domingo, 11 de septiembre de 2011

Del calentón de la Asamblea al frío de la soledad. Por Andrés Aberasturi

A ver; la tendencia natural, lo que le pide el cuerpo y el alma a uno, es cerrar filas con los maestros, alinearse con los profesores y acompañarles hasta el final del camino. Pero justo entonces, te dicen que van reventar el pregón de las fiestas de mi querida Guadalajara y montan tal bulla en el teatro Buero Vallejo, que la pobre Almudena de Arteaga no puede dar lectura a los folios que estoy seguro había escrito desde el amor a esa tierra a la que pertenece por familia. ¿Qué culpa tiene la ciudad de los problemas de los profesores y por qué esa falta de educación de los que son, por definición, educadores?

Y buscando argumentos para apoyarles, te metes a estudiar informes comparativos con lo que ocurre con sus colegas en Europa y resulta que en primaria y secundaria, los maestros españoles no están nada mal ni en horas lectivas y ni en remuneración. Y planteas estas dudas a algún sindicalista y te dice que de dónde has sacado semejantes disparates; hay informes de la Comisión Europea, de la OCDE... Inútil, el sindicalista asegura que todo es mentira y que estás manipulando.


e vuelven a confirmar lo que aseguran los informes. De cualquier forma se me sigue apareciendo la figura de don Cruz, mi primer maestro -que yo creo que no bajaba de las treinta horas lectivas, el pobre- y pese al boicoteo nada elegante de Guadalajara y las informaciones de de la UE, vuelvo a intentar alinearme con ellos. Miro el mapa de los conflictos y donde más radicalmente se anuncian son en la Comunidad de Madrid, en Castilla-La Mancha y en la Galicia. Debe ser casualidad que sean las tres del PP.

Pero en Madrid se decide algo verdaderamente contundente: tres días a la semana de huelga indefinida. Y se decide -al parecer- un poco en contra de los sindicatos que proponían una manifestación para el día 14. Pero la asamblea no estaba por la labor de esa bobada y después de muchos abucheos y muchas intervenciones -muy al estilo 15-M- salen con el acuerdo de los tres días de huelga a la semana. Un fracaso más de los sindicatos que -aunque lo nieguen- están superados por todos sitios.

No sé que pasará en otras comunidades pero el peligro es siempre el mismo: el efecto bumerán de estas actuaciones. Llevamos 20 años de fracaso escolar, 20 años a la cola de Europa, 20 años de abandono de los estudios antes de tiempo, 20 años de todos los males habidos y por haber. ¿Convencerán los profesores a los padres de que todo este lío lo montan porque al tener que dar dos horas más de clase por semana se deteriora la calidad de la enseñanza? ¿Pero es que se puede deteriorar aun más? Y si al final hacen los tres días de huelga ¿convencerán que todo el lío en el se van a ver inmersas las familias es sólo por el bien de sus hijos?

Sólo queda esperar que se imponga la sensatez y el diálogo, que de los calentones de las asambleas se pasa al escalofrío de la soledad y que todos estamos bajo la misma crisis; que lo que ahora se jalea, en un par de semanas se vuelve contra sus protagonistas y entonces es muy difícil dar marcha atrás.


Periodista Digital – Opinión

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