lunes, 30 de mayo de 2011

Entrevista. Rajoy en ABC. Por Agapito Maestre

El problema no es ya que Rajoy no alcance la confianza de la mayoría absoluta, sino que haga desaparecer la confianza que tanto le ha costado conquistar a su partido.

Impresiona el perfil bajo que ofrece Rajoy en la entrevista que le ha hecho el director de ABC. Impresiona que Rajoy diga tan poca cosa y, sobre todo, tan general, sobre las medidas que tomará para sacar a este país del fiasco político y económico, cuando su partido ha obtenido una victoria tan amplia y desahogada. Impresiona, pues, la carencia de tensión electoral, entraña política e ilusión democrática de Rajoy, ante esos millones de personas, que le han entregado su voto, precisamente, para que diga algo exacto y grande sobre las grandes fracturas sociales y nacionales del país.

La gente ha votado al PP para que Rajoy hable, es decir, haga política. El PP ha suspirado el 22-M, sí, ha tomado aliento para seguir en una batalla a favor de la democracia y la nación española. Pero el suspiro, aunque actúa de modo liberador como diría María Zambrano, no es palabra. Aún no es política. Los electores le han dado al PP un gran respiro, una especie de liberación adelantada a las generales, a cambio de que su dirigente máximo les dé palabras, propuestas, acciones explicadas, en fin, alternativas a sus problemas. Los electores les han otorgado, en verdad, a los candidatos del PP una gran confianza con el ánimo de que su dirigente máximo hable y ofrezca respuestas a sus problemas.


Sin embargo, Rajoy, de acuerdo con sus asesores, no desea hablar. Pasa de puntillas por todos los grandes problemas, incluso por el problema nacional, es decir, no se expresa con claridad cuando se le pregunta: ¿por qué no hizo ni hará del asunto de Bildu-ETA un problema clave de la democracia española? El único titular digno de ser comentado, y sin duda alguna dará para muchas interpretaciones, dice así: "Nada está decidido para las generales". En esto tiene razón el líder popular. También yo soy de la opinión de que todas las elecciones locales y autonómicas tienen su autonomía y, a veces, independencia, respecto a las elecciones legislativas. Un ciudadano podría votar a un candidato de un partido para las locales y autonómicas y, sin embargo, podría cambiar de partido y candidato para elegir a los congresistas y senadores, en fin, para elegir por vía indirecta al presidente del Gobierno.

Eso es tan cierto como que todos los comicios electorales están relacionados; incluso en España, que es un país fanatizado y fragmentado por la ideología, Zapatero podría convocar elecciones anticipadas por la amplia derrota que ha sufrido su partido. Sin embargo, tengo la sensación de que no lo hará, primero, porque es una opción de países con una calidad de la democracia muy por encima de la española, y, en segundo lugar, porque no se verá presionado política e institucionalmente por Rajoy para adelantarlas. Todo irá, pues, muriendo lenta y dramáticamente hasta que lleguen las generales. Es lo que quiere Rajoy. Cree que el perfil bajo es suficiente para ganar por goleada. En la era de la desconfianza, sin embargo, corre Rajoy un riesgo obvio: que la confianza alcanzada con trabajo y esfuerzo por los candidatos locales y autonómicos del PP, que son los que verdaderamente han ganado las elecciones, se dilapide rápidamente porque el líder nacional guarda silencio ante cuestiones trascendentales. El problema no es ya que Rajoy no alcance la confianza de la mayoría absoluta, sino que haga desaparecer la confianza que tanto le ha costado conquistar a su partido.


Libertad Digital - Opinión

Ejecución sin juicio. Por Gabriel Albiac

Los viejos gestores del GAL retornan. Lo peor de la historia reciente de España.

IMÁGENES de Carmen Chacón, náufraga en el estupor de quien no sabe de dónde le vino el golpe. Traen a la memoria del ratón de biblioteca que soy pasajes relampagueantes del tratado en el cual Gabriel Naudé fija las reglas del juego de cadáveres que es la política. Es un recuerdo grato: leí las Considerations Politiques sur les Coups d'Estat en el sosiego de la vieja Biblioteca Nacional Francesa de la calle Richelieu en su primera edición del año 1667. El rostro de Chacón podría ilustrar una nueva edición española. Naudé, que fue bibliotecario del cardenal Mazarino, cifra axiomáticamente la fuerza de esa máquina que nace con el siglo del barroco, el Estado moderno: potestad de fulminar sin levantar sospechas. A quien convenga. «Ejecución que precede a la sentencia».

