sábado, 18 de junio de 2011

Un respiro vital

El acuerdo de Merkel y Sarkozy sobre la deuda griega aleja el riesgo de una crisis en la zona euro.

Conscientes de que era necesario tomar decisiones rápidas para alejar la catástrofe del impago griego, Angela Merkel y Nicolas Sarkozy anunciaron ayer a los mercados que Alemania y Francia se han puesto de acuerdo en el modelo de reestructuración de la deuda de Grecia. La participación de las entidades tenedoras de bonos en la quita será voluntaria, de forma que no se trata de un default (impago); cualquier acuerdo será negociado con el Banco Central Europeo y se renueva la deuda griega al vencimiento. Lo más importante del acuerdo, con todo, es que se pone fin al espinoso enfrentamiento entre las instituciones europeas (Alemania y sus aliados, por una parte, y el BCE por otra) que había sembrado el desconcierto entre los inversores y causado la explosión de los diferenciales de deuda de los países periféricos.

Prueba de que la reestructuración voluntaria era lo que esperaban los mercados es que las Bolsas europeas se dispararon como por ensalmo en cuanto Merkel y Sarkozy dieron a conocer la buena nueva y el diferencial de deuda de los países bajo sospecha descendió ligeramente. El triunfo de la tesis del BCE es, aunque le pese a Alemania, el triunfo de la solución más razonable. La quita de la deuda griega ya está en el mercado, porque se sabe que Atenas no puede pagar; que los inversores acepten de forma voluntaria menos dinero por los títulos que poseen evita que las agencias de calificación declaren una incidencia de crédito y salten sucesivamente todas las cláusulas de alarma financiera (por ejemplo, la suspensión inmediata de los créditos cuyo vencimiento está ligado al default de Grecia que incorporan muchas entidades financieras), que hubieran arruinado los mercados europeos, igual que el impago de Lehman detonó el crash global. La concesión de Merkel in extremis, antes de la fecha clave del lunes, ha evitado esa situación límite.


Pero no conviene olvidar que el acuerdo Sarkozy-Merkel es solo un respiro. Muy importante, porque gana tiempo, pero temporal al fin y al cabo. Es la declaración pública de que Grecia no caerá en el impago; pero el acuerdo final todavía no se ha conseguido. La reunión de ministros de Finanzas del lunes debe sancionar el consenso y el BCE y Bruselas tienen que perfilar los detalles del plan de reestructuración. Queda, por añadidura, un nudo que desatar. El acuerdo depende de que el flamante Gobierno de Papandreu presente el nuevo plan de ajuste presupuestario, para que así se transfieran a Grecia los 18.000 millones del quinto tramo previsto en las ayudas europeas.

Y aquí aparece de nuevo la importancia del factor político. La cuestión es si Papandreu y su nuevo Gobierno están en condiciones de respaldar una nueva contracción fiscal en medio de una sociedad en estado de permanente hostilidad a los requerimientos de la Comisión Europea. El acuerdo franco-alemán puede arruinarse si no hay un interlocutor político fiable en Atenas.


El País - Editorial

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