lunes, 7 de febrero de 2011

Pronúnciese «elegetebé». Por Arturo Pérez-Reverte

Hay varios cantamañanas convencidos de que la lengua no pertenece a quienes la hablan, sino a quienes deciden retorcerla a su antojo a golpe de guía y decreto. Me refiero a esos individuos de ambos sexos -ellos dirían individuos e individuas de ambos géneros- que se atreven, con la osadía de su ignorancia, a lo que ni siquiera pretende la Real Academia Española; que hace ortografías y gramáticas para ordenar y clarificar la parla castellana, pero no establece prohibiciones o valores morales -más allá de las marcas informativas vulgar, despectivo, peyorativo, culto o coloquial- sobre lo que la peña debe decir por la calle, en el bar donde no fuma, o en su casa. Pero hay gente, como digo, segura de que basta poner etiquetas de incorrección política o publicar guías normativas para que el habla de la sociedad se ajuste, sin más, al objetivo buscado. Y como en este país de tontos del ciruelo eso da votos, raro es quien no acaba apuntándose por iniciativa propia -el récord de imbecilidad socialmente correcta, aunque muy disputado, lo tiene de momento la Junta de Andalucía- o bajo presión del qué dirán, financiando verdaderos disparates; que luego, presentados con mucha gravedad y esmero, reservan al político de turno, cargo paniaguado o talibán de pesebre -a menudo se hacen la foto juntos, encantados de haberse conocido-, un lugar en los informativos regionales, o en los telediarios.

La penúltima es valenciana, a cargo del Consejo de la Juventud de allí; que con la colaboración del ayuntamiento local presentó hace un par de semanas su Guía del lenguaje no heterosexista: curioso documento donde, junto a reflexiones oportunas sobre la diversidad sexual y la necesidad de su reconocimiento social, los autores también se meten sin rubor a resolver, en cuatro líneas, complejas honduras de la lengua y su uso. Por ejemplo, manifestando que su objetivo es ser, modestia aparte, «herramienta útil y directa de lucha contra el patriarcado y el heterosexismo a través del lenguaje», a fin de que la creencia de que la gente suele ser heterosexual y adscrita a un sexo determinado -la guía, por supuesto, dice género- «vaya desapareciendo de la sociedad»; por ejemplo, evitándose «esquemas que presupongan la existencia de un padre y una madre». Con especial atención, teniendo presente la diversidad de situaciones familiares actuales, a «rechazar la presunción de heterosexualidad» en las personas. Lo que, dicho en corto, significa dirigirse siempre al prójimo en términos ambiguos y poco comprometidos sobre el sexo de su presunto padre y su señora madre, aunque los tenga. Por si acaso. Y aunque el interlocutor aparente ser varón o hembra -quizá porque lleve bigote o luzca unas tetas de la talla 98-, no dar nunca por sentado que es una cosa u otra, no vayamos a ofenderle la sensibilidad. Etcétera.

Estoy seguro de que esa pandilla de bobos socialmente correctos, que se extiende cual mancha de aceite de oliva virgen, no se da cuenta del lío en que está metiendo a la gente -recuerden a la pobre mujer que habló en la radio de subsaharianos afroamericanos-. De la confusión a que nos expone cuando mezcla conceptos lógicos y respetables con desvaríos de género y génera, con radicalismos idiotas que camuflan la entraña del asunto: la necesidad indiscutible de orientar a la sociedad hacia un cambio de mentalidad y actitudes, haciendo justicia a colectivos sometidos al ninguneo y al desprecio. Sin embargo, para eso hacen falta cultura e inteligencia, elementos poco habituales en la clase política y sus clientes subvencionados. Es más fácil apuntarse dos capotazos en plan caricatura, tachando de reaccionario, machista y homófobo a quien discrepe de las maneras o, con toda la razón del mundo, se chotee del negocio. Ya me dirán ustedes qué suerte puede correr una causa, por noble y razonable que sea, cuando se aliña con estupideces como que es necesario proscribir la expresión «relaciones entre chicos y chicas», por excluyente, cambiándola por «relaciones sexuales»; o cuando se afirma que la palabra homosexual se usa de forma limitadora e «invisibilidad» a las lesbianas, y debe sustituirse de inmediato, por escrito y en el habla cotidiana, por las siglas LGTB. Que engloban a lesbianas, gays, transexuales y bisexuales, y además queda más corto y manejable «por economía lingüística».

