lunes, 28 de junio de 2010

Los ratones y el gato. Por José María Carrascal

La recuperación es muy frágil, tan frágil que se puede abortar en cualquier momento si no se toman las medidas adecuadas.

LAS reuniones del G-20 —países ricos y países que aspiran a serlo— siempre me han parecido las de los ratones frente al gato. El gato, en esta ocasión, es la crisis, a la que hay que poner un cascabel para que no nos pille otra vez con estos pelos. En eso están de acuerdo todos. Pero ¿cómo y quién se lo pone? Hay casi tantas fórmulas como participantes, al estar cada uno en un nivel distinto de desarrollo y en una etapa diferente de la crisis. Algunos, como Alemania, llevan dos años combatiéndola, otros, como España, acaban de empezar a hacerlo. También difieren en capacidad y en mentalidad, con unos gozando de un capital productivo considerable y otros, poco menos que emergiendo del subdesarrollo.

También la actitud pesa: hay los optimistas por naturaleza, al haber salido de todas sus crisis históricas —como los norteamericanos— y los hay pesimistas viscerales, como los alemanes, lastrados por el recuerdo de todo tipo de tragedias. Ante tal diversidad, encontrar una fórmula común a todos ellos resulta imposible. En lo único que coinciden es en que no hay una fórmula mágica para salir de la crisis. El último que creía en ella era Zapatero, pero los números y los demás le han obligado a retractarse. No hay salida cómoda de la crisis y el secretario del Tesoro norteamericano, Geithner, volvió a recordárselo al citar a Grecia y España como países «que necesitan tomar medidas rápidas para tranquilizar a los mercados». Zapatero se apresuró a enumerar las próximas: la reforma de las cajas de ahorro, que afectará a 39 de las 45 entidades existentes, con una reducción del 25 por ciento de las oficinas y el 15 por ciento del personal. Seguirá el reajuste de las pensiones porque, de no hacer nada, en 2050 habrá nueve jubilados por diez trabajadores. Algo imposible de mantener. La crisis ha llegado de verdad a España.

«La recuperación es muy frágil», advierten todos en Toronto. Tan frágil que puede abortar en cualquier momento si no se toman las medidas adecuadas. Pero tampoco hay acuerdo sobre ellas. Los norteamericanos sostienen que es hora de activar el crecimiento con inversiones y facilidades fiscales. Los europeos piensan que conviene seguir prestando más atención al déficit y al saneamiento de las cuentas públicas. Y aunque ambos estaban de acuerdo en imponer una tasa a los bancos y a las transacciones financieras, se han encontrado con la rotunda negativa de los países emergentes. Ante lo que el G-20 no ha tenido más remedio que permitir a cada país hacer lo que crea oportuno según su situación económica. Y lo que le impongan los mercados, que son los que tienen la última palabra. O sea, el verdadero gato. Que sigue sin cascabel.


ABC - Opinión

Bestias veladas. Por Gabriel Albiac

La mujer, como animal reproductivo, es una mercancía cara en la cultura nómada a la cual Mahoma da código.

NO es ornamento. Ni perversión estética. El velo es revestidura litúrgica de la mujer musulmana. Y nada sabe la liturgia de coqueterías. No es estética su función, sino teológica. Toda liturgia sella en el ceremonial externo una codificada sumisión a lo sagrado, a lo cual rinde obediencia. El velo —en las diversas variedades locales, que van desde el hiyab al burka—, para la mujer islámica, es tan poco accesorio cuanto pueda serlo el agua bautismal o la circuncisión en otras religiones. La gravedad del conflicto que las mujeres veladas plantean a una sociedad de la universal ciudadanía libre no está en los riesgos policiales de circular bajo máscara. Lo primordial es otra cosa: ¿qué relación con lo sagrado sella la obligación de aparecer velada que recae sobre la mujer islámica? La respuesta está en El Libro que da razón de todo lo permitido y lo prohibido. Otras cosas podrán serle reprochadas al Corán, no la ambigüedad. Su fuente es la sura XXXIII, 59: «¡Oh, Profeta! Di a tus esposas, a tus hijas y a las mujeres de los creyentes que se cubran con sus velos: éste es para ellas el mejor modo de darse a conocer y no ser ofendidas». Un poco antes (XXXIII, 55) se enumeran las excepciones familiares, que permiten mostrar el rostro a las mujeres «ante sus padres, sus hijos, sus hermanos, los hijos de sus hermanos, los hijos de sus hermanas y ante sus sirvientas o sus esclavos«. XXIV 31 incluye también a los eunucos.

