la figura de Casanova, y esa adversidad se manifiesta en el pésimo humor y la acritud de sus celebrantes.

El público que asiste al acto para abuchear e insultar a los políticos y representantes de las instituciones que tienen el detalle de llevar flores a don Rafael, me recuerda al del tendido del Siete de la plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo. Se pasan el año esperando que llegue el día del cabreo. Y se enfadan con apoteósico entusiasmo. En sus rostros se dibuja la crispación y el resentimiento, y me pregunto yo si tan extendida actitud es la más recomendable para celebrar lo que sea. Todo el que no pertenezca a la facción más extrema del nacionalismo independendista, es profusamente abucheado, y se han dado circunstancias de brutal agresión física a incautos portadores de lirios, rosas y heliotropos. En la presente edición, el enfado ha alcanzado cotas casi trágicas por culpa de la sentencia que obliga a la Generalidad de Cataluña a equiparar el español con el catalán en la enseñanza. Mas se ha mosqueado una barbaridad. En el tesoro epigramático español hay una quintilla anónima escrita en la agonía del siglo XIX que se refiere a un Mas y a un Blas. «A la mujer de Mas, Blas/la visita por demás,/ y según propios y ajenos,/ para la mujer de Mas/ lo de Mas es lo de menos». Quizá un tatarabuelo del enfadadísimo. Pero lo cierto, y no escribo con intención de herida o de molestia, es que la fiesta de «La Diada» es un guateque ajeno a la alegría. Excesivo localismo soberanista. Y muy poco cordial con el resto de los españoles, que se disgustan con sobrados motivos cuando advierten que ante autoridades respetables y el máximo representante del Estado en Cataluña, el Muy Honorable Presidente de la Generalidad, se queman banderas de España, que también son las suyas, y fotografías del Rey, que es el Conde de Barcelona.

Sucede que el 12 de septiembre deja de tener importancia el desbarajuste social de «La Diada» y nadie se acuerda de lo allí acontecido. El que no tiene culpa de nada, es el abogado barcelonés, catalán y españolísimo que soporta en bronce tan clamoroso desasosiego. Cataluña, con su larga y fecunda Historia, haría bien en celebrar un hecho positivo y dejarse de comer el coco con propuestas antipáticas. A pesar de los tiempos que corren, queremos una Cataluña alegre y sonriente, con su formidable tejido social y económico, que no merece enfadarse tanto por algo que sucedió en el hueco de los siglos pasados.


La Razón – Opinión

Crisis. Diga lo que diga Obama. Por José García Domínguez

Fieles a ese espíritu pastueño, todos acudieron a Grecia al tiempo y todos huyen de allí a la vez. Como juntos y en unión arrasarán Portugal, la siguiente pieza a batir en la cacería del euro.

Quizá Grecia quiebre mañana o quizá tarde aún un par de meses en desmoronarse, pero quien ya ha presentado su declaración formal de bancarrota es la teoría económica ortodoxa. La ciencia lúgubre que ha tenido que ir deshaciéndose, uno tras otro, de sus andrajosos modelos teóricos, inane cartografía que, de un tiempo a esta parte, nada explica sobre la realidad. Modelos y premisas que ahora mismo suenan a broma de patio de colegio. Como el dogma que presumía la más estricta racionalidad cartesiana en el proceder de los mercados financieros.

Una fantasía que la histeria gregaria de los gestores de fondos refuta a cada instante. Y es que detrás de ese arcano misterioso, los mercados, poco más hay que unos miles de asalariados asustados. Anodinos empleados por cuenta ajena que, como cualquier operario, se ven sometidos a evaluaciones trimestrales de su rendimiento. De ahí que tiendan de forma instintiva a la conducta de manada a fin de salvar la piel. Y que en la práctica cotidiana los míticos hedge funds no conozcan filosofía distinta a la de aquel célebre Vicente, el que siempre iba allí donde fuera la gente. Fieles a ese espíritu pastueño, todos acudieron a Grecia al tiempo y todos huyen de allí a la vez. Como juntos y en unión arrasarán Portugal, la siguiente pieza a batir en la cacería del euro.

Por eso, Thomas Friedman lo bautizó "el rebaño electrónico". Y por eso su potencial destructivo no conoce límites una vez iniciada la estampida. Desencadenado el pánico, son como un ciego con una pistola. Así las cosas, o el capitalismo acaba con ellos en su mutación actual o, más pronto que tarde, ellos acabarán con el capitalismo. Por lo demás, a día de hoy apenas resta un único lenguaje que sean capaces de entender: el de la firmeza. Razón última de la muy desconcertante paradoja inglesa. A saber, el Reino Unido, con una deuda pública desbordada y un déficit de caballo, sin embargo persiste por completo inmune a la santa ira de los mercados. ¿La explicación? Igual que la música calma a las fieras, la tan denostada maquinita de hacer billetes, un juguete al que Su Graciosa Majestad nunca renunció, arruga al especulador más engallado. Sea como fuere, caiga o no caiga Atenas, el viejo paradigma rueda por los suelos.


