viernes, 5 de febrero de 2010

¿Simulaciones? no, falacias. Por José María Carrascal

SI tanto admira a Obama, podía al menos imitarle. El presidente norteamericano ha cancelado numerosos viajes al extranjero, entre ellos su venida a Madrid, para atender a los muchos y graves problemas internos de su país. Aunque nunca tantos y tan graves como los españoles. Estados Unidos tiene un potencial económico, industrial y científico que le permite afrontar la crisis infinitamente mejor que España. Nuestro presidente, sin embargo, con 4,3 millones de parados, un 11,3 por ciento de déficit y unas perspectivas que nos ligan a Grecia y Portugal, ha hecho lo que suele hacer en estas ocasiones: largarse. Largarse a Washington a un desayuno de oración.

Si todavía fuera una persona religiosa, se comprendería, pues esas personas encuentran inspiración y fuerza en la plegaria. Pero no siéndolo, como no oculta, la única explicación es que ha ido a hacerse otra foto con Obama. Pues el resto de su paso por Washington es más escaparate que otra cosa. Y si no, que nos muestren los contratos, los negocios, las respuestas que traen para los problemas españoles. La escueta realidad es que a este hombre sólo le preocupan sus propios problemas, que empiezan a preocupar a su propio partido. Su lugar, ayer, cuando la bolsa española se pegaba un batacazo, estaba aquí, para decirnos si la edad de jubilación se retrasa o no a los 67 años, para aclararnos por qué se envió a Bruselas un documento en el que se ampliaba el cómputo de la pensión al salario de los últimos 25 años trabajados, y al conocerse, se rectifico, dejándose los 15 años actuales. «Era una hipótesis de trabajo», trató de justificarlo el portavoz parlamentario socialista. A Bruselas no se envían hipótesis de trabajo, señor Alonso, aparte de que una hipótesis de trabajo no se escribe en presente de indicativo, se escribe en condicional, como usted, que es juez, sabe perfectamente. Más plausible es la explicación de la vicepresidenta segunda, a la que parece seguir costándole mentir. «Fue una simulación», dijo. «Simulación: fingir o imitar lo que no es», describe el diccionario. Tampoco las simulaciones se incluyen en los documentos oficiales, señora Salgado. Excepto cuando se hacen a propósito. ¿Estaban tratando de engañar a Bruselas? No nos extrañaría. Esta gente viene engañando a los españoles desde su llegada al poder y se ha creído que puede hacerlo a los extranjeros. Pero los extranjeros les han calado a la primera, y han caído en su propia trampa.

En cuanto a la plegaria del presidente en Washington, ustedes lo han visto y oído: citas bíblicas, convivencia, tolerancia, paro, víctimas del terrorismo, alianza de civilizaciones, una paella de sus tópicos más gastados, cocinada a lo religioso, que para eso era el Desayuno de Oración. Hasta ahora, Zapatero había traicionado prácticamente a todo y a todos. Esta vez, ha batido su propio record, traicionándose a sí mismo.


ABC - Opinión

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