viernes, 9 de abril de 2010

La farsa antifranquista de Garzón. Por Cristina Losada

Que se procese a los muertos y a los vivos, como Carrillo, por lo de Paracuellos y por los camaradas entregados a la policía o liquidados al estilo soviético.

Si me importaran un pimiento la legalidad, la estabilidad y la convivencia civilizada, firmaría ahora mismo por la derogación de la Ley de Amnistía aprobada en 1977 por el pleno del Congreso. Ley defendida entonces por Marcelino Camacho como culminación de la política de reconciliación nacional que venían propugnando los comunistas. Personalmente, nada tendría que perder y sí algo que ganar. En mi familia somos varios los que obtendríamos ese certificado que el Gobierno entrega a las víctimas del franquismo. No se nos ocurre pedirlo. La dignidad de los represaliados por sus opiniones políticas no depende de ningún papelito y menos de uno pergeñado por quienes pretenden explotar en su beneficio un maniqueo desentierro del pasado.

Mi instinto revanchista disfrutaría con una causa general por los crímenes del franquismo, la Guerra Civil y la República. Que se sepa quiénes asesinaron a los de derechas y a los de izquierdas, y quiénes de las izquierdas acabaron con tantos rivales del mismo palo. Que se procese a los muertos y a los vivos, como Carrillo, por lo de Paracuellos y por los camaradas entregados a la policía o liquidados al estilo soviético. Y que se condene. Los hijos y los nietos no son responsables de los actos cometidos por sus mayores, pero qué bueno que sus apellidos pasearan por los tribunales. Y qué de sorpresas iba a depararnos.

Ni Garzón ni sus defensores querrían un proceso así. Mucho que perder. Al primero no le interesaron los crímenes ni las víctimas hasta que la corriente, impulsada por el poder, fue favorable para pescar la medalla de único juez dispuesto a encausar al régimen franquista. Cómo si los restantes jueces tuvieran miedo de afrontar un empeño así. Cómo si la ley lo permitiera. Retorció una petición legítima para representar la farsa. Pidió, por si acaso, el certificado de defunción de Franco. Asustó a viudas. Inventó sobre la marcha los delitos que le convenían. Mostró su ignorancia de la Historia y la gramática. Ni siquiera sus paladines sostienen la legalidad de su actuación. Sólo proclaman que el fin justifica los medios. Y tanto, dirá Garzón, cuyo fin no era investigar ningún crimen del franquismo, sino amagar, retirar y salir a hombros de los tontos útiles.


Libertad Digital - Opinión

La verdadera conjunción planetaria. Por José María Carrascal

ESTO es la cuadratura del círculo, el movimiento continuo y la piedra filosofal al mismo tiempo.

Convertir el plomo en oro, conducir con el depósito vacío y algo igual a su contrario. Esa es la conjunción planetaria de la que hablaba Leire Pajín, sin necesidad de Obama. Le ha bastado a Zapatero su dilecto José Blanco. Entre los dos han descubierto cómo se puede salir de la crisis sin ampliar el déficit, sin reformar el mercado laboral y sin sacrificio alguno. Se merecen el premio Nobel, no ya de Economía, sino también de Física y de Literatura, pues no me negarán ustedes que se necesita imaginación para tal hazaña.

El último, por ahora, plan económico de Zapatero se parece a aquella fórmula que buscó inútilmente Einstein para unir todas las fuerzas de la naturaleza. Sin necesidad de haber pasado por las universidades alemanas ni de haber estudiado economía. Sólo con un poco de talante —he dicho talante, no talento—, un mucho de audacia y creer que todo el monte es orégano. ¿Que dicen los expertos que los problemas económicos de España vienen de la construcción? Pues más construcción, pero no en viviendas, sino en ferrocarriles, túneles, puentes, autovías, hasta dejar España como un queso Gruyere y una tela de araña. Eso va a crear un mogollón de empleo, que es lo que necesitamos.

—¿Cómo va a pagarse todo eso, si los presupuestos de los próximos años están cerrados?, preguntamos tímidamente.

—Ningún problema —nos responden—: se dejan los gastos para los presupuestos siguientes. Así no se aumenta el déficit.

—¿Quién va a pagar, entonces, esas obras?, insistimos.

—Las constructoras. Adelantan el dinero, y luego se hincharán a ganar dinero con ellas.

—¡Pero si las constructoras no tienen un duro, si están empeñadas hasta las cejas!, es ahora nuestra objeción.

—Pues que les presten dinero los bancos.

—¡Pero si los bancos tienen también un agujero enorme con los créditos que dieron a la construcción de viviendas que no se venden!

—Ningún problema. Se le pide al Banco Europeo de Inversiones.

—¿Usted cree que Europa va a prestarnos dinero para la construcción, después de habernos advertido contra ella? Además, buena está Europa para préstamos.

