domingo, 28 de febrero de 2010

Un varapalo judicial para Uribe y toda una lección para los chavistas

La Corte Constitucional de Colombia impide al actual presidente presentarse a una tercera reelección.

LA CAMPAÑA electoral comenzó ayer en Colombia envuelta en una gran incertidumbre, tras conocerse el fallo de la Corte Constitucional que impide la reelección del presidente Uribe. Se agotan así sus aspiraciones de dirigir durante un tercer mandato el timón de uno de los países más pujantes -pese a su inestabilidad- de Latinoamérica. Pero, al mismo tiempo, la decisión del alto tribunal supone una loable demostración de fortaleza de la democracia colombiana. Toda una lección para la región, donde, por desgracia, la separación de poderes es ya pura entelequia en todo el bloque bolivariano.

Es indudable que Álvaro Uribe se equivocó en su intento de reformar ad hoc la legalidad constitucional, que en Colombia prohíbe la reelección presidencial para un tercer mandato consecutivo. Como garantía frente a la tentación del caudillismo democrático, casi todas las constituciones del continente establecen limitaciones temporales en el gobierno muy estrictas. Sin embargo, en la actualidad asistimos a un proceso muy peligroso en el que dirigentes como el venezolano Chávez, el ecuatoriano Correa o el boliviano Evo Morales ya han forzado cambios legales para perpetuarse en el poder. Por fortuna, en Colombia funciona la democracia, y Uribe se apresuró ayer a acatar el fallo constitucional y prometió seguir trabajando para fortalecer los principios del sistema.

Pero lo cierto es que muchos colombianos se sienten hoy conmocionados. Porque no se puede pasar por alto que la popularidad de Uribe alcanza cotas del 70%, muy por encima de la que lograron sus predecesores. Ello es debido a la eficacia y a los éxitos de su Gobierno ante los dos desafíos más graves del país: el terrorismo de las FARC, que después de cuatro décadas sigue sumiendo a Colombia en el sufrimiento y la violencia, y el narcotráfico. La decidida voluntad de Uribe para acabar con ambas lacras se ha visto recompensada con un amplísimo respaldo ciudadano. Al igual que su defensa de la democracia y de la alianza con EEUU, que le han valido el acoso y la guerra diplomática más sucia imaginable por parte de Chávez y de sus acólitos.

Ahora está por ver qué sucede en las urnas. Y aunque Uribe ha elegido como delfín al ex ministro Juan Manuel Santos, no va a tener nada sencilla la pugna en las filas del oficialismo con Noemí Sanín, ex embajadora en España, que aspira a ser la primera presidenta del país.


El Mundo - Editorial

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