lunes, 9 de noviembre de 2009

Un error histórico: cien años de dinero de curso legal . Por Anta E. Fekete

Muy probablemente concluirá el año 2009 sin que se haya conmemorado el centenario de un evento de gran importancia en la historia, que figura en forma destacada como la causa principal de la Gran Crisis Financiera del siglo. Este evento fue aquel al cual se le dio el falso nombre de “Legislación de Curso Legal” de 1909. Los billetes de banco, tanto de la Banque de France, así como del Reichsbank de Alemania, se convirtieron en moneda de curso legal, primero en Francia y muy poco después, también en la Alemania Imperial. El resto del mundo siguió el ejemplo.

De esta forma se eliminaron todos los obstáculos a la financiación, por medio de créditos, de la Guerra Mundial que se avecinaba y a la monetización de la deuda que resultaría por medio de billetes de banco.


Un efecto imprevisto fue que se truncaron todos los esfuerzos diplomáticos por evitar la guerra y la gran derrama de sangre y destrucción de propiedad que traería consigo. En ambos países, los partidos que favorecían la guerra se habían anotado una gran victoria. La causa de la paz sufrió una derrota decisiva.

Quiero subrayar que he dicho que la legislación que llevó el nombre de “Legislación de Curso Legal” no fue tal, porque “curso legal” en este contexto fue una maligna distorsión del sentido aceptado de la frase. No había ningún aspecto de coacción en el curso legal, anteriormente a 1909. Los billetes de banco circulaban como dinero, pero su aceptación era enteramente voluntaria. La gente tenía el derecho incondicional de cambiarlos por moneda del país, o sea, por monedas de oro. Si un banco no podía entregar moneda de oro a cambio de un billete estaba en mora técnica y tenía que atenerse a las consecuencias.

En su sentido original el término “curso legal” se refería sencillamente a un estándar de tolerancia aplicable al desgaste de las monedas de oro. Las monedas de oro que estaban dentro del estándar de tolerancia circulaban por número, o sea, que su “valor de curso legal” se establecía por conteo de las mismas – una gran conveniencia. Otras circulaban por peso: todas y cada una de las monedas tenía que ser pesada – una gran inconveniencia. No había coacción alguna establecida en esta discriminación.

La salida de la crisis y el camino para evitar otra Gran Depresión es por vía de la restauración de la libertad en el ámbito de la moneda: por medio de una hábil revocación de las leyes de curso legal

La Casa de Moneda cambiaba monedas de oro dentro del estándar de tolerancia a cambio de nuevas monedas recién acuñadas, sin cargo para el propietario. El gobierno absorbía la pérdida y la cubría con cargo a los fondos generales de ingresos. Al costo se daba el mismo trato que el costo de mantener en buen estado las carreteras del país. No sólo no había coacción alguna en las leyes de curso legal, sino que en efecto, el gobierno proporcionaba un servicio público sin cobrar una cuota por el mismo. Ese era el significado de “curso legal” anteriormente a 1909.

Coacción contra el público

Nótese el cambio disimulado en su significado, como resultado de las leyes de curso legal de 1909. En el lugar de una conveniencia pública se sustituyó una coacción contra el público. Los dos gobiernos con la mayor capacidad bélica del mundo introdujeron la coacción al forzar a sus súbditos a aceptar y usar deuda como dinero. Esto constituyó un acto nunca antes visto en las historia. En particular, los gobiernos estaban obligando a los militares, así como a los empleados del gobierno, a recibir promesas de papel a manera de pago con finiquito por servicios rendidos.

Desde luego, el uso de la frase “curso legal” en esta forma constituye una contradicción. Una promesa de pago que es al mismo tiempo, un finiquito, no es una promesa. Es un edicto arbitrario. Este fue un paso reaccionario, diseñado para facilitar el aumento ilimitado de la circulación monetaria, sin tomar en cuenta la reserva de oro. Permitió la financiación con crédito de la guerra que se avecinaba, gran parte del cual era libre de intereses y sin fecha de vencimiento. La carga financiera de la guerra se le impuso al pueblo sin su consentimiento.