—Oiga —escuchamos ya en tono completamente distinto—, usted pregunta demasiado. Usted es uno de esos que sólo saben poner peros, que meten palos en las ruedas, que no arriman el hombro. Usted es incapaz de comprender la belleza, la audacia, la genialidad de nuestro proyecto.

Fue cuando llegaron unos hombres vestidos de blanco y, tras ponernos camisas de fuerza, nos llevaron al lugar desde donde les envío esta postal.


ABC - Opinión

Del compromiso ético de Rajoy y esos sucios sepulcros blanqueados. Por Federico Quevedo

Creo sinceramente que en nuestra respuesta política a este asunto hemos marcado un nivel de exigencia y de responsabilidad sin parangón en la vida pública española. Todos los ciudadanos, pero especialmente aquellos que nos han dado su confianza pueden tener la tranquilidad de que, como Presidente del Partido Popular, no voy a consentir en modo alguno conductas que puedan avergonzar a ningún votante de nuestro partido, independientemente de que estas sean o no sancionables desde el punto de vista penal”.“ Son palabras de Mariano Rajoy, dichas el pasado mes de octubre a cuenta del caso Gürtel, pero igual de válidas seis meses después cuando esta trama de corrupción político-empresarial vuelve a estar de moda -si es que alguna vez ha dejado de estarlo-.

¿Cual ha sido esa respuesta? Es fácil hacer un recuento: Bárcenas dejó el cargo de Tesorero; Gerardo Galeote -al que ahora parece que la Fiscalía absuelve de toda culpa- renunció a su candidatura europea; Alberto López Viejo, Benjamín Martín Vasco y Alfonso Bosch, abandonaron sus cargos en la Comunidad de Madrid, el primero como consejero y diputado, los otros dos abandonaron el Grupo Popular, y los tres fueron suspendidos de militancia; Arturo González Panero, Ginés López Rodríguez y Jesús Sepúlveda abandonaros sus respectivas alcaldías y fueron suspendidos de militancia; Tomás Martín Morales y Guillermo Ortega dejaron sus cargos de vicepresidente de la empresa de suelo de Boadilla el primero y del mercado de Puerta de Toledo el segundo, siendo ambos suspendidos de militancia; José Galeote fue suspendido de militancia y Carlos Clemente solicitó la baja voluntaria.


Todos ellos están imputados en el caso, y sobre todos ellos ha actuado el PP, y en comparación con como se ha actuado otras veces en casos parecidos, hay que decir que se ha hecho con la suficiente contundencia. Respecto al caso de Valencia, y a pesar de las nuevas revelaciones sobre regalitos de ‘El Bigotes’, la realidad es que las causas sobre Francisco Camps, Ricardo Costa, Rafael Betoret y Víctor Campos han sido archivadas. Sin embargo, en este extracto de la declaración de Rajoy que he citado al principio el presidente del PP afirma textualmente: “No voy a consentir en modo alguno conductas que puedan avergonzar a ningún votante de nuestro partido”, y esa, y solo esa, es la razón por la que Ricardo Costa fue cesado de sus cargos en el partido y en el Grupo Parlamentario de Valencia, y suspendido durante un año de militancia.

Y, sin embargo, tanto ayer como hoy -y probablemente los próximos días aunque tengo la impresión de que este globo se desinfla más rápido de lo que pensaba-, algunos medios y distinguidos periodistas de esos que van por la vida dando lecciones, y que ahora crucifican al amanecer de una linotipia a los mismos que hace poco lisonjeaban para obtener de ellos beneficios suculentos en forma de títulos nobiliarios consortes y piscinas de tronío, esos, digo, le exigen ahora a Mariano Rajoy que se moje basándose para ello en los informes policiales que suponen el grueso del sumario desclasificado el martes.

Ayer, en un acertadísimo artículo publicado en este periódico -como todos los que publica, por otra parte-, mi querido J. A. Zarzalejos le pedía a Rajoy que actuara y que tomara medidas, medidas que pasaban, si no recuerdo mal, por la suspensión de militancia de los implicados -ya está-, la exigencia de su escaño -se les ha echado del Grupo Parlamentario, pero recuerdo que en España el escaño pertenece a la persona, no al partido, luego no se puede ir más allá-, auditoría interna y quiero recordar que, en efecto, esa ya se encargó hace unos meses, y un discurso catárquico y sin medias tintas, y ese discurso es el que hizo Rajoy en octubre pasado, que es tan válido hoy como entonces porque estamos hablando exactamente de lo mismo.

Es más, a Rajoy hay que reconocerle que en su momento pusiera punto y final a la relación del PP con esta pandilla de corruptos que crecieron a la sombra del poder que iba adquiriendo el partido que refundó Aznar en 1989 en Sevilla, y esto lo escribo a sabiendas de que hoy el propio Aznar -que es el único que todavía no ha dado explicaciones sobre la presencia de Correa en la boda de su hija- ha concentrado en la capital hispalense a su vieja guardia de corps.

