sábado, 16 de octubre de 2010

Postración culpable. Por Hermann Tertsch

La política exterior de un país es la protección y el desarrollo de los intereses nacionales en el marco de unos principios y valores generales de la nación. Así podría definirse la gestión de las relaciones internacionales de los países civilizados. Que nosotros estemos haciendo todo menos eso se debe a lo mismo que nuestro hundimiento económico, político e institucional interno, a la ineptitud culpable. Pero quizás sea más espectacular porque la crisis económica se sufre individualmente, pero el enajenamiento de los responsables de nuestro prestigio, nuestra credibilidad y nuestra seguridad exterior se plasma ya en un ridículo tan sangrante que añade la humillación colectiva nacional a la tragedia. Muchos espantados, todos estupefactos, nuestros aliados y rivales en el escenario internacional asisten al increíble espectáculo que esta ofreciendo España, con mil años de embajadas de sus reinos, quinientos de inmensa presencia en el mundo, una historia como imperio y protagonista en el concierto de naciones. Solo Francia y el Reino Unido pueden presumir en el mundo de una historia de relaciones internacionales similar a la nuestra. Y nadie se puede explicar fuera como hemos caído en este estado de postración en el que la miseria moral de apoyar a Cuba se une a la cobardía frente a Marruecos o Venezuela, a nuestra estulticia frente a Gibraltar, nuestra ineptitud y dimisión en la política europea y nuestro cretinismo en la política africana. El provincianismo de los gobernantes, su semianalfabetismo en historia y su ñoñería efectista, siempre adobados por una subcultura ideológica izquierdista grotesca, nos ha convertido en hazmerreír de muchos y en objeto de compasión para otros. La tragedia no es menor. Porque en política interna cabe alegar que la culpa es de los electores que insistieron en darle el poder a quienes no habrían podido hacer más daño con un plan diseñado por traidores. Pero en la política exterior, cuando se pierde el respeto y los amigos ya no depende de uno mismo recuperarlos. Ahí estamos.

ABC - Opinión

Un líder sin escrúpulos. Por Edurne Uriarte

«Es una barbaridad», «es inadmisible», son dos valoraciones del acuerdo final de Zapatero con el PNV para garantizar su continuidad en el poder hasta 2012 que no surgen de la oposición sino de las propias filas del PSOE. Del PSE, como informaba ayer «El Correo». En la misma línea de las primeras reacciones ciudadanas a la cesión total de Zapatero a todas y cada una de las exigencias del PNV. En los foros de internet de los medios de izquierdas, por ejemplo. «Más de 30 años luchando para que en Euskadi gobierne un partido no nacionalista y ahora Zapatero le regala el poder al PNV. ¡Os va a votar vuestro padre!», decía uno. O «El PSOE y Zapatero cederían Andalucía a Bin Laden con tal de mantenerse en el poder». El tono del 80% de los comentarios en dichos foros da una idea de que esta última maniobra de supervivencia de Zapatero tendrá un coste nefasto para él. Le permitirá mantenerse un año y medio más en La Moncloa, pero a cambio de un deterioro de él mismo y de su Gobierno que harán mucho más trágica la caída final. Algo que evidencia lo obvio. Que se trata de un acuerdo forzado por la voluntad de Zapatero de continuar en el poder, pero contrario a los intereses del propio PSOE, además de a los intereses nacionales.

Lo más letal para el liderazgo de Zapatero es, de hecho, la traición al PSE. La humillación de Patxi López y el golpe mortal a la imagen y legitimidad del Gobierno vasco. Lo que le deja ante los suyos como un líder sin escrúpulos capaz de sacrificar a los propios compañeros de partido. Y a cambio de intereses puramente personales.

El discurso oficial, «es bueno que el PNV se integre en la gobernabilidad», acatado disciplinadamente por el PSE, no hace más que prolongar su humillación en ridículo. Y pone al PP vasco en la necesidad de revisar su apoyo so pena de verse arrastrado al mismo ridículo.


ABC - Opinión

Cataluña. Al PP lo que es de Pepe. Por Maite Nolla

El PP de Cataluña tiene que padecer la sospecha de que lo hace por la presión de C's. Pero es que tampoco es muy cierto eso. Quien ha instado el celo de la defensora del Pueblo ha sido el diputado Pepe Domingo, que ya no es de C's.