La medida se representó como un simple cambio, conveniente por razones de eficiencia. No hubo debate público respecto a sus implicaciones. En aquel tiempo, nadie podía adivinar las consecuencias ominosas. Nadie sospechaba mala fe de parte del gobierno. Como prueba de buena fe, se permitió que el oro continuara en circulación por otros cinco años. Los bancos entregaban las monedas de oro sin mayor problema. No hubo un notable incremento en la acumulación de monedas de oro por el público, señal que éste albergaba una confianza implícita en su gobierno. Cuando la guerra finalmente estalló en 1914, “los cañones de agosto” anunciaron el efecto demorado de las leyes de curso legal. De inmediato, todas las monedas de oro se escondieron. Los bancos se rehusaron a entregar oro a cambio de billetes. La Legislatura, incluso todos los diputados socialistas, votó a favor de los créditos bélicos que solicitaba el gobierno, sin demora.

El origen de la Gran Depresión

El primer autor que desenmascaró la conexión entre las Leyes de Curso Legal de 1909 y el inicio repentino de la guerra, cinco años más tarde, en 1914, fue el economista alemán Heinrich Rittershausen (1898-1984). También pronosticó la Gran Depresión y mostró la relación que existió entre la subsecuente ola de desempleo sin precedente y estas Leyes, como explicaré en mayor detalle más adelante.

No nos queda más que especular sobre caminos distintos que pudiera haber seguido la historia. ¿Hubiera terminado en breve la matanza insensata y la destrucción de propiedad si no se hubiesen promulgado las Leyes de Curso Legal, tan pronto como los gobiernos en guerra hubiesen agotado el oro necesario para financiarla? La mayoría de los observadores contemporáneos pensaba que así hubiera sido. No había forma de financiar un conflicto de esta magnitud por medio de impuestos. La gente no comprendía que el curso legal era una forma invisible de impuesto, para pagar por la guerra más grande que hubiera visto el mundo hasta ese punto en la historia. No comprendía el poder del crédito que permitiría que los gobiernos gastasen sangre y tesoro con toda libertad, sin limitaciones. La gente no percibió al Moloch detrás de la fachada de Curso Legal – el dios que se preparaba para devorar a sus propios hijos.

Sin embargo, las leyes de curso legal tuvieron otra nefasta consecuencia, que no se reconoció en aquel tiempo. Anteriormente a 1909, el comercio mundial se financiaba por medio de letras de cambio (“real bills” o “bills of exchange”) giradas sobre Londres. Una letra de cambio era papel comercial con vencimiento a corto plazo, pagadero en moneda de oro a su vencimiento. Representaba crédito auto-liquidable para financiar la aparición de mercancía nueva, demandada con mayor urgencia por los consumidores, en los mercados. Como su creación estaba limitada a la cantidad de mercancía nueva en camino al mercado, no era inflacionaria.

El crédito era liquidado por la moneda de oro entregada por el consumidor final de la mercancía subyacente. Una letra de cambio la podríamos entender como un crédito en proceso de “madurar en monedas de oro” en fecha próxima. Como medio de cambio, la letra de cambio era lo que seguía a la moneda de oro misma, en calidad. Su tenencia era virtualmente libre de riesgo, ya que la mercancía subyacente tenía un mercado bien dispuesto a su adquisición, en cuanto llegara a su destino.

El confidencial

Jubilados sin techo. Por Luis del Pino


Esta semana saltaba a los medios una noticia particularmente estremecedora. La directora de Cáritas Diocesana de Valencia, Concha Guillén, denunciaba cómo se están multiplicando en los últimos meses las solicitudes de ayudas para alquiler por parte de viudas y parejas de edad avanzada.

El motivo es que la crisis económica está arrojando a familias enteras al paro. Y al no poder muchas parejas jóvenes hacer frente a sus créditos hipotecarios, los bancos no sólo les están quitando la casa a ellos, sino también a sus padres, que figuraban como avalistas de esos créditos.



De ese modo, personas ya jubiladas, que habían conseguido pagar su casa después de toda una vida de trabajo, y que viven de una escueta pensión, se encuentran de la noche a la mañana literalmente en la calle, arrojadas de su vivienda y forzadas a recurrir a la caridad para pagar un alquiler que su pensión tampoco alcanza a cubrir.

¿Es mínimamente moral esto que está pasando?

En Estados Unidos, al comprar una casa, el crédito hipotecario está respaldado exclusivamente por el bien que has adquirido, es decir, por la propia casa hipotecada. Si no tienes con qué pagar la hipoteca, entregas al banco las llaves de la casa y asunto resuelto. No pierdes nada más. Ni tu familia tampoco.

