domingo, 8 de noviembre de 2009

Espíritu de servicio. Por Yauma

Según cuenta Plutarco en sus "Vidas paralelas", un patricio romano llamado Publio Clodio Pulcro, dueño de una gran fortuna y dotado con el don de la elocuencia, estaba enamorado de Pompeya, la mujer de Julio César.
Tal era su enamoramiento, que en cierta oportunidad, durante la fiesta de la Buena Diosa -celebración a la que sólo podían asistir las mujeres- el patricio entró en la casa de César disfrazado de ejecutante de lira, pero fue descubierto, apresado, juzgado y condenado por la doble acusación de engaño y sacrilegio.

Como consecuencia de este hecho, César reprobó a Pompeya, a pesar de estar seguro de que ella no había cometido ningún hecho indecoroso y que no le había sido infiel, pero afirmando que no le agradaba el hecho de que su mujer fuera sospechosa de infidelidad, porque no basta que la mujer del César sea honesta; también tiene que parecerlo.


La expresión, con el tiempo, comenzó a aplicarse en todo caso en el que alguien es sospechoso de haber cometido alguna ilicitud, aun cuando no hubiera dudas respecto de su inocencia.

La mujer del César, como su marido, tiene derecho a ejercer de política y a ocupar cargos públicos, remunerados o no, importantes o insignificantes, carguillos, cargos y cargazos. Según situación y circunstancias, personales, espirituales, sociales y comanditarias. La mujer de nuestro cesar cuatribarrado, el pequeño honorable, ocupa en la actualidad once cargos,”puntualiza la Diputación de Barcelona, que la esposa del president sólo ocupa once cargos” ni uno más ni uno menos, once.

Injustamente el diario ABC había informado que el número de cargos públicos ocupados por esta dama del socialismo cuatribarrado era de catorce. Grave error intencionado del diario madrileño, vocero nacional del españolismo más grosero del Estado español.
Funcionaria de carrera en excedencia es teniente de alcalde y concejal de urbanismo y vivienda en Sanst Just, feudo duro y tradicional del independentismo cuatribarrado pijo, presidenta de dos empresas constructoras municipales,…..etc….etc.

En esencia la mayoría de los cargos están relacionados con el ladrillo y con los servicios municipales como los servicios hidráulicos y tratamiento de residuos. Uno de los cargos estrella es el de consejera general de la Caixa. Fuentes de la diputación de Barcelona aseguran que sólo recibe un sueldo como miembro de este órgano provincial, presidido por el príncipe consorte de la reina Madre del ducado de Santa Coloma de Gramanet, estando previsto que ocupe el puesto vacante de alcalde abandonado recientemente de manera injusta por el gran Bartomeu y así, como Celestino el Mayor, poder compaginar Ayuntamiento y Diputación, cargo este último de remuneración chapada en oro con incrustaciones de diamantes.

Visto lo visto, y lo que aún veremos, pensamos que la regeneración política, tan de moda en estos últimos días, debe tener su base en el ejercicio plural de diferentes cargos simultáneos por una misma persona, las ventajas pueden ser infinitas. Primero y fundamental, en estos tiempos de crisis asesina, el ahorro público que representa, figúrense once sueldos resumidos en uno y modesto, ni el misterio de la Santísima Trinidad, tres personas divinas en una sola. El sentido común nos dice que once cargos, llevados con decoro, elegancia y tronío, son muy pocos para un político honesto. Cincuenta, sería el número idóneo según mi modesto punto de vista. Cuarenta y nueve sueldos de ahorro de una sola tacada.

Otro aspecto importante es el relativo a la corrupción. Si un político honesto ejerce un cargo público con entera y rotunda pulcritud incorrupta, también puede ejercer dos cargos públicos en las mismas condiciones, análogamente podrá hacerlo con tres, y así sucesivamente lo hará con n-cargos, siguiendo el importante principio de la inducción matemática, con la exactitud y precisión que esta ciencia del pensamiento siempre evoca.

