lunes, 29 de agosto de 2011

La Fed toma el mando

La Reserva Federal sigue identificando mejor que el BCE las prioridades contra la crisis.

Las expectativas suscitadas por la comparecencia del presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, en la convención bancaria de Jackson Hole (Wyoming), derivaban del posible anuncio de nuevas medidas de estímulo monetario con las que hacer frente a la desaceleración del crecimiento económico. Será a mediados de septiembre, tras la reunión del comité de ese banco central, cuando conozcamos posibles actuaciones adicionales tendentes a evitar el estancamiento.

La desaceleración es un hecho. El mismo viernes, el Departamento de Comercio de Estados Unidos difundía la revisión a la baja del crecimiento de esa economía en el segundo trimestre del año. Ha crecido menos de lo que la propia Fed esperaba: un 1% entre abril y junio, frente al 1,4% estimado inicialmente. En el primer trimestre lo hizo solo en un 0,4%. Son señales ciertamente débiles. En ausencia de serias amenazas inflacionistas es previsible, por tanto, que ese banco central vuelva a atender a su otro objetivo: la lucha contra el desempleo.


La actitud de la Reserva Federal desde que se inició la crisis en el verano de 2007 contrasta con la mantenida por el Banco Central Europeo (BCE). Ha identificado mejor los verdaderos riesgos, subordinando las amenazas inflacionistas a la mucho más inquietante desaceleración del crecimiento y sus efectos sobre el desempleo. Su actitud adaptativa quedó clara hace unas semanas al anunciar que mantendría los tipos de interés a corto plazo en el nivel próximo a cero hasta mediados de 2013. El Banco Central Europeo, por su parte, se ha precipitado no solo en elevar sus tipos de interés en varias ocasiones, sino en subordinar la muy precaria recuperación económica y del empleo a unas exigencias de ajustes presupuestarios en toda el área euro que, siendo necesarios, admitían su distribución en un horizonte a medio plazo, como la propia directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, ha vuelto a sugerir. El resultado es que, a pesar de que fue en aquel sistema financiero donde emergió la crisis, ahora es en la eurozona donde la inestabilidad es más acusada.

El entorno económico global se ha deteriorado en los últimos meses lo suficiente como para que no quepa descartar que los bancos centrales tengan que acudir nuevamente con estímulos excepcionales. Si así fuera, la Fed sería nuevamente quien lideraría la asunción de esa prioridad por evitar males peores. El académico Bernanke conoce las consecuencias que en la extensión de la Gran Depresión tuvo la indecisión y tardanza en adoptar decisiones de estímulo. Las evidencias recientes en todas las economías avanzadas, y en algunas de las consideradas emergentes, así como las tensiones en los mercados financieros, han renovado las amenazas recesivas. Su alejamiento es compatible con el reforzamiento de los compromisos de saneamiento de las finanzas públicas a medio plazo.


El País – Editorial

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