En España, por el contrario, los bancos obligan a avalar los créditos hipotecarios con otras propiedades, de modo que si no puedes pagar la hipoteca no sólo te quitan la casa, sino que pueden quitarte también cualquier otro activo con el que tú o tu familia hayáis avalado la compra.

Se trata de una situación abusiva, en donde los bancos jamás arriesgan nada. Cuando acudes a una oficina bancaria a mendigar un crédito, invariablemente te responden que el Departamento de Riesgos tendrá que estudiar tu solicitud. ¿Departamento de Riesgos? ¿De qué riesgos hablan, si el banco nunca corre ninguno? Para que te den el dinero tienes que demostrar, prácticamente, que no lo necesitas. Y si no lo puedes demostrar, tendrás que encontrar un familiar que responda por ti.

Eso sí, si quien va a pedir el crédito es un gran constructor, todo son facilidades para darle los centenares de millones de euros que necesite. Y si estalla la burbuja inmobiliaria, como ahora ha sucedido, entonces se recurre al dinero público, al dinero de todos, para tapar ese agujero que los grandes constructores le han creado a los bancos. Porque claro, no podemos dejar que se hunda el sistema financiero, ¿verdad? Lo cual es una forma muy elegante de decir que no podemos permitir que los bancos pierdan dinero. Y mientras tanto, jubilados a quienes han pillado como avalistas se tienen que ir a vivir a la mismísima calle.

Con la crisis, las peticiones de ayuda a Cáritas - ayuda de todos los tipos - se han disparado. Y los destinatarios de esas ayudas ya no son sólo, como antes, las personas desarraigadas, sino personas y familias perfectamente integradas en la sociedad que, de la noche a la mañana, lo pierden todo. Absolutamente todo. La portavoz de Cáritas Diocesana de Valencia lo resumía con una frase muy elocuente: "Hemos pasado de atender a los pobres a ayudar a nuestros vecinos". El perfil del demandante de ayuda ha cambiado radicalmente en el último año. Al lado de esos jubilados que han perdido su vivienda, cada vez hay más hombres solteros, más parejas jóvenes, más madres solteras con hijos a su cargo. Dos tercios de los demandantes de ayuda son inmigrantes; el tercio restante, españoles.

Una vez más es la Iglesia, esa Iglesia tan denostada por los progres, la única que está haciendo algo para aliviar la debacle asistencial que nos ha caído encima. Y mientras la Iglesia se afana en atender a tanta persona necesitada de ayuda, y mientras el presupuesto de Cáritas y de las restantes organizaciones asistenciales de la Iglesia se ve desbordado por la avalancha de nuevos pobres, ese gobierno que se autotitula progresista a lo que se dedica es a cubrir los agujeros creados por golfos de todo pelaje en las instituciones financieras y en las administraciones públicas, sin que ninguno de esos golfos, por supuesto, devuelva nunca un duro.

El robo de alimentos en los grandes centros comerciales o el robo de ganado en el campo andaluz se generalizan. Y mientras tanto, los miembros del Congreso pagan impuestos irrisorios y discuten sobre si los futbolistas tiene que pagar más o menos que ellos. Medio millón de familias españolas no tienen, en estos momentos, ninguna fuente de ingresos. Y mientras tanto, hay quienes, por ser esposas de un presidente autonómico, disfrutan de 16 cargos diferentes. Las mujeres españolas, que habían desaparecido de los circuitos de la prostitución hace quince años, vuelven a aparecer en los clubes de alterne o en los barrios chinos de las ciudades, empujadas por la necesidad. Y, mientras tanto, el gobierno sigue regalando subvenciones a un cine español que nadie ve e imponiendo cánones digitales que nadie controla, porque de algún modo hay que pagar al sindicato de millonarios de la ceja. Vuelve la mendicidad casa por casa, personas que tocan a tu puerta pidiendo dinero o comida, y que es algo que no veíamos hace treinta años. Y mientras tanto, no hay día que no nos desayunemos con un nuevo responsable político acusado de embolsarse el dinero de todos nosotros a manos llenas. Sin que nadie, por supuesto, devuelva nunca un duro.