Cuando Chacón da lectura a su comunicado público, está ya muerta. Y quien le haya escrito esos folios lo sabe. La pobre lee su guión, entre el destemple del sollozo y la ausente lejanía del zombi. Quien lo redactara sabe que es acta de su defunción. El efecto emotivo que el texto busca, se juega en la reiteración de una salmodia triste: «Yo quería…». Que es retórica constancia de una ausencia: la del «yo quiero». Quien lea aquel engarce de pretéritos, constatará la ausencia de presente de la que habla. Puede que ella no lo supiese. Puede que sí. El sollozo nada dice con certeza. Salvo que era un juguete roto. Al mando aún del Ejército. Pero roto.


Secuencia turbadora. El martes, la ministra de la guerra (pero no de los Servicios de Inteligencia) se decía candidata. El jueves renunciaba. En medio —¡colmo de las desdichas!—, alguien roba su coche. Dos días después, el ministro del Interior se erige en candidato único y pasa como un blindado sobre el despojo de su concurrente. No debió resultar tarea difícil para el hombre que pasó sobre el despojo de Zapatero tras la crisis de la primavera pasada, haciendo del presidente una triste marioneta. El golpe —eso a lo cual Naudé llama un «golpe»— se consumó entonces. Nadie ha vuelto a ver a Zapatero en funciones ejecutivas, desde que se avino a aceptar las imposiciones que le dictó la UE. Cada acto decisivo, cada confrontación delicada, cada cuerpo a cuerpo fueron ejercidos por un vicepresidente que, salvo en los breves días de su tregua médica, ha sido el único vértice del Gobierno. Zapatero fue dejado en su puesto para que cargue él sólo —si es posible— con el peso mayor de la factura electoral que a alguien habrá que pasarle por una ruina que no es la de la crisis, sino la de la pésima gestión de la crisis. No es mal cálculo.

Los viejos gestores del GAL retornan. Lo peor de la historia reciente de España: los hombres que, bajo la presidencia de Felipe González, dieron cobertura a crímenes de Estado que nadie podía imaginar posibles en la vieja Europa. Ellos impusieron a Rubalcaba en las zahúrdas del gobierno de un incompetente al cual despreciaban. Ellos ejecutaron a Zapatero. Hace casi un año. Nos apercibimos ahora. Cuando la sangre se nos hiela ante el hoy hombre fuerte socialista. Y en mi memoria sigue resonando la definición que da Naudé del golpe de Estado: «Rayo que fulmina antes de que el estruendo del trueno se escuche entre las nubes».


ABC - Opinión

Rubalcaba. Freddy tiene un plan. Por Emilio Campmany

Existirá hasta el final, hasta el día mismo de las elecciones, el temor a que algo pase. Porque lo que es seguro es que Freddy tiene un plan. Veremos si se limita a lo imaginable o si incluye algún aspecto "inimaginable".

No hay duda de que Rubalcaba es, en condiciones normales, el peor candidato. Hasta él, que siempre prefirió mangonear en la sombra, lo sabe. No es posible que en el PSOE crean que pueden ganar en una situación tan grave haciendo metáforas con canciones de Amaral o con la flauta de Bartolo, que hay que ver lo escasos de ingenio que andan nuestros políticos. No es creíble que en el PSOE se hayan convencido de que pueden ganar con el socialista en activo que más muertos tiene en el armario. Rubalcaba es el único militante del PSOE que acumula en su biografía lo peor del felipismo y lo peor del zapaterismo. ¿Cómo pueden pensar que su cara es la mejor para reflejar la voluntad de regeneración?

