sábado, 30 de octubre de 2010

Europa y los insensatos. Por Hermann Tertsch

LOS recelos de muchos contra la fuerza del eje Berlín-París en la Unión Europea tienen, por supuesto, su lógica. Pero ayer patinaba mucho y muy lejos de la realidad un diario socialista español cuando proclamaba triunfante que «la UE se rebela contra el pacto urdido por Merkel y Sarkozy». Lo del verbo «urdir» es conmovedor como esfuerzo por darle un cariz siniestro y malévolo a la propuesta germano-francesa de poner pie en pared frente a los irresponsables que pretenden dejar impunes a quienes juegan con sus propias economías y con las de los demás. Para cuando se publicaba ese titular, los 27 habían aceptado casi todas las iniciativas propuestas por Merkel y Sarkozy. Que se quede fuera la medida más drástica, que despojaba del derecho al voto a quienes violen sistemáticamente el Pacto de Estabilidad, no merma la satisfacción de los partidarios de la línea dura. Que por cierto no eran Alemania y Francia solas. A Bruselas ya habían llegado con el apoyo más o menos explícito de una mayoría de los Veintisiete. Zapatero nada entre las aguas sin definirse mucho, nadie sabe si por falta de dedicación, interés o criterio. Aunque sabe que mucho de lo que sucede en el seno de la UE no se plantearía si los violadores potenciales y peligros manifiestos para el euro y la estabilidad fueran dos o tres pequeños países. Porque Grecia seguirá con voto, pero ha perdido todo poder sobre su economía que será dirigida desde Bruselas. Visto desde aquí, cabe imaginar que muchos griegos estarán felices de que su Gobierno ya no pueda ejercer soberanía alguna sobre su economía. Europa se arma contra los insensatos. Nuestro Gobierno se debate entre el temor a ser señalado y la vana pretensión de estar entre quienes controlan y no entre los controlados. Triste es recordar que España era uno de los países con mejor fama de cumplidor.

ABC - Opinión

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