Si normalmente somos críticos, también hay que reconocer que por una vez algunas instituciones y algunos partidos políticos han hecho lo que se espera de ellos. El caso es que por diferentes motivos y por varias vías, algunas repetidas, tres leyes del parlamento de Cataluña, de ésas que a la vista de la sentencia del Constitucional sobre el Estatuto resultan inconstitucionales, han sido recurridas. Es cierto que del Constitucional la prudencia y los precedentes merecen que una se espere lo peor. Además, si se confirman nombramientos como el de Eliseo Aja, en materia de nacionalismo la cosa no va a variar mucho. El señor Aja es uno de esos juristas pronacionalistas, pese a su origen cántabro, que tanto daño han hecho y van a seguir haciendo a la institución. Pero, puestos en lo mejor o en lo peor, imaginen que antes de que se renueve el Tribunal, el PP gana las elecciones y el balance muy jurídico de las mayorías se decanta de forma distinta a la habitual.

Como les decía, pese a los insultos y las presiones, tanto la defensora del Pueblo como el diputado Pepe Domingo, Ciudadanos y –enhorabuena a los premiados– hasta el PP, han conseguido que la Ley del Cine, el Código de Consumo de las multas y la Ley de Acogida –una especie de norma sobre nacionalidad catalana, más que sobre extranjeros– hayan sido recurridas. Y ya veremos qué pasa.

Y lo justo sería que a todos ellos les aprovechara electoralmente haber hecho lo que tocaba, o por lo menos que a todos les aproveche en la medida de su esfuerzo. Me refiero a que la confusión y a veces la mala información pueden provocar que los méritos se los lleven, no ya los que no se lo merecen, sino más de lo que se merecen. Por ejemplo, muy pocos medios al dar la noticia de los recursos del PP recordaban las peticiones previas de los otros. Y la noticia de los recursos de la defensora del Pueblo no tenía referencias de los antecedentes.

Les digo todo esto porque el PP de Cataluña, que por una vez hace lo que toca, tiene que padecer la sospecha de que lo hace por la presión de Ciudadanos y que, muy probablemente, de no haber elecciones a la vista no habría habido recurso. Pero es que tampoco es muy cierto eso. El que ha instado el celo de la defensora del Pueblo ha sido el diputado Pepe Domingo, que ya no es de Ciudadanos, pese a que mucha gente aún lo piense, y que se ha adelantado, él sólo, a dos partidos políticos, que, aunque uno de ellos pequeño, tienen muchos más medios que una sola persona, como es obvio.

Lo que me temo es que la confusión y la información incompleta sean causa del resultado de las encuestas y puedan condicionar el resultado definitivo en cuanto la minoría no nacionalista, especialmente si añadimos el factor UPyD, hasta la fecha desaparecidos. Pero eso se lo contaré otro día.


Libertad Digital - Opinión

La jauría informativa. Por M. Martín Ferrand

A esto del periodismo español hay que meterle mano y aislarlo de la principal de las consignas imperantes: todo vale.

EL periodista, en tanto que testigo de la actualidad, debiera comportarse con urbanidad; pero suele ocurrir, en defensa de unos intereses bastardos que se disimulan bajo el paraguas de la solidaridad, que nuestra conducta profesional es impropia de seres civilizados. Los informadores, ciertos o presuntos, acudimos al escenario de los acontecimientos que generan la pasión popular y, sin llegar a ladrar —que todo se andará— actuamos como una auténtica jauría. No renuncio a mi condición de periodista; pero, lo confieso, me avergüenzo de ella y, unas veces por el descarado sectarismo y otras por la ostentación de la barbarie procedimental, me siento más cómodo subido en una columna como ésta, como los estilitas medievales, que a pie de obra, donde se le toma el pulso a la realidad.

Una vez más, que España es tierra de excesos crónicos, se esgrimen la libertad de expresión y el derecho a la información, dos pilares de la democracia verdadera, para saltarse a la torera los derechos y las libertades ajenas. El espectáculo que, dentro del marco del macroproceso que conocemos como «caso Malaya», se produjo a las puertas de los juzgados de Marbella con Isabel Pantoja como víctima clama al cielo y señala un montón de focos de responsabilidad no exigida, aunque a todas luces exigible. Quienes dicen ser informadores y periodistas, y es posible que lo sean, se condujeron como energúmenos y, en continuado e intolerable acoso, agredieron a la tonadillera hasta el punto de romperla el vestido que llevaba puesto. Tampoco el juez competente, a quien cabe suponerle discernimiento suficiente, tomó las cautelas debidas tras la citación de un personaje de tan grande popularidad y cabe suponer que el subdelegado del Gobierno en Málaga ostente en otros acontecimientos más sensibilidad y capacidad preventiva que la demostrada en esta ocasión. El orden público sigue siendo competencia de Interior.

