domingo, 9 de octubre de 2011

Ante lo más difícil. Por Pilar Ferrer

Más allá del sabor a poder y culto al líder, tan halagado ahora por quienes antaño le fustigaban, Mariano Rajoy sabe bien lo que le espera. La tremenda crisis que padece España otea un negro horizonte. El hombre a quien hoy todas las encuestas vaticinan como el nuevo presidente del Gobierno tiene bien acreditada su capacidad de resistencia. Si Adolfo Suárez acometió una transición política en momentos difíciles, a Rajoy le va a tocar otra económica e institucional. Y en su puesto de mando, deberá escoger el talento, la honradez, el trabajo riguroso frente a la adulación, el parecer y no ser. Deduzco que tiene memoria.

La frase de Luisa Fernanda Rudi, «yo ya vengo llorada de casa», refleja la situación. Un gobierno socialista que se niega a prorrogar los Presupuestos, en un acto de deslealtad que deja a sus sucesores con las manos atadas ante las cuentas públicas, es la antesala del cambio. Pese a ello, Rajoy y los suyos se han esforzado en un discurso de esperanza al electorado. La crisis no castiga a todos por igual, sino mucho más a quienes no supieron verla, ni batutarla. El PP necesitará un consenso político y social enorme. Un esfuerzo colectivo que permita la salida del oscuro túnel.

Muy poco se parece el cónclave malagueño a aquel otro de Valencia, jalonado por intrigas que Rajoy aguantó con retranca gallega. Sin hacer ruido, cortó de raíz cualquier oposición de carácter interno.

Solamente su prudencia le impide mostrar en público cierto rubor ante algunos lisonjeros. En esta recta final, Mariano Rajoy tiene poder. Le queda, como el salto del ángel, lo más difícil.


La Razón – Opinión

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