sábado, 24 de julio de 2010

Vuelta a la normalidad

Las pruebas de solvencia son la base para que se recuperen el crédito y el interbancario en Europa.

Las pruebas de resistencia (stress tests) de la banca europea, esperadas con gran expectación por los inversores y los Gobiernos, han confirmado la percepción general de que las entidades financieras del área euro tienen un grado de solvencia razonable. Solo siete entidades europeas, entre los que se encuentran CajaSur, cuatro grupos de cajas españolas en proceso de fusión, el nacionalizado Hypo Real Estate alemán y el griego Atebank, han suspendido las pruebas, mientras que los españoles Santander y BBVA se sitúan entre los mejores ratios de capital (10% y 9,3%, respectivamente) de la eurozona. El Banco Central Europeo (BCE), los Gobiernos y la Comisión Europea se apuntan un tanto, puesto que han jugado con éxito la carta de la transparencia como el mejor remedio para combatir los rumores poco fundados sobre la debilidad de la banca europea y, al mismo tiempo, se demuestra que los costosos programas de rescate y recapitalización (236.000 millones en toda Europa) han tenido éxito.

El caso de las cajas españolas que no han pasado el examen (el grupo Caixa Catalunya, Caixa Tarragona y Caixa Manresa, el formado por Caja Duero y Caja España, la Banca Cívica, Unimm y CajaSur) tampoco se aparta del guión previsto. Como puede apreciarse, están incursas en procesos de fusión y requerirán en conjunto una recapitalización de poco más de 2.000 millones de euros para cumplir con los requisitos de solvencia en el peor de los escenarios establecidos. En función de los resultados conocidos de los exámenes, está claro que el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), cuya prórroga autorizó ayer Bruselas, está suficientemente dotado para hacer frente a la recapitalización de la banca española. Las pruebas demuestran además la malevolencia de las interpretaciones según las cuales el hecho de que el FROB hubiese aportado apenas 11.000 millones de los 99.000 que entre capital y avales tenía como dotación era prueba inequívoca de que el sistema español requería fortísimas inyecciones de capital que el Gobierno y la propia banca se negaban a reconocer. Pues bien, el Banco de España ha facilitado toda la información necesaria sobre el 95% del sistema financiero español, un esfuerzo de transparencia muy por encima del que han realizado otros países europeos (Francia solo examinó a cuatro bancos). Lo propio ahora es que las entidades suspendidas acuerden con el Banco de España si el nuevo capital que requieren puede ser privado.

En apariencia, con las pruebas de resistencia publicadas ayer los inversores y las entidades financieras tienen la información necesaria como para tomar decisiones razonablemente seguras. Difícilmente tendrán los mercados y los propios bancos por otras vías una información tan detallada y exacta como la que se dio a conocer ayer en Londres. Los controles son más duros que los que se aplicaron a la banca estadounidense hace algo más de un año. Los mercados abiertos recibieron ayer con subidas los resultados de las pruebas. Por tanto, en condiciones normales deberían despejar las dudas sobre la solidez financiera europea (y española), tal como ayer sugirió el gobernador, dar por superada la primera fase de la crisis bancaria e iniciar la segunda, que será la recuperación del crédito y la normalización de los préstamos interbancarios, que se habían secado.

Ahora bien, los mercados pueden empecinarse en mantener la desconfianza con el argumento de que los datos facilitados son falsos, las estadísticas están trucadas o los requerimientos legales de solvencia de un país son demasiado laxos. La banca española sufre de graves problemas de liquidez en el interbancario por la sencilla razón de que en Europa se calcula que su exposición al hundimiento inmobiliario no se refleja en una tasa de morosidad excesivamente baja. Si esa desconfianza se mantiene, estaríamos ante un caso de mala fe.


El País - Editorial

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