miércoles, 14 de septiembre de 2011

Turbio panorama educativo

El arranque del curso académico en la educación pública está marcado por la decisión de los sindicatos y la izquierda de utilizar la enseñanza al servicio de una estrategia electoral. La huelga en las aulas madrileñas y las jornadas de protesta a nivel nacional no pueden entenderse según otros parámetros cuando comprobamos el respaldo a las movilizaciones por parte del Gobierno, el PSOE y los pintorescos de la «ceja». Esta escenografía la hemos visto en otras ocasiones y en ámbitos distintos, y siempre dirigida contra administraciones del PP, especialmente la Comunidad de Madrid y Esperanza Aguirre, y ante citas con las urnas. Hoy, la cantinela sindical de la agresión a la escuela pública es insostenible en una región como Madrid, que superó el promedio de los países de la OCDE y se situó a la altura de los mejores en el último informe PISA. La retórica demagógica de los recortes no soporta el mínimo análisis, pues si bien es cierto que el decreto madrileño de Educación aumenta en dos el número de horas lectivas de los profesores, pasando de 18 a 20 –como contempla la Ley–, no lo es menos que el supuesto ahorro se destinará a mejorar la calidad con más escuelas bilingües, más auxiliares para idiomas y más becas para libros de texto. Hablamos, por tanto, de reestructuración y eficiencia, no de recortes. En este punto, queda patente la hipocresía de una izquierda que guardó un silencio cómplice cuando el Gobierno socialista redujo un mínimo de un 5% el sueldo de los profesores. Es cierto que las medidas de Educación supondrán un sacrificio para los docentes, pero no lo es menos que la crisis requiere esfuerzos de todos. La calidad de la enseñanza es una asignatura pendiente en nuestro país, incapaz de abandonar el furgón de cola de los países de la OCDE en los últimos diez años. La cultura pedagógica sembrada y desarrollada por los ejecutivos socialistas ha empobrecido la escuela pública y ha hipotecado a generaciones. El informe «Panorama de la Educación 2011», presentado ayer por el Gobierno y la OCDE, describe una radiografía de la situación muy preocupante. Aunque los profesores y los alumnos españoles dedican más horas lectivas que la media de los países de la OCDE y los docentes cobran un salario superior, España tiene una de las tasas de rendimiento más bajas en enseñanza secundaria. Estamos ante un panorama complejo que recoge en buena medida la patología endémica de nuestra aulas. Más horas lectivas, mejor nómina y peores resultados es una ecuación igual a fracaso. Combatir esa dinámica es lo que debería haber preocupado a los sindicatos todos estos años, pero ellos han estado y están en otra guerra: la electoral contra el PP. El futuro de la enseñanza pública sólo puede pasar por el regreso a una cultura del esfuerzo, el mérito y la exigencia. La Comunidad de Madrid está recogiendo los frutos de una política que ha apostado por los colegios bilingües, la consideración del profesor como autoridad pública, la Prueba de Conocimientos y Destrezas Indispensables de los alumnos, los programas de excelencia y las becas, entre otras medidas. La huelga política no se fija en los alumnos ni sirve a una educación de calidad, sólo a intereses electorales.

La Razón – Editorial

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