Estamos gobernados por golfos, que se enriquecen a espuertas, convirtiendo la vida pública en un auténtico lodazal. Estamos gobernados por hipócritas, que simulan defender a los desfavorecidos cuando no hacen otra cosa que chanchullear con gente bien, de esa que se las arregla siempre para prosperar, sea quien sea el que esté en el gobierno.

Pero lo peor no es eso. ¿Saben ustedes que es lo peor? Lo peor de todo es que quienes nos gobiernan no perderán ni una sola noche de sueño pensando en un jubilado al que el banco le ha puesto en la mismísima calle o en ese número creciente de familias que tienen que vivir de la caridad. Porque están inmersos en sus chanchullos y los dramas de la gente de la calle les importan una higa.

Lo peor, como les digo, no es que quienes nos gobiernan sean golfos o hipócritas. Lo terrible, lo verdaderamente terrible, es que además carecen de corazón.


Liberta Digital

Oir esradio

Observatorio de la corrupción (XII)

Ofrecemos a nuestros lectores un resumen con los enlaces que les darán una somera idea del clima de corrupción que nos hace la atmósfera política irrespirable.


«Operación Pretoria»
ABC: El segundo de Mas ingresó en 2008 casi cien mil euros por informes urbanísticos

e-notícies: Puig ingresó cien mil euros en informes, según ABC


Caso «Gurtel»
La Vanguardia: El PSPV presenta una querella contra Camps por cohecho y financiación irregular

El País: La trama corrupta de Correa ingresó 3 millones y medio a la caja B en dos años

El País: Los socialistas se querellan contra Camps y toda la cúpula de la trama corrupta

El confidencial: El PSOE de Valencia presenta una querella contra Camps por cohecho y financiación irregular

El País: Los socialistas denuncian al juez la financiación ilegal del PP valenciano


Caso «Palau»
La Vanguardia: La Generalitat investigará los 20 últimos años de gestión de Millet en el Palau de la Música


«Corrupciones Varias»
ABC: La Junta andaluza se gastará 13 millones en reuniones y conferencias en 2010

Libertad Digital: El número dos de Mas acumuló 41 cargos cuando era consejero con Pujol

La candidatura alternativa de UPyD critica la falta de democracia interna

La candidatura alternativa a Rosa Díez que se ha presentado para liderar Unión, Progreso y Democracia (UPyD), y que está encabezada por el madrileño Valia Merino, asegura que cuenta cada día con el apoyo de más militantes que están descontentos con la falta de democracia interna y que quieren que la formación recupere su espíritu fundacional.

El número dos de la candidatura, Ángel Gadea, explicó a Europa Press que los integrantes de la lista se unieron ante la sensación de "recorte de derechos y garantías" en la formación, que camina hacia un modelo en el que se otorga "un protagonismo muy alto" al Consejo de Dirección frente al resto de órganos.


Con este planteamiento, decidieron presentar una candidatura alternativa a la de Rosa Díez para presentarse al I Congreso que el partido celebrará los próximos días 20, 21 y 22. Gadea afirmó que tienen la confianza de conseguir el apoyo suficiente de los militantes, y en este sentido aseguró que cada día reciben más apoyos desde todos los puntos de España.

Según explicó, tienen "plena confianza" en UPyD y en la necesidad de que exista en España un partido que se convierta en una "alternativa real" a los dos grandes partidos nacionales. Por ello, quieren que la formación recupere el espíritu con el que nació hace más de dos años.

A su juicio, a lo largo de este periodo se ha llegado a una situación en la que los afiliados "no tienen libertad" para expresar sus opiniones. "Queremos que la igualdad no sea sólo de los ciudadanos, también de los afiliados", reivindicó el número dos de la candidatura.

Rosa Díez como cabeza visible

Sin embargo, aclaró que su opinión de Rosa Díez y de su trabajo al frente del partido es "muy buena", por lo que quieren que siga siendo la cabeza visible de la formación "sea quien sea quien gane en el Congreso". "La labor que está haciendo es magnífica", reconoció. Pese a ello, lamentó que Merino no ha conseguido mantener en un encuentro con ella pese a haberlo solicitado en reiteradas ocasiones.

Además, respecto a sus propuestas a los afiliados, explicó que se presentan con la promesa de convocar un nuevo congreso constituyente en el plazo de un año y elecciones a los demás órganos en seis meses, ya que "el partido debe ser un ejemplo del modelo de sociedad que predica y persigue".