De manera que, señoras y caballeros, ha nacido otra estrella. Según la guía valenciana, usted y yo deberemos decir en adelante, so pena de ser llamados fascistas homófobos, «Día del orgullo LGTB» -pronunciado elegetebé, ojo-, «comunidad LGTB» y «LGTBfobia». El puntazo, sin embargo, viene al final, cuando la guía se refiere a condenables «expresiones heterosexistes com ara donar per cul». Lo que significa que, a partir de ahora, tampoco podremos utilizar la gráfica, rotunda y siempre útil -especialmente en España- expresión «vete a tomar por culo». Por elegetebefóbica.


XL Semanal

El 5 a las 5. Los partidos políticos contra la sociedad civil. Por Agapito Maestre

Los partidos políticos españoles son un peligro para el desarrollo de la democracia. Basta ver el comportamiento miserable de los dos grandes partidos, e incluso de los pequeñitos, ante la manifestación convocada por Voces contra el Terrorismo.

La sociedad civil ha vuelto a movilizarse por la democracia. La manifestación del sábado de Alcaraz y su buena gente nos da a los españoles un poco de vidilla democrática, es decir, de ser genuinos ciudadanos. Los españoles que se manifestaron el sábado pasado no sólo prestaban "apoyo solidario", o como se diga, a las víctimas de ETA, sino que, en verdad, trataban de darles las gracias a las víctimas por movilizarnos para ejercer nuestra ciudadanía. O rehabilitamos a la víctima en el espacio público político, exactamente en el lugar donde fue asesinada sólo por ser española, o la "democracia" queda reducida a un nombre para que la casta política siga engañando al pueblo. No hay una tercera opción. O estamos con la víctima o apoyamos el cambalache con los terroristas y los nacionalistas.

Los partidos políticos, excepto Ciudadanos, parece que están por lo segundo. O sea, los partidos políticos españoles son un peligro para el desarrollo de la democracia. Basta ver el comportamiento miserable de los dos grandes partidos, e incluso de los pequeñitos, ante la manifestación convocada por Voces contra el Terrorismo contra los cambalaches del Gobierno y ETA para saber que este país es inviable con esta casta política. Independientemente de que ETA muera de "muerte natural" o de los líos entre los bandidos de ETA y el Gobierno, resulta obvio que si no apoyamos políticamente a la víctima del terrorismo es imposible crear un imaginario democrático, o sea, "algo" sobre lo que anclar un mínimo tejido político de carácter nacional.

Sin embargo, las elites de los partidos políticos no quieren saber nada de un asunto central de la vida democrática: la víctima del terrorismo. Prefieren moverse en la oscuridad de la ideología y los intereses a corto plazo. El PSOE y el PP no se definen con claridad y distinción sobre el asunto de cómo acabar con ETA. Se mueven en la retórica. O peor, en el cambalache antidemocrático. En todo caso, es ya hora de dejarnos de planteamientos lastimeros, o moralizantes, a favor de las víctimas y dejar claro de una vez por todas que son ellas las grandes mediaciones morales y políticas que nos posibilitan ejercer la ciudadanía. La democracia. Los partidos políticos comparados con ese esfuerzo de las víctimas pierden toda su legitimidad política. Son un escollo para el desarrollo de esta sedicente democracia.

Sí, sí, excepto este tipo de actuación democrática en la calle, de participación en el espacio público, reivindicando a la víctima del terrorismo como centro neurálgico de la democracia española, el resto es filfa. Ideología. Engaño. Los ciudadanos de bien, los ciudadanos que ejercen la ciudadanía antes como una tarea moral que jurídica, saben que sin este tipo movilización la democracia languidece sin solución de ser resucitada.


