jueves, 22 de septiembre de 2011

Sin perdón. Por José Antonio Vera

El último cara a cara de Zapatero con Rajoy ha sido algo más «light» que otros anteriores, pero no un debate de guante blanco, sino la culminación de un proceso de ocho años de enfrentamientos en los que ambos dirigentes no se han puesto de acuerdo en casi nada. Lógico, pues los presupuestos de partida eran radicalmente opuestos. Ayer Rajoy podía haber optado por despedir con ternura a su contrincante, olvidando las dos legislaturas de desastre protagonizadas, pero optó por, deseándole lo mejor en lo personal, asestarle una última cornada con los siete principios básicos que siempre ha de respetar un gobernante, y que desde luego Zapatero no tuvo en cuenta. Resumidos, tales principios son: no gobernar con ocurrencias, sino con un plan; no fardar de cosas que igual no se producen; hacer previsiones razonables, no planteamientos fantasiosos; no gastar lo que no se tiene para no incurrir en déficit ni disparar la deuda; no gobernar sólo por decreto-ley y, hacer las reformas necesarias para lograr que la economía cambie y se dinamice. Consejos molestos, pero pertinentes. Ante la evidencia, Zapatero no pudo más que refugiarse en la melancolía de reprochar a su oponente que fuese tan duro en la despedida. ¿Y qué iba a hacer si no? ¿Felicitarle por la gran tarea realizada? Seamos serios.

La Razón – Opinión

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