domingo, 18 de septiembre de 2011

El cambio, proyecto nacional

A dos meses de las elecciones generales, el país afronta la recta final de una etapa marcada por el fracaso de un proyecto socialista que recibió la mejor herencia de la democracia española por parte de los gobiernos de Aznar y entregará una nación sumida en una profunda crisis económica, política, de valores y, sobre todo, de confianza y credibilidad. Cuesta encontrar en esta Europa democrática un Estado con el potencial del nuestro que se enfrente a un horizonte tan complejo y exigente que requerirá de todos esfuerzos y sacrificios importantes. Los estertores de este tiempo dominado por la izquierda retratan también a una formación descompuesta y desnortada, liderada por el corresponsable del fracaso como Pérez Rubalcaba, y a un PP, dirigido por Mariano Rajoy, que ha asumido ya su condición de partido de Gobierno.

En los últimos meses hemos insistido en la necesidad de un cambio político en España que suponga un giro de 180 grados sobre el trayecto recorrido en las últimas dos legislaturas. Hay motivos sobrados y razonados para apelar a esa catarsis nacional como un deber. Sólo hay que repasar los distintos sectores de nuestra vida pública, como hace hoy LA RAZÓN en un trabajo extenso y detallado, para entender que el país demanda el proyecto reformista más ambicioso e intenso de la historia democrática. Por supuesto, con prioridades como la economía, pues sin crecimiento, como acertadamente entendió desde hace años Mariano Rajoy, no habrá empleo ni recursos para afrontar otros cambios. Un plan global de reformas estructurales que afecte desde el mercado laboral, al sector financiero, pasando por la fiscalidad y los autónomos, pero también una política de disciplina presupuestaria, ajuste fiscal y equilibrio. Todo ello con el propósito de poner en marcha un país colapsado, y generar confianza dentro y fuera de España.


Sanidad, Educación, Justicia, Estado autonómico, administración pública son otros frentes en los que el nuevo Gobierno tendrá que promover cambios que, por ejemplo, garanticen el futuro de un sistema de salud y una enseñanza públicos de calidad y sostenibles financieramente. España necesita también una administración de justicia despolitizada que acabe con la imagen lacerante de dependencia que ha calado en la opinión. La reestructuración del marco autonómico, que establezca una racionalización de los servicios y las competencias, y una adecuación a un proyecto leal con el Estado que sirva a los ciudadanos, es otro argumento para el cambio.

Rajoy deberá liderar una suerte de refundación nacional. Tras más de tres décadas de democracia, y unos últimos ocho años de desgobierno, el Estado de Derecho se ha resentido y es preciso rehabilitarlo para evitar su ruina y prepararlo para el futuro. Es un proyecto nacional para un político y un partido que han demostrado en otros escenarios extremos inteligencia y solvencia para superarlos. España necesita un tiempo fiable que genere certidumbre y seguridad desde la moderación que plantea Rajoy y con su capacidad de generar consensos en asuntos de Estado. Es un trabajo hercúleo repleto de obstáculos, pero también una misión irrenunciable.


La Razón – Editorial

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