Seguramente, los alborotadores, amurallados tras la condición periodística, no se ponían en pie cuando, en sus respectivos centros de enseñanza primaria, el profesor entraba en el aula y, también posiblemente, comían con los dedos y sorbían la sopa sin que sus padres les reprendieran por ello. No han hecho otra cosa que profundizar en sus primeras experiencias; pero, además de las evidentes responsabilidades que concurren en tan sintomático caso, está la metaresponsabilidad de los editores que, por vender un ejemplar o ganar un espectador, pagan a los salvajes por comportarse salvajemente. A esto del periodismo español hay que meterle mano y aislarlo de la principal de las consignas imperantes: todo vale.


ABC - Opinión

Disculpas urgentes. Por Alfonso Ussía

Por lo leído, visto y oído en algunos medios de comunicación de España, el Presidente de Chile, Sebastián Piñera, tiene que pedir urgentes disculpas por no ser de izquierdas. Ha sentado muy mal su éxito espectacular y la demostración de seriedad y unión que ha dado Chile bajo su humanísimo y sonriente liderazgo durante el perfecto rescate de los mineros chilenos. Ha molestado tanto su condición liberal-conservadora que algunas plumas y voces le han responsabilizado del deterioro y falta de seguridad existentes en las minas de su país. El salvamento de los treinta y tres mineros supone un triunfo personal, porque fue el Presidente Piñera el que hizo oídos sordos a quienes le aseguraron que los trabajadores sepultados a setecientos metros de profundidad no sobrevivirían. Y fue el Presidente Piñera el que tomó el mando de la preparación, buscó financiación, mantuvo viva la esperanza de sus familiares y demostró que los milagros son posibles. Claro, que para todo ello hay que contar con la ayuda de una sociedad unida, de una ciudadanía culta y preparada y de unos medios técnicos, propios o importados, dignos de una nación desarrollada.

En España, una inmensa mayoría ha celebrado como si fuera suyo el prodigio del rescate, y ha sentido una envidia sana de los chilenos, que tienen un dirigente excepcional. Envidia muy comprensible, como es de suponer. Esa unión admirable, por encima de tendencias e ideologías, ese himno nacional entonado con emoción por los mineros y su presidente en la boca de la mina, ya el deber cumplido, nos ha hecho ver a muchos españoles que una patria con doscientos años de historia puede sentirse más arraigada que la nuestra, milenaria. Un Chile democrático y vivo, pujante y honrado, sin nacionalistas, sin sectarios, sin imbéciles, sin memos empecinados, al menos en apariencia. Eso sí, tienen que pedir disculpas a los medios de información afines al Gobierno de España, a su izquierda de Visa Oro y a sus partidarios. No es tolerable que siendo liberal-conservador se haya metido en el bolsillo, Chile lo primero, a todo un pueblo, y que su prestigio haya alcanzado cotas inalcanzables para otros en todos los rincones del mundo. Señor Presidente de la República de Chile: acuda a España cuanto antes y pida perdón por haber padecido un terremoto y que por un corrimiento de tierras se haya derrumbado una mina. En China, mueren seis mineros cada día, pero ese problema no les afecta a los «progresistas» de profesión.

Sea humilde y pida perdón, señor Presidente, por ser competente, humano, serio y constructivo. Qué inasumibles impertinencias. Qué provocadoras extravagancias. De haber sucedido en España la tragedia, no quiero ni pensar las consecuencias. Hubieran intervenido hasta Bibiana Aído, Leire Pajín, Zerolo y Corbacho, todos ellos coordinados por Zapatero. Y a éste, con toda probabilidad, le habría dado «pereza» permanecer treinta horas en la boca de la mina recibiendo a sus mineros y salvadores. Ya le dio «pereza» un viaje oficial y dejó plantado al Presidente de Polonia. «No puedo descansar ni los domingos», dijo en determinada ocasión.