Es verdad que el PSOE lo tiene difícil. Hicieron política de extrema izquierda y terminaron por sufrir una sangría por su derecha. Giraron a la derecha por la crisis económica y les abandonaron los radicales, hoy acampados en decenas de plazas españolas. Prácticamente, tan sólo conservan los votos de los trabajadores con contrato indefinido y los perderán si hacen la reforma laboral que España no tiene otro remedio que acometer. ¿Qué socialista podría salvar los muebles? Chacón podría recuperar algo de lo perdido por la izquierda. Bono atraería a parte de los que huyeron por la derecha. ¿Pero Rubalcaba? Como mucho, recuperará a algunos de los lectores de El País que hayan desertado. Y puede también que convenza a un puñado de oyentes de la SER de los pocos que no votan al PSOE. Y eso contando con que Prisa se vuelque, que ya veremos si lo hace.

Sin embargo, es obvio que Freddy tiene un plan. Pocos serán los que lo conozcan, pero todos, entre los dirigentes del PSOE, están seguros de que lo hay y de que será bueno. El plan puede consistir en varias operaciones conjuntas: firmar la paz que se pueda con la ETA, azuzar a los sindicatos contra el supuesto plan económico del PP; encauzar el movimiento 15-M para dirigirlo exclusivamente contra la derecha; evitar que Zapatero tome ninguna medida económica que pueda provocar más fugas de votos, y alguna más que pudiera estar en su cabeza. Todo esto combinado con que el objetivo no es ganar, que es cosa que parece imposible, sino evitar que el PP alcance una mayoría que le permita gobernar en solitario para luego el PSOE hacer a los nacionalistas una oferta que no puedan rechazar.

No parece que sea suficiente para tener éxito, pero no deja de ser un plan. Con todo, existirá hasta el final, hasta el día mismo de las elecciones, el temor a que algo pase. Porque lo que es seguro es que Freddy tiene un plan. Veremos si se limita a lo imaginable o si incluye algún aspecto "inimaginable". Muy emocionante y un pelín aterrador.


Libertad Digital - Opinión

Zapaterismo puro y duro. Por José María Carrascal

Para renovar el partido, el Gobierno y el programa, a Zapatero solo se le ha ocurrido elegir al más veterano de su equipo.

NUNCA ha sido España tan lapedusiana. Ya saben, cambiar para continuar lo mismo. El PSOE con Zapatero todavía al frente y Rubalcaba anunciando un «proyecto de cambio». ¿Qué va a cambiar, qué puede cambiar? ¿Van a volverse atrás de los recortes impuestos por Bruselas o van a continuar con ellos, incluso reforzados, como ya le exigen? Porque si cancelan los ajustes, nos vamos de cabeza junto a Grecia. Y si siguen con ellos, ¿de qué cambios habla el presidente en funciones? ¿O los deja ad calendas graecas como dio a entender en su discurso de aceptación: «Cuando salgamos de la crisis tendremos que cambiar muchas cosas»? No vaya tan deprisa, señor esprinter. No hay que hablar de «cuando» salgamos de la crisis. Hay que hablar de «cómo» salimos de ella. Para lo que hay que empezar reconociendo cómo llegamos a ella. Algo que aún no han hecho, pero que el pueblo español sabe perfectamente. Lo que el 22 de mayo se castigó no fue la crisis económica mundial. Fueron las mentiras, la torpeza, la incapacidad de que el gobierno Zapatero dio muestras a lo largo de toda la crisis, desde su inicio hasta que Bruselas le dio el alto, visto que su ceguera e incompetencia estaba poniendo en peligro el euro y la estabilidad financiera europea, obligándole a tomar unas duras medidas de ajuste. Y resulta que Rubalcaba formaba parte de ese gobierno. Es más, ha sido siempre uno de sus puntales, el más listo de todos, según admiten e incluso alardean ellos mismos. ¿Dónde estaba cuando el presidente negó la crisis, cuando aseguró que teníamos la banca más sólida del mundo, cuando se embarcó en una serie de medidas —el cheque bebé, los 400 euros del ala, el arreglo de aceras—, que sólo vaciaron las arcas públicas, o cuando anunciaba una y otra vez los brotes verdes? O no es tan listo como dicen o es más cuco de lo que pensamos. Otra perla en el discurso: «Somos el partido que representa la mayoría de la sociedad». Será químico, pero las matemáticas no son su fuerte para decir esto tras perder por dos millones de votos. Y ya, la guinda de la tarta: «No vamos a por derrotas dignas, sino a por victorias democráticas». ¿Es que hay victorias antidemocráticas, don Alfredo?

