viernes, 4 de febrero de 2011

Gómez corrige a Merkel. Por M. Martín Ferrand

Gracias a Gómez, la nacionalidad de la productividad se une a la cuadratura del círculo.

MARIANO —el camarero que me atiende en el bar, no el líder del PP— asegura que Ángela Merkel es como Rita Barberá, pero sin cohetes. Desde siempre los camareros, los taxistas, los peluqueros y cuantos trabajan de cara al público, en contacto y conversación con él, han sido analistas finos y, generalmente, más profundos y auténticos que quienes nos dedicamos profesionalmente al escrutinio de la actualidad y sus protagonistas. Merkel es un titán y, sobre todo, se ha convertido en el emblema de la nueva Europa, la que se trata de construir con voluntades escasas, tratados vaporosos y un euro que, mejor o peor, ha redimido al Viejo Continente de la servidumbre del dólar y, en buena medida, de la inflación. Sabe, por formación y experiencia, que el trabajo tiende a ser una panacea eficaz para los males de cualquier Nación y que es prudente crear situaciones propicias para que surjan las causas que provocan los efectos que mayoritariamente deseamos.

Ayer, en unas pocas horas y con el aire cortés que impone una cumbre bilateral entre países históricamente amigos, supo decir lo conveniente, apuntar lo necesario y dejar en el aire, para uso de buenos entendedores, la idea firme de que sin esfuerzo y sacrificio Europa no irá hacia arriba y, con mayor velocidad, España se hundirá en el pozo en el que suelen caer los dichos huecos y las palabras necias en las que, por cierto, aquí somos mayoristas y disponemos de stocksuficiente para suministrar a todos nuestros socios en la Unión.

Entre los muchos puntos de la doctrina económica cuya bondad ha demostrado en su país la canciller alemana, hay uno especialmente persistente: la retribución a los trabajadores según su productividad y no como consecuencia automática de la inflación. Se podrá admitir o discrepar frente a una tesis tan brillante como pragmática; pero nuestro ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, haciendo uso del desdén mejor que del talento, se ha permitido replicar a Merkel. A España «no le ha ido mal» vincular los salarios a la inflación —¿nos ha ido bien?— y, no contento con tan identificador planteamiento añadió ayer mismo: «La productividad es un tema más alemán que español». Que la Inmaculada y san Francisco de Asís, patronos de su pueblo natal —Arroyo del Ojanco— colmen de bendiciones redentoras a tan preclaro personaje, que está en la línea de formación profunda, imaginación portentosa y vocación de servicio que inspiran al Gobierno a que pertenece. Gracias a Gómez, mente preclara del zapaterismo, la nacionalidad de la productividad se une a la cuadratura del círculo y demás problemas insolubles de nuestra cultura.


ABC - Opinión

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