Venga, señor Piñera. Y pida humildemente perdón por ser tan buen Presidente como persona.


La Razón - Opinión

PSOE. Pero, ¿hubo alguna vez 20.000 ultraderechistas?. Por Pablo Molina

Entre los verdaderos ultraderechistas y la ultraizquierda debiera haber un sentimiento de camaradería instintivo. Que se junten para discutirlo y a los demás, a los que no somos socialistas ni pardos ni negros, que nos dejen en paz.

La extrema derecha, o mejor, la derecha extrema, por atenernos al canon actual del progresismo para definir a sus adversarios ideológicos, no puede ser una categoría política porque resulta imposible definir su esencia. Ocurre exactamente igual que con el "centro", un concepto geométrico y por tanto inservible para caracterizar el contenido ideológico de una opción política.

De hecho se da la paradoja de que lo que podríamos denominar como ultraderecha clásica no es otra cosa que un socialismo nacionalista y, por tanto, mucho más cercano a las tesis habituales de la izquierda para ordenar la sociedad que a lo que identificamos con la derecha política contemporánea.

La izquierda utiliza el espantajo de la derecha extrema no con intención de describir a un rival –en realidad un socio con el que comparte muchas ideas–, sino para denigrar a la derecha política situándola extramuros de la democracia. Para la izquierda, cualquier ciudadano que se atreva a poner en cuestión sus dogmas es sospechoso de veleidades ultraderechistas o proclive al fascismo, otra categoría política deformada por el cotarro político-mediático, incapaz de entender que para ser fascista es imprescindible ser primero socialista, circunstancia que no concurre en las personas que tienen ideas compatibles con la tradición liberal y conservadora.


En todo caso, si existiera en España de forma perceptible, la extrema derecha sería una opción tan admisible como el comunismo, que incomprensiblemente todavía pervive en el panorama político de las sociedades libres a pesar de que busca expresamente su destrucción. Pero el caso es que no hay en España un partido político nacional-socialista de importancia, más allá de las coaliciones puntuales que ahorma precisamente la socialdemocracia cuando necesita alcanzar el poder, otra contradicción de la que el PP, lamentablemente, no extrae el abundante rédito político que podría proporcionarle en la opinión pública

El Gobierno y sus terminales mediáticos están plenamente satisfechos con la propagación del estrambote ultraderechista para justificar la desafección popular hacia ZP, todavía muy inferior a lo que el personaje merece. Tal vez lo que buscan es que en una próxima convocatoria callejera aparezcan los comandos llamados "antifascistas" para dar una paliza a los contribuyentes que mantienen sus cuchipandas acusados de ultraderechistas, en cuyo caso, huelga aclararlo, la culpa será de las víctimas.

Y el caso es que entre los verdaderos ultraderechistas y la ultraizquierda debiera haber un sentimiento de camaradería instintivo. Que se junten para discutirlo y a los demás, a los que no somos socialistas ni pardos ni negros, que nos dejen en paz. El Gobierno el primero.


Libertad Digital - Opinión

Rescate minero en España. Por Ignacio Camacho

El revoltijo competencial de las autonomías hubiese convertido el salvamento en un sainete trágico.

EN el fondo han tenido suerte esos mineros chilenos; suerte de que no les pasara lo que les ha pasado en España. ¿Alguien se imagina aquí una operación de rescate similar? No, no sólo porque nos falte un presidente con el aplomo de Piñera y su capacidad de liderazgo, sino porque el revoltijo competencial de las autonomías hubiese convertido el salvamento en un sainete trágico.

Para empezar, el Gobierno español no tiene apenas competencias para operar en un caso así. Habría tenido que coordinarse con la autonomía correspondiente, y más vale no pensar que se tratase de instituciones gobernadas por distintos partidos. Conflicto al canto: celos, roces, desconfianzas, pulsos de protagonismo. Comisiones y mesas bilaterales por un tubo. Discusiones presupuestarias y debates parlamentarios de petición de responsabilidades. Y ello en el caso de no estar por medio los nacionalistas, que de momento habrían cuestionado la injerencia del Estado, tras pedirle, eso sí, que se hiciese cargo del coste de la operación. Aun en el supuesto de un final feliz, la culminación del rescate habría sido digna de verse: ¿Quién se pone el primero en la foto? ¿Qué bandera se pinta en la cápsula salvadora? ¿En qué idioma se saluda a los mineros recién devueltos a la superficie? ¿Qué himno se toca cuando salgan? ¿Quién se cuelga las medallas de la gloria? Y los pobres rescatados, abrazados nada más aparecer, con las gafas de sol todavía puestas, por una tropa de altos cargos dispuestos en riguroso orden de protocolo por una tropa de asesores, y dándose codazos entre ellos: ministros, barandas y consejeros autonómicos, diputados provinciales, alcaldes de toda la región…