La motivación social del texto coránico nada tiene de enigmática. La mujer, como animal reproductivo, es una mercancía cara en la cultura nómada a la cual Mahoma da código. Su poseedor —padre primero, luego esposo— debe velar por su integridad y por su uso exclusivo. Y esa tutela, que la excluye aun del contacto visual de cualquier varón sexualmente útil, materializada tanto física cuanto moralmente por el velo —en sus diversos formatos—, da escena a lo que la ley reglamenta en sus detalles: que Dios juzga abominable tratar de igual manera a hombres y mujeres, que la mujer es inferior al varón, que es su sierva y que al varón —padre, hermano, esposo— ha sido sometida por intemporal designio divino. Corán, IV, 34: «Los hombres tienen autoridad sobre las mujeres, en virtud de la preferencia que Dios les ha concedido sobre ellas, y a causa de los gastos que genera garantizar su manutención». Si una de esas preciadas bestias domésticas se insubordina, o si sencillamente el amo «teme que le sea infiel», éste debe «encerrarla en habitaciones separadas y golpearla».

Nadie reprochará la coherencia de la norma coránica. En sociedades donde la mujer sea un estadio intermedio entre animal y humano, tal tipo de fe religiosa no puede sino contar con el mayor consenso. El conflicto surge, inevitablemente, cuando una religión así se ve implantada en un mundo —éste tan decadente en el cual vivimos— cuyo fundamento es la igualdad ciudadana ante la ley. Sin distinción de sexos ni creencias. Y ese conflicto ni tiene solución ni es siquiera negociable. La compatibilidad es imposible: o la igualdad legal sobre la cual reposa la democracia, o la teológica desigualdad islámica de la cual da testimonio el velo femenino. ¿Prevalecerá el Islam o la democracia? No está claro.


ABC - Opinión

Víctimas del Terrorismo. Bono o la impostura. Por Cristina Losada

Siempre hay gramos de impostura en la política, pero Bono tiene sobrepeso. Para mí, que hasta imposta el acento.

Se cuenta de Bono que regalaba relojes cuando iba de campaña electoral por los pueblos, e se non è vero, è ben trovato. Lo que ha regalado a la política española es un estilo retórico íntimamente vinculado a esa clase de gestos populistas. Un estilo del que encontramos pocos ejemplos en Europa y muchos, demasiados, en Latinoamérica. Hay algo repelente y arcaico en esos personajes que se exhiben como padres del pueblo. Y de eso va nuestro hombre, que también se pavonea como hijo del pueblo, como uno de tantos, cuando su biografía no se lo avala. Y aunque así fuera.

A diestra y siniestra ha jugado siempre Bono en busca del aplauso de ambos lados y fiel a ese afán fue el discurso que interpretó el Día de las Víctimas del Terrorismo. Día que él y su partido, amén de otros, decidieron trasladar al 27 de junio, cuando en Europa se estableció el 11 de marzo en recuerdo de la matanza de Atocha. Ah, España es diferente. Diferente, desde luego, en la reacción política y popular ante el terror, como quedaría demostrado aquel día once y los siguientes. Hasta ahora.


El mismo Bono que imaginó agresiones en una manifestación de la AVT y provocó que fueran detenidas dos personas mediante la vieja técnica represiva de la foto, se adornó en el Congreso con un canto a las víctimas y a sus asociaciones. Su discurso cantaba en ese inconfundible estilo suyo, como de locutor del Nodo. "Ni un regate de más", dijo metiendo de rondón el jabulani; "no caben los tibios", advirtió como predicador; "frente a la belleza de la vida", soltó el lírico de ocasión. Una zarzuela en la que no podían faltar las bravuconadas contra los terroristas, que son las redes que echa Bono en los caladeros situados a la diestra.

A su pontifical manera, Bono aconsejó "ambigüedad cero" en la lucha antiterrorista y amonestaciones al que se desvíe. A buenas horas. No levantó la voz contra la negociación con ETA que Zapatero emprendió siendo él ministro y se descuelga haciéndole la autocrítica a su partido bajo cuerda. Siempre hay gramos de impostura en la política, pero Bono tiene sobrepeso. Para mí, que hasta imposta el acento. Cuando uno ha estudiado en los jesuitas y en un centro tan elitista como ICADE, suele hablar como Ric Costa y no como Pepe, el hijo del tendero. Pero si cuela, cuela.


