viernes, 30 de septiembre de 2011

Paz sucia. Patxi vuelve a helar la sangre. Por Guillermo Dupuy

¿Se imaginan al PSOE celebrando la adhesión de ETA y de sus presos al Pacto de Estella durante la tregua del 98? ¿Se imaginan al PP quitándole "credibilidad" o "importancia"? Pues eso es lo que está ocurriendo ahora con la carta y el acuerdo de Guernica.

Patxi López ha tenido la desfachatez de afirmar, entre otros muchos dislates, que "hoy no hay nadie que, en público, reivindique la violencia terrorista. Ya no hay ningún espacio público secuestrado por los violentos". Vamos, como si los proetarras de Bildu, que gobiernan la Diputación General de Guipúzcoa, el Ayuntamiento de San Sebastián y un centenar de municipios del Pais Vasco y Navarra , hubieran dejado en algún momento de enaltecer como "presos políticos" a los criminales de ETA que están en prisión; como si los proetarras de Bildu hubieran pasado a condenar los casi mil asesinatos perpetrados por la banda; como si los de Bildu hubieran exigido la incondicional e irreversible disolución de la organización terrorista a la que sirven de voceros, en lugar de secundar, como desgraciadamente secundan, el chantajista comunicado de alto el fuego de la banda.

Más infame todavía ha sido su referencia al "hecho" de que "incluso los presos y sus familias, a los que ETA siempre ha impuesto, mediante el terror, un silencio clamoroso, han abierto una nueva grieta estos días y se han sumado al denominado "Acuerdo de Gernika".


Vamos, como si ETA no hubiera diseñado ese repugnante acuerdo, que ningún demócrata debería suscribir; como si ETA y sus presos no hubieran celebrado, desde el primer día y en públicos comunicados la firma de ese acuerdo que exige la amnistía de los presos, arremete contra la democracia y el ordenamiento jurídico español y condiciona el "alto el fuego permanente y verificable" de los terroristas a la consecución de los objetivos por los que han venido matando y convocado las anteriores treguas; como si en su infame carta, los presidiarios de ETA, monolíticamente agrupados en el "Colectivo de Presos Políticos Vascos", no hubieran reivindicado por enésima vez su actividad terrorista como la "lucha de Euskal Herria, la lucha a favor del reconocimiento y la soberanía de nuestro pueblo", como si los presos de ETA no hubieran insistido nuevamente en esa misiva en considerarse "cautivos" y en hablarnos del "conflicto que los Estados español y francés han impuesto a Euskalherria".

Pese al tramposo discurso de Patxi López, que no deja de ser el de Rubalcaba y Zapatero, lo cierto es que actualmente estamos mucho peor que lo que estuvimos en anteriores treguas de los terroristas. No sólo los voceros de ETA cuentan con mayor poder público que nunca, sino que ahora, además, el gobierno y el PSOE celebran la adhesión de ETA al Acuerdo de Guernica mientras el PP se limita, estúpida y suicidamente, a quitarle importancia. ¿Se imaginan al PSOE de Almunia celebrando la adhesión de ETA y de sus presos al Pacto de Estella durante la tregua del 98? ¿Se imaginan al PP quitándole "credibilidad" o "importancia"? Pues esto es exactamente lo que está ocurriendo ahora en nuestro país con respecto a la nauseabunda carta en la que los presos, al igual que ya hiciera ETA en su comunicado de enero de este año, celebran la firma del Acuerdo de Guernica.

Parecería que en este país nadie se haya leído ni el repugnante "Acuerdo de Gernika" ni la, aun peor, carta de los "presos políticos vascos". Teniendo en cuenta la estupidez de una parte de la derecha, es muy posible. Pero en el caso de la izquierda, estoy seguro de que manipulan a sabiendas. Luego, claro, dirán que los terroristas les hacen trampas. Pero no. Las trampas las hacen quienes presentan la carta de los presos como si de una carta de arrepentimiento se tratara o como si el Acuerdo de Guernica fuera una especie de calco del "Acuerdo por las Libertades y Contra el Terrorismo".

Así las cosas, ya sabemos qué poco valor debemos conceder a las apelaciones de Patxi López a la memoria de las victimas. Sólo las menta para dejar de lado su igual derecho a la dignidad y a la justicia.


Libertad Digital – Opinión

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