Luego, la bronca mediática. Dos meses de tertulias crispadas con participación de supuestos expertos en ingeniería minera, cada uno con su particular fórmula para sacar a los enterrados. Las belenesteaban de turno entrevistando en prime time a las mujeres de los sepultados, con probable escandalera de amores furtivos. La prima de un pariente de un minero contando una presunta noche de amor con gatillazo incluido. Y los sindicatos, claro. En cada plano del campamento, una pancarta reivindicando seguridad en las minas, otra contra la empresa propietaria, otra en reclamación de las subvenciones pendientes al sector, otra de los antinucleares que pasaban por allí y varias del Nunca mais de turno, con actores de teleserie incluidos y Pilar Bardem al frente. Un debate nacional con mucho ruido sobre el futuro de la minería, y las correspondientes interpelaciones a Miguel Sebastián. Un programa alternativo de la oposición. Una moción de Rosa Díez y otra del PP (distintas, por supuesto) para que el Estado asuma todas las competencias de protección civil. Y otra de Izquierda Unida preguntando sobre el uso de tecnología americana en las perforaciones.

Sí, definitivamente han tenido suerte esos pobres tipos de que les pasara lo suyo en Chile…


ABC - Opinión

Zapatero vende a Patxi López por un plato de lentejas. Por Federico Quevedo

Y todo ello con el único fin, que justifica estos medios, de arañar unos meses más su permanencia en el poder. El acuerdo alcanzado por el Gobierno con el PNV para aprobar los Presupuestos del año 2011 tiene una doble lectura. Por un lado, en clave de la política vasca, damnifica al lehendakari Patxi López, oxigena al PNV y encumbra a Antonio Basagoiti. Por otro, en clave de política nacional, alarga unos meses más la agonía de Rodríguez y nos condena a seguir inmersos en una crisis cuya salida cada vez está más lejos porque, de hecho, lo que hace el Pacto es dar carta de naturaleza a unos Presupuestos que nadie cree y en los que nadie confía, ni siquiera el propio PNV, que lo único a lo que aspira es a cerrar el traspaso de las transferencias pendientes al País Vasco para rentabilizar esa victoria electoralmente. Tan es así que los nacionalistas vascos tenían preparada su propia enmienda a la totalidad por si acaso el acuerdo no se cerraba a su agrado, lo cual indica la confianza que la totalidad del Parlamento tiene en las cuentas del Estado para el año que viene, que van a ser las que más enmiendas a la totalidad reciban, al menos de las que hasta ahora ha presentado el Ejecutivo de Rodríguez.

Pero Rodríguez, que está políticamente muerto y lo va a estar más después de las elecciones catalanas, necesitaba ese acuerdo para conseguir una prórroga que lo mantuviera unido a la máquina de respiración asistida durante unos cuantos meses más, y estaba dispuesto a firmar lo que fuera con tal de obtenerla. De hecho, es más que probable que haya parte de ese acuerdo que todavía permanezca bajo el epígrafe de top secret y que tenga mucho que ver con lo que ocurra en el País Vasco tras las municipales de mayo, y con la negociación encubierta con ETA a pesar de que ambas partes se hayan empeñado es desligar el pacto de ese condicionante. Lo cierto es que quien sale más perjudicado por esta nueva vuelta de tuerca de Rodríguez a la política autonómica es su compañero de filas y actual lehendakari, que ve como el principal partido de la oposición en el Parlamento Vasco le roba el protagonismo en la negociación con el Gobierno central, que es de su mismo partido. Vamos, que Rodríguez ha dejado a López en pañales sólo por una ambición personal, lo cual dice mucho del personaje. En fin, lo que ya sabíamos, solo que hasta ahora practicaba con sus adversarios; ahora también con los de sus propias filas. Un angelito.