Libertad Digital - Opinión

La rendición de ZP. Por César Alonso de los Ríos

ZP tiene el apoyo del poder económico, de los líderes europeos y del Gobierno de EE.UU.

ZP tiene en contra a la inmensa mayoría de los españoles —según las encuestas— pero tiene el apoyo del poder económico, de los líderes europeos y del Gobierno de EE.UU. Aún resuenan las declaraciones de Botín sobre los aciertos del Gobierno; acabamos de vivir el apoyo de Angela Merkel a quien la había identificado como una encarnación del «fracaso» y lo único que desazona de ZP a Sarkozy es la altura corporal. Por si fuera poco ZP ha tenido la suerte de tener en Washington un presidente partidario del multilateralismo. En definitiva, en estos momentos la situación española podría resumirse como la de un gobierno de izquierdas que, al aceptar una serie de soluciones conservadoras, cuenta con el apoyo de los poderes económicos y de los políticos que asumen la hegemonía real de aquel. Por todo ello será muy interesante la respuesta electoral que pueda tener un Gobierno de izquierdas que ha aceptado el dictado del los poderes económicos.

ZP ha sido lo suficientemente frío, descreído y oportunista para abandonar los requerimientos de sus electores ante esta situación de crisis. Es verdad que actuó tarde pero ¿acaso no ha sido llamativo que un gobierno de izquierdas haya tomado al fin las medidas que le recomendaban los alemanes, la UE como institución y el propio Obama? Aun tardíamente lo que hizo me pareció propio de quien se hace el haraquiri, y así lo dije en esta columna. Tardíamente vino a reconocer que la izquierda tiene la batalla perdida frente a los mercados. Él venía siguiendo el modelo económico que funcionaba con Aznar y aun antes: improductivo, no competitivo e inconsciente de la situación creada por la globalización. Pensaba que en tal situación su papel era el de hacer una política «cultural» de izquierdas. A partir de la crisis ha caído en la cuenta de que para subsistir, tiene que rendirse de modo manifiesto al poder económico. Y lo ha hecho.

ABC - Opinión

Rubalcaba entre dos sondeos y el drama político de Zapatero. Por Antonio Casado

De nuevo el fuego amigo. Desde el diario El País, poco adicto al zapaterismo, se machaca el clavo: Rubalcaba for president. La metodología consiste en atrapar al todavía presidente del Gobierno en sus propias palabras. Las ha dicho más de una vez a modo de compromiso ante personas de su primer círculo de confianza. Expresan su intención a dar un paso atrás si llega al convencimiento de que su figura ya no favorece sino que, por el contrario, perjudica la causa electoral del PSOE.

Se trata de ayudarle a llegar cuanto antes a ese convencimiento. Para eso están los sondeos de encargo. El de ayer era inequívoco. Con Zapatero, el PSOE perdería ahora mismo por 15 puntos de diferencia. Con Rubalcaba, solo por 4, superables de aquí a un año con la impagable colaboración de la derecha furiosa, el quietismo de Mariano Rajoy y una cierta esperanza de recuperación económica.


También los medios de comunicación reinventan la popular fábula de Samaniego, el Cuento de la Lechera, para adaptarla a lo querido o a lo temido, personalizado en este caso en la figura del vicepresidente del Gobierno y ministro del Interior. No hay más que cotejar la encuesta de El País con la de El Mundo. Si su hipotética candidatura reduciría la desventaja a solo 4 puntos en el caso del diario más vinculado al PSOE, en el más próximo al PP no habría grandes diferencias entre Zapatero y Rubalcaba. Ambos sufrirían un revolcón similar. Zapatero por 16 puntos, Rubalcaba por 12. Mayoría absoluta del PP en ambos casos.
«De nuevo el fuego amigo. Desde el diario El País, poco adicto al zapaterismo, se machaca el clavo: Rubalcaba for president.»
Los dos diarios dan por amortizado a Zapatero, pero así como uno propone la figura de Rubalcaba como única posibilidad de tercera victoria consecutiva de los socialistas en elecciones generales, el otro le augura la misma suerte negra que a su jefe. Aquél expresa un deseo. Éste, un temor. Solamente un proceso de intenciones a los dos diarios madrileños que mejor expresan el bipartidismo político nacional nos excusa de preguntarnos cómo es posible tanta disparidad sobre la hipotética candidatura de Rubalcaba en relación con la de Zapatero.