Cada cargo público, asociado a un mismo político, representa una inyección de moral para el ciudadano de a pie, le incita inconscientemente a cumplir de manera radical con sus deberes fiscales, mucho más que esa propaganda ñoña que se traga en cada campaña de la Agencia Tributaria. Cada gramo de pluricargo ajeno y partidista actúa sobre el subconsciente colectivo induciendo unas pequeñas corrientes neuronales que se acumulan en las profundidades del hipocampo como energía vital reutilizable en situaciones electorales cercanas.

Otra razón importante a favor del multicargo político entronca directamente con el centro geométrico del concepto de corrupción. Si un político, con un sólo cargo, es corrupto y se aprovecha del cargo extrayendo y succionando del mismo con el mayor rendimiento posible, cabe pensar que con (n) cargos a su entera disposición no deberá exprimirlos tanto como sería el caso de (n) políticos diferentes cada uno con cargo único. Me explico, el rendimiento de la corrupción por unidad de cargo y unidad de político siempre será mayor en una correspondencia uno a uno. Cuando un político corrupto tiene, por ejemplo, cincuenta cargos bajo su amparo, con tal de dar un pequeño mordisco (mordida dicen los mexicanos) a cada uno de los cargos ya cumple el cupo de corrupción que habitualmente tolera el sistema. Y, así, con esta metodología, simple pero efectiva, todos saldremos ganando principal mente el héroe o la heroína protagonista de la corrupción.

El príncipe consorte de la Reina Madre del gran ducado de Santa Coloma, como otros príncipes consortes, es de profesión aviador, entiéndase individuo que realiza la acción de aviar en el hogar conyugal, disponer arreglar o componer siguiendo el arte supremo del bien hacer domestico. Estos aviadores siempre están en disposición de sacrificarse por el bien de la causa y capricho de su regia esposa. No existe sacrificio que no estén dispuestos a realizar si con ello el poder real aumenta en proporción directa al sacrificio realizado. Ser presidente de una importante Diputación y al mismo tiempo alcalde de la capital del reino, junto con otros cargos menores, no está al alcance de cualquiera.

Volviendo a la señora esposa de nuestro cesar cuatribarrado, el pequeño honorable, hay que reconocer que tanto cargo público sin cobrar un euro, cobrando sólo en uno de los once, seguramente el peor remunerado, requiere un grado de sacrificio de dimensiones infrahumanas. Además cada cargo ejercido sin cobrar lleva asociado un gasto adicional, aparte del trabajo, y la insatisfacción de sentirse poco valorado por el entorno mediático y social donde se ejerce. También el sufrimiento moral de observar que no se puede dar todo lo que uno quisiera en beneficio de la sociedad y la clase trabajadora a la que, por definición se pertenece. Aguantando incomodidades económicas, viviendo en un piso modestísimo de ochenta metros cuadrados, en un barrio obrero, llevando a estudiar a los hijos a un colegio público…..etc…..etc. Todo ello por el bien del socialismo nacional y viceversa, todo por la patria cuatribarrada.

Hay que reconocer que en estas cuestiones de cargos ejercidos por conyugues de mandatarios políticos, El Gran Honorable fue mucho más cuidadoso que el actual cesar. Su santa esposa, jamás ostentó cargo público alguno, ella actuaba en la sombra, a la sombra del Gran Honorable, hizo honradamente una considerable fortuna económica, con su industria de jardinería y proyectos municipales varios.

El Blog de Jauma

Observatorio de la corrupción (XI)

Ofrecemos a nuestros lectores un resumen con los enlaces que les darán una somera idea del clima de corrupción que nos hace la atmósfera política irrespirable.