«Ése era el objetivo de los nacionalistas, poder hacer una campaña en la que quedara claro que, a pesar de no gobernar, siguen siendo ellos los que consiguen beneficios para el autogobierno vasco.»

Los próximos meses pueden ser un calvario para Patxi López, viendo como el PNV rentabiliza de cara a las elecciones de mayo su acuerdo con Rodríguez. Ése era el objetivo inmediato de los nacionalistas, poder hacer una campaña en la que quedara claro que, a pesar de no gobernar, siguen siendo ellos los que consiguen beneficios para el autogobierno vasco y, por lo tanto, es a ellos a los que hay que votar y no al PSE. La campaña puede serles rentable de cara a conseguir una posición dominante en las tres diputaciones forales, lo que pondría en un serio aprieto el pacto de socialistas y populares porque, y esta es la parte que puede responder al pacto bajo la mesa, es más que probable que el PNV haya exigido a Rodríguez como pago por su apoyo más allá de la tramitación presupuestaria el que el PSE les garantice el poder foral. De ser así, y si López traga, el pacto con el PP estaría muerto. Y eso, lejos de perjudicar a los populares, lo que hace es encumbrar a su líder, Antonio Basagoiti, que se erigiría como el único referente del constitucionalismo y la responsabilidad, en detrimento del apoyo electoral a los socialistas que verían muy mermadas sus posibilidades de volver a gobernar en Euskadi, salvo como partenaire del PNV.

Pero si el plato de lentejas le permite aguantar algo más a Rodríguez, aún a costa de dañar la imagen del actual Gobierno vasco, quizá lo más grave es esa condena que antes mencionaba a seguir inmersos en una profunda crisis de la que cada vez vemos más lejana la salida, allá por el 2017 o más. Los Presupuestos que va a avalar el PNV porque a los nacionalistas les da igual las consecuencias ya que solo se preocupan de su propio beneficio, no es que sean malos, es que son un auténtico horror, además de una farsa y un engaño. De entrada, el propio Ejecutivo miente cuando afirma que la tendencia de aumento del desempleo se va a corregir en los próximos meses y en los mismos Presupuestos nos anuncian más paro para 2011, con una tasa próxima al 20%. El engaño no queda ahí: el Gobierno ha estimado una tasa de crecimiento, el 1,3%, que ningún organismo internacional respalda ya que sitúan ese crecimiento entre el 0,6% y el 0,8%, muy por debajo de la previsión gubernamental fundamentada a su vez en la esperanza en una reactivación del consumo que, lejos de recuperarse, presenta un encefalograma plano. Tan solo la constatación de que el Gobierno peca de un optimismo exagerado conduce a afirmar que va a ser imposible cumplir las previsiones de ingresos, luego eso también convierte en papel mojado la estimación de déficit para 2011. Y los mercados, que nos tienen en su punto de mira, lo saben.

Más impuestos a las clases medias, falsa austeridad, la congelación de las inversiones productivas, el incremento del coste de la deuda y de las cuantías de las prestaciones por desempleo fruto de la alarmante tasa de paro, el recorte en el gasto social y en las políticas de dependencia, la merma en la financiación autonómica que pone en riesgo la prestación de servicios públicos esenciales, la mayor desigualdad y la resignación a no adoptar políticas activas que favorezcan el crecimiento… Ese es el resumen que puede hacer de las cuentas del Estado para 2011. Una auténtica chapuza de la que solo sacan tajada los nacionalistas vascos y un Rodríguez comatoso dispuesto a llevarnos a todos a la ruina y a su partido a la peor catástrofe electoral que puedan imaginarse. Pero es lo que hay.


El Confidencial - Opinión

El precio del poder

Para el presidente del Gobierno la negociación presupuestaria era una situación casi sin salida, porque en ningún momento sondeó de una forma seria y rigurosa la posibilidad de alcanzar un amplio consenso político en torno a las cuentas públicas que necesitaba España en la crisis actual. Desde el principio de este proceso, Rodríguez Zapatero eligió al PNV para garantizarse la supervivencia política y no estar abocado a una disolución parlamentaria. Por eso, los nacionalistas vascos negociaron en posición de fuerza y el Ejecutivo lo hizo a la defensiva.

