miércoles, 23 de marzo de 2011

Hijo del ínclito Marte. Por M. Martín Ferrand

Los siete años de zapaterismo que llevamos vividos nos han enseñado a confiar mucho más en la sociedad que en el Estado.

MIENTRAS el portaaviones «Príncipe de Asturias» supera la ITV, el presidente del Gobierno se dirigió al Congreso para convalidar su decisión guerrera y aclararnos que «no pretendemos expulsar a Gadafi sino evitar que siga atacando al pueblo libio». Cuando se tienen las ideas claras todo resulta más sencillo y, en ese entendimiento, José Luis Rodríguez Zapatero bien pudo comparecer ante los representantes del pueblo español —de quienes se sospecha que sí quieren expulsar a Zapatero— e iniciar su perorata con el primer verso del himno del Regimiento de Infantería Inmemorial del Rey nº 1, la unidad militar más antigua del mundo: «Hijos somos del ínclito Marte». Puestos al esperpento, cuanto más mejor en esta España surrealista. Tan deplorable es el espectáculo de escaseces y desconexiones, de protagonismos indebidos y ocultación fácticos, que nos ofrece el Gobierno que parece dirigido por Gerard Mortier, el genio escénico que ha metido el Werther de Massenet en un cajón y el cajón en el escenario del Teatro Real de Madrid para demostrar el «aquí mando yo» de los mediocres.

Los siete años de zapaterismo que llevamos vividos, repletos de odios retrospectivos e interpretaciones fofas de la realidad más dura, nos han enseñado a confiar mucho más en la sociedad que en el Estado y en las instituciones. A pesar de ello la sesión parlamentaria de ayer es de difícil digestión. Mariano Rajoy, en la serenidad de quien ya se sabe presidente del Gobierno dijo lo que le cuadra a sus vísperas y los demás, unos cooperadores necesarios de la política gubernamental que denostan y otros zigzagueantes observadores más atentos al cazo regional que a la olla nacional española, trataron de salvar la cara y nos enseñaron el plumero. Hasta Gaspar Llamazares, coherente en su «no a la guerra», llegó a proponerle a Zapatero, el zurdo, el modelo político de Angela Merkel. El desideratum.

Lo que USA no quiere y la OTAN no puede se ha quedado en «la coalición de París», algo difícil de explicar e imposible de entender... salvo por el renovado Zapatero que inició su primer mandato desbaratando de malos modos la organización occidental en Irak y se dispone a terminar el segundo con el fusil en la mano, pleno del «ardor guerrero» del himno de Infantería en una confrontación que, está en el aire, solo en el aire, para contradecir todas las teorías militares desde Alejandro Magno a nuestros días. Muy lejos de cualquier interés en la quiniela sucesoria del líder hay que ver en tan raras maniobras la inspiración castrense de Carme Chacón. Menos mal que «Tramontana», el submarino, se dispone a pre-posicionarse.


ABC - Opinión

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