martes, 20 de julio de 2010

Controladores, controlados: ya no lo tienen tan fácil. Por Antonio Casado

Los controladores atacan de nuevo. Y siguen sin tener razón, aunque venga ahora el PP a echarles una mano sólo por el gusto de embestir contra el ministro de Fomento, José Blanco, como ayer hizo el portavoz del partido de Rajoy, Esteban González Pons, que hace a Blanco responsable político de las sospechosas bajas laborales amontonadas en estas últimas setenta y dos horas por razones de salud.

Por muchas vueltas que le demos, no se entiende que el principal partido de la oposición se vuelva inesperadamente comprensivo con un colectivo que tanto daño ha causado a los ciudadanos, así como a los intereses de nuestra primera industria nacional. Y que todavía quiere causar mientras negocia su convenio colectivo.

En esta ocasión lo van a tener más difícil porque les han cambiado las reglas del juego. Pero andan sobrados de voluntad y malas intenciones. Nos anuncian “un verano complicado” a causa de las bajas médicas ¿Y cómo sabrán ellos por anticipado que en el verano se van a multiplicar las arritmias, las palpitaciones, el estrés, la depresión y los esguinces de tobillo, en los complacientes certificados médicos?


Nueva normativa

No es la primera vez que nuestros controladores aéreos practican la huelga encubierta con toma de rehenes. Con una diferencia. Ahora, en gran parte gracias a la firmeza mostrada a principios de año por el actual ministro de Fomento, ya les han tomado la medida. No sólo en la opinión pública, sabedora de las privilegiadas condiciones laborales y retributivas del colectivo. También en el Boletín Oficial del Estado, cuya edición del 5 de febrero de 2010 recoge el texto de un decreto-ley, convalidado el día anterior en el Congreso de los Diputados.

La nueva normativa abolió el anómalo poder de los controladores, reconocido en los sucesivos convenios colectivos, de organizar y planificar su propio trabajo. Incluidas las competencias para fijar las horas extraordinarias y cobrarlas a precio de oro. Devolver todas esas facultades a la empresa ha reducido notablemente el poder conminatorio que este colectivo siempre utilizó como resorte de sus demandas laborales, profesionales y retributivas.

Todo ello con el aplauso de la opinión pública y, por supuesto, con el apoyo inequívoco de los diputados del PP. No solo en la convalidación parlamentaria del decreto-ley sino en su posterior tramitación como proyecto de ley, lo que hace especialmente difícil de asimilar el extemporáneo ataque del PP contra el actual ministro de Fomento.
Ahora, por ejemplo, la empresa (AENA) ya puede contratar controladores, dentro o fuera del colectivo, mediante las distintas modalidades previstas en la vigente normativa del mercado de trabajo. O cubrir las bajas sobrevenidas recurriendo al desplazamiento temporal de controladores si lo aconsejan la seguridad y continuidad del servicio, y sin que sea necesaria, como en los anteriores convenios colectivos, la conformidad de los empleados.

La aplicación de estas normas debe ser suficiente para evitar que se repita el caos causado durante las pasadas fechas navideñas, que dejó en tierra a 17.000 pasajeros, obligó a cancelar 158 vuelos y produjo unas pérdidas de dos millones de euros. Así actúan los controladores aéreos con la más alta retribución salarial y la más baja productividad de Europa.


El Confidencial - Opinión

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