En fin, para renovar el partido, el gobierno y el programa, a Zapatero no se le ha ocurrido otra cosa que elegir al más veterano de su equipo. ¿Qué puede esperarse de él? Pues más de lo mismo: atribuir todos los males que nos aquejan a la crisis que nos ha llegado de fuera, echar la culpa de que no salimos de ella a Rajoy «por no colaborar», buscar el apoyo de los nacionalistas para impedir que el PP no alcance la mayoría absoluta y esperar que un golpe de suerte cambie las tornas. O sea, zapaterismo puro y duro, que ni siquiera alcanza la categoría de lapedusiano por el componente mendaz que le empapa.


ABC - Opinión

Rubalcaba: un despertador del votante socialista. Por Antonio Casado

¿Cómo se las arreglará para desengañar a quienes lo ven como el candidato de la resignación? Dispone de diez meses y talento político no le falta. Ni voluntad. “Solo os pido una cosa: que tengáis tantas ganas de ganar como yo, que tengáis tanta seguridad de que podemos ganar como yo y que tengáis tanta determinación para ganar como yo”, dijo el vicepresidente del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, después de dar el “sí, quiero” a los más de doscientos miembros del Comité Federal del PSOE.

Por tanto, guerra abierta a quienes en sus propias filas especulen con las teorías del mal menor. Hablar de salvar los muebles es también una forma de derrotismo y un regalo al adversario, en su opinión. No lo piensa consentir. Por la cuenta que le trae a él y a su partido. El vicepresidente es un profesional de la política y los profesionales de la política garantizan el desastre de cualquier candidato que, por errores suyos o aciertos del adversario, sea percibido como un interino.


Más que adversario, su verdadero enemigo es un intangible alimentado por las encuestas y el recuento del pasado 22 de mayo. Me refiero a la generalizada percepción de que el PP va lanzado hacia la mayoría absoluta en las elecciones generales. Pero no es ningún intangible sino una magnitud sometida al sistema de pesos y medidas que la considerable ventaja del PP sobre el PSOE no se debe a un espectacular aumento en la facturación electoral del primero sino al hundimiento del segundo a causa del palpable desaliento de sus electores.
«El actual vicepresidente del Gobierno y ministro del Interior es, por otra parte, el dirigente socialista mejor equipado para frenar al PP en la reconquista de la Moncloa.»
En los cálculos de quienes le aclamaron como aspirante socialista a la Moncloa en el último Comité Federal, que es el depositario de la voluntad de la militancia entre congreso y congreso, es dominante la idea de convertir a Rubalcaba en el despertador del votante socialista. Y él la hace suya. La otra coordenada del análisis es que viene para quedarse, en coherencia con su estratégica aversión a quienes interpretan esta apuesta socialista como una forma de minimizar los daños.

Lo iremos viendo con el paso de los meses. O mejor, de las semanas. De momento corren los días de espera hasta que sea designado oficialmente el candidato socialista a la Moncloa. Si no sale otro, u otros, eso ocurrirá en la reunión del Comité Federal del próximo 15 de junio. Y me van a perdonar si, tras el paso atrás de Carme Chacón, considero imposible la tarea de reunir los avales necesarios a un inesperado aspirante. Todos los que podían tener posibilidades están aplaudiendo con las orejas la solución Rubalcaba.

Lógico. Aunque Zapatero fuese el último en darse cuenta, había una buena razón para desestimar un cruce político y generacional a cara de perro con Carmen Chacón: eximir a la zurrada militancia socialista de un stress añadido a la depresión postelectoral. El actual vicepresidente del Gobierno y ministro del Interior es, por otra parte, el dirigente socialista mejor equipado para frenar al PP en la reconquista de la Moncloa. O para intentarlo. Por su alta valoración ante los ciudadanos de distinto credo político, por encima de la de Zapatero y Rajoy. Por la adhesión, el reconocimiento y el cariño de su partido. Por haber liderado una política antiterrorista que ha puesto a ETA contra las cuerdas. Y porque la condición de sus enemigos le permite hacer nuevos amigos cada día, dentro y fuera de su partido.


El Confidecial - Opinión

PSOE. Rubalcaba y el chupacabras. Por José García Domínguez

Rubalcaba ha matado una mosca a cañonazos. Pero la genuina caza mayor comienza ahora. En la cúspide nada más cabe uno. Y cuando despierte de su triunfo ya no querrá que el dinosaurio siga ahí.

