domingo, 26 de septiembre de 2010

El tomate. Por Alfonso Ussía

Se descubrió el tomate. No era previsible, sino obligado. El Gobierno pacta la huelga con UGT y CCOO. La pacta y se suma a ella. ¿Es lógico que un Gobierno aplauda una huelga supuestamente convocada contra su política social? ¿Entra en cabeza humana elementalmente habitada que unos sindicatos convoquen una huelga contra sus financieros? ¿Contra quién la huelga? Contra Esperanza Aguirre, la Comunidad de Madrid y el Partido Popular. Entonces sí es lógica la colaboración del Gobierno y queda asegurada, para el futuro, la financiación al estilo soviético de los monstruosos gastos sindicales. Y Esperanza Aguirre, que preside la única Comunidad que genera empleo, que se fastidie. Y no sólo eso. También los madrileños, que votan masivamente a favor del Partido Popular. Y aún más. Con amenazas de violencia, que ya se sabe que en España no puede triunfar una huelga si no hay amenazas y actos violentos de por medio por parte de los piquetes «informativos». Democrática y respetuosa manera de informar. Desde el insulto soez a la información que recibe una cabeza de una informativa barra de hierro. O unas costillas de unos informativos puñetazos. O una persona que desea trabajar de unas informativas patadas en el suelo, ya derribada informativamente. O de las informativas roturas de cristales en los escaparates de los comercios que deciden abrir, o de los informativos grupos de vándalos que cortan las carreteras y las siembran de clavos. A los que no van a informar de nada y para nada, porque no les interesan, son a los casi cinco millones de parados que se hallan en situación angustiosa por culpa del Gobierno y de la complicidad de los sindicatos.

Un sindicato tiene que garantizar el derecho al trabajo, no boicotearlo con violencia. Un sindicato tiene todo el derecho de convocar una huelga, respetando a los que no quieren sumarse a ella. Un sindicato no puede cimentar el éxito de su huelga en el uso de la violencia, verbal o física. A eso se le llama terrorismo callejero. Sucede que las Fuerzas de Seguridad del Estado, dependientes del Ministerio del Interior del Gobierno socialista, recibirán órdenes de bizquera e inmovilidad. Un sindicato del siglo XXI no puede tener como enemigo a los empresarios, que son los que se juegan su dinero, pagan las nóminas y arriesgan sus bienes para crear puestos de trabajo. Sucede que los sindicatos mayoritarios en España están en los albores del siglo XX, cuando no en los estertores del XIX, y odian a la fuente de la riqueza y del empleo. No se engañen. La carísima farsa subvencionada que han montado los sindicatos para estrenar el próximo 29 no se llama «Huelga», sino «Política». Está pactada con el Gobierno y así lo ha demostrado el ministro Blanco, al que le ha faltado un empujoncito para besar a Toxo y a Méndez como Iker Casillas hiciera con Sara Carbonero minutos más tarde del triunfo en Suráfrica. Un Estado de Derecho, una democracia moderna, no puede tener unos sindicatos anclados en los totalitarismos de la izquierda del peor recuerdo. Señor Rubalcaba. Se la juega el 29 de septiembre. O actúa contra los piquetes o puede ocurrir cualquier tragedia. Roja de sangre, no de tomate.

La Razón - Opinión

Un terrorista menos, una esperanza más

La importancia de la eliminación de este cruel asesino por parte de las Fuerzas Armadas de Colombia va más allá de su papel como cabecilla, no en vano se trata de un psicópata que llevaba en la cúpula de las FARC más de treinta años.

Víctor Julio Suárez Rojas, alias "Mono Jojoy", era uno de los peores asesinos del narco-terrorismo colombiano, responsable máximo de las acciones sanguinarias de las FARC desde cuyo mando ordenó, y en ocasiones ejecutó, más de cien atentados indiscriminados contra policías, militares, políticos y población civil. El Gobierno colombiano y sus fuerzas armadas han obtenido de esta forma un gran éxito estratégico, que servirá para debilitar aún más a un grupo de asesinos que ha hecho del crimen una forma rentable de vida, por más que la mayor parte de la izquierda progresista pretenda velar esta realidad apelando al romanticismo de una supuesta lucha de clases que sólo creen los que prefieren engañarse a sí mismos y, de paso, autodegradarse en el proceso.

