sábado, 5 de febrero de 2011

Reptiles sin fondo. Por M. Martín Ferrand

Hoy a Sevilla se llega en el AVE de Madrid y, según parece, no hay límites, ni para los reptiles ni para lo indecoroso.

LOS fondos de reptiles constituyen una vieja tradición española. No son un mecanismo para tomar a la ligera ni resolverlo con el desdén que merece la corrupción institucional e institucionalizada porque su existencia ha sido, y es, determinante de muchos fenómenos que, sin él, resultarían inexplicables. Ahora parece que en la Junta de Andalucía, en la que superviven situaciones que ya retrató Miguel de Cervantes en la casa de Monipodio, existía —¿sigue existiendo?— un fondo de reptiles, como si los reptiles tuvieran fondo, de más de seiscientos millones de euros —¡cien mil millones de pesetas!— con los que, entre 2003 y 2007, se financiaron diversos expedientes de regulación de empleo y, entre ellos, los de Mercasevilla, donde recibían salario algunos notables socialistas que no eran, realmente, trabajadores de la entidad. Así lo cuenta la policía y lo ha declarado Francisco Javier Guerrero Benítez ex director general de Trabajo de la Consejería de Empleo.

Los fondos de reptiles, tan del folclore político español, pueden clasificarse según su aplicación: a) los que tienen como fin principal la retribución discreta de amigos y allegados; b) los que se aplican, con entregas anticipadas, para captar voluntades distantes; c) los que retribuyen, a posteriori, algún servicio no presupuestado ni confesable; d) los que tratan de seducir a los periodistas ariscos o recompensar a los adictos; e) los que sirven de argumento capaz de doblegar la voluntad de personajes de la oposición y f) los de uso plural y casuístico. Todos ellos arrancan de un solo principio: el desahogo y falta de conciencia de quien administra fondos públicos como si fueran privados y no sujetos a su previsión y aprobación presupuestarios.

Es pronto para sacar conclusiones y apuntar responsabilidades; pero la magnitud de este nuevo caso de corrupción en Andalucía, concordante con otros muchos habidos en la historia políticamente monocolor de la Junta, exige explicaciones rotundas. El tiempo a que se refiere la investigación de la policía judicial entra de lleno en el mandato del hoy vicepresidente tercero del Gobierno de España y presidente del PSOE que, para luego es tarde, ya debiera haber comparecido, al menos ante la prensa, para dar razón de tan singular uso del dinero público. En tiempos de Rinconete y Cortadillo a Sevilla llegaban los galeones cargados de oro y plata americanos y Monipodio y otros jefes de partida y líderes de cachiporra exigían un mínimo código de conducta a sus pupilos. Hoy a Sevilla se llega en el AVE de Madrid y, según parece, no hay límites, ni para los reptiles ni para lo indecoroso.


ABC - Opinión

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