Europa Press

El cazapiratas sin complejos. Por Arturo Pérez Reverte

Me dicen los amigos hay que ver, Reverte, con esto del paisaje que tenemos y la que está cayendo, salimos a cabreo semanal con blasfemias en arameo, y hace tiempo que no cuentas ninguna de esas peripecias de la historia de España que dejabas caer por esta página, de marinos, conquistadores, aventureros y gente así, políticamente incorrecta, que a veces consuelan y hacen descansar de tanta basura parlamentaria y municipal, y tanta cagada de rata en el arroz. Y como los amigos siempre tienen razón, o casi, y es verdad que hace tiempo no toco esa tecla, hoy vamos a ello. De todas formas, para no perder el pulso de la actualidad actual, quisiera recordar a un personaje que practicó la alianza de civilizaciones a su manera. Ya me dirán ustedes si viene a cuento, o no.

Se llamaba Antonio Barceló, Toni para los amigos. Como de costumbre, si hubiera sido francés, inglés o de cualquier otra parte, habría películas y novelazas con su biografía. Pero tuvo el infortunio de ser mallorquín, o sea, español. Con perdón. Que es una desgracia histórica como otra cualquiera. El caso es que ese fulano es uno de mis marinos tragafuegos favoritos. Tengo su retrato enmarcado en mi casa, junto al de su colega de oficio Jorge Juan, y en el Museo Naval de Madrid hay un cuadro ante el que siempre me quito un sombrero imaginario: D. Antonio Barceló con su jabeque correo rinde a dos galeotas argelinas. Hijo de un marino comerciante y corsario, embarcó siendo niño en los barcos de su padre. La primera fama la consiguió con sólo 19 años, en 1736, cuando ya navegaba como patrón del jabeque correo de Palma a Barcelona, y empezó a darse candela con los piratas norteafricanos que infestaban el Mediterráneo occidental. En aquellos tiempos, como no había telediarios donde hacer demagogia, a los piratas se les aplicaba directamente el artículo 14. Y Toni Barceló, que conocía el percal y no estaba para maneras de oenegé, lo aplicaba como nadie. El ministro Moratinos y la ministra Chacón habrían hecho pocas ruedas de prensa con él. Prueba de ello es que, pese a ser marino mercante y no de la Real Armada –allí sólo podían ser oficiales y jefes los chicos de buena familia–, fue ascendiendo en ésta, con los años, de alférez de fragata a teniente general, a lo largo de una vida marinera bronca, azarosa y acuchilladora. Dicho de otra forma, a puros huevos.

Lástima, insisto, de película que, como tantas otras, en este país de cantamañanas nunca hicimos. Ni haremos. Barceló libró combates y abordajes de punta a punta del Mediterráneo. Combatió a los piratas y corsarios, e hizo él mismo la guerra de corso con resultados espectaculares. Sin complejos. Su ascenso a teniente de navío lo consiguió por la captura al arma blanca de un jabeque argelino, que le costó dos heridas. Sólo entre 1762 y 1769 echó a pique 19 barcos piratas y corsarios norteafricanos, hizo 1.600 prisioneros y liberó a más de un millar de cautivos cristianos. Y menos de diez años después, sus jabeques, navegando pegados a tierra y jugándosela en las playas, impidieron que la expedición española contra Argel terminara en un desastre. Eran tiempos poco favorables a la lírica, y lo de las fuerzas armadas españolas humanitarias marca Acme se la traía a Barceló, como a todos, bastante floja. Argelia era la Somalia de entonces, más o menos, y a los atuneros de entonces los protegió a su manera: en 1783 fue con una escuadra a Argel, disparó 7.000 cañonazos contra la ciudad e incendió 400 casas. Sin despeinarse.