Rajoy ha actuado, y lo ha hecho yendo más allá de lo que hasta ahora había ido ningún otro partido político -el PSOE, desde luego, no tiene ni media torta para ir por ahí dando lecciones de ética-. Se puede debatir sobre si eso es suficiente o no, y les remito al artículo que escribí este mismo fin de semana sobre el grave problema de corrupción generalizada que vive este país y las soluciones que hay que darle -ver Dos Palabras del fin de semana-, pero el hecho es que nadie, ni siquiera quienes ahora pretenden aprovechar este nuevo resurgir del Gürtel para atacar a Rajoy exigiéndole un comportamiento que ellos desprecian en el fondo, pueden reprochar al líder del PP una actitud ‘pasota’, porque es rotundamente injusto hacerlo y más viniendo de quienes tienen muchos motivos para esconder sus acciones y ocultar sus espurios intereses.

El papel de la prensa

En este país, en el que hay una inmensa mayoría de cargos públicos electos honrados y honestos y con un comportamiento intachable, sin embargo unos pocos han conseguido poner en tela de juicio a toda una profesión honesta y necesaria, y en la extensión de ese descrédito ha tenido un papel muy importante cierta prensa que lejos de comportarse desde un planteamiento ético, lo ha hecho desde la misma corrupción que decía combatir.

¿Porqué ocultamos los periodistas que toda esa parte del sumario que ahora exhibimos al gran público como si se tratara del descubrimiento del siglo en lo que a corrupción se refiere, no son más que informes, uno detrás de otro, elaborados todos ellos por un departamento de la Policía, la Unidad de Delitos Económicos y Fiscales, UDEF, dependiente directamente del ministro Rubalcaba, a través de José Luis Oliveras? Esa unidad fue la encargada de elaborar otra serie de informes policiales contra el PP en Canarias -caso Soria-, Murcia -caso Totana-, Valencia -caso Gürtel- y varios ayuntamientos de Andalucía, todos ellos desestimados por la Justicia, como lo ha sido el famoso caso de Olleros de Alba en Castilla y León, que El País contó hasta tres veces como gran exclusiva, y que ni siquiera ha sido tomado en consideración por los jueces.

Miren, ninguno de los comportamientos de las personas que se han viso implicadas en este caso puede justificarse, aunque seguramente al final de todo nos terminemos llevando más de una sorpresa y habremos acabado con la carrera política de más de un inocente, pero en ningún caso se le puede exigir a un solo partido político que asuma unilateralmente la responsabilidad de un problema que afecta a toda la clase política sin excepción. Rajoy ha hecho lo que tenía que hacer, ha ido más lejos que el resto de los dirigentes políticos de este país, y ahora le toca a toda la clase política hacer examen de conciencia, y a la periodística agachar la cabeza y tomarse en serio su papel de vigilantes del sistema y no de conductores del mismo, porque para eso hay que presentarse a las elecciones.


El Confidencial - Opinión

¿Qué hay que hacer para que Rajoy te eche del PP?

Aguirre echó a los implicados al día siguiente de conocerse las acusaciones. Así dio la impresión de ser la que más indignada estaba con sus comportamientos. Rajoy da a entender con su lenidad que Bárcenas sabe demasiado como para desprenderse de él.

Resulta que este jueves ha sido necesario nombrar un nuevo tesorero en el PP: Romay Beccaría. Cualquiera podría pensar que lo lógico hubiera sido hacerlo cuando el anterior inquilino de este puesto lo había dejado, aun temporalmente, hace ya unos cuantos meses. Pero parece que durante todo este tiempo, Bárcenas ha debido mantener su empleo, su despacho y su secretaria. Da la impresión de que lo único que debió ocurrir en julio de 2009 fue que borraron el cargo de la puerta de su despacho y le quitaron las tarjetas de visita.

Y aunque a nadie debería escandalizarnos que el ahora ex tesorero tuviera un "espacio" en Génova, como tampoco que Matas cobrara un sueldo del partido que ya quisieran muchos parados, e incluso quienes conservan su empleo, según aseguran desde la directiva nombrada por Rajoy. Pero el caso es que sí que nos escandaliza, y mucho. Porque no se puede pretender llegar a gobernar España tratando a los españoles como si fueran tontos sin que, al menos, unos cuantos alcemos una ceja para mostrar nuestro descontento.