Mas coincidencia se advierte en registrar el nulo o en todo caso negativo impacto del reciente Acuerdo Social y Económico firmado por el Gobierno con patronal y sindicatos, en las expectativas electorales del PSOE. Aquí topamos de nuevo con el verdadero drama político de Zapatero, obligado a elegir entre los mercados y sus votantes. A sus votantes no les gusta el A.S.E por ser de derechas. Ya los votantes del PP no les gusta por ser de Zapatero. Resultado: el PSOE no remonta, e incluso sigue cayendo en las encuestas, mientras empeora la imagen del presidente, también entre sus electores.

En este punto procede aplicar la teoría de los vasos comunicantes. Cuando Zapatero baja, Rubalcaba sube. Y al revés. Ahora le toca subir a Rubalcaba, preparado para frenar el nuevo intento de blanqueo que los amigos de Eta preparan para las próximas horas. Y lo hará con la saludable complicidad del PP. Del PP de Mariano Rajoy, claro, que hace bien en desmarcarse de quienes este sábado llevaron a la calle la tóxica doctrina Mayor Oreja: “Zapatero necesita a ETA y ETA necesita a Zapatero”. Qué barbaridad. La mitad de lo mismo se puede decir del propio Mayor Oreja, que necesita a ETA para hacerse visible y no acelerar su conversión en un personaje sobrante de la política nacional.


El Confidencial - Opinión

El 5 a las 5. La marcha de la dignidad. Por José García Domínguez

Toda tentación, pues, de reincidir en las vías claudicantes, sea cooptando a Batasuna en las instituciones, fuera a través de amnistías encubiertas, chocaría de frente, ahora sí, con la opinión pública.

A no dudar, esa nota a pie de página que está llamado a ocupar el presidente del Gobierno en la Historia de España dará para un par de líneas. En la primera debería glosarse su suprema hazaña como estadista: haber logrado resucitar los herrumbrosos odios cainitas tan caros a la añeja bilis negra peninsular que todos creíamos difunta. La otra apelará a la más sangrante de las muchas cesuras que su bisoña torpeza provocó en la sociedad. Me refiero, claro, a la entente con ETA y su inesperado corolario, la conversión de las víctimas del terrorismo en protagonistas activas del debate político. Una distorsión de papeles que jamás había acontecido bajo Gobierno alguno, igual con los socialistas que con los varios de la derecha.

Y es que a ningún gobernante anterior se le pasó siquiera por la cabeza incurrir en temeridad semejante. Al respecto, y consecuencia tan tardía como imprevista del proceso, la fase agónica del zapaterismo viene hoy lastrada por la hipoteca moral que contrajo durante aquellos días de infamia. Ocurre que en el tránsito final hacía la grapización, hacia la efectiva marginalidad, de la facción criminal del nacionalismo vasco, Zapatero ha logrado atarse de pies y manos con ineptitud digna de mejor causa. Así, la extrema virulencia del acoso contra las victimas durante la primera legislatura, que alcanzaría los tintes más rastreros entre los apéndices periodísticos del Poder, suscitaría, a la larga, un efecto no deseado.

A saber, empujados desde La Moncloa a bajar al foro público, los depositarios del dolor más íntimo han devenido en el genuino baluarte ético de los españoles, por encima de cualquier otra instancia. Casi tan clamoroso como el silencio de cierta prensa dizque conservadora en las vísperas, el éxito de la marcha del sábado pasado fue muestra, otra más, de que ya nada podrá maquinarse a espaldas de esas vidas rotas. Toda tentación, pues, de reincidir en las vías claudicantes, sea cooptando a Batasuna en las instituciones, fuera a través de amnistías encubiertas, chocaría de frente, ahora sí, con la opinión pública. Porque cualquier otro dispondría de margen maniobra, por magro que fuese, ante un eventual adiós a las armas. Cualquier otro, menos Zapatero. He ahí, perentoria, la factura a pagar por tanta miseria.


