jueves, 30 de junio de 2011

Grecia obtiene respiración asistida

El plan de ajuste es digno de consideración, pero no garantiza su suficiencia si tenemos presente hasta qué delirante extremo el elefantiásico Estado griego ha estado viviendo durante lustros por encima de sus posibilidades.

Con la aprobación de un nuevo plan de ajuste hasta 2015, el Gobierno griego acaba de desbloquear los 12.000 millones del quinto tramo del préstamo del FMI y la UE sin el cual el Estado heleno no hubiera podido, simplemente, afrontar sus pagos este mismo mes de julio. El tiempo dirá si este nuevo paquete de medidas de austeridad ahuyenta decididamente el fantasma de la bancarrota o, por el contrario, se trata tan solo de una nueva huida hacia adelante.

Por de pronto, el plan aprobado incluye un recorte de los gastos del Estado en unos 14.300 millones de euros, al que se suma la pretensión de recaudar otros 14.100 millones hasta 2015, con el fin de pasar de un déficit del 9,5% por ciento a uno debajo del 3% del PIB. A todo ello hay que sumar un plan de privatizaciones con el que se pretende reducir en cinco años el total de la deuda pública en unos 50.000 millones de euros, lo que supondría reducirla del 150% al 120% del PIB.


Se trata, sin duda, de un plan de ajuste digno de consideración, pero que no consigue su suficiencia si tenemos presente hasta qué delirante extremo el elefantiásico Estado griego ha estado viviendo durante lustros por encima de sus posibilidades. A este respecto cabe señalar que el Estado griego podría haber afrontado más eficazmente su monumental crisis de deuda deshaciéndose de muchos más activos de los que va a poner a la venta con su plan de privatizaciones, evitando de esta forma una mayor presión fiscal que, para colmo, no garantiza un proporcional aumento de recaudación.

El nuevo impuesto sobre grandes fortunas, el nuevo tributo de solidaridad de entre el 1% y el 5% de la renta familiar, el incremento del IVA (del 19% al 23%) y el de los impuestos especiales, así como la eliminación de numerosas exenciones y de un tercio del mínimo vital exento son todas ellas medidas que lastrarán el crecimiento económico y que no garantizan la totalidad de la recaudación con la que el Gobierno pretende aminorar el déficit. Bien es cierto que para esa tarea el Estado también cuenta con un plausible y ambicioso plan de reducción del gasto que incluye medidas tales como la supresión de 150.000 empleos públicos, el 25% del total, recortes en subvenciones o la reducción del gasto militar (el más alto porcentualmente de los países europeos de la OTAN).

Con todo, no olvidemos que los 12.000 millones que, gracias a la aprobación de este plan, el Gobierno griego va a obtener del FMI y de la UE no suponen más que lo que ha de pagar el Estado griego anualmente en concepto de devolución de principal e intereses. Por todo ello, que nadie lance campanas al vuelo ni se deje engañar por esporádicas subidas de la bolsa. No es la primera vez que Grecia ha estado al borde de la suspensión de pagos y nada garantiza que sea la última.


Libertad Digital - Editorial

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