En cualquier caso, ni siquiera esta extraña dimisión por partes parece haber terminado. No se ha dejado claro si seguirá teniendo despacho en Génova, pese a dejar la militancia del PP "temporalmente". Sin ir más lejos, Manuel Cobo sigue siendo portavoz en el ayuntamiento de Madrid pese a haber sido suspendido, también temporalmente. Tampoco sabemos si el partido seguirá pagándole el abogado. Ni si abandonará el Grupo Popular en el Senado, pese a que sería lo lógico. Lo único claro es que no dejará de ser senador, cosa a la que no puede obligarle Rajoy, al igual que Esperanza Aguirre no pudo forzar a los diputados de la Asamblea de Madrid imputados en el caso a dejar la cámara.

Es, en definitiva, otro abandono más o menos voluntario, como el de Matas. No un cese. No un puñetazo sobre la mesa. No una muestra clara por parte del presidente del PP, Mariano Rajoy, de que no dejará que la corrupción tenga asilo en su partido. Sepúlveda, el del Jaguar, seguirá siendo asesor del partido. Es difícil huir de la impresión de que, como en julio, esto no es más que un paripé para intentar salvar las apariencias, sin mucho éxito ni de crítica ni de público.

Ha querido el calendario que la apertura de parte del sumario de Gürtel haya coincidido con el veinte aniversario de la primera Ejecutiva de Aznar y el correspondiente acto de recuerdo. Y aunque todos los presentes hubieran querido evitarlo, era inevitable recordar la manera, tan distinta, en que el ex presidente del Gobierno gestionó casos como el de Naseiro o Cañellas. Diferencia que el propio Aznar ha parecido insinuar al indicar que "el PP era y debe seguir siendo" incompatible con la corrupción, una frase en la que está curiosamente ausente un tiempo verbal clave.

No parece que ni Rajoy personalmente ni su PP institucionalmente sean corruptos, ni que haya existido financiación ilegal del partido, por lo que sabemos. Pero con ese empeño de, según sus aduladores oficiales, no dejarse "marcar los tiempos" desde fuera está dando continuamente la impresión contraria. Aguirre echó de su equipo a los implicados al día siguiente de saberse las acusaciones contra ellos. De este modo, dio la impresión de ser la que más indignada estaba con sus comportamientos. Rajoy, en cambio, da a entender con su lenidad que Bárcenas sabe demasiado como para desprenderse de él. Y aunque no fuera cierto, es esa imagen lo que acaba quedando, la idea de que hace falta una condena a un buen número de años para que Rajoy decida al fin expulsar a alguien del partido.


Libertad Digital - Editorial

Mensajes en el «caso Gürtel»

LAS bajas de Jesús Merino y Luis Bárcenas como militantes del Partido Popular, y la sustitución de éste en la tesorería de esta formación por José Manuel Romay Beccaría, alivian la presión política que sufrían los populares tras el alzamiento del secreto del «caso Gürtel».

Para Mariano Rajoy, estas decisiones conceden una tregua, aunque le hará falta algo más que el paso del tiempo para reforzar una imagen demasiado lastrada por la falta de respuestas explícitas. La dirección popular ha insistido en que siempre ha actuado con firmeza en el «caso Gürtel». En tal caso, con más motivo deberá revisar su estrategia de comunicación porque el mensaje recibido por la opinión pública no ha sido tan claro. Es cierto que, en este momento, ni uno solo de los imputados conserva la militancia o un cargo interno en el PP y que los resultados de la investigación -nada novedosos- no permiten, en absoluto, hablar de financiación irregular. La comparación con la Filesa del PSOE es inevitable para marcar las diferencias con un auténtico caso de corrupción financiera de todo un partido.

Siendo así las cosas, el PP ha de asumir que la alternativa política y el liderazgo necesarios para atraerse el voto de la mayoría de los ciudadanos implican el abandono de los hábitos tradicionales de la partitocracia, como el de la rutinaria reacción a la defensiva. Rapidez de respuesta, claridad de mensaje y fortaleza ética frente a la corrupción son demandas justas de una sociedad que empieza a estar harta de su clase política. Rajoy puede decir que, más allá de la campaña de filtraciones y manipulaciones contra su partido, nadie tiene motivos para señalarlo como encubridor de corruptos. Ahora sólo resta que el PP sea capaz de transmitir eficazmente esta realidad, más aún después de haber comprobado que el «caso Gürtel» es el clavo ardiendo que le queda al PSOE para, desesperadamente, frenar el avance del PP en las encuestas. Y a medida que el paro siga subiendo, y bajando las esperanzas de una recuperación, la agresividad contra el PP aumentará exponencialmente. Judicialmente aún queda «caso Gürtel» -quizá no tanto en la identificación de nuevos responsables-, pero sus repercusiones políticas son autónomas de los jueces. Por ejemplo, queda por determinar hasta dónde llegan los efectos de las nulidades decididas por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, porque podrían arrastrar importantes diligencias de investigación aún pendientes. Esta incógnita puede despejarse de manera imprevisible en los próximos meses.

ABC - Editorial