viernes, 22 de octubre de 2010

Rajoy. La perpetuidad de un ministro. Por Agapito Maestre

El concepto creado por Zapatero para seguir en el poder es sencillo de comprender: "Yo soy un desastre, pero mi ministro de la Oposición es aún peor. ¡Elijan entre lo malo y lo peor!".

Este cambio de Gobierno tiene, como diría un kantiano, un carácter trascendental. Zapatero ha creado las condiciones de posibilidad para mantenerse en el poder, como mínimo, otra legislatura. El PSOE se fortalece de tal modo que comparado con la oposición en general, y el PP en particular, parece una fortaleza inexpugnable. El PSOE a través del Gobierno de Zapatero tiende a ocuparlo todo. No hay espacio público político, en España, que no sea susceptible de ser transformado en una fuerza a favor del PSOE. El nuevo Gobierno tiene capacidad para mantener un discurso viable y, además, tiene aptitud para contarlo con eficacia. Es el Gobierno más ideológico y, terriblemente, propagandístico de todos los nombrados por Zapatero; puede conseguir, con apenas esfuerzos, hacer ver que lo blanco es negro y viceversa.

El cambio de Gobierno llevado a cabo por Zapatero es tan importante que, en mi opinión, ha conseguido poner a su disposición a la pieza más peligrosa que pudiera arrebatarle el poder. No me refiero a Rubalcaba menos todavía a Blanco; por el contrario, es, precisamente, la vinculación de Zapatero a estos dos hombres, formando una terrible troica política, la jugada maestra para mantenerse en el poder. El plan de Zapatero, aparte de la vieja y estrechísima vinculación entre Rubalcaba y Blanco, cuenta con un factor determinante, a saber, mantener vivo a quien le viene acompañando, desde 2004, en todos sus triunfos.


¿Quién puede ser esa persona que, hoy por hoy, es la condición necesaria para que Zapatero revalide su mayoría en las próximas elecciones? Pues que de su primer Gobierno, formado en un lejano 2004, sólo permanecen dos personas; sí, digo bien, sólo aguantan dos personas y no una como se empeñan en repetir los medios de comunicación sin imaginación ni criterio político. Una de ellas, como todo el mundo sabe, es la señora Salgado, que ha cumplido con estricta pulcritud y escrupulosidad todas las órdenes de quien la nombró en sus diferentes cargos en el Consejo de Gobierno. Y la otra, qué duda cabe ya, es un ministro más real que metafórico, si comparamos su forma, la mayoría de las veces casi imperceptible, de hacer política con la que se hace en las democracias desarrolladas.

En verdad, creo que hay alguien inamovible en este Gabinete. Zapatero es consciente de esta realidad. El único ministro que no cambia, en efecto, es el señor ministro de la Oposición: Rajoy; incluso su reacción ante los nuevos nombramientos ha sido propia de un político dispuesto a cargar sobre sí esa responsabilidad. He ahí la mayor genialidad o, según otros, la peor maldad de Zapatero. El nuevo Gabinete tendrá su primer trabajo, en realidad, su primera autolimitación, en darle aire al jefe de la Oposición. Es vital para Zapatero mantener a Rajoy como el encargado perpetuo del Ministerio de la Oposición. Sin su colaboración este gran entramado populista y policial montado por la nueva la troica socialista, a plena luz del día y sin cortarse un pelo, corre serios peligros de fracasar.

El concepto creado por Zapatero para seguir en el poder es sencillo de comprender: "Yo soy un desastre, pero mi ministro de la Oposición es aún peor. ¡Elijan entre lo malo y lo peor!". Naturalmente, frente a este concepto vacío, un votante del PP puede seguir manteniendo la intuición: "Rajoy es mejor", pero tendrá también que reconocerme que tal intuición, a tenor de lo hecho por el jefe del PP en la oposición, es ciega. Pues eso, entre conceptos vacíos e intuiciones ciegas, los españoles se precipitan al abismo.


Libertad Digital - Opinión

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