viernes, 7 de octubre de 2011

Mister Zapatero. Por Alfonso Ussía

El presidente del Gobierno en trance de despedida está siendo infinitamente mejor que el presidente del Gobierno de los últimos siete años. El horizonte de la vida apacible y provinciana le ha llenado de sensatez. Consulta y trata a Mariano Rajoy como se hace con un sucesor seguro. Puentea a Rubalcaba, que ha renegado de él cuando todo se lo debe. Y para colmo, se reconcilia con los Estados Unidos con un fervor espectacular. Inesperadamente se ha abrazado a la OTAN y se ha sumado al escudo occidental antimisiles. Cuatro buques de guerra de los Estados Unidos además de mil cien soldados se instalarán en la base de Rota. Bueno para la base, bueno para nuestra Armada, y bueno para España. Obama, que cada día que pasa quiere parecerse más a George Bush, se ha mostrado feliz con la integración de España en la bóveda de la defensa antimisiles. Rota se sitúa en un punto estratégico, y Zapatero lo ha entendido como si fuera Aznar. Sólo le falta al presidente saliente que pida la dimisión de José Blanco por esos cuatrocientos mil euros de marras que andan por ahí de boca en boca, de plaza en plaza en plaza y de oca a oca y tiro porque me toca. Muy raro su silencio y extraña su falta de explicaciones, que, al final, no va a tener más remedio que darlas y exponerlas. De los tres políticos señalados por el empresario pagador, el del Partido Popular y el nacionalista gallego han dimitido de sus cargos y responsabilidades. El presumiblemente mejor tratado de los tres, José Blanco, está escondido. Su dimisión –y por qué no decirlo, su despido– sería catastróficas para los socialistas. Blanco está metido hasta las cachas en los planes de Rubalcaba, y la mancha de la sospecha se ha extendido. Dice Rubalcaba que el empresario ha estado en la cárcel y que carece, por ello, de credibilidad. Confunde el atún con las berenjenas. Además, Rubalcaba dio el vuelco electoral, el disfrazado golpe de Estado, en marzo de 2004, gracias a las informaciones de algún antiguo amigo conocedor de celdas alcarreñas. El empresario que ha señalado a los tres políticos como receptores de sus dineros no gana nada inventándose una patraña. Está reconociendo su delito y acusándose a sí mismo. Y si Blanco ha sido receptor de esas cantidades, en su nombre o en el del PSOE, no puede seguir en el Gobierno en funciones, ni en prácticas electorales. Triste, pero inevitable. Más aún, cuando Blanco ha sido el más contundente y precipitado martillo de herejes contra las corruptelas que afectaban al Partido Popular.

Resulta lastimoso que en su tramo final Zapatero se haya convertido en un presidente del Gobierno moderado, occidentalista, pro-americano, e inclinado a la austeridad en los gastos públicos. Aquella imagen del joven rojete sentado en el desfile ante el paso de la bandera de los Estados Unidos nada tiene que ver con la explosiva cordialidad de su conferencia de prensa junto al Secretario General de la OTAN y el Secretario de Defensa de los Estados Unidos, con domicilio en el Pentágono. Para toda nación libre y occidental es mucho más agradable y beneficiosa la amistad con los Estados Unidos que el desaire progre hacia el país que más dinero invierte y mas soldados entierra en la defensa de la libertad. Zapatero se está despidiendo bien del infinito mal que ha hecho. Su gran golpe sería pedir la dimisión de su amigo José Blanco y dejar al desleal Rubalcaba sin las artimañas del gallego listo.


La Razón – Opinión

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