También he dicho que era español, y eso tiene su pago de peaje. La envidia y la mala fe lo acompañaron toda su vida. Sus colegas de la Real Armada no podían verlo ni en pintura, y andaban locos por que se la pegara. No tuvo, como es natural, amigos entre sus pares. Ayudaba a eso su persona y carácter, poco inclinado a tocar cascabeles. Era hombre rudo y de escasa educación ­­–sólo sabía escribir su nombre–, brusco de modales, sordo como una tapia por el ruido de los cañones. Tampoco era guapo, pues la cicatriz de un sablazo le cruzaba el careto de lado a lado. Gajes del oficio. Pero sus tripulaciones lo adoraban, peleaban por él como fieras y lo acompañaban, literalmente, a la misma boca del infierno. Ganó honores y botines, rindió a enemigos, asombró al mismo rey, y mandó barcos y escuadras hasta los 75 años. Se retiró al fin a Mallorca, donde murió entre el respeto de todos. Fue uno de los poquísimos casos en que España no se comportó como ingrata madrastra, y agradeció los servicios prestados. Su fama fue tanta que en sus tiempos corrió en coplas una décima famosa, a él dedicada, que concluía: «Va como debe ir vestido / fía poco en el hablar / mas si llega a pelear / siempre será lo que ha sido».

Imaginen lo que se habría reído viendo lo de Somalia en el telediario, y a los piratas en la Audiencia Nacional.

XL Semanal

'Alakrana': una historia de piratas, jueces y políticos. Por Antonio Casado

Nuestro hombre en Kenia, el embajador Martin Cinto, se entrevistó ayer en Nairobi con el primer ministro de Somalia, Omar Abdirashid Ali Sharmarke, en relación con el secuestro del Alakrana y sus 36 tripulantes (16 españoles). Desconocemos el resultado del encuentro, cuyo objeto era lograr que el Gobierno somalí se implique al máximo en la liberación de los secuestrados y, en cualquier caso, se comprometa a garantizar su seguridad. Ojalá esta vía diplomática impulsada por el ministro Moratinos sirva para acabar con la pesadilla pero es difícil librarse del estupor que produce la situación.


Le estamos pidiendo al Gobierno somalí que ejerza sobre unos delincuentes la autoridad que no ha ejercido para impedir la comisión de un delito. Me explico. Si no se tiene para lo uno no se tendrá para lo otro ¿Cómo va a influir en los piratas el mismo Gobierno que permite su existencia? La respuesta nos conduce inevitablemente a la situación de hecho. Es a la que hay que atenerse para alcanzar el objetivo común: liberar el barco y traerse a los marineros sanos y salvos. De las situaciones de derecho ya hablaremos después.

Objetivo común, decimos. El de todos: familiares, armadores, políticos y periodistas. No puede volver a ocurrir lo de la semana pasada, a raíz del traslado a tierra de tres de los secuestrados -luego volverían al barco- cuando algunos familiares y algunos dirigentes del PP arremetieron públicamente contra el Gobierno. Unos, por un inesperado subidón de la angustia. Otros, otros por su acreditada falta de finura a la hora de elegir los temas de confrontación política. Fue como si los familiares del enfermo hubieran irrumpido en el quirófano para poner a parir al cirujano mientras el ser querido está siendo operado.

En ese sentido, hemos aprendido. Las declaraciones de Basagoiti y Núñez Feijóo, dirigentes territoriales del PP en el País Vasco y Galicia, las dos Comunidades más afectadas por el secuestro del atunero Alakrana, pusieron las cosas en su sitio y tranquilizaron a los familiares con la misma posición: apoyo al Gobierno mientras la operación esté abierta y ya habrá tiempo para las críticas sobre posibles errores cometidos.

Aparte de la situación de hecho, respecto a la que esperamos novedades de un momento a otro, hemos seguido polemizando sobre las cuestiones de derecho. Especialmente las relacionadas con la causa judicial abierta contra los dos piratas encarcelados en España y cuya puesta en libertad, sin más, es imposible a la luz del principio de legalidad. Lo último es la posibilidad de aplicar una recientísima reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial (entró en vigor la semana pasada) sobre cesiones de jurisdicción. Podría utilizarse para transferir la jurisdicción española a Somalia por un convenio previo -político, por supuesto- entre los Gobiernos. O mediante la firma del convenio internacional sobre cesión de jurisdicción.

Eso no atentaría contra la independencia de la Justicia española. Y abriría un camino para desbloquear la negociación en términos favorables para los intereses de nuestros compatriotas secuestrados en Somalia. Se supone que este asunto ha estado ayer sobre la mesa en el encuentro del embajador Martin Cinto con el premier somalí.