Todos pensaban –y continúan pensando– lo mismo, pero solo Churchill se atrevió a decirlo en voz alta. Tras aguantar cinco minutos escuchando perorar de política al ciudadano medio, se requiere una fortaleza de espíritu en verdad sobrehumana para seguir creyendo en el sufragio universal. De ahí la gran virtud, acaso la única, de los partidos españoles, igual los grandes que los pequeños, a saber, ninguno se rige por principios democráticos. Como por cierto acontece en el resto del mundo, sin excepción conocida. Y que no me vengan con el cuento de Estados Unidos. Lo de allí son consorcios de mercadotecnia electoral, no partidos; carcasas vacías que moran en el limbo y se activan durante unos meses cada cuatro años, justo el tiempo preciso que requiere organizar la logística de las campañas; ni un minuto más.

Ocurre que el poder se quiere oligárquico por definición. Y admitirlo sin escándalo mayor constituye rasgo inequívoco de que al fin se ha entrado en la vida adulta. Por lo demás, ese sucedáneo chusco del mito del buen salvaje, la leyenda del militante de base como depositario de no se sabe qué prístinas virtudes civiles, es fantasía que ni los niños de Sol pueden creerse. Aunque solo fuese porque al célebre militante de base le pasa lo mismo que al Chupacabras y a la nación catalana: ni existe, ni ha existido nunca. Al cabo, nuestros partidos domésticos encarnan poco más que redes de lealtades clientelares engarzadas a través de pactos entre clanes y fratrías. Nada demasiado distinto a lo que acontecía en tiempos de la Restauración.

Las elites se cooptan mientras que los peones de brega de las bases parasitan los escalones inferiores de las administraciones bajo su usufructo. Y quien pretenda ir por libre, más pronto que tarde, deberá vérselas ante esa reedición posmoderna del Santo Oficio que responde por Comité de Disciplina. Así las cosas, mejor habría hecho Barroso releyendo Miau, de Galdós, antes de redactar el consternado de profundis que nos declamó Chacón al ser informada de que los Reyes son los padres. Rubalcaba ha matado una mosca a cañonazos. Pero la genuina caza mayor comienza ahora. En la cúspide nada más cabe uno. Y cuando despierte de su triunfo ya no querrá que el dinosaurio siga ahí.


Libertad Digital - Opinión

El prezapaterismo. Por Ignacio Camacho

Se acabó el experimentalismo gaseoso, el relativismo posmoderno, el paradigma buenista. Ahora toca el malismo.

EL bucle se ha cerrado. Detrás de Zapatero no venía el postzapaterismo sino el prezapaterismo. El viejo orden tardofelipista, el retorno al socialismo con barba. La caída a plomo del presidente, certificada en la catástrofe electoral del 22-M, ha cerrado con una involución el camino de la sucesión posmoderna que había previsto en su líquida hoja de ruta. Se acabó el experimentalismo gaseoso, el feminismo de Vogue, el relativismo ideológico, la gestualidad posmoderna, el optimismo antropológico, el pensamiento débil, el ensueño juvenil de la democracia bonita y del paradigma buenista. Ahora toca el malismo pragmático de la intriga rubalcabiana, la socialdemocracia convencional, el unitarismo federalista, el sindicalismo clásico, la responsabilidad previsible, el peso específico de la experiencia de poder. La conjura de los barones del partido ha evaporado de un golpe la evanescencia flotante del discurso zapaterista, válida sólo en los tiempos felices de una prosperidad disipada y de una sociedad alegre. En medio de la zozobra social, la quiebra económica y la desconfianza moral, los pretorianos socialistas han decidido rescatar sus perfiles severos y apelar al concepto de madurez y cautela que encarna el veterano y maniobrero superviviente del gonzalismo tardío. Rubalcaba será o tratará de ser el espejo centroizquierdista de Rajoy: un hombre sensato y cuajado del que se puede esperar cualquier cosa menos una frivolidad.

