miércoles, 7 de septiembre de 2011

Profesores. Mejorar la calidad educativa a golpe de huelga. Por Pablo Molina

Gobierno, partidos políticos, profesores, ilustre cuerpo sindical, alguien tendrá algún día que responsabilizarse del desastre de nuestra educación pública.

No es cierto, en contra de lo que afirma cierta sentencia popular, que si matriculas a una cabra en nuestro sistema público de enseñanza pueda llegar hasta el nivel universitario. Sus dificultades para coger el lápiz le harían suspender irremediablemente los exámenes de la selectividad, que en su mayoría son de tipo test, pero con todo, y adecuadamente disfrazado, un choto de natural sosegado sí podría perfectamente llegar hasta la ESO.

Gobierno, partidos políticos, profesores, ilustre cuerpo sindical, alguien tendrá algún día que responsabilizarse del desastre de nuestra educación pública, porque los documentos de las instituciones que se encargan de realizar estudios comparativos internacionales sobre la materia van a tener que incluir un suplemento en la parte inferior del informe para colocar a España, dado que ya hemos superado todas las barreras en depauperación educativa.

Pero en la España de ZP la irresponsabilidad es la norma, hasta el punto de que Rubalcaba, el Atila de la enseñanza española, autor de la maquinaria logsiana que puso en marcha esta empresa de derribos, en lugar de recluirse de por vida en un cenobio cartujo para pedir perdón por haber destrozado el futuro de los hijos de la gente pobre ahora se postula para presidente del gobierno.


Por lo que sabemos, y a tenor de la facundia con que han decidido convocar una huelga contra la comunidad de Madrid, los sindicatos de la enseñanza pública tampoco tienen pensado asumir siquiera una ligera responsabilidad en el desfonde absoluto del sistema estatal de educación. Ajenos a la catástrofe provocada, de la que han sido grandes partícipes por su apoyo a los engendros curriculares surgidos la pedagogía progresista, cifran los problemas de la educación en el hecho de que a sus afiliados se les aplique con menos benevolencia la pauta horaria que establece la ley, a raíz de lo cual una parte de los actuales interinos en activo pasarán a la bolsa de trabajo a cobrar el subsidio de desempleo.

Desde los resorts de superlujo se elaboran grandes estrategias reivindicativas, pero los problemas de los padres que no tenemos más opción que la educación pública y queremos para nuestros hijos un futuro parecido al de los retoños de las clases pudientes continúan cada vez más acuciantes.

Afortunadamente, los sindicatos de clase (alta) tienen una escasa representación en el cuerpo sindical de la enseñanza, formado mayoritariamente por organizaciones profesionales a pesar de que en esta ocasión hayan decidido formar con la alegre infantería de la izquierda para sumarse a la convocatoria de esta huelga. De la lucidez de sus dirigentes y de la honestidad de los profesores de la educación pública depende que, en momentos de crisis brutal como los que atravesamos, el sistema estatal de enseñanza no haga aún más profunda la sima de su descrédito. Si la huelga prevista para el día 14 de este mes fracasa, significará que los padres españoles todavía tenemos alguna esperanza.


Libertad Digital – Opinión

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