Aún queda la vía de Kenia, donde también podrían ser juzgados los dos piratas detenidos en España en virtud de un convenio de la Unión Europea con este país africano para este tipo de casos. Es probablemente lo que se debió haber hecho en un principio. Pero no se hizo. Y no por una actuación unilateral del juez Garzón, sino por denuncia previa del abogado del Estado. Garzón se limitó a tramitar la denuncia y, una vez apreciada la jurisdicción española sobre “delitos cometidos a bordo de buques o aeronaves españolas” (artículo 23 de la LOPJ), ordenó el traslado a España.

El confidencial

Obama y el liderato blando. Por José María Carrascal

PRIMERA buena noticia para Obama después de muchas malas y primer logro concreto desde que es presidente. La Cámara Baja ha aprobado la reforma sanitaria, una de sus prioridades políticas. Por sólo cinco votos y faltando todavía que el Senado apruebe su versión de la misma, así como que ambas cámaras se pongan de acuerdo sobre la versión definitiva. Pero lo importante es que se haya salvado este primer escollo, en el que se estrellaron todos los intentos anteriores.

Nadie vaya a creer que la reforma convierte a la sanidad norteamericana en algo parecido a la europea. Nada de sanidad pública ni de médicos y hospitales estatales. Seguirán siendo privados, como la cobertura, a cargo de compañías aseguradoras. En realidad, se trata de una extensión del actual sistema a los que están fuera de él: se ofrece y obliga a los 36 millones de norteamericanos sin cobertura sanitaria por falta de medios o de ganas, ayuda estatal para procurársela en el mercado privado, a través de un complejo sistema de baremos, según el cual, los ingresos y el número de miembros de cada familia determinan la ayuda estatal. El coste se cifra en 1,1 billones de dólares en los próximos diez años, que posiblemente serán más, como ocurre en todas las cuentas públicas. Pero al menos no habrá norteamericanos que se mueran por carecer de asistencia médica.

El programa tiene enemigos por ambos lados. Para unos, va demasiado lejos. Para otros, se queda corto. Suele ocurrir cuando se quiere contentar a todos, que ha venido siendo el gran problema de Obama como presidente, como fue su gran ventaja como candidato. Intenta situarse en el punto medio de todas las cuestiones, incluso de aquellas que no lo tienen, lo que le roba tiempo y le hace aparecer indeciso. Pero es su forma de actuar e incluso de ser, al estar en medio de las razas, las religiones y las culturas. Vamos a ver en qué termina esta reforma sanitaria, que es semirreforma, y qué decide ante Afganistán -¿se queda, se va?-, ante las ambiciones nucleares iraníes -¿se las tolera, se las corta?-, ante la reforma financiera -¿se establecen controles más estrictos, se sigue con los actuales?-, y ante todos los problemas que tiene ante él.

Sin duda, Obama representa un nuevo tipo de liderato, más suave, más compartido, más amable que el tradicional. El problema es que el mundo todavía no está preparado para él y que incluso para imponer ese nuevo liderato, tendrá que echar mano del anterior, el de ordeno y mando, pues hay montones de gentes a las que no se convence de otra forma. Empezando por sus propios congresistas, treinta y nueve de los cuales han votado contra su reforma sanitaria. Y es que lo del poder blando está muy bien en la campaña electoral, pero en la Casa Blanca hay que tener siempre a mano la estaca. ¿Podrá, querrá, sabrá?

ABC - Opinión

Rendición preventiva. Por José García Domínguez

La opinión pública presiona a fin de que el Ejecutivo viole las leyes, induzca a los jueces a incurrir en prevaricación y se pliegue a dialogar en plano de igualdad con unos criminales.

La peor tara moral de la sociedad española, ese estar siempre pronta a renunciar a su dignidad por efecto del miedo, algo que se exteriorizó con vergonzosa crudeza entre el 11 y el 14 de marzo de 2004, y poco después con aquella huida atropellada de Irak, ha vuelto a emerger a la luz tras el rapto del "Alakrana". Así, la doctrina de la rendición preventiva, una forma de dimisión ética y estética que en un principio caracterizaba sólo al zapaterismo germinal, ha acabado por contagiar al grueso de la población.