«Operación Pretoria»
El confidencial: Montilla pide perdón e impone un contrato de transparencia a los candidatos del PSC

El confidencial: Campaña nacionalista para “liberar” a Prenafeta y Alavedra

ABC: El «conseguidor» de Santa Coloma «lavó» millones de euros con 256 obras de arte

e-notícies: Tura pide "transparencia" con el sueldo de los políticos


«Corrupción en el Tribunal Constitucional»
La Gaceta: María Emilia Casas y su marido son íntimos del etarra Karmelo Landa


Caso «Palma Arena»
Europa Press: Jaume Matas se siente "molesto" por los registros de la Policía en sus propiedades

La Vanguardia: Jaume Matas se siente "molesto" por los registros que la Policía ha realizado a viviendas de su propiedad


«Corrupciones Varias»
La Vanguardia: Radiografía de la corrupción

Horas bajas de Chacón y su ‘padrino’. Por Federico Quevedo

Fue Alfredo Pérez Rubalcaba quien, en una de esas operaciones de estrategia política calculada y con visión a largo plazo, descubrió al mundo las cualidades políticas y el porte sencillo y elegante de Carmen Chacón. Rubalcaba la apadrinó ya desde sus primeros pasos en la política nacional en la última legislatura del Gobierno Aznar, y tuvo su papel protagonista cuando la famosa Comisión Gescartera, junto a Juan Fernando López Aguilar. De aquella experiencia obtuvo buena nota y Rodríguez la empezó a incluir en su ‘círculo de confianza’, aunque la almeriense regionalizada catalana -cambió su Carmen por Carme, aunque el apellido paterno era imposible de traducir a la lengua de Jaume I- seguía siendo fiel a su mentor. Rodríguez, sin embargo, debió pensar que aún estaba muy verde para incorporarse al Gobierno, y en su primer Gabinete la dejó fuera, aunque la premió con un buen puesto en la Mesa del Congreso de los Diputados. Sin embargo, acabaría la primera legislatura sentada en el Consejo de Ministros como sustituta de María Antonia Trujillo, y hay que decir que, al menos desde el punto de vista mediático –y de algo tenía que servirle el matrimonio con Miguel Barroso-, lo hizo bastante bien.

Pero una cosa es gestionar alquileres y políticas del suelo transferidas a las Comunidades Autónomas, y otra bien distinta mandar a los Ejércitos y planificar la Defensa Nacional. Es verdad que entró en el Ministerio con paso firme, no se dejo achantar por las críticas y supo hacer frente a los recelos que despertaba el hecho de ser la primera mujer ministra de Defensa, pero poco a poco se ha ido viendo que el cargo le viene demasiado grande. Lo ha hecho mal en Afganistán, donde nuestros soldados han muerto, entre otras cosas, por culpa de su incompetencia; se tuvo que ‘comer’ el escándalo del director del CNI -de quien todavía esperamos una investigación de la Fiscalía-; casi provoca una crisis en nuestra relación con la OTAN; demostró una absoluta incapacidad para gestionar la información de los brotes de gripe A en los cuarteles; y ahora se ha visto superada por los acontecimientos en el secuestro del Alakrana, hasta el punto de haber caído en la misma torpeza política que el PSOE tanto le echó en cara a Trillo cuando el Yak-42: ha pasado olímpicamente de los familiares de los pescadores secuestrados. Es más, les ha mentido y les ha censurado sus declaraciones.

Nadie sabe lo que va a ocurrir con el secuestro del Alakrana, y ojalá no sea lo peor, pero lo cierto es que sea cual sea el desenlace, la ministra no tendrá más remedio que dar explicaciones en el Parlamento, y en el peor de los casos asumir su responsabilidad política, es decir, dimitir. ¿Por qué? Pues porque no solo no ha sabido gestionar la respuesta a este suceso, sino que además en las últimas horas la política de su ministerio ha puesto en grave riesgo la vida de los secuestrados. Con la inestimable colaboración del siempre solícito juez Garzón, que a veces va mucho más allá de lo que se le pide, y a buenas horas se le ocurrió mandar el traslado a España de los dos piratas detenidos, cuando se les podía haber dejado en Kenia -país que la comunidad internacional reconoce como sede judicial- sin crearnos un problema nosotros solitos. Y ahora, ¿qué hacemos, además de anunciarles a los piratas que les vamos a atacar? (También podríamos haberles dicho el día, la hora y el número de efectivos a utilizar en el asalto).