Pero la importancia de la eliminación de este cruel asesino por parte de las Fuerzas Armadas de Colombia va más allá de su papel como cabecilla de los grupos que ejecutaban directamente los atentados, pues, desde la desaparición de "Tirofijo" y la eliminación de "Raúl Reyes" en 2008, era sin duda el miembro de las FARC con mayor ascendiente entre el grupo de terroristas, no en vano se trata de un psicópata que llevaba cometiendo delitos por cuenta de la banda terrorista colombiana desde hace más de treinta años.

Desde el punto de vista puramente estratégico, la requisa del material informático en la operación que ha acabado con la vida de Jojoy va a aportar a las fuerzas antiterroristas colombianas un material extraordinariamente sensible, que en una primera inspección ha permitido al Gobierno calificarlo como mucho más importante que los datos extraídos de los ordenadores de "Raúl Reyes" en el golpe histórico en que cayó junto con parte de la banda.

Con esta operación antiterrorista constatamos que Juan Manuel Santos, sucesor de Uribe, mantiene el compromiso adquirido por el expresidente para acabar de una vez y para siempre con una banda de asesinos que ha sumido en el terror indiscriminado a la población colombiana durante demasiados años.

Este golpe contra las FARC debilita aún más a una organización terrorista que, afortunadamente, cuenta cada vez con menos simpatías también fuera de Hispanoamérica, a pesar de que haya políticos desnortados que siguen defendiendo el diálogo como herramienta para solucionar un problema que se reduce a acabar con un grupo terrorista organizado.

Los ciudadanos colombianos tienen motivos para confiar en que un día no lejano desaparezca el terrorismo que, en forma de guerrilla, asola su país. En ello está su Gobierno democráticamente elegido, al que sólo cabe aplaudir por su firmeza en la lucha contra el terrorismo izquierdista como han hecho ya algunos de sus colegas europeos con Sarkozy en primer lugar. La desaparición del "Mono Jojoy" con el caudal de información ahora en poder de las autoridades colombianas, es una buena noticia para Colombia pero también para los que defendemos la libertad. Por desgracia, en España no somos todos.


Libertad Digital - Opinión

Malabarismos con la huelga

El Gobierno, consciente de que su situación se debilita por momentos, necesitaba reinventar las reglas naturales de la huelga general.

EL Gobierno ha puesto en marcha una estrategia de aproximación a los sindicatos para encajar la huelga del 29-S en un discurso que la minusvalore como una protesta contra su política económica y la presente más como un acto contra el mercado, el capitalismo y, en definitiva, la derecha. Los propios «actores de la ceja» salieron ayer a escena para confesar que apoyan la huelga, pero que no van contra los socialistas, y los sindicatos han puesto de su parte la ruptura interesada de las negociaciones con la Comunidad de Madrid para fijar unos servicios mínimos en los transportes públicos. Con este enfrentamiento con el Ejecutivo madrileño, el Gobierno y los sindicatos tendrán un punto común en sus intereses: el primero, desgastar a Esperanza Aguirre —en plenas primarias socialistas en Madrid— haciéndola responsable de cualquier incidente que se produzca por la acción de piquetes, a los que se disculparía por la falta de acuerdo sobre los servicios mínimos; y los segundos, ofrecer a la izquierda un chivo expiatorio en la derecha, para rebajar las críticas de que la huelga favorece al PP. El Gobierno, consciente de que su situación se debilita por momentos, necesitaba reinventar las reglas naturales de una huelga general, que suele dirigirse contra las políticas económicas del Ejecutivo, y ha empezado a lisonjear a los sindicatos, primero, con un fácil acuerdo de servicios más que mínimos; y, después, con elogios a su responsabilidad institucional. Además, el reciente anuncio de la subida de impuestos para las rentas superiores a 120.000 euros es un señuelo del Gobierno a la izquierda. Todavía será posible oír al Gobierno felicitarse por la jornada de huelga, y no porque haya tenido más o menos éxito, sino para escenificar que no le resultará perjudicial.

El problema a partir del 29-S seguirán siendo los más de cuatro millones de parados que hay en España y la sangría de fondos públicos para financiar los costes del desempleo. Los juegos malabares para acabar desviando contra el PP las protestas sindicales tendrán un efecto nulo en cuanto dejen de ser realidad informativa. De lo que tiene que preocuparse el Gobierno el 29-S es asegurar la libertad de movimiento y el derecho al trabajo de los españoles frente a los sabotajes y la coacción de los piquetes «informativos» y no perder el tiempo con campañas de propaganda subliminal contra el PP.


ABC - Editorial