De ahí la inopinada paradoja que ha suscitado ese atunero de conveniencia. Por un lado, el Gobierno que, irreconocible, por una vez se conduce con escrupuloso respeto hacia sí mismo y hacia los principios de legalidad y división de poderes, indicios ambos tan útiles con tal de distinguir a un Estado de Derecho de una banda de gangsters. Por el otro, y espoleada por algunos medios, la opinión pública, que presiona a fin de que el Ejecutivo viole las leyes, induzca a los jueces a incurrir en prevaricación y se pliegue a dialogar en plano de igualdad con unos criminales.

Diríase que lo habíamos entendido gracias al precedente de ETA, pero no. Hasta seis horas sin interrupción ha empleado alguna cadena de radio en obedecer la estrategia de comunicación prescrita por los secuestradores. Seis. Al tiempo, los mismos que se rasgaron las vestiduras ante la inaudita excarcelación de un pirata aéreo libio por parte del Reino Unido, exigen, airados, que sus dos colegas presos en España sean puestos en la calle sin mayor dilación. O en Kenia sin mayor miramiento. Como si Somalia no existiese, pero Kenia sí. Como si el precedente de los trece bucaneros allí extraditados por la Audiencia Nacional en junio no fuera ya sarcasmo bastante.

Como si la instantánea de cuatro facinerosos desarrapados derogase ipso facto el artículo 23.1 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, ése que reza:"En el orden penal corresponderá a la jurisdicción española el conocimiento de las causas por delitos y faltas cometidos en territorio español o cometidos a bordo de buques o aeronaves españoles, sin perjuicio de lo previsto en los tratados internacionales en que España sea parte". Como si nadie, en fin, fuese capaz de pronunciar la palabra "Entebbe".

Libertad Digital - Opinión

La mentira según Pujol. Por Félix Madero

ALGO pasa cuando las páginas que los periódicos dedican a la corrupción se leen con la indolencia con que se hace un crucigrama o se miran las esquelas. Se ven con tedio y aburrimiento, a fin de cuentas siempre se corrompen y mueren otros. Forman parte del escenario, las asumimos como algo consustancial a la democracia, o mejor dicho, a la democracia que nos venden los que no creen en ella y viven del escaño, de la mamandurria del ayuntamiento, la diputación o la autonomía. Y, dicho esto, no caeré en la tontería de decir ahora eso de que no todos los políticos son iguales. Que lo digan los desiguales, que denuncien los limpios, que sean ellos los que echen a los podridos. ¿Ocurre esto? Nunca. Casos de políticos inmaculados que saben y no cuentan, que han visto y no recuerdan, que han oído y han olvidado hay en toda España. La mayor corrupción es aquella que nace y se desarrolla ante la mirada supuestamente inocente del que sabe lo que está pasando. Que tengan la gallardía de discrepar, que dejen de incubar las horas en los escaños y se atrevan a denunciar.

En este país en el que el pillo siempre gozó de un cierto prestigio popular, las versiones que la corrupción ofrece son tantas que merecen un catálogo. El que roba es un corrupto. El que recalifica el suelo y se lleva una pasta, los del tres por ciento, el del cafelito, las filesas y los ternos de Milano, «Bigotes», «Vitos» y «Luigis»... Para qué seguir. Hay, sin embargo, otra corrupción que es la del silencio. No hablar para no complicarse la vida en una lista electoral. Se guarda silencio, no vaya a ser que lo que se diga no guste al jefe. Silencio para sobrevivir. Todo lo ampara el silencio. Omertá a la española: siento, veo y sé, pero conviene callar.

Anda Jordi Pujol por los platós de televisión vendiendo su último libro, prescindible de cabo a rabo. Pujol se ha hecho un homenaje en el que su memoria siempre le es favorable. Adereza su presentación con algunas reflexiones que, por lo que se ve, no irritan a nadie. Se declara amigo de Prenafeta y Alavedra, que están en la cárcel: son mis amigos y lo seguirán siendo. Silencio. Pujol dice: Puede que se les haya ido la mano, pero si algo han hecho es por Cataluña. Silencio.

Fue en TVE donde el ex president atacó a Zapatero llamándolo mentiroso. Dijo que puede entender la mentira antes de las elecciones, pero luego no. Silencio. Complacencia. Hastío. Estoy esperando a que uno de esos ofendidos políticos que sostiene eso de que no todos somos iguales diga algo. Por ejemplo: Que la mentira es la peor corrupción. Pero solo hay silencio.

ABC - Opinión