miércoles, 14 de septiembre de 2011

De cemento armado. Por Carmen Tomás

El candidato Rubalcaba no deja de sorprendernos sobre todo por la caradura que está demostrando día a día. Las encuestas no le son nada favorables y la demagogia y directamente la mentira se ha instalado en su campaña. Rubalcaba no acaba de llegar ni a la política ni al gobierno. Todo el mundo lo sabe. Pero él se empeña en hacernos creer que llega de un mundo raro, desconocido para él. No hace mucho decía que tenía las recetas para sacar a la economía española de la crisis y que las pondría en marcha si la sociedad española le daba la confianza para gobernar. El viernes a petición suya. El PSOE recuperará el impuesto sobre el patrimonio con razones absolutamente contrarias a las que les llevó en diciembre de 2008 a suprimirlo. Da vergüenza leer ahora las razones que el socialismo exponía en su programa electoral o las declaraciones del propio Zapatero para acabar con este impuesto. Rubalcaba hace creer que ni estaba ni se le esperaba.

Antes fue la reforma constitucional para fijar un déficit público después de haberse reído de Rajoy. Y en las últimas horas Rubalcaba se ha atrevido a decir que se han perdido unos años preciosos para reformar el sistema financiero, una de las razones por las que España no convence a los mercados y es incapaz de financiar y ayudar a las miles y miles de empresas que se han visto obligadas a cerrar y a echar a sus trabajadores a la tragedia del paro por la falta de crédito.

Y esto sucede mientras España no deja de estar en el ojo del huracán. Grecia sin duda es un problema, pero ya hasta Obama asegura que después el problema es España. El Gobierno y el candidato del PSOE están en las antípodas de querer recuperar con reformas la confianza necesaria para lograr que España deje de ser un país al borde del abismo. A Rubalcaba le da todo igual. Sólo está pensando en salvar los muebles de un partido en descomposición y ahora sabemos que con miles de representantes corruptos que han dejado agujeros en las cuentas y muestras de su nula calidad moral. Lo que puede ocurrir en dos meses nadie lo sabe, pero no hace falta ser muy listo para llegar a la conclusión de que no nos espera nada bueno porque nada se hace para cambiar el rumbo de las cosas.


Periodista Digital – Opinión

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