Libertad Digital – Opinión

Turbio panorama educativo

El arranque del curso académico en la educación pública está marcado por la decisión de los sindicatos y la izquierda de utilizar la enseñanza al servicio de una estrategia electoral. La huelga en las aulas madrileñas y las jornadas de protesta a nivel nacional no pueden entenderse según otros parámetros cuando comprobamos el respaldo a las movilizaciones por parte del Gobierno, el PSOE y los pintorescos de la «ceja». Esta escenografía la hemos visto en otras ocasiones y en ámbitos distintos, y siempre dirigida contra administraciones del PP, especialmente la Comunidad de Madrid y Esperanza Aguirre, y ante citas con las urnas. Hoy, la cantinela sindical de la agresión a la escuela pública es insostenible en una región como Madrid, que superó el promedio de los países de la OCDE y se situó a la altura de los mejores en el último informe PISA. La retórica demagógica de los recortes no soporta el mínimo análisis, pues si bien es cierto que el decreto madrileño de Educación aumenta en dos el número de horas lectivas de los profesores, pasando de 18 a 20 –como contempla la Ley–, no lo es menos que el supuesto ahorro se destinará a mejorar la calidad con más escuelas bilingües, más auxiliares para idiomas y más becas para libros de texto. Hablamos, por tanto, de reestructuración y eficiencia, no de recortes. En este punto, queda patente la hipocresía de una izquierda que guardó un silencio cómplice cuando el Gobierno socialista redujo un mínimo de un 5% el sueldo de los profesores. Es cierto que las medidas de Educación supondrán un sacrificio para los docentes, pero no lo es menos que la crisis requiere esfuerzos de todos. La calidad de la enseñanza es una asignatura pendiente en nuestro país, incapaz de abandonar el furgón de cola de los países de la OCDE en los últimos diez años. La cultura pedagógica sembrada y desarrollada por los ejecutivos socialistas ha empobrecido la escuela pública y ha hipotecado a generaciones. El informe «Panorama de la Educación 2011», presentado ayer por el Gobierno y la OCDE, describe una radiografía de la situación muy preocupante. Aunque los profesores y los alumnos españoles dedican más horas lectivas que la media de los países de la OCDE y los docentes cobran un salario superior, España tiene una de las tasas de rendimiento más bajas en enseñanza secundaria. Estamos ante un panorama complejo que recoge en buena medida la patología endémica de nuestra aulas. Más horas lectivas, mejor nómina y peores resultados es una ecuación igual a fracaso. Combatir esa dinámica es lo que debería haber preocupado a los sindicatos todos estos años, pero ellos han estado y están en otra guerra: la electoral contra el PP. El futuro de la enseñanza pública sólo puede pasar por el regreso a una cultura del esfuerzo, el mérito y la exigencia. La Comunidad de Madrid está recogiendo los frutos de una política que ha apostado por los colegios bilingües, la consideración del profesor como autoridad pública, la Prueba de Conocimientos y Destrezas Indispensables de los alumnos, los programas de excelencia y las becas, entre otras medidas. La huelga política no se fija en los alumnos ni sirve a una educación de calidad, sólo a intereses electorales.

La Razón – Editorial

Aislamiento israelí

El asalto a su Embajada en El Cairo tensa la relación con uno de sus pocos amigos de la zona.

La primavera árabe está resultando extremadamente complicada para Israel, cuya política exterior -asidua practicante del demasiado poco, demasiado tarde- sufre un creciente aislamiento en la zona, del que solo puede rescatarle en parte su relación privilegiada con Estados Unidos.

Desde la caída del presidente Hosni Mubarak en Egipto en febrero pasado, El Cairo ha experimentado un caótico pero perceptible enfriamiento en sus relaciones con el Gobierno israelí, con quien firmó solemnemente la paz en marzo de 1979. Primero fue la autorización a navíos iraníes para que cruzaran el canal de Suez, cosa que no había ocurrido desde la guerra de 1967, en la que Israel llegó incluso a parapetarse en la vía de agua; casi al mismo tiempo, El Cairo aliviaba el bloqueo de la Franja de Gaza, que Israel mantiene contra viento y marea. Y los acontecimientos se precipitaron el 18 de agosto cuando fuerzas israelíes dieron muerte a cinco policías egipcios en una operación de represalia contra terroristas palestinos. Una multitud se congregó unos días más tarde ante la Embajada israelí en la capital egipcia, en la que un grupo de exaltados logró penetrar, y casi milagrosamente salvaron la vida los últimos seis residentes de la legación, cuando ya habían sido evacuados in extremis a Israel el embajador y su familia.