Libertad Digital - Opinión

Del fracaso escolar al coche oficial. Por Ignacio Camacho

El procedimiento más eficaz para hacer carrera política en España consiste en no apartarse de la senda partidista.

GRAN parte de la nomenclatura dirigente de la nación carece de experiencia fuera de la política y no sabe lo que es cotizar por su cuenta a la Seguridad Social. El mismo presidente del Gobierno es un político profesional que apenas ha pasado un brevísimo tiempo como ayudante universitario. Más de la mitad de los miembros del Congreso son funcionarios en excedencia, y los que tienen un despacho, una consulta o una empresa están mal vistos bajo sospecha de conflicto de intereses. Cada vez hay más concejales, diputados provinciales o consejeros autonómicos que han transcurrido toda su vida laboral en un cargo público; en algún caso han pasado directamente del fracaso académico al coche oficial. No iba tan descaminado Boyer cuando apuntaba a la progresiva descapitalización intelectual de nuestra dirigencia; le sobró soberbia al hablar de «analfabetos» pero su diagnóstico es certero en lo que se refiere a la creciente mediocridad de una casta sumida en un preocupante proceso de endogamia.

La dictadura de los aparatos de partido ha propiciado un biotipo de político que empieza muy joven en la militancia orgánica y encuentra en ella un modo de subsistencia desclasada. La gente que gobierna y hace las leyes no sólo tiene pocos estudios, sino que ha vivido experiencias profesionales muy limitadas. No es tanto una cuestión de que se gane poco en los puestos de responsabilidad, como apuntaba el arrogante ex ministro gonzalista, sino de que la selección de cargos excluye méritos objetivos y se basa en el principio de obediencia. El procedimiento más eficaz para hacer carrera política en España consiste en no apartarse de la senda partidista; empiezas pegando carteles y si te muestras leal y disponible ante el «aparatchik» de turno pronto estarás en una lista municipal o te nombrarán asesor en nómina. Los candidatos no responden ante los electores sino ante el secretario general, y no necesitan más currículum que el de la disciplina interna. Así puede suceder que de los 350 parlamentarios que discuten la reforma laboral sólo haya ¡dos! trabajadores por cuenta ajena, a los que el escaño salva de la amenaza de un despido barato. Ese patente divorcio con la realidad explica la creciente desafección de los ciudadanos respecto a la función política, convertida en una vía para huir de los riesgos de la competitividad y el esfuerzo.

En los mejores tiempos de Roma, los senadores dejaban el arado para ponerse la toga y volvían a empuñarlo tras abandonar la magistratura; ese trayecto de ida y vuelta reforzaba los vínculos de servicio a la república. En la actualidad no hay modo de que encontrarle sentido a una representatividad ejercida por tipos incapaces de identificarse con un cuerpo social del que se han excluido para meterse en una burbuja.


ABC - Opinión

Islamismo. El exterminador de Alcalá. Por José García Domínguez

La corrección política, esa constante perversión de la democracia en nombre del desprecio a la cultura occidental, representa la mayor amenaza totalitaria que haya sufrido Europa desde la eclosión de los fascismos en los años veinte del siglo pasado.

Cierto hijo de Alá, un tal Abu Omar Hussein, parece que imán de los fieles en Alcalá de Henares, gusta de ver lapidadas a adúlteras, homosexuales y demás transgresores de la ley del Profeta. E igual complacen en grado sumo a ese Abu las mutilaciones de manos, brazos y otros miembros de los impíos, costumbres ilustradas que ansía difundir en España, tal como se desprende de una deposición suya en el periódico local alcalaíno. Loables querencias, las de Abu, que, por lo demás, vienen siendo premiadas con una subvención anual del Ministerio de Justicia. Cinco mil euros, sólo durante el ejercicio pasado.

Ese asunto, el de la barbarie islamista, constituye la prueba de hasta qué grado se han invertido los valores que en tiempos distinguieran a la izquierda de la derecha. Y es que si los conservadores comparecieron ante el tribunal de la Historia en calidad de abogados del orden establecido frente al desafío de los progresistas, ahora sucede justo lo contrario. Hoy, es la derecha quien encarna la libertad intelectual ante la esclerosis moral llamada "corrección política", el sucedáneo ideológico al que se ha aferrado la izquierda toda tras el colapso del socialismo. Algo nada baladí, por cierto. A fin de cuentas, la corrección política, esa constante perversión de la democracia en nombre del desprecio a la cultura occidental, representa la mayor amenaza totalitaria que haya sufrido Europa desde la eclosión de los fascismos en los años veinte del siglo pasado.