Ni Chacón ni Rubalcaba, la casa sin barrer

Lo malo para Chacón es que, esta vez, no puede echar mano de los buenos oficios de su padrino y mentor, porque tampoco Rubalcaba atraviesa su mejor momento político, acosado por el ‘caso Faisán’, primero, y por el asunto Sitel, después. Alguien próximo al Gobierno me dijo el otro día que el ‘caso Faisán’ se llevaría por delante a Rubalcaba, y tiene toda la pinta de que va a ser así. El PP, Caja Madrid mediante, ha encontrado en este asunto un arma muy efectiva para desgastar al Gobierno, pues pocas cosas puede haber más graves en una democracia que el hecho de que la policía, cumpliendo órdenes políticas, se chive a los malos cuando los van a detener dando al traste con una operación clave para desmontar el entramado financiero terrorista. El hecho en sí es de una gravedad comparable a la del Golpe de Estado del 23-F, entre otras cosas porque implica la total aniquilación de la naturaleza garantista del Estado de Derecho. Y detrás de ese enorme caso de corrupción del sistema policial y judicial se encuentra Rubalcaba.

Como se encuentra detrás, también, del segundo asunto grave que afecta, también, a la naturaleza garantista del Estado de Derecho hasta hacerlo absolutamente vulnerable a la arbitrariedad del poder político: la utilización del sistema de escuchas Sitel. Esto, si me apuran, conlleva un elemento terrible de miedo, porque es para estar aterrorizados al pensar que de un modo absolutamente arbitrario y absolutamente fuera del cualquier tipo de control, el Gobierno no solo nos escucha, sino que además sabe en cada momento dónde estamos, lo que hacemos, lo que hablamos, lo que escribimos y hasta lo que compramos en una tienda o pedimos en un restaurante e, incluso, el dinero que sacamos de un cajero, hasta poder llegar a hacer un perfil psicológico de cada uno de nosotros que puede ser utilizado sin que haya nadie que lo impida. El otro día en la COPE, en un tono absolutamente insultante y sectario a más no poder, el portavoz del PSOE -y responsable de poner esto en marcha siendo ministro del Interior-, José Antonio Alonso, puso el grito en el cielo por el simple hecho de plantear esa sospecha, pero en ningún caso nos dijo qué garantías jurídicas había para evitarla, salvo la de la ‘fe ciega’ en un Gobierno que no pocas veces ha demostrado su obsesión por controlar las instituciones y utilizarlas a su antojo.

Si además resulta que detrás de estos asuntos, de las escuchas, sino ilegales, sí al menos al margen de la legalidad, del ‘caso Faisán’, de la utilización de la policía contra el principal partido de la oposición, etcétera, se encuentra el mismo ministro que en tiempos de Felipe González negaba la existencia de los GAL en rueda de prensa, cuando aquel Gobierno amparaba y daba cobertura al crimen de Estado, el asunto es para ponerle a cualquiera los pelos de punta. Porque lo cierto es que detrás de todos estos asuntos se encuentra la misma estructura de información, control y manejo policial que dio nombre a los GAL con todo lo que aquello conllevaba. Pero esta vez parece que a Rubalcaba se le ha pillado con las manos en la masa, y su habilidad para sortear el acoso de la oposición empieza a flaquear. Tanto él como Chacón se están jugando su futuro político, y esto se puede sustanciar en un corto espacio de tiempo: llegaron juntos al Gobierno de Rodríguez, y juntos parecen destinados a abandonarlo.