El putsch de los coroneles no sólo ha basureado a Zapatero despojándolo de su liderazgo y obligándole a apartar a su albacea favorita, la ministra Chacón, sino que viene a arrinconar sin contemplaciones su inconsistente modelo político. Un modelo —un estilo, más bien, porque carecía de fundamentos sólidos— que nunca fue del agrado de la nomenclatura clásica del partido, obligada a aceptarlo mientras funcionó como combustible de la maquinaria electoral. El cataclismo de mayo ha soltado de golpe los livianos pernos que sujetaban el zapaterismo a la tradición socialdemócrata y lo ha dejado a la deriva de su propio fracaso. Para la reconstrucción forzosa —y precipitada— del cuarteado edificio del PSOE su núcleo dirigente ha exigido el regreso de la vieja guardia experta en albañilería política. Sin tiempo ni frescura para elaborar una síntesis de ideas han optado por acogerse a ciertos valores seguros; han vuelto al orden de los abuelos para evitar que la maltrecha herencia pasara a los nietos.

Es la apuesta por el fondo de armario frente al fashionismo repentinamente pasado de moda. El riesgo consiste en su evidente olor a naftalina polvorienta. Pero la intemperie a que ha quedado expuesto el socialismo tras su aparatoso descalabro territorial aconseja a los viejos de la tribu proveerse de sólida ropa de abrigo. Fuera del poder —lo dijo González, el referente implícito de esta vieja-nueva etapa—, hace mucho, pero que mucho frío.


ABC - Opinión

Interferencia en el Gobierno

Una vez que los socialistas han decidido agotar la Legislatura y desoír a la ciudadanía, que expresó de forma abrumadora su voluntad de cambio político en el país, y que el dedazo socialista ha señalado a Alfredo Pérez Rubalcaba como candidato en las elecciones generales de 2012, el Gobierno y el PSOE deben aclarar cómo piensan transitar por estos meses que restan de Legislatura y que se antojan fundamentales para el futuro del país. Las prioridades del Ejecutivo son conocidas y abarcan una serie de vitales decisiones económicas que no pueden demorarse más, a expensas de que las autoridades comunitarias nos encarguen nuevos ajustes. Esa misión no admite distracciones y exige una dedicación plena a la responsabilidad de gobierno en coyunturas tan adversas. Es una razón de peso, incontestable a nuestro juicio, para que Alfredo Pérez Rubalcaba abandone el Gobierno cuanto antes. Más allá de la valoración que nos merezca su labor, con sus aciertos y sus errores, la lógica política e institucional es aplastante en su caso. Las urgencias del vicepresidente en su partido, como líder in péctore, son incompatibles con sus exigentes competencias en la Administración. No hablamos de un departamento menor, sino de un auténtico presidente en la sombra y del máximo responsable de la política antiterrorista y de seguridad, que requieren una atención plena 24 horas al día. Las aspiraciones partidistas de Pérez Rubalcaba son legítimas, y serán los españoles quienes deban dirimir en las urnas si su proyecto les convence o no, pero entendemos que su tarea como candidato no puede interferir en la del Gobierno, como lo hará con seguridad si no se marcha. El interés de los españoles está muy por encima del de los partidos políticos. Su salida del Consejo de Ministros es un criterio además compartido por más de un barón socialista. El extremeño Guillermo Fernández Vara ha considerado que sería «lógico» que lo hiciera «en un plazo razonable», cinco o seis meses antes de las elecciones generales. Nosotros pensamos que ese periodo tiene que ser mucho menor, porque no existen motivos para posponer la decisión y porque se prolongaría una provisionalidad inconveniente. En los próximos meses al candidato Pérez Rubalcaba le aguarda un esfuerzo ingente en un partido en mínimos históricos. De momento, la conferencia política del PSOE y la elaboración del programa electoral son retos marcados en rojo en su agenda. Nadie puede defender con un mínimo de sensatez que la reconstrucción socialista pueda compatibilizarse con la lucha contra la banda terrorista ETA, las mafias y la delincuencia común, el tráfico, la portavocía del gabinete o la coordinación de los ministros. Pérez Rubalcaba es un político experto y con una considerable capacidad de esfuerzo, pero, de momento, no tiene el don de la ubicuidad. España necesita otro Gobierno y los españoles así se han manifestado en las urnas. Los socialistas pueden demostrar que al menos en este caso no supeditan el bien común al propio.

La Razón - Editorial

Hora de pactos

Los acuerdos deberían evitar contradicciones y no cerrar el paso a los partidos más votados.