Pues, a ojos de sus devotos locales, las leires, las bibianas, los caamaños, los joseluises, tardíos imitadores de una plaga ya hegemónica entre la progresía atlántica, la verdad objetiva carece de interés alguno. Que Abu predique a voz en grito el crimen, se les antoja baladí. Nada importa, en realidad, el contenido expreso de palabras, ideas o hechos. Sólo su relación de fuerza frente al canon occidental resulta éticamente relevante: cualquier minoría, por principio, posee la razón; sensu contrario, la mayoría –tanto da cultural, étnica, religiosa o moral– deviene invariable reo de culpabilidad. Razón última, por ejemplo, de que la izquierda bienpensante se alinease con el asesino marroquí de aquel Theo van Gogh que osó insultar al islam. O del feliz idilio entre nuestro Caamaño y el airado Abu. Y aún no hemos visto nada.


Libertad Digital - Opinión

Cumbre de vándalos

ENMASCARADOS y sin otra propuesta que la violencia, los elementos antisistema han vuelto a aprovechar una cumbre internacional —en esta ocasión la del G-20 en Toronto— para poner de manifiesto su verdadera identidad. «No son activistas, sino criminales», ha asegurado el alcalde de la ciudad canadiense para justificar la operación policial desplegada contra estos grupos, cuyas prácticas revelan su verdadera e inequívoca naturaleza vandálica. Frente a la discusión de ideas, estrategias y planes que se desarrolla en estas citas internacionales, los antisistema —presuntos anarquistas, según su propia denominación— expresan la más absoluta ausencia de civismo al mostrar a la sociedad que su única aportación al debate es la agresión indiscriminada contra los mismos que amparan y consienten su supuesta alternativa.

ABC - Editorial

El mazazo del IVA

La subida del IVA, que elevará dos puntos el tipo general hasta el 18% y un punto el tipo reducido hasta el 8%, entrará en vigor el próximo jueves. Desde esa fecha, la consecuencia inmediata será la subida de los precios de prácticamente todos los artículos, productos y servicios. Las asociaciones de consumidores han calculado que el incremento del impuesto costará 300 euros por familia, aunque puede que se queden cortos en sus estimaciones, porque la experiencia ha demostrado que el impacto de las decisiones fiscales sobre las tarifas finales son siempre bastante superiores a las oficiales. El Gobierno ha ofrecido como principal argumento para adoptar esta medida la necesidad de incrementar la recaudación para atajar el galopante déficit público. Es una lectura que han compartido gobiernos como los de Grecia, Reino Unido o Portugal, mientras otros como los de Alemania o Francia han sido más cautelosos.
Se ha optado por el camino más sencillo, sin pararse a evaluar con seriedad las consecuencias y las alternativas. No nos sorprende que se haya instalado en el ciudadano la sensación de que la Administración pretende cargar sus errores y dispendios sobre los bolsillos de la gente. El dato, adelantado por LA RAZÓN, de que el Gobierno ha duplicado hasta mayo el gasto en personal habla de la doble moral de un gabinete que exige sacrificios mientras gestiona sin rigor y sin disciplina presupuestaria. En ese contexto, nos parece comprensible que casi siete de cada diez españoles rechace, la subida del IVA y que más de la mitad reclame a la Administración que controle mejor el gasto antes que aumentar la presión fiscal, según la encuesta de NC Report.


Hay razones para cuestionar la eficacia de la subida del IVA en escenarios de crisis. El manejo de esta clase de actuaciones debe ser prudente, porque no es una ecuación directa el hecho de que el incremento del impuesto se traduzca en una mayor recaudación. En España existen ejemplos de lo contrario. Lo que sí está demostrado es que una mayor presión fiscal fragiliza la actividad. Se corre el riesgo de que una decisión mal calculada, lejos de estimular la recuperación, retrase la salida de la crisis. Las autoridades comunitarias ya alertaron de que un efecto secundario, cuando no el principal, de la subida de impuestos será que repercutirá negativamente sobre el consumo, lo que probablemente nos devolverá a tasas de PIB negativas.
Las políticas fiscales que funcionan son las que amplían la base de los contribuyentes y no las que castigan a los pocos atrevidos que gastan. El objetivo principal no puede ser el de aumentar la recaudación sin más, sino el de recuperar la actividad para que después los ingresos suban. Se trata de estimular un crecimiento sostenible y no de alimentar un espejismo que acabe dinamizando la economía sumergida y el fraude.
Mariano Rajoy insistió esta semana en que, lejos de castigar a las familias y a las empresas con la subida del IVA, lo que toca es una bajada selectiva de impuestos para incentivar la actividad. Hay que facilitar que el enfermo respire y no que se asfixie.