El confidencial - Opinión

Cursi amazónico. Por Alfonso Ussía

Hortera de cerbatana o cursi amazónico. En mi caso, las dos cosas. Adquiere la condición de hortera de cerbatana todo aquel occidental que en viaje por la Guayana, el Orinoco venezolano o el Amazonas peruano, ecuatoriano o brasileño, compra una cerbatana de recuerdo. Más hortera aún si suma al objeto un carcaj con flechas. Quien escribe tiene en su casa montañesa una cerbatana con carcaj. Las flechas las he perdido en mis largas sesiones de prácticas. Y el cursi amazónico es todo aquel que, en parajes similares, obtiene una lanza de tribu nativa. Lo soy también. Me costó en torno a las diez mil pesetas del año 92 del pasado siglo. Y la compré en un lugar llamado Alter Do Chao, en el Estado amazónico de Pará, Brasil. Me considero, pues, tan cursi amazónico como Carod-Rovira, pero con una notable diferencia. Mi lanza es un bien adquirido con mi dinero, mientras que la de Carod-Rovira, una lanza de los indios Shuar del Ecuador vegetal y selvático, le fue entregada al libertador catalán por el jefe de la tribu a cambio de un millón de euros.

Un millón de euros, por otra parte, no extraídos de la cuenta corriente de Carod, sino del dinero público. Una lanza, por ello, carísima, que ha costado a los catalanes un millón de euros, y que por ende, debe ser expuesta en cualquier institución política o museística de Cataluña –Millet la deseaba para el «Palau» de la Música– con la siguiente inscripción en placa o cartulina enmarcada: «Lanza de los indios Shuar, entregada al noble pueblo de Cataluña y recibida por su libertador Carod-Rovira, en señal de gratitud por el millón de euros que Cataluña donó a los Shuar con objeto de extender su lengua y costumbres nacionales por toda la ribera del Amazonas».

Pero no. La lanza se la ha quedado Carod-Rovira, y la tiene en su despacho, apoyada en una pared. A eso se le llama apropiación indebida, porque la lancita en cuestión ha costado un millón de euros, más los gastos del viaje de Carod y su séquito. Y todo eso lo han pagado los catalanes y el resto de los españoles. Se trata, pues, de una lanza valiosísima. Por la misma cantidad de dinero, podría haber comprado Carod-Rovira un original de Miró y decenas de dibujos de Ramón Casas, Mir, Cusachs o Dalí. Si esa inversión artística, la hurtara de la exposición pública manteniéndola en su casa, a Carod-Rovira ya le habrían visitado los guardias para llevarlo ante el juez. Pero a la lanza nadie, excepto Daniel Sierra, parlamentario autonómico del Partido Popular, le ha concedido importancia de bien público en la casi siempre callada sociedad catalana. Y es un bien público porque ha costado un millón de euros de los impuestos de la ciudadanía. Y lo que descansa en la pared del despacho del cursi amazónico de Carod-Rovira es de todos los catalanes, y Carod-Rovira tiene el inmediato y urgente deber de depositarlo o bien en los almacenes de la Generalidad, o bien en el vestuario del «Barça», aunque la segunda opción podría ser jurídicamente contestada. Pero en su despacho, esa lanza lo único que manifiesta es el nivel de jeta y caradura de su propietario, propietario del despacho, que no de la lanza, la lanza más cara de la historia de la humanidad, un millón de euros, que joé con la lancita.

Así que ya saben lo que tienen que hacer los «Mossos de Esquadra». Recuperar la lanza y decirle a Carod que quedarse con lo ajeno es muy feo. Como él.

La Razón - Opinión

20 años del fin del Muro

Hay problemas nuevos, pero ningún motivo para añorar aquel sistema; y aquel mundo.

Mañana se cumplen 20 años de la caída del muro de Berlín, un acontecimiento que simbolizó el final de una época no sólo para Alemania, sino para todo el mundo. Los kilómetros de cemento y alambre de espino que dividieron Berlín desde poco después de la II Guerra Mundial, y donde tantos fugitivos del régimen comunista se dejaron la vida, encarnaron la radical línea de fractura internacional que marcó gran parte de la historia del siglo XX. En las calles de Berlín acababa un universo humano y comenzaba otro, tanto en lo que respecta a la organización económica como a las libertades individuales, pasando por el antagonismo diplomático y la amenaza militar.


