sábado, 26 de marzo de 2011

Cómo descafeinar un pacto ya descafeinado

Zapatero ha presentado en La Moncloa dos medidas que pretenden atacar los grandes problemas de nuestra economía cuando, en realidad, sólo buscan dejar las cosas tan mal como están.

Puede que no haya mejor indicador de la renuencia de este Ejecutivo a adoptar las reformas correctas que esa sucesión interminable de nuevos parches que vienen a corregir otros parches. Si las cosas se hubieran hecho bien desde el comienzo, habría resultado innecesario enmendarlas mes a mes; pero como las cosas se hacen mal de manera deliberada, se vuelve imprescindible ofrecer la apariencia de que nos movemos lentamente hacia delante cuando en muchos casos estamos retrocediendo.

Con tal de hacer valer ese descafeinado Pacto por el Euro que los jefes de Estado y de Gobierno europeos suscribieron hace dos semanas, Zapatero ha presentado hoy en La Moncloa dos medidas que pretenden atacar los grandes problemas de nuestra economía cuando, en realidad, sólo buscan dejar las cosas tan mal como están.


La primera de ellas es ligar la evolución del gasto público al PIB, de modo que si éste cae aquél deba reducirse. La partitura puede sonar bien, pero la interpretación que de ella haga el Ejecutivo es otra cosa muy distinta. Al cabo, si miramos desde otro ángulo la medida, lo que viene a decir es que cuando el PIB suba, habrá que aumentar el gasto. Y si algo ha mostrado esta crisis, es que en los períodos de estancamiento y recesión, la recaudación fiscal se hunde mucho más rápidamente que un volumen de gasto que se ha hipertrofiado y consolidado durante los años de ficticia bonanza.

En estos momentos, el estado de las cuentas públicas, especialmente el de unas autonomías que no están sujetas a esta reforma de la Ley de Estabilidad Presupuestaria, es tan crítico –con alrededor de 100.000 millones de euros de endeudamiento adicional al año– que debemos tratar de dirigirnos lo antes posible hacia un superávit que permita amortizar nuestra deuda. Ése debería ser el auténtico objetivo de la ley: que en todo momento, con independencia de la coyuntura, mantengamos el superávit y no que el Gobierno cumpla con sólo bajar algo el gasto en momentos de crisis.

La otra brillante ocurrencia del Ejecutivo ha sido la de atacar a la economía sumergida. En lugar de plantearse por qué motivos nuestra rigidísima regulación laboral impide que las mismas personas que son capaces de encontrar un empleo de manera informal regularicen su situación, Valeriano Gómez ha optado por amenazar a una de las escasas válvulas de escape que les quedan a nuestros casi cinco millones de parados. En lugar de levantar reglamentaciones absurdas y pauperizadoras, el Gobierno las mantiene y ataca con saña a quien se las salta para tratar de sobrevivir.

En definitiva, dos reformas que sólo servirán para apuntalar la preocupante situación actual, ya sea, en un caso, por claramente insuficiente, ya sea, en el otro, por profundamente desnortada. Zapatero ha conseguido lo que parecía imposible, descafeinar el ya de por sí descafeinado Pacto por el Euro.


Libertad Digital - Editorial

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