El Gobierno militar egipcio ha jurado que castigará a los culpables y asegura que el tratado de paz es sacrosanto, pero nada en el futuro está plenamente garantizado. La semana pasada, Abu Musa, uno de los más serios candidatos a la presidencia del país, pidió la revisión del tratado en lo concerniente a la limitación de la presencia de tropas egipcias en el Sinaí, aunque dejando muy claro que solo se trataba de una cuestión aneja.

Pero el problema con Egipto solo es uno entre varios. Israel ha evitado disculparse ante Ankara por el abordaje en aguas internacionales de un navío que llevaba suministros humanitarios a Gaza, en el que un comando israelí dio muerte a nueve pasajeros. Y el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, que hoy se halla en El Cairo para apoyar el proceso democrático en el norte de África, ha congelado, como consecuencia, las relaciones políticas, militares y económicas con Israel. Finalmente, la Autoridad Palestina pedirá este mes a la ONU que reconozca la existencia, cuando menos como observador sin voto, de un Estado palestino independiente.

Israel reacciona encastillándose en su soledad de nación incomprendida, cuando sería mucho más prudente que se sumara a ese reconocimiento, aunque con todas las salvedades justas y necesarias. Con ello no estaría haciendo ninguna clase de concesiones a priori en unas negociaciones siempre de igual a igual. El apoyo de Estados Unidos le permite, sin embargo, el actual empecinamiento, pero protector y protegido se equivocan obrando con una obstinación que no conduce a ninguna parte.


El País – Editorial Opinión

Limpieza lingüística

El dirigente de CiU Josep Duran Lleida sostiene que es posible la escolarización en castellano en Cataluña. Y así es, siempre que los padres dispongan de los medios económicos necesarios para matricular a sus hijos en un centro privado. Nada extraño, por otra parte. Eso es lo que han hecho, por ejemplo, Montilla o su sucesor al frente de la Generalidad, Artur Mas, para garantizar que sus hijos reciban una enseñanza competitiva. Sin embargo, no es ese el caso de otros padres, cuyas peticiones en centros públicos y concertados para que sus hijos puedan estudiar también en castellano son recibidas con una batería de obstáculos administrativos, reparos educativos y nada sutiles recomendaciones para que, literalmente, no den la nota y dejen de perjudicar al niño.

Negar esa situación, como hace Duran Lleida, es enmendar la plana a una realidad tan sangrante como por otra parte reconocida con desparpajo por muchos profesores y casi la totalidad de los políticos catalanes. El objetivo, como no han tenido empacho en admitir y difundir durante las tres últimas décadas, es que el catalán, y sólo el catalán, sea la lengua "vehicular" de todos los niños a fin y efecto de erradicar el español de la vida social, cultural y hasta familiar de quienes estén instalados, temporal o definitivamente, en Cataluña. Decir lo contrario, más que mentir, es menospreciar alevosamente los derechos lingüísticos de los castellanohablantes.


Que el portavoz de CiU en Madrid defienda la imposición del catalán entra dentro de lo previsible. No tan evidente, pero casi, es que el PSOE apoye una moción nacionalista destinada a convertir la interlocutoria del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña en papel mojado, que es lo acontecido en el Congreso. De momento, y no hay indicios para el optimismo, el castellano en la educación catalana seguirá siendo una simple asignatura más, muy lejos de las pretensiones de sentencias y autos del Supremo y del TSJC que la Generalidad se ha saltado a la torera con la complicidad de un sistema mediático pendiente de sus subvenciones y especializado en justificar editorialmente las teorías soberanistas sobre el supuesto expolio de las arcas autonómicas y los presuntos ataques a la "identidad" y la lengua catalana. Ahora, con el apoyo del Gobierno socialista, CiU y la Generalidad tienen vía libre para incumplir la ley y mantener en vigor un método cuya finalidad es impedir que los niños usen una lengua (materna en muchos casos) que es la oficial, por el momento, en el territorio donde son escolarizados.

Si la Generalidad se declara insumisa, el Estado debe dotarse de los instrumentos necesarios para que la ley se cumpla en todo el territorio nacional. En este sentido, es reseñable la iniciativa de cinco asociaciones cívicas ­­­–de Cataluña, Galicia, País Vasco, Baleares y Comunidad Valenciana– que han presentado una proposición de ley, para que una única norma nacional garantice que, también en este ámbito, los españoles somos iguales ante la ley.


Libertad Digital – Editorial