La polarización en torno a las dos grandes fuerzas políticas de ámbito nacional, Partido Popular y Partido Socialista, no ha decidido en todos los casos el color de algunos Ayuntamientos y Gobiernos regionales tras las elecciones del 22 de mayo. Aunque los pactos son inevitables, consideraciones como la proximidad de las generales y, en el País Vasco, el acomodo del resto de partidos con la irrupción de Bildu, hacen que las combinaciones se compliquen. Dependiendo de con quién se pacta, se envía uno u otro mensaje a un electorado que será de nuevo convocado a las urnas en un plazo máximo de 10 meses.

La dirección de Izquierda Unida en Extremadura ha recurrido a una consulta entre los militantes para resolver la disyuntiva en la que se encuentra. Su celebración es más una prueba de inmadurez política que un encomiable ejercicio de democracia interna. Es un principio bien establecido que corresponde a la lista más votada el primer intento de formar Gobierno. Así que el PP debe negociar el voto favorable de IU o su abstención. Si IU se abstiene para marcar diferencias con los socialistas de Fernández Vara, será el PP quien se haga con esa comunidad. Y este desenlace entraría en contradicción con la política de la coalición de cerrarle el paso a la derecha.


En Asturias, el problema es de otra naturaleza: la escisión del Partido Popular encabezada por Álvarez-Cascos es la lista más votada, pero necesita del acuerdo con su antigua formación para ser investido. En este caso, se trata, por así decir, de una querella de familia, en la que los únicos obstáculos para alcanzar un pacto tienen que ver con la compatibilidad o la incompatibilidad entre dirigentes políticos que han decidido en esta ocasión recorrer caminos distintos para satisfacer ambiciones personales.

Es en el País Vasco, sin embargo, donde la política de pactos conlleva decisiones que trascienden un mero acuerdo para formar mayorías. El Partido Socialista, el Partido Popular y el PNV tienen en sus manos la posibilidad de entenderse para mantener, respectivamente, la alcaldía de San Sebastián y las Diputaciones de Álava y Guipúzcoa. De no hacerlo, Bildu obtendría un importante poder institucional. Las reticencias hacia esta coalición se multiplican por el hecho de que la banda terrorista no ha desaparecido del todo, aunque, según todos los indicios, atraviese una fase terminal.

Hay errores que deberían ser evitados en la política de pactos. Acordar combinaciones contradictorias en unas instituciones y otras contribuiría a acentuar el desprestigio de la política. Por otra parte, los procedimientos deberían ser respetados, con independencia de que el resultado se conozca de antemano. Si una fuerza es la más votada, debería tener derecho a intentarlo y fracasar. Y solo en ese momento sería aconsejable acordar combinaciones alternativas.


El País - Editorial

Pactos contra natura para subvertir la voluntad mayoritaria

Las ansias de poder de nuestros políticos bien pueden conducir a la formación de gobiernos inestables y contra natura que, lejos de gobernar de acuerdo a los deseos de la mayoría, subviertan su voluntad en nombre de minoritarios intereses espurios.

Es cierto que el sistema electoral español no es de tipo mayoritario, sino proporcional. Los escaños no van a parar en exclusiva a aquel partido que dentro de una circunscripción ha obtenido la mayoría de votos, sino que se reparten proporcionalmente entre las distintas formaciones políticas. La finalidad de esta fórmula es que las instituciones democráticas reflejen de un modo más fidedigno la voluntad del plural pueblo soberano. Sin embargo, cuando los partidos que ostentan el poder tratan de pervertirlo y de retorcer los mandatos ciudadanos, el sistema proporcional puede, paradójicamente, conducir a un ataque directo contra esa voluntad popular.

Una de esas perversiones es el famoso Pacto del Tinell; acuerdo por el que todos los partidos decidieron coaligarse para bloquear el acceso del PP a los distintos gobiernos. Es harto dudoso que la voluntad de sus electores fuera que todas estas heterogéneas formaciones se unieran en un frente común contra los populares, pero aun así se formaron gobiernos cojos y contra natura que, posteriormente, han sido revocados en las urnas. En gran medida, tras sus excelentes resultados electorales del 22-M, el Pacto del Tinell ha dejado de ser funcional. No obstante, todavía existen reductos donde la filosofía del Tinell sigue en pie. Dos ejemplos nos valdrán para ilustrarlo.

