lunes, 31 de mayo de 2010

Mañana, la guerra social. Por César Alonso de los Ríos

La izquierda, que por definición ama la intervención, va a ser desalojada del poder central… para que lo ocupe la derecha, que tiene por oficio la exaltación de los mercados. En esta práctica habitual de las contradicciones políticas que tienen que vivir los partidos ¿acaso podría haber habido alguna más fuerte simbólicamente que la que acaba de perpetrar Zapatero al congelar las pensiones y reducir el sueldo de los funcionarios?

Confiados en esta marcha imparable hacia el Gobierno central, con anticipación electoral o no, los conservadores esperan que Zapatero les haga el favor de hacer la reforma laboral. Confían en que éste les deje resuelto el problema en los próximos meses. Existen, incluso, grupos de economistas y sociólogos liberales que están elaborando informes para que desde el poder actual (Corbacho, Salgado y Sebastián) se lleve a cabo la reforma que permita el acceso tranquilo de Rajoy a la Moncloa. ¿Cabe mayor ingenuidad? ¿Acaso creen que Zapatero puede ser tan angelical como para enfrentarse con los sindicatos sabiéndose condenado políticamente?


No creo que el PSOE vaya a quemarse con un problema que Aznar debería haber abordado frente a Fidalgo. Quizá por todas estas obviedades los sindicatos no se han lanzado ya a la huelga general. Estos, cuya misión es defender a las gentes que tienen trabajo, tratarán de mantener la situación actual, esto es, los términos del actual contrato laboral y los convenios colectivos.

Así como creo que Zapatero intentará reducir el déficit en los términos exigidos por la UE, no creo que vaya a dedicar sus esfuerzos y su función en la izquierda a resolverle al PP la reforma laboral. Si hasta ahora la crisis le ha entregado a Rajoy el electorado, Zapatero no va a declarar la guerra a los sindicatos para que el PP herede la paz social. Algún precio deberá pagar éste por la Moncloa y su mantenimiento en ella. Más aún, me temo que será muy alto.


ABC - Opinión

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