Libertad Digital - Opinión

Via Crucis festivo. Por Ignacio Camacho

Zapatero tiene poco que celebrar. Si no hace reformas se hunde el país, y si las hace se hunde su Gobierno.

EL principal rasgo que define el estilo zapaterista es el entendimiento de la política como un ejercicio de marketing, en el que la comunicación, la gestualidad y la puesta en escena prevalecen sobre cualquier perspectiva de fondo y a menudo en detrimento de ella. El zapaterismo imagina la gobernanza a partir de sus posibilidades de expresión simbólica y toma las decisiones en función de su potencia escenográfica. Esta técnica esencialmente superficial ha tenido éxito al aplicarse sobre cuestiones poco significativas para el conjunto de la sociedad y en épocas de relativa prosperidad económica, pero en una situación de grave crisis estructural se revela en toda su insuficiente vacuidad como una especie de reflejo automático, un verdadero ticcondicionado que emerge de la propia naturaleza del proyecto político.

Sólo así se entiende que el Gobierno haya sido capaz de celebrar con impostada solemnidad el doble fracaso que para sus intereses políticos supone la asunción de las reformas del Estado de bienestar impuestas por la presión alemana. Reformas en todo punto necesarias para reconducir la quiebra social y financiera del país, pero que de ningún modo pueden ser presentadas a los ciudadanos más que como un doloroso esfuerzo imprescindible. Venderlas como la jubilosa consecución de un objetivo cuando todo el mundo sabe que se trata de una forzosa exigencia reclamada desde el exterior —y por si alguien lo ignoraba aún, Angela Merkel no se recató en proclamarlo añadiendo más deberes a su condicional visto bueno— constituye un disparate descomunal propio de quien ha perdido el sentido de la realidad en una nube de ensimismamiento.

Preso de los errores de siete años de proteccionismo clientelista, el presidente está atenazado por una contradicción insalvable. Si no hace reformas se hunde el país, y si las hace se hunde el Gobierno. Para mantenerse en el poder Zapatero trata de lucir como un éxito de responsabilidad la reconversión diametral de sí mismo, pero su electorado natural no percibe más que un continuo recorte de sus derechos y no entiende que tenga que celebrarlos. Menos cuando delante de sus ojos sucede un espectáculo de sumisión tan evidente como el de la visita de la canciller germana para examinar los ajustes y exigir más sacrificios. El próximo es el de los salarios. En vez de sincerarse con la nación para pedirle unas renuncias penosas pero inevitables, el Gobierno ha intentado presentar ese via cruciscomo un acontecimiento festivo de alta política. Lo que ha logrado es un ejercicio patético de insensato autobombo, tratando de soslayar con hueca publicidad política la evidencia de que se dirige cantando hacia un cadalso electoral. Por no convocar elecciones ante el miedo de perderlas va a tener doble penitencia: primero hará lo que no desea hacer y luego perderá inevitablemente por haberlo hecho.


ABC - Opinión

Las trampas de ETA

Batasuna oficializa hoy su penúltimo intento de burlar la legalidad para poder concurrir en las próximas elecciones municipales y forales. Los proetarras presentarán en un acto público en Bilbao y registrarán el miércoles en el Ministerio del Interior los estatutos de un nuevo partido político.

Lo esencial no es lo que Batasuna pretenda para esa formación, sino la respuesta del Estado de Derecho ante el enésimo desafío. Es una buena noticia que el Gobierno y el PP se mantengan firmes en las condiciones inalterables, establecidas en la Ley de Partidos, a los sucedáneos de Batasuna para que puedan participar en la vida política. Y es positivo además que, según todos los indicios, las nuevas siglas de la vieja Batasuna parezcan condenadas a seguir los pasos de todas sus predecesoras.

