martes, 30 de noviembre de 2010

La rebelión de los barones. Por M. Martín Ferrand

Se observan en la cubierta de la nave socialista las carreras por alcanzar un salvavidas y son inevitables los codazos.

TRAS el derrumbe electoral del PSC, no por esperado menos doloroso para el PSOE, puede imaginarse a José Luis Rodríguez Zapatero, como a Mickey Mouse en Fantasía, tratando de poner orden donde no lo hay. El ritmo de la música de Paul Dukas es frenético en El aprendiz de brujo y ni el muñequito de Walt Disney conseguirá gobernar las escobas que ha embrujado con el gorro mágico del brujo Yensid ni el secretario general a los barones socialistas con mando en plaza. No se resignarán fácilmente a que llegue la próxima primavera para entregarle el relevo a sus antagonistas autonómicos del PP. Si se trata de apostar lo hago dos a uno por Mickey.

El diseño del tripartito, obra de Pascual Maragall asumida y perfeccionada por Zapatero con la ayuda y el protagonismo de José Montilla, tenía como esencia una doble traición. El PSC quiso superar a sus socios por el flanco de la izquierda y por el del nacionalismo. Malo y torpe fue lo primero; pero peor y más dañino lo segundo, puesto que el PSOE, por federalista y por español, resulta incompatible, incluso para un corto recorrido, con quienes todavía escuchan las nanas de Carlos Marx y pretenden como primer objetivo la independencia del Estado. En consecuencia, pasó lo que tenía que ocurrir. Si a eso se le añade el retraso y la inoperancia con la que Zapatero se enfrenta a la crisis económica y social, paro incluido, que nos afecta, su pronostico de futuro es incierto. Ya se observan en la cubierta de la nave socialista las carreras por alcanzar un salvavidas y son inevitables los codazos.


José Antonio Griñán, José María Barreda, Vicente Álvarez Areces, Guillermo Fernández Vara, Francesc Antich y el recién llegado Francisco Pina, ¿soportarán estoicos el chaparrón sin ponerse a cubierto hasta las próximas autonómicas? Incluso Patxi López, a quien no le afecta ese calendario, andará inquieto. Ellos, o sus relevos naturales, ¿concurrirán a las urnas sin previas y notables transformaciones en su partido de referencia? Los suicidios políticos, que los hay, son raros y más lo parece todavía la hipótesis de un suicidio colectivo sin más finalidad que darle la razón a Zapatero y asumirle como infalible líder e incuestionable conductor de una formación más que centenaria. No sé quien de los citados, o incluso de quienes no tienen, como ellos, mando en plaza y aspiran a tenerlo, disparará primero; pero el PSOE, mucho antes de las elecciones autonómicas tendrá que tomar una decisión tajante con respecto a su líder. Suponiendo que Zapatero, en un ataque de lucidez y generosidad no la tome primero. El aprendiz de brujo sigue como música de fondo.

ABC - Opinión

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