viernes, 29 de octubre de 2010

Pérez Reverte y las lágrimas en la lluvia de Miguel Ángel Moratinos. Por Federico Quevedo

Y Miguel Ángel Moratinos lloró. Lo acababan de destituir como ministro de Exteriores, y encima se había enterado por la prensa, que manda h… que diría aquel, y da muestra del carácter totalitario del ‘presi’, que incluso supera a Franco a la hora de mandar ministros a su casa. La escena, para el que la haya visto, es enternecedora… No sé, esas lagrimitas cayendo por la mejilla, ese rostro compungido y tierno que recuerda al de un oso panda… El diputado socialista que estaba en ese momento en la Tribuna y que provocó el llanto ministerial le acababa de decir que ha sido el mejor ministro de Exteriores de la democracia… ¡Hombre! Semejante afirmación es un insulto a la memoria de Francisco Fernández Ordóñez, por decir un nombre que poco o nada tiene que ver con el PP -y así luego no me acusen de partidista-, y una odiosa comparación desde la perspectiva, por ejemplo, de Javier Solana. Quizá sea eso lo que hizo llorar al desahuciado de su cargo, que le compararan con tan excelsas figuras sabiéndose nada merecedor de tales elogios. O eso, o es que de verdad le ha hecho polvo dejar de hacerle el juego a las dictaduras latinoamericanas.

A mí las lágrimas de Moratinos me parecen lágrimas en la lluvia. “Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir”, narra uno de esos momentos culminantes de la película Blade Runner, una de las obras maestras del cine de ficción. “Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. He visto a Fidel Castro levantarse y andar después de haberle dado por muerto. He visto brillar en la oscuridad los ojos revolucionarios de Hugo Chávez a las puertas de su consolidación como el referente político de Latinoamérica. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir”. Y murió. Como ministro, claro. Y lloró, como ministro también, claro. Y al genial Arturo Pérez Reverte el asunto le pareció vomitivo y le produjo una arcada que no dudó en explayar en su twitter personal y se ha montado la que se ha montado.

«Lo de Reverte puede ser un exceso, como lo de los morritos de Pajín, pero alguien tendrá que facilitarnos un cierto margen a los que no somos de izquierdas para decir lo que pensamos sin que se nos someta a una persecución de caza mayor.»

Lo bueno que tienen tipos como Pérez Reverte es que pueden decir lo que les dé la gana y, lejos de hundirse, acaban consiguiendo más apoyos, más seguidores y vendiendo más libros. Si a otros se nos ocurriera llamar “perfecto mierda” a Moratinos no les quiero ni contar la que nos organizarían, fíjense solo en el linchamiento moral al que la izquierda ha sometido al alcalde de Valladolid, aunque ya sabemos que en eso de los linchamientos morales la izquierda tiene una larga experiencia, casi de siglos. Y en los otros linchamientos también, para qué vamos a engañarnos. A Pérez Reverte también han querido lincharle, pero el tío se ha compuesto y les ha mandado a todos adonde a muchos nos gustaría mandarles también… “Si lo llego a saber, le insulto antes”, ha dicho. Qué bien, qué suerte, a otros por menos son capaces de llevarnos a los tribunales e, incluso, se pide nuestro fusilamiento al amanecer. Qué quieren que les diga, me da envidia, me encantaría ser como Pérez Reverte, aunque a veces es solo cuestión de saber no achantarse y no permitir que estos tipos te pisoteen solo por un exabrupto que puede tener cualquiera.

Y es que, en fin, lo de Pérez Reverte puede ser un exceso, como lo de los morritos de Pajín, pero alguien tendrá que facilitarnos un cierto margen a los que no somos de izquierdas para decir lo que pensamos sin que de inmediato se nos someta a una persecución casi de caza mayor. Yo no le hubiera llamado “perfecto mierda” a Moratinos, lo reconozco, porque me parece una falta de respeto, pero tiene toda la razón Pérez Reverte cuando afirma que un ministro ya va llorado de casa. ¿Saben, en el fondo, por qué llora Moratinos, por qué estuvo a punto de llorar De la Vega, por qué Aído y Corredor han tragado con la humillación de la ‘degradación’ y seguido en el machito? Porque la izquierda tiene una concepción absolutamente patrimonialista del poder, porque de verdad se creen que es suyo, que están ahí porque se lo merecen, no porque sea una delegación del poder que corresponde a la Soberanía Nacional. Alguien que de verdad llegara al Consejo de Ministros consciente de sus limitaciones y de que el puesto es un puesto de servicio a los ciudadanos, no lloraría al dejarlo, porque no dejaría algo suyo. Esa es la cuestión, la clave de esas lágrimas en la lluvia: todos esos momentos perdidos en el tiempo, son sus momentos, les pertenecen a ellos, a él, y no quieren perderlos. Bravo, Pérez Reverte, por haberte atrevido a secar esas lágrimas con el paño de la realidad.


El confidencial - Opinión

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