miércoles, 20 de julio de 2011

El verdadero patriotismo. Por José María Carrascal

Lo importante es que quienes apoyaban a Zapatero se hayan dado cuenta de que representa un peligro para España.

MAL tienen que ir las cosas en España y en el PSOE para que el medio más importante de la izquierda haya adoptado la tesis de la oposición y le diga al presidente del Gobierno que se vaya cuanto antes. Los lectores de El País tuvieron que sufrir el lunes un shock al enterarse por el editorial y primer artículo de opinión de su periódico que «la pérdida de confianza en la gestión de José Luís Rodríguez Zapatero parece irreversible», que «su agónica legislatura ha entrado en un deterioro imparable» y cosas por el estilo, aunque no constituirían la menor sorpresa para los lectores de ABC, que vienen leyéndolo en estas columnas desde hace años sin que se nos hiciera caso, es más, ganándonos todo tipo de improperios y sarcasmos. Aunque no nos habíamos atrevido nunca, por pura cuestión de gusto, a apodar el optimismo zapateril de «patológico» —cosa que se hace en el citado artículo—, dejándolo en «antropológico», mucho más humano y sensible. Pero ya se sabe que las peores puñaladas las dan los amigos. O los que se presentan como amigos, pues en política no hay amigos. Hay sólo enemigos y potenciales enemigos. Por eso es más emocionante que cualquier thriller.

No hay ningún motivo, sin embargo, para la alegría. Tener razón no nos libra de estar al borde del abismo y el único alivio es que todos —bueno, casi todos— estamos de acuerdo en que lo más urgente es convocar elecciones, pues como Zapatero siga empeñado en completar la legislatura, va a dejar España como Don Juan a doña Inés, «imposible para vos y para mí», para él y para quien le suceda. Con una prima de riesgo que nos obliga a pagar 12.000 millones de euros anuales para financiar nuestra deuda, y subiendo, no se puede crear empleo, ni estabilizar nuestras cuentas, ni crear confianza, ni nada. Y si esa prima alcanza los 400 puntos, ya no tan lejos, nos caemos al precipicio.

Ha debido de ser lo que incitó a los editores de El País y a su consejero-delegado a cambiar 180 grados su rumbo y lanzar esos dos torpedos a la línea de flotación de ese barco a la deriva llamado zapaterismo. Hay quien dice que lo que intentan es evitar el hundimiento del partido socialista con él. No lo sé, ni me importa. Lo importante es que hayan adoptado finalmente la tesis que hasta ahora había combatido: que Zapatero es un peligro público para España, por lo que conviene apartarlo del poder para que no cause más daños. Aunque conviene dejar claro que esa idea no es suya. La viene sosteniendo el PP y algunos medios de comunicación desde hace años, ganándose el sambenito de aguafiestas, electoreros y antipatriotas. Cuando, electoralmente, al PP le convendría que Zapatero continuase para que la derrota del PSOE fuera aún mayor. Pero pide que se vaya cuanto antes. Eso sí que es patriotismo.


ABC - Opinión

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