Fueron tantas las expectativas que despertó la caída del Muro que su contraste con los problemas a los que siguió enfrentándose la realidad internacional hacen perder de vista el extraordinario avance que aquel acontecimiento simboliza. Es cierto que, en contra de lo que se creyó entonces, no hubo dividendos de la paz, y que la carrera armamentística se prolongó más allá del final de la guerra fría, hasta el punto de que, todavía hoy, constituye una de las principales amenazas a la seguridad y a la estabilidad mundiales. Pero, aun así, no existe la más mínima razón para añorar un orden que condenaba a la tiranía a la mitad de la humanidad a cambio de mantener bajo un precario control la posibilidad de un holocausto nuclear.

La utopía de la economía planificada fue sustituida muy pronto por la utopía de la desregulación de los mercados, que es la que ha entrado en crisis en vísperas de este vigésimo aniversario de la caída del Muro. A un extremo en materia económica le sucedió el contrario, como si, en la vorágine de las transformaciones que tuvieron lugar en 1989, se hubiesen olvidado las lecciones que aconsejan actuar con pragmatismo y no bajo el impulso de imperativos ideológicos. De algún modo, la crisis de entonces contemplada a la luz de la de hoy exige alcanzar consensos políticos que permitan a las sociedades avanzar tanto en justicia como en libertad, sin sacrificar una a la otra.

A la reunificación de Alemania le siguió la del resto del viejo continente, hasta entonces dividido en virtud de una aberrante geografía que durante medio siglo convirtió lo que siempre fue la Europa Central en una artificial Europa del Este. El regreso al punto de partida no se llevó a cabo sin dificultades, como demuestran los titubeos y las incertidumbres en el desarrollo de la Unión Europea. Pero, una vez más, no existe razón alguna para la nostalgia: Europa no llegaría jamás a estar unida prescindiendo de la mitad de los países y ciudadanos que forman parte de ella.

La caída del Muro refutó en la práctica el experimento comunista; pero el mayor error que podría cometerse, y que estuvo a punto de cometerse hasta la crisis actual, sería considerar que la equivocación radicaba en la búsqueda de justicia social, no en la monstruosa respuesta que ofreció ese experimento.

El País - Editorial

La realidad abofetea a Obama

Lo ocurrido en noviembre de 2008, lejos de constituir el otorgamiento de una carta blanca a Obama para transformar radicalmente la sociedad norteamericana, ha resultado ser una anomalía histórica que sus ciudadanos están decididos a corregir.

El resultado de las elecciones estatales y locales realizadas esta semana en zonas muy sensibles de los Estados Unidos de América, ha sido todo un jarro de agua fría para la izquierda norteamericana en general y para el Partido Demócrata en particular. Si con la elección de Obama en 2008 los referentes mediáticos del progresismo norteamericano dieron por muerto al Partido Conservador, las victorias republicanas en Virginia y Nueva Jersey han devuelto a la realidad a los que pensaron que la “nueva refundación de América”, impulsada por el nuevo presidente en clave socialista, era un camino sin retorno.


Los estadounidenses han despertado del estado de somnolencia política provocado por un candidato que llegó al poder sin otro bagaje que sus apelaciones a conceptos metafísicos y un lenguaje grandilocuente al que los votantes, desencantados con Bush, hartos de la guerra y en medio de una grave recesión económica, dieron su apoyo, y más cuando la alternativa era un candidato republicano tan poco atractivo como John McCain.

Una vez en el Gobierno, Obama ha mostrado al pueblo norteamericano que, por debajo de esa hojarasca verbal aparentemente inocua, existe una agenda política radical y una disposición firme a llevarla a cabo para transformar la sociedad según el patrón clásico del socialismo. El resultado, en un país que, en líneas generales se mantiene apegado a los viejos principios liberal-conservadores, no podía ser otro que un descenso de popularidad del presidente en tan sólo un año. Mayor incluso que el que experimentó Jimmy Carter en su día, plusmarca no batida durante décadas hasta la llegada de Obama.

