miércoles, 21 de septiembre de 2011

Esto ofrece Rubalcaba: el senador putero vuelve a Madrid. Por Federico Quevedo

Siempre creí que Alfredo Pérez Rubalcaba valía más como segundo, como hombre para estar detrás del telón, entre bambalinas, influyendo pero sin estar en el escaparate, que como líder en primera fila… Pero lo que no pensé es que él mismo lo iba a hacer tan evidente y que de manera clara iba a aflorar en el candidato socialista el peor de sus estilos, esa mezcla de autoritarismo con política barriobajera y chavismo. No exagero. Verán, en pocos días Rubalcaba ha desplegado toda una auténtica artillería de demagogia, medias verdades y mentiras como pocas veces se ha visto en un candidato a la Presidencia del Gobierno. Si desde luego tiene intención de gobernar bajo esas premisas, aviados estamos.

Empezó obligando al Gobierno a asumir contra su voluntad la reimposición del Impuesto del Patrimonio y cada día que pasa se hace más evidente que se trata de una medida claramente orientada a satisfacer las aspiraciones del movimiento de los indignados ahora que éste ha perdido por completo el espíritu transversal y apartidista con el que nació. Pero es que, además, Rubalcaba ha mentido de manera sistemática sobre el asunto, primero sobre la propia medida y después sobre sus efectos: el candidato afirma que con el dinero que recaude creará empleo para los jóvenes. Primero, ya veremos si lo recauda y, segundo, si es así, ese dinero lo van a gestionar las CCAA y harán con él lo que les parezca más oportuno, no lo que se le ponga en las narices al candidato socialista que, sin embargo, parece empeñado en seguir engañando a la ciudadanía.


Ha mentido, también, sobre la posición del PP respecto del catalán –fue el PSOE el que recurrió la Ley de Inmersión Lingüística y el PP el que, sin embargo, votó a favor de la Ley de Normalización que hizo Pujol- y ha buscado de nuevo calentar la campaña con el tema de la lengua. Ha hecho una propuesta que parece propia de las repúblicas bananeras al decir que nunca un tribunal podrá estar por encima de lo que los ciudadanos digan en referéndum, lo cual supone llevarse por delante el Estado de Derecho y poner la gobernabilidad del país en manos de una especie de sistema asambleario… Y no estoy en contra de las consultas populares, al contrario, pero habría que recordarle a Rubalcaba el pequeño detalle de que la Constitución fue aprobada en referéndum, y de que él ha votado a favor de una reforma de la Carta Magna que se ha hecho sin consultar al pueblo soberano… Y que, en cualquier caso, lo que no puede ser es que un referéndum en una parte del territorio pueda modificar una Constitución que se ha aprobado en referéndum en todo el territorio, porque eso sería como condenarnos a la más absoluta de as anarquías.

El esperpento Curbelo

Luego ha venido lo de las listas, lo de poner a Camacho de cunero por la lista de Zamora en contra de la opinión de su partido, un modo muy democrático y muy respetuoso con las voluntad de los militantes y simpatizantes de su partido de hacer las cosas, ¿verdad? Pero el colmo, lo que verdaderamente resulta indignante y ofensivo, es que el candidato no diga ni ‘mú’, que mire para otro lado, cuando sus compañero canarios vuelven a proponer al ex senador Curbelo como candidato de su partido a la Cámara Alta.

Curbelo fue aquel personaje al que detuvieron por negarse a pagar los servicios que había contratado en una sauna-casa de putas en Madrid a la que había acudido con su hijo, y que le vino a decir a un policía aquello de “no sabe usted con quién está hablando” y, sin pudor alguno, se atrevió a sacar de la cama a altas horas de la madrugada nada menos que al presidente del Senado, Javier Rojo. En fin, una joya, uno de esos personajes de película de Santiago Segura que hacen palidecer con ese estilo faccioso y prepotente, que debería de estar no ya lejos, sino a miles de kilómetros de distancia de la política porque es una vergüenza para sus compañeros, para los canarios y para el país en general. Y, sin embargo, lo vuelven a presentar y estará de nuevo sentado en un escaño en la Cámara Alta si, por desgracia, los canarios lo eligen para ese cargo. Es de estas cosas que, de verdad, indignan a cualquiera, y hacen que la ciudadanía esté cada vez más desencantada con su clase política.

Pero esto es lo que ofrece Rubalcaba, la vuelta de Curbelo, y todo lo que eso conlleva de banalización del poder, de rechazo a cualquier clase de compromiso de regeneración ética. Pero ya se ve que lo contrario es como pedirle peras a un olmo.


El Confidencial – Opinión

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