La Razón - Editorial

Continuismo en Toronto

El G-20 no logra armonizar los estímulos públicos de Obama con los ajustes que impone Merkel.

La cumbre del G-20 en Toronto ha optado por no ahondar en la división estratégica que existe entre la visión europea sobre la crisis (estabilidad y reducción drástica de los déficits públicos) y la concepción económica de la Administración de Obama, partidaria de mantener los programas de inversión e inquieta ante la retirada precipitada de los estímulos públicos. En Toronto se ha concedido libertad a los países para implantar la tasa bancaria (impuesta ya por Estados Unidos y que en Europa quieren aprobar Alemania, Reino Unido y Francia) y se ha recurrido a un subterfugio para encubrir las abismales diferencias de criterio entre Europa y EE UU: la consolidación fiscal se ajustará a las circunstancias de los países. El forcejeo para conseguir un acuerdo entre los países miembros que comprometiera a los más desarrollados a reducir el déficit público a la mitad el año 2013 revela las diferencias de fondo entre Europa y EE UU.

La legitimidad del G-20 es indiscutible y en estos momentos supera la del G-8. Es muy importante que los países emergentes estén implicados en las decisiones sobre la crisis financiera y tomen conciencia de su papel creciente como motores de la economía mundial. Pero hay que recordar que está vinculada a dos objetivos principales: la recuperación del crecimiento y del empleo y la prevención de crisis financieras como la actual. Hacer todo esto de forma coordinada entre los actores económicos más importantes del mundo, despejando cualquier amenaza de proteccionismo, era la condición mínima que se puso sobre la mesa en la primera reunión de esa instancia. Pero en Toronto los resultados no han sido muy alentadores. No ha aparecido por ningún lado la coordinación urgente de las políticas económicas de los 20 (ni siquiera la de los ocho países más desarrollados del G-8).

Y, sin embargo, este es el problema más acuciante que plantea la crisis. Las políticas de ajuste del gasto son necesarias, pero deben modularse de forma que no todos los países contraigan sus inversiones y presupuestos al mismo tiempo. Porque de sea forma se niega la posibilidad de que algunas economías actúen como impulsoras de las más afectadas por los costes de la recesión. En no pocas economías europeas, España entre ellas, puede haber recaídas en la recesión, y la creación de empleo se retrasará en demasía. El G-20 tiene que ejercer un papel de coordinador que por el momento no ha aceptado.

El G-20 tampoco ofrece una respuesta a la presión de los mercados. EE UU ha proclamado una reforma financiera, menos radical que la que Barack Obama quería, pero bastante más intensa que la que están siquiera dispuestos a considerar en Europa. Y, sin embargo, la reforma de los mercados, para controlar las desviaciones especulativas que pueden acabar en catástrofes como el crash financiero actual, es una contrapartida indispensable a los programas de ajuste que las tensiones en los diferenciales de deuda imponen a países como España, Portugal e Irlanda.


El País - Editorial

Homenajes a las víctimas y diálogo con los verdugos

Para lo que no deben de servir ni los homenajes, ni las palabras de reconocimiento ni las indemnizaciones a las víctimas es para encubrir vías de apaciguamiento que, al margen del estado de derecho, traten de restablecer el diálogo con ETA y su entorno.

Bien están los solemnes actos de homenaje a las víctimas del terrorismo, como el que este domingo ha presidido el Rey en el Congreso de los Diputados. Bien está que se destaque, tal y como ha hecho Don Juan Carlos, el "referente cívico" y el "símbolo de la firmeza de nuestro compromiso con la democracia y la libertad" que constituyen todos aquellos que han sufrido el zarpazo del terror. Bien está que se mejoren las indemnizaciones, tal y como contempla la nueva ley de víctimas del terrorismo que se presentará próximamente como proposición de ley en el Congreso. Sin embargo, para lo que no deben de servir ni los homenajes, ni las palabras de reconocimiento ni las indemnizaciones a las víctimas es para encubrir vías de apaciguamiento que, al margen del estado de derecho, traten de restablecer el diálogo con ETA y con su entorno.

