sábado, 14 de agosto de 2010

Adiós al chantaje de los controladores

Esperemos que sea el inicio de una tendencia en la que a los sindicatos no les salga gratis obtener prebendas a base de chantajear a los usuarios de los servicios públicos.

La llegada de un acuerdo entre sindicatos y empleadores, sean éstos empresarios o administraciones públicas, siempre es motivo de alegría a corto plazo pues supone la desconvocatoria de huelgas u otro tipo de movilizaciones. No obstante, en ocasiones la capacidad de chantaje sindical es tan alta que los resultados de las negociaciones otorgan a los trabajadores unas condiciones laborales completamente desproporcionadas a la productividad y el valor que aportan.

No ha sido éste el caso. A falta de conocer más a fondo los detalles, donde siempre se oculta el diablo, los datos sobre el acuerdo entre Aena y el sindicato de controladores que se han dado a conocer en rueda de prensa parecen indicar que, por primera vez, un Gobierno ha logrado rebajar las extraordinarias condiciones laborales de las que disfruta el colectivo.


Tanto los aeropuertos españoles como el control aéreo son un monopolio público, que no tendría por qué permanecer como tal. Empresas privadas gestionan aeropuertos y navegación aérea en muchos lugares del mundo. Uno de los argumentos esgrimidos por el sindicato USCA ha sido que Aena había provocado el conflicto con ellos como cortina de humo para ocultar las privatizaciones de los aeropuertos, un espantajo que esta vez no parece haber producido ningún espanto entre la opinión pública y publicada. Ojalá termine siendo así, pues sólo una competencia real permitirá que los salarios y condiciones laborales de los controladores se ajusten a su productividad, y no a su capacidad de chantaje. Ya casi nos hemos olvidado del enorme poder que tuvo en su día el sindicato de pilotos SEPLA; se disolvió como un azucarillo cuando irrumpió la competencia entre las aerolíneas.

Mientras tanto, el acuerdo al que han llegado supone una victoria en toda regla para los gestores de Aena y sus superiores políticos, especialmente el ministro de Fomento, José Blanco. Hace seis meses hubiera sido impensable no sólo una reducción de los salarios de los controladores, sino especialmente que sus acostumbrados chantajes no les permitieran salirse con la suya, como es desgraciadamente habitual en muchos colectivos clave para la prestación de servicios de transporte público.

Hay que explicar que en los próximos años empezará a ponerse en marcha la iniciativa conocida como cielo único europeo, que permitirá aprovechar mucho mejor el espacio aéreo del continente al eliminar fronteras y permitirá a empresas y controladores de toda Europa prestar sus servicios en todos los países de la UE. Con esa espada de Damocles sobre sus cabezas, el sindicato de controladores ha preferido mantener unas condiciones peores a las anteriores, pero todavía mejores que en otros países europeos.

Ha sido una decisión sabia. Muy poco apoyo, por no decir ninguno, han encontrado en la opinión pública, que como en el caso de la Comunidad de Madrid y los trabajadores de Metro han apoyado a las administraciones. Esperemos que sea el inicio de una tendencia en la que a los sindicatos no les salga gratis obtener prebendas a base de chantajear a los usuarios de los servicios públicos. La firmeza, si se lleva hasta el final, produce mejores resultados que el cortoplacismo.


Libertad Digital - Editorial

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