La consecuencia llegó ayer con el anuncio de que el PSOE y el PNV habían cerrado en el Congreso el compromiso para tramitar los Presupuestos Generales del Estado de 2011, que también respaldará Coalición Canaria. Lo cierto es que el traspaso de las políticas activas de empleo al País Vasco fue el preludio imprescindible de un pacto que contempla la transferencia al País Vasco de 20 competencias previstas en el Estatuto de Guernica. Entre ellas, la Inspección de Trabajo, las políticas de formación, el Instituto Social de la Marina, el turismo y las agencias de viajes, además del respaldo del PSOE a que los técnicos de la Hacienda Foral vasca acudan a las reuniones de trabajo del Ecofin, que se renombren en euskera los territorios de Álava, Vizcaya y Guipúzcoa y, como adelantó LA RAZÓN, que gobierne la lista más votada.


Se trata de un espaldarazo considerable al autogobierno vasco que, por expresa voluntad del Gobierno, capitalizará el PNV. De hecho, la consecuencia inmediata para la comunidad es el incierto futuro del cambio político en el País Vasco que pilota Patxi López. La realidad es que Rodríguez Zapatero ha dado la espalda al Gobierno vasco por un interés particular y ha dado al nacionalismo tantas bazas electorales que puede haber sacrificado, tal vez sin remedio, el proyecto democrático y de libertad que representaba la mayoría constitucionalista. El paso dado por La Moncloa es muy grave porque no hablamos de una cuestión de aritmética parlamentaria o de tal o cual competencia, sino de poner en peligro la normalización de un territorio amenazado. Y de esa decisión política deberá responder más tarde o más temprano.

Que este intercambio de votos por transferencias ha fortalecido las opciones del PNV se demostró ayer mismo con los resultados del Sociómetro del Gobierno vasco, que reflejó cómo Urkullu amplía su ventaja sobre López. Es casi una ecuación matemática que, cuando el PSOE flirtea con el PNV, el nacionalismo es el principal beneficiado.

A diferencia de lo que el Gobierno trasladó tras el Consejo de Ministros, el pacto sobre los Presupuestos no beneficia a los intereses generales, y no sólo por haber socavado el cambio vasco, sino por perpetuar una política fracasada que no aporta soluciones en una situación marcada por las dificultades y las urgencias. El Gobierno se ha asegurado la estabilidad hasta 2012, pero el país tiene más lejos la recuperación.


La Razón - Editorial

ETA en los presupuestos

Cabe preguntarse en qué cifran la dignidad de las víctimas del terrorismo quienes mercadean con una nueva negociación con los criminales de ETA para mantenerse en el poder unos pocos meses más.

Toda persona interesada por la actualidad política debería empezar por preguntarse qué tienen que ver los Presupuestos Generales del Estado con los nombres oficiales de las tres provincias vascas. Y la respuesta, por muchas vueltas que se le dieran, es que nada; nada, excepto que Zapatero necesita sobrevivir en el Gobierno al menos hasta las próximas elecciones municipales, lo cual constituye un motivo más que suficiente para someterse a cualesquiera de las condiciones que el PNV, siempre tan preocupado por el bienestar de los españoles, le ha puesto para ofrecerle su apoyo. Aparte del cambio de denominación lingüística, los nacionalistas también han arrancado de este desesperado Ejecutivo numerosos gastos de infraestructuras y la ruptura de la caja única de la Seguridad Social, un paso que ningún Gobierno, de izquierdas o derechas, había estado dispuesto a dar hasta ahora.

Pese a lo escandaloso del trueque político, alguien podría argumentar que los nacionalistas vascos han tenido sentido de estado porque en la situación actual no podíamos permitirnos prorrogar los presupuestos del año pasado. Pero, si ese fuera el caso, en lugar de demandar privilegios para el País Vasco, le habrían exigido a Zapatero una austeridad que brilla por su ausencia en estas cuentas públicas (y que también habrá beneficiado a los propios vascos). Sin embargo, y sobre todo, no habrían incluido a ETA en esta negociación.


Y es que, por más que Alonso niegue que el proceso de rendición ante los asesinos haya entrado en las conversaciones, tanto Urkullu como Egibar han confirmado que eso que llaman "consolidar espacios de pacificación" ha sido un punto clave. ¿Son creíbles sus afirmaciones? Los dirigentes del PNV no tienen por qué merecernos más crédito que el PSOE, pero resulta difícil encontrar otra explicación razonable al hecho de que Rubalcaba, ministro de Interior, haya participado en las negociaciones de estos presupuestos. ¿Por qué otro motivo si no se le encargaría al gestor de la seguridad interna del Estado discutir asuntos crematísticos?

Así las cosas, el resultado de mezclar la crisis económica con el proceso de cesión ante ETA sólo puede ser nefasto tanto para nuestra seguridad como para nuestra prosperidad. En los próximos meses habrá que recordar que la falta de fondos por los que muchas regiones deberán paralizar sus proyectos de infraestructuras habrá que encontrarlo en el abuso de los nacionalistas vascos merced a este acuerdo. Pero también los ciudadanos vascos que sufren como todos los demás españoles las desastrosas políticas de Zapatero deberán preguntarse si las habituales concesiones a su casta política local les resultan en el fondo tan valiosas. ¿Qué es mejor, completar más rápidamente la "Y vasca" o acortar la agonía de un Gobierno incapaz de afrontar la crisis?

Pero, sobre todo, cabe preguntarse en qué cifran la dignidad de las víctimas del terrorismo quienes mercadean con una nueva negociación con los criminales de ETA para mantenerse en el poder unos pocos meses más; sobre todo después de que en la pasada legislastura ya cosecharan un estrepitoso y sangriento fracaso.

Es un lugar común que Zapatero debe dimitir y convocar elecciones por el bien de nuestra economía. Pero no sólo por eso; siendo la economía esencial para nuestras vidas y para nuestro futuro, ésta no lo es todo. Estas negociaciones vuelven a recordarnos en qué poco estima el PSOE lo más sagrado, la libertad y la dignidad que deberían encontrarse en la base de nuestra Nación. Un suicidio perpetrado con el único fin de malvivir unos meses más en el poder. Nada que por otro lado no pudiera esperarse del Gobierno del 11-M.


Libertad Digital - Editorial

Decadencia diplomática

Gibraltar, Venezuela y Marruecos representan el descrédito internacional del Gobierno y su incapacidad para defender los intereses de España.

EL lamentable estado político en que se encuentra el Gobierno de Zapatero ante la opinión pública española tiene su correlato en la proyección internacional de nuestro país, donde se acumulan los desplantes a España. Venezuela y Gibraltar vuelven a ser los escenarios en los que se muestran las carencias de nuestra política exterior, producidas no solo porque se han reactivado los problemas con las autoridades del país iberoamericano y de la colonia británica, sino también por la debilidad del Gobierno español. Siempre ha habido problemas con Gibraltar, pero la reacción española tradicional no daba motivos para que sus autoridades se sintieran legitimadas para tratar a España de tú a tú. Este Gobierno ha caído en el error de incorporar a las autoridades gibraltareñas en la interlocución sobre el Peñón, hasta entonces solo mantenida con Londres, y las consecuencias se ven, por ejemplo, en la decisión de Caruana, ministro principal de Gibraltar, de suspender las reuniones del Foro Tripartito de Diálogo sobre el Peñón. La causa, los incidentes entre la Policía del Peñón con la Guardia Civil en aguas españolas, que Gibraltar considera suyas. El Gobierno británico ha manifestado su apoyo a Caruana, y el Ejecutivo español suma un nuevo fracaso en su política exterior, por mucho que nuestros ministros repitan incesantemente que todo se ha aclarado.

Y no es solo Gibraltar. Al Gobierno de Chávez lo disculpó toda la fila de ministros de Zapatero que salieron a la palestra cuando dos etarras confirmaron ante la Audiencia Nacional que habían sido entrenados por los terroristas colombianos de las FARC en Venezuela, gracias a Arturo Cubillas, etarra con nacionalidad venezolana y funcionario chavista. Pese a la reclamación de la justicia española, Chávez ya le ha dicho al fiscal general, Conde-Pumpido, que «a palabras necias, oídos absolutamente sordos», cuando pidió al Gobierno de Caracas que entregara o juzgara a Cubillas. También quedaron diplomáticamente impunes las insinuaciones de tortura a los etarras, hechas por el embajador venezolano en España, mientras aumentan la indignación de las víctimas del terrorismo y la lista de indicios que apuntan a Venezuela como plataforma de ETA en Iberoamérica. Gibraltar, Venezuela y, siempre, Marruecos representan tanto el descrédito internacional del Gobierno socialista como su incapacidad para defender con determinación los intereses nacionales de España.

ABC - Editorial