jueves, 24 de marzo de 2011

Portugal agudiza la crisis

La crisis europea sufrió ayer un nuevo revés que puede abocar a la Unión a otro escenario de turbulencias similar a los que se dieron con los rescates de Grecia e Irlanda durante 2010. El Parlamento de Portugal vetó ayer el plan de austeridad del Gobierno socialista de José Socrates después de ser rechazado por toda la oposición. El Partido Social Demócrata, la principal fuerza alternativa, argumentó que el programa no había sido consultado con los grupos antes de ser presentado en Bruselas y que imponía nuevos sacrificios a la sociedad que revelan la incapacidad del Gobierno socialista para sacar al país de la situación actual. El revés parlamentario se convirtió de facto en una moción de censura, que empuja al país a un escenario de interinidad y de adelanto electoral. El propósito del cuarto plan de austeridad en un año era calmar a los mercados y a los organismos internacionales. Recogía un recorte del 5% de las pensiones superiores a 1.500 euros, la congelación salarial de los funcionarios y una reducción de costes en la Sanidad y en la Educación, así como actuaciones en el mercado laboral. Con estos ajustes se pretendía lograr un recorte adicional del 0,8% del PIB para cumplir con el objetivo de déficit de 2011, situado en el 4,6%. Sin embargo, la crisis política coloca a la economía lusa muy próxima al rescate. De entrada, los mercados enviaron ayer y anteayer sucesivos mensajes de desconfianza. La prima de riesgo de la deuda portuguesa a diez años respecto al bono alemán llegó a alcanzar los 459 puntos básicos, con una rentabilidad del 7,798%, por encima del nivel en el que Grecia e Irlanda solicitaron la asistencia europea. La economía portuguesa tiene graves problemas que alimentan las dudas sobre hasta qué punto es sostenible el precio actual de la financiación de su deuda. El principal obstáculo para la recuperación de la economía es la baja productividad y el horizonte es de escaso crecimiento para los próximos años. En este contexto, Portugal no podrá salir adelante sin una agenda de reformas estructurales fuertes que fomente un aumento de la flexibilidad en los sectores más regulados, especialmente en el mercado de trabajo. Hay que crear las condiciones para que la inversión aumente, porque sin ella no habrá crecimiento ni se reducirá una deuda pública que podría alcanzar el 100% en 2014. Hay que tener presente para valorar las dificultades que los inversores internacionales han salido en gran medida del país. El efecto contagio es preocupante para España, que es la nación europea con mayor exposición a Portugal. Nuestra banca tiene cerca de 76.900 millones de euros en activos lusos, lo que justifica la inquietud por los acontecimientos portugueses. En estas circunstancias, el rescate puede ser interpretado como el mal menor para un Portugal sin liderazgo político e inmerso en un laberinto financiero y en un torbellino de incertidumbres. Cuatro planes de ajuste en un año describen un callejón sin otra salida que una alternancia política que recupere la confianza. Para nuestro país, la estabilidad del vecino es imprescindible, y el Gobierno hará bien en defender una salida europea para Portugal.

La Razón - Editorial

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