domingo, 9 de octubre de 2011

Palabra de candidato. Por José Antonio Vera

Fue el de ayer en Málaga probablemente el discurso más comprometido que le hemos podido oír a Rajoy quienes ya llevamos muchos discursos de Rajoy. La palabra del candidato, su carta de intenciones, su rúbrica personal ahora que está a punto de ganar en las urnas y de llegar a La Moncloa. Una declaración que nadie le ha pedido pero que él pone sobre la mesa para que quede claro su nivel de implicación, el alcance de sus palabras.

Rajoy habló bien en Malaga y habló con autoridad, con la elocuencia de quien sabe lo que quiere y cómo hacerlo, con el agradecimiento a Rodrigo Rato y José María Aznar por tenerlos allí en día tan importante, con un público entregado que gritaba gol hasta en los córners.
Empezó con un «gracias» que sonó a reconocimiento, a que Rajoy tiene memoria y se acuerda de las cosas. «Si estoy aquí es porque vosotros (y nadie más) lo habéis querido, y a pesar de todo». Mención importante ahora que afortunadamente se suman al carro hasta los que, desde fuera y desde dentro, hicieron lo imposible contra el gallego y su equipo.

Mención relevante aunque fugaz porque lo sobresaliente era su declaración de principios, que no tardó en llegar. Uno: su intención es unir a los españoles en un proyecto común, al margen de lo que cada uno vote. Dos: no quiere ser sólo el presidente del Partido Popular, sino el de toda España. Tres: el cambio que él propone se llama «crear empleo», y gobernará para hacerlo «desde la responsabilidad y la austeridad». Cuatro: se compromete a decir la verdad, a no ocultar los problemas a los ciudadanos. Y cinco: se compromete también a gobernar con valentía, desde el diálogo, por la concordia entre los españoles.

Rajoy dejó claro que no se siente enemigo de nadie y que en su propuesta no sobra nadie: «No aspiro a caer bien a todos, pero sí a gobernar para todos». Un planteamiento que él define «de esperanza», para intentar repetir lo que Aznar hizo en el año 96: «Que España vuelva a estar entre las naciones más avanzadas del mundo».


La Razón – Opinión

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