En lo fundamental, más allá de una mera retórica tacticista contra la violencia, Batasuna no ha convencido con la nueva marca, porque no podía hacerlo. Quienes hoy se presentan en Bilbao son los mismos cabecillas proetarras de siempre, los mismos que han jaleado y justificado los asesinatos durante los últimos años. Un colectivo que ha sido incapaz de condenar el terrorismo y de repudiar a ETA, e incluso de exigir a la banda su desaparición, carece de credibilidad y legitimidad algunas.


Ellos saben, como sabemos los demócratas, que mientras los pistoleros se mantengan en sus puestos, el control de ese mundo será absoluto y que de paso los vascos no serán enteramente libres. Por esa razón, todo debe pasar por que ETA desaparezca, lo que ni ETA ni los batasunos desean de verdad.

Como era casi imposible que este nuevo partido prosperara, la sospecha es que se trata de un reclamo, una cortina de humo para ocultar las verdaderas intenciones de la banda. LA RAZÓN publica hoy que el Gobierno baraja la posibilidad de que ETA emita un nuevo comunicado que podría convertir la tregua en «indefinida e irreversible» antes de las municipales. Se trataría de alimentar un caldo de cultivo que pudiera allanar el camino a Batasuna. Otra vuelta de tuerca en la tregua trampa que, de alguna forma, constataría la trascendencia que tiene para la supervivencia de ese mundo que los proetarras vuelvan a las instituciones.

Las palabras no están ni pueden estar por encima de los hechos. Y sería muy grave que los demócratas se prestaran de alguna forma al juego de ETA. Como temen las víctimas del terrorismo, no se puede descartar que sectores del PSOE defiendan la opción de permitir esa presencia en las urnas. Queremos pensar, no obstante, que el Gobierno se mantendrá firme en la defensa de la legalidad y que no se prestará a contubernio alguno.

Las condiciones están muy claras y no admiten lecturas sesgadas. Con ETA presente y viva, su entramado no puede beneficiarse de una legalización fraudulenta. Para la democracia resulta esencial que los etarras o sus acólitos estén fuera de las instituciones y prosiga el proceso que debe acabar con su derrota final en un escenario con vencedores y vencidos. La actual política antiterrorista ha demostrado su eficacia, y mantenerla debe ser una cuestión de Estado para los grupos políticos, sin espacio para las componendas ni los falsos atajos.


La Razón - Editorial

Una ausencia que les pasará factura

Tras dar la espalda a las víctimas, no podemos tener la convicción de que nuestros representantes, incluyendo a la actual dirección del PP, no van a anteponer el ventajismo político de rendirse ante la ETA a la prevalencia del Estado de Derecho.

El 5 a las 5 no sólo sirvió para mostrar la mejor parte de la sociedad civil española. Si bien es cierto que con su presencia decenas de miles de ciudadanos nos recordaron que seguimos siendo una nación que no está dispuesta rendirse frente a quienes la quieren destruir, las ausencias también permitieron poner nombres y apellidos a los personajes más serviles dentro de la clase política.

Al cabo, ningún socialista ni casi ningún popular quisieron acompañar a las víctimas en la denuncia del proceso de rendición que Zapatero y Rubalcaba están perpetrando ante la ETA. Porque, en última instancia, de lo que se trataba era de impedir la consumación de la traición a la Nación, al Estado de Derecho y a las víctimas que supondría que, tras casi mil asesinatos, la banda terrorista prevaleciera sobre la justicia.


Ayer, tras ignorar el rotundo éxito del sábado, PP y PSOE coincidieron en rechazar la posibilidad de que ASB, la marca blanca de Batasuna –es decir, de ETA–, concurriera a las elecciones municipales del próximo mes de mayo y "regresara" a las instituciones. Unas posiciones de firmeza que, como poco en el caso del PSOE y no sabemos si también en el del PP, se antojan mera representación de un tira y afloja destinado a ocultar a la opinión pública las auténticas componendas que tienen lugar detrás de los focos.

Pues no olvidemos que la ETA, por obra y gracia de un Gobierno que se niega a aplicar la Ley de Bases de Régimen Local, no ha abandonado en ningún momento las instituciones: sigue presente en numerosos consistorios vascos y navarros a través de la fachada de ANV. La denuncia y la oposición a cualquier atisbo de cesión por parte del Ejecutivo a la banda terrorista debieron haberse hecho el sábado en la calle junto a las víctimas y no un día después de despreciar la manifestación.