El caso más claro puede que sea el del Ayuntamiento de Getafe: allí UPyD tiene la llave para la gobernabilidad. Sus concejales se comprometieron a votar a la lista más votada –que ha terminado siendo el PP– y, en todo caso, marcaron considerables distancias con el PSOE de Pedro Castro, quien llegó a incluir a una imputada en las listas. Pese a ello, parece que la posibilidad de tocar poder real con el PSOE les está llevando a desdecirse y a plantearse incumplir el compromiso que asumieron ante sus votantes (quienes a buen seguro deseaban un cambio en el consistorio): un gesto que resultaría lamentable para un partido que pretende colocarse a la vanguardia de la muy necesaria regeneración democrática en nuestro país.

Algo similar sucede en el caso del Ayuntamiento de Leganés. Allí, PSOE e IU han perdido la mayoría en favor del PP y de la ULEG, un partido local cuyo votante medio está ideológicamente muy cercano al PP. Los de ULEG firmaron ante notario que se apoyarían a sí mismos en la investidura, y de momento no parece que vayan a traicionar este compromiso con sus electores. Cosa distinta sucede con PSOE e IU, quienes llevan más de tres décadas controlando el consistorio y están enormemente preocupados de que el PP los sustituya y comience a levantar alfombras. De ahí que se estén planteando elevar a alcalde al candidato de la ULEG, algo que obviamente se opondría por entero a la voluntad de quienes los votaron para que fueran ellos quienes gobernaran.

En definitiva, las ansias de poder de nuestros políticos o el deseo de conservarlo a cualquier costa bien pueden conducir a la formación de gobiernos inestables y contra natura que, lejos de gobernar de acuerdo a los deseos de la mayoría de los electores, subviertan su voluntad en nombre de minoritarios intereses espurios. Esperemos que, finalmente, el sentido común y democrático termine imponiéndose.


Libertad Digital - Editorial

Rajoy, las claves del futuro

Con toda razón, Rajoy prefiere un Ejecutivo y una oposición fuertes antes que un Parlamento fragmentado o una gran coalición.

HOY publica ABC la segunda parte de la macroentrevista con Mariano Rajoy. El líder del PP confirma una vez más esa claridad de ideas y de estrategias que le permitirá afrontar una etapa muy compleja. El centro derecha debe desechar cualquier triunfalismo y plantear una oferta atractiva e ilusionante, pero también realista, para una sociedad que ha demostrado en las urnas una voluntad de cambio ya imparable. Aunque sea contradictorio, sus adversarios acusan a Rajoy bien de carecer de alternativa económica, bien de ocultar una agenda «perversa» a base de recortes sociales. Frente a ello, el candidato popular recuerda hoy cuáles son sus prioridades, centrándose en la estabilidad presupuestaria y la reforma laboral, al tiempo que anuncia una novedosa ley de emprendedores. Se trata, sobre todo, de crear empleo como única fórmula para sostener el sistema de bienestar, incluidas las pensiones y las prestaciones sanitarias. Recortar los gastos superfluos es, sin duda, una muy buena receta, cuya aplicación dará la medida de un liderazgo imprescindible en la actual coyuntura.

Nadie podrá discutir al presidente del PP la firmeza de sus convicciones en materia de cohesión territorial. En efecto, es imprescindible distinguir entre las grandes cuestiones de Estado, que requieren el acuerdo leal de los dos partidos mayoritarios, y la posibilidad de pactos transparentes con otras formaciones políticas sobre materias de alcance coyuntural. Lo esencial es, sin lugar a dudas, cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes, así como respetar una división de poderes sin la cual la democracia se desvirtúa. Rajoy prefiere con toda razón un Ejecutivo y una oposición fuertes antes que un Parlamento fragmentado o una gran coalición, propia únicamente de situaciones excepcionales. Son planteamientos propios de un líder político que sabe conjugar los principios con las estrategias al servicio de un cambio político imprescindible. A diferencia de las convulsiones internas en el partido socialista, los populares afrontan esta etapa con un liderazgo indiscutido que pretende imponer el sentido común sobre los dogmatismos y las ocurrencias que no conducen a ninguna parte.

ABC - Editorial