Que destacados dirigentes socialistas mantienen contactos con el entorno etarra, ya no es algo que denunciemos algunos medios de comunicación. Es algo que reconoce abiertamente el mundo proetarra, a través de Gara, o el propio Eguiguren, quien con razón señala que su conocimiento de ese mundo no le viene por "inspiración divina". En lo que miente el presidente del PSE es en tratar esos contactos como si fueran contactos causales, "gente de HB que me para en la calle y me dice", cuando lo cierto es que esos encuentros se están llevando al máximo nivel en París y Guipúzcoa.


Otro cosa que no puede quedar encubierto ni con homenajes ni con llamadas a la unidad de los demócratas es la relajación en la política penitenciaria, de las que se están beneficiando personajes clave en ese proceso de negociación como Diaz Usabiaga.

No menos alarmante es la pasividad del Gobierno ante las maniobras de los proetarras para burlar la Ley de Partidos a través de un matrimonio de conveniencia con la casi extinta Eusko Alkartasuna. En lugar de haber hecho una seria advertencia a estos compañeros de viaje de ETA, que ya lo fueron en Estella, o de haber instado, a través de la Fiscalía, diligencias por un posible delito de enaltecimiento del terrorismo por haber denominado "presos políticos" a los terroristas en prisión, el Gobierno de Zapatero se limita a destacar que "EA es un partido con una historia democrática impecable". Eso, y disimular con supuestas "mejoras" de la Ley de Partidos, cuando no es ningún resquicio legal sino la falta de voluntad política lo que permitió en el pasado a los proetarras burlar la ley y colarse nuevamente en las instituciones.

Es esa falta de voluntad política de llevar a ETA hasta la extinción y la derrota lo que nuevamente se detecta en un Gobierno que no termina de repudiar el contraproducente "final dialogado de la violencia". Y esa falta de voluntad política por hacer perder a ETA toda esperanza es lo que no pueden encubrir los homenajes, ni las indemnizaciones ni las buenas palabras. La memoria, la dignidad y la justicia que merecen las victimas es otra cosa.


Libertad Digital - Editorial

Honrar a las víctimas

Por fin estamos en el camino correcto, porque una sociedad sanamente constituida debe ser generosa con las víctimas, por razones de estricta justicia.

SUS Majestades los Reyes presidieron ayer en el Congreso de los Diputados la primera celebración institucional del Día de las Víctimas del Terrorismo, con asistencia de las principales autoridades del Estado, excepto Rodríguez Zapatero, que acudió a Toronto como invitado a la cumbre del G-20. Como decía ayer en ABC el presidente de la Cámara, José Bono, se cumple así un deber cívico y un ejercicio de dignidad en una jornada simbólica que recuerda la fecha de la primera víctima de ETA, una niña de veintidós meses. PSOE y PP se han puesto de acuerdo recientemente sobre las indemnizaciones que fijará la futura ley, superando así una asignatura pendiente de la democracia española. Ya era hora de que los poderes públicos mostrasen su reconocimiento moral y económico hacia quienes han sufrido más que nadie en defensa de la libertad de todos. Es triste recordar que muchos de ellos han tenido que pelear durante años frente a la mezquindad administrativa y, lo que es peor, la indiferencia de determinados partidos. Por fin estamos en el camino correcto, porque una sociedad sanamente constituida debe ser generosa con las víctimas, por razones de estricta justicia.

El acto de ayer resulta especialmente oportuno en las circunstancias actuales porque, a pesar de los desmentidos rotundos, la opinión pública contempla con preocupación los gestos hacia el entorno etarra de algunos dirigentes socialistas vascos y las maniobras preelectorales de la izquierda abertzale para buscar una fórmula supuestamente legal que le permita presentarse a las elecciones defraudando lo dispuesto por una normativa convalidada por las más altas instancias jurisdiccionales. De momento, la respuesta es rotunda y sin fisuras, y así debe continuar para mantener un pacto de Estado que —por fortuna— funciona de forma positiva y debe proseguir hasta la derrota sin paliativos de la banda terrorista. Ayer se vivieron momentos emotivos en el Congreso, sede de la soberanía nacional, pero también es significativo el hecho de que el Parlamento vasco rinda homenaje a los concejales asesinados por ETA en una ceremonia prevista para el próximo viernes. La presencia de unas cien personas en representación de las víctimas y la solemnidad de los discursos en el Congreso han puesto de relieve que los españoles saben que el derecho a la justicia comienza por un reconocimiento expreso y formal, al más alto nivel político e institucional, de la obligación colectiva que todos hemos contraído hacia quienes sufren pérdidas irreparables en su propia vida o en la de sus seres queridos.

ABC - Editorial