lunes, 20 de septiembre de 2010

El problema catalán de Zapatero

Los socialistas no tienen argumentos nuevos para Cataluña. Han quemado las bazas de la reforma estatutaria, de la alternancia al nacionalismo de CiU y del frente de izquierdas.

EL presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, pronunció ayer en la «fiesta de la rosa» organizada por el Partido de los Socialistas de Cataluña, un discurso por el que parecía no haber pasado el tiempo. Utilizó los mismos argumentos que empleaba en 2003, cuando avaló personalmente el Pacto del Tinell, el tripartito con los independentistas de Esquerra Republicana y el proyecto soberanista de la reforma estatutaria. Pero Zapatero siempre habla de Cataluña como si acabara de llegar y fuera a inaugurar una época inédita de autonomía y paz territorial. Sin embargo, Zapatero lleva en sus espaldas siete años de decisiones personales sobre Cataluña que han desestabilizado la dinámica del Estado de las Autonomías y han sembrado una tensión soberanista que no existió siquiera durante los gobiernos nacionalistas de Convergencia i Unió. Aun así, Zapatero sigue trufando sus discursos hacia los catalanes con promesas sobre la identidad y el autogobierno y con ya manidos juegos de palabras sobre las relaciones recíprocas entre España y Cataluña, pero no hay rastro de autocrítica. Suya fue la temeraria idea de incorporar el independentismo republicano al gobierno autonómico, para crear un frente de izquierdas que, a la postre, ha desplazado al PSC al puro soberanismo nacionalista. Suya fue la idea de utilizar la vía estatutaria para travestir el Estado autonómico en Estado confederal, operación frustrada en buena medida por el Tribunal Constitucional. Y suya es la responsabilidad de haber decidido premiar con cuotas de poder o influencia a quienes defienden proyectos de segregación. Sus críticas a Rajoy por no querer hablar de identidad y sí de trabajo son una coartada para esquivar que sus proyectos para esa identidad y ese autogobierno por los que ayer abogaba —el Estatuto de 2006, la alianza con ERC— han hecho más difícil y conflictiva la relación de Cataluña consigo misma y con el resto de España.

Zapatero vuelve a necesitar electoralmente que el PP sea la bestia negra de los catalanes y ésta va a ser una de las constantes de la campaña para los comicios autonómicos de noviembre, porque el presidente del Gobierno se ha quedado sin discurso propio para Cataluña, de la misma manera que se quedó sin discurso «social» para Rodiezmo. Después del fallido intento confederal del Estatuto de 2006, los socialistas no tienen argumentos nuevos para Cataluña. Han quemado las bazas de la reforma estatutaria, de la alternancia al nacionalismo de CiU y del frente de izquierdas.


ABC - Editorial

0 comentarios: