lunes, 12 de septiembre de 2011

Salarios con tendencia a bajar. Por José Luis Gómez

Los grandes partidos están ya en precampaña y lanzan cada día infinidad de mensajes pero, sin embargo, son poco claros sobre lo que realmente se proponen hacer en materias delicadas como, por ejemplo, los salarios y el gasto público en los dos pilares del Estado de bienestar: la sanidad y la educación. Es lógico que la atención esté cada día más centrada en el PP, ya que se presume que va a gobernar España entre 2012 y 2016, años en los que este país deberá intentar crecer lo máximo posible para diluir el tremendo desempleo que tiene hoy. Rellenar el espacio vacío de la construcción se convierte así en prioritario, pero tampoco en este frente hay demasiadas ideas a la vista. A lo sumo, se habla de reorientar la financiación, como hace Rodrigo Rato, para que el crédito que antes iba al ladrillo vaya en el futuro -cuando haya dinero, que ésa es otra- a la industria y los servicios. En ese sentido, se trata de priorizar los sectores innovadores capaces de crear empleo, pero ¿cuáles?

Tenemos, por tanto, pocas esperanzas para los cinco millones de parados, ya que ni hay crédito para los inversores ni nadie sabe muy bien qué sectores hay que incentivar para reducir el paro, y también tenemos a la vista problemas para quienes siguen trabajando. Al menos para aquellos que estén en sectores de baja productividad, que por desgracia son muchos. Los salarios tienden ahora a vincularse cada vez más a la productividad, desligándose de la inflación, lo cual supone una transformación laboral de gran alcance para millones de españoles.

Como propuso hace meses el economista Guillermo de la Dehesa, lo más probable es que, al hilo de la reforma de la negociación colectiva, se reduzca la indexación con el IPC y aumente el peso de la productividad en la determinación de los salarios, pero en el Partido Popular ya hay quien pretende llegar más lejos en materia de ajuste salarial. De hecho, más allá de los disparates de González Pons, el PP debate propuestas más duras de las que llevará en su programa electoral y no hay que descartar revisiones de salarios, como propone Rodrigo Rato, ni una reforma laboral que en el fondo sirva para devaluar lo que ahora no se puede devaluar con la moneda europea. Claro que si gobernase el PSOE tampoco habría que descartar la creciente vinculación entre salarios y productividad, con lo cual parece tratarse más bien de cómo repartir la miseria, a falta de una riqueza que solo será posible cuando Europa -léase Alemania- se decida a fomentar el crecimiento en la UE.


Periodista Digital – Opinión

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