Todo ello en especial después de que el viernes el juez Ruz anunciara que no llamaría a declarar al secretario de Estado del Interior, Antonio Camacho; inaudita decisión que no sólo muestra nuevamente la escasa calidad de nuestra justicia, sino que además levanta lógicas sospechas de que el mismo Gobierno que jura no estar negociando con ETA –y al cual el PP cree a pies juntillas al menos hasta los comicios de mayo– intenta ocultar uno de los frutos más podridos del anterior proceso de rendición. Los políticos y ciudadanos realmente preocupados por que prevalezca la democracia sobre la ETA deberían haber acudido sin pensárselo a la manifestación del sábado tras la decisión de Ruz, como sí hicieron, por ejemplo, Esperanza Aguirre, Jaime Mayor Oreja, Carlos Iturgaiz y María San Gil.

Tras dar la espalda a las víctimas, simplemente no podemos tener la convicción de que nuestros representantes públicos, incluyendo a la actual dirección del PP, no van a anteponer el ventajismo político de rendirse ante la ETA y ante el nacionalismo a la prevalencia del Estado de Derecho. Porque, en el fondo, ya lo han hecho: su ausencia el 5 a las 5 los delata.


Libertad Digital - Editorial

La quiebra catalana

La imagen de una Cataluña bien gestionada se desmorona ante unos datos que evidencian el descontrol de determinadas cuentas autonómicas.

LA crisis financiera de la Generalitat de Cataluña protagonizará el encuentro que hoy van a mantener Rodríguez Zapatero y Artur Mas. Las cifras son dramáticas. En 2012, el endeudamiento de Cataluña llegará a los 40.000 millones de euros. Su déficit actual asciende a 7.200 millones de euros, muy superior al que fijó el equipo del anterior presidente catalán, José Montilla, en el traspaso de poderes a los convergentes. La imagen de una Cataluña bien gestionada se desmorona ante unos datos que ponen en evidencia el descontrol que existe en la gestión económica de determinadas autonomías. Sin embargo, Artur Mas quiere nuevas competencias y va a pedir autorización para emitir deuda, con el respaldo de un plan de austeridad que prevé recortar un 10 por ciento el gasto público. Como telón de fondo de esta quiebra financiera de la Generalitat, queda aquel reclamo electoral de un pacto fiscal para Cataluña, similar al Concierto Económico Vasco, que debería recibir un no rotundo por parte del Gobierno, porque si algo es preciso en este momento es la armonización fiscal de España, como parte de una estrategia europea común de estabilidad. La solución para la crisis financiera catalana no es dar soberanía fiscal a la Generalitat, sino requerirle que gestione mejor los recursos que tiene. La crisis económica ha mermado los ingresos de todas las autonomías. Pero en el caso catalán, sus gobernantes deberían auditar la financiación de tanto desparpajo soberanista en los últimos años y medir también los costes de la corrupción. Lo primero que se debe hacer en situaciones deficitarias es recortar gastos innecesarios. El PP de Cataluña los ha cifrado en 1.800 millones de euros, sumando partidas como el gasto de teléfonos móviles, los alquileres de oficinas, el mantenimiento de «embajadas» o la contratación de informes externos, muchos de ellos inverosímiles.

Ante esta situación, es necesario la aplicación de techos de gasto y límites al endeudamiento. Es hora de implantar políticas basadas en la cohesión y la solidaridad. Estas medidas de control de deuda, aplicables no solo a Cataluña, no deberían quedar al arbitrio político del Gobierno central, sino que, como solicita el PP, deberían recuperar el rango legal que los socialistas suprimieron de la ley de Estabilidad Presupuestaria. Sería una forma de convencer a Bruselas de que España va en serio en el control de sus cuentas, después de que Alemania reformara en 2009 su Constitución para limitar el endeudamiento del Estado. Los planes de Mas no son de este tiempo.


ABC - Editorial