El estado de Virginia, en manos de los demócratas desde hace ocho años, vuelve a ser republicano, al igual que Nueva Jersey, esta vez un estado profundamente demócrata, donde también ha sido derrotado su candidato por una amplia diferencia. El resultado de estas dos elecciones es más significativo si se tienen en cuenta los esfuerzos del propio Obama, que no ha dudado en hacer campaña directamente, mientras los candidatos demócratas intentaban zafarse de la imagen presidencial para no dañar sus expectativas electorales en un esfuerzo que finalmente se ha revelado inútil.

Las manifestaciones que han recorrido todo el país en contra de las nuevas medidas socialistas de Obama, motejadas como algaradas minoritarias organizadas por ultraconservadores, no eran, pues, más que la epidermis de una crisis de confianza en el nuevo presidente que los resultados de las primeras elecciones llevadas a cabo bajo su mandato han situado en su justo término.

Lo ocurrido en noviembre de 2008, lejos de constituir el otorgamiento de una carta blanca a Obama para transformar radicalmente la sociedad norteamericana, ha resultado ser una anomalía histórica que sus ciudadanos están decididos a corregir antes de que sea demasiado tarde. Es muy pronto para valorar las consecuencias políticas de este fuerte varapalo electoral a Obama, pero todo parece indicar que Norteamérica no está dispuesta a convertirse en otro laboratorio de experimentos socialistas. Para eso ya está Europa y debería ser más que suficiente.

Libertad Digital - Editorial

El burladero cuatribarrado. Por M. Martín Ferrand

JOSÉ Montilla, cordobés de cuna, se ha adaptado de tal manera a lo condición que marca su residencia que bien pudiera ser uno de los personajes de Mariona Rebull, el retrato literario que le hizo Ignacio Agustí a la burguesía catalana. Montilla domina el arte del disimulo, elemento esencial de eso que llaman seny, algo más típico que la barretina y mucho más cercano a la cautela táctica que a la sabiduría estratégica.

Ahora, cuando Cataluña vive la vergüenza de un alud de episodios de corrupción que salpica a todos los partidos catalanes, tanto más cuanto mayor sea su grado de independentismo, el president de la Generalitat les pide colaboración a los empresarios del lugar para que la transparencia sea el eje de las relaciones ente el poder político y el económico. «Ni personas corruptas, ni personas que corrompan», ha dicho en alarde de mandanga y con cínico desparpajo el líder del PSC.


Tiene razón el también cordobés Gervasio Sánchez, el colega curtido en mil guerras -de Angola a Irak pasando por Bosnia o Camboya- que acaba de merecer el Premio Nacional de Fotografía del año 2009, cuando asegura que «es más peligroso el periodismo local» que el que entendemos por aventurero.

Los líderes autonómicos y municipales manejan armas que pueden agostar la cuenta de explotación de los medios próximos y condenar al ostracismo a sus redactores más díscolos o menos integrados y complacientes. Algunas de esas armas son imbatibles y demoledoras.

En Cataluña, a un líder catalanista le basta con envolverse en la senyera para resultar invulnerable, por certeros, precisos y veraces que sean, a los dardos críticos que se le puedan lanzar. Lo descubrió Jordi Pujol cuando fue acusado de falsedad y apropiación indebida como gestor de Banca Catalana y el método sigue en vigor.

Es como si un pacto entre los partidos, de espaldas a la sociedad, hubiera dispuesto la instalación de una red de burladeros cuatribarrados por todo el territorio para que se puedan refugiar en ellos los notables en apuros. Un hijo de Lluis Prenafeta, el ex secretario general de la Presidencia de la Generalitat ahora detenido con Macià Alavedra, ya ha salido al redondel para gritar que la actuación judicial que ha encarcelado a su padre es un ataque a Cataluña. Ya están las «víctimas» tras el burladero. Sólo falta señalar, en la línea marcada por Montilla, a sus presuntos corruptores.


ABC - Opinión