martes, 30 de junio de 2009

Listas Robinson de exclusión publicitaria

El Servicio de Lista Robinson es un servicio de exclusión publicitaria gestionado por la Federación de Comercio Electrónico y Marketing Directo, creado conforme a lo previsto en la normativa sobre Protección de Datos.

Este servicio se enmarca en el ámbito de la publicidad dirigida a nombre de una persona y a una dirección de correo postal, a una dirección de correo electrónico o a un número de teléfono concreto.

La Federación de Comercio Electrónico y Marketing Directo (FECEDM) y la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) han presentado la Lista Robinson www.listarobinson.es , un servicio en el que pueden apuntarse los ciudadanos para dejar de recibir publicidad de una vez por todas.

El Reglamento de la ley aprobado en diciembre de 2007 obliga a las empresas, instituciones y organizaciones a consultar este tipo de "ficheros de exclusión" antes de lanzar una campaña publicitaria para cuyo desarrollo utilicen datos personales que figuren en fuentes públicas o ficheros de los que no sean responsables.

Los inscritos en el fichero no recibirán publicidad por correo, Internet, teléfono -fijo y móvil-, SMS, MMS o "cualquier otro medio de comunicación electrónica equivalente", salvo de las empresas con las que mantengan algún tipo de relación.

Los sartenazos de González y Zapatero dividen al PSOE en dos. Por Miguel Angel Orellana

La colisión entre el ex mandatario y el presidente del Gobierno ha dado paso a la inquietud en el socialismo. Y es que la sombra que proyectan sus sonadas diferencias es alargada.

En el PSOE ha surgido un pulso entre su líder, José Luis Rodríguez Zapatero, y su mayor referente, Felipe González. El primero tiene el Poder del partido y del Gobierno; el segundo tiene detrás su aureola de tótem, así como importantes apoyos mediáticos. El choque ha sido tal que el partido se muestra dividido.


Zapatero y González hace tiempo que no se hablan, aunque –cortesía obliga– compartieron mesa y mantel antes de las elecciones europeas del 7 de junio. El primero, erre que erre, sigue empecinado en dar una respuesta ideológica a la crisis. El segundo echa pestes de su sucesor y añora reformas estructurales y un acuerdo con el Partido Popular que exigiría un cambio en el rumbo de la política económica.

Felipe González arrancó la pasada campaña electoral propinando un tirón de orejas a José Luis Rodríguez Zapatero: "Podría hacer más contra la crisis". Tras la derrota del 7-J, el ex presidente siguió lanzando dardos envenenados contra el jefe del Ejecutivo, cuestionando su liderazgo pero, sobre todo, reclamando un plan anticrisis y un diálogo con el PP en busca de consenso para afrontar el duro calvario que queda por delante.

Es impensable que un líder de la dilatada experiencia y trayectoria de González afirme cosas así porque se le escapen, sin medir las consecuencias que tienen sus palabras para el presidente del Gobierno. Si hasta quien sigue siendo un importante referente político en el PSOE asegura que Zapatero está perdiendo un "tiempo precioso" incumpliendo con su obligación de gobernar, para qué quieren más sus adversarios políticos.

El interpelado tampoco se calló y le aplicó a su antecesor un código de señales fácil de descifrar. En síntesis, José Luis Rodríguez Zapatero le propinó un "nunca se ven las cosas igual cuando se está en el Gobierno que fuera" que sonó a muchos dirigentes socialistas a "despliegue de un certificado de defunción del felipismo", según ha podido constatar El Semanal Digital en fuentes del PSOE.

Dicho lo cual, destacados miembros del socialismo se han lanzado a especular sobre las consecuencias del rifirrafe entre González y Zapatero. Dada su extrema debilidad, el ex presidente puede hacer más daño al actual inquilino de La Moncloa si se lo propone y, de hecho, la marejada interna provocada por su choque ha llevado oficialmente a un intento de rebajar tensiones entre ambos líderes y a intentar explicar sus diferencias en términos generacionales.

Sin embargo, entre los zapateristas se reprocha en privado a Felipe González su "falta de generosidad" para con José Luis Rodríguez Zapatero. Incluso extienden la idea de que el otrora presidente "lleva el cesarismo en la sangre y experimenta el deseo de marcar el rumbo al partido". Entre la llamada "vieja guardia" hay opiniones para todos los gustos. Una de las más extendidas es que las palabras de González deben ser entendidas como un "aviso". Pero los felipistas no ocultan sus críticas por lo que estiman una creciente altivez de Zapatero.

el semanal digital

Cuando la ley no zanja la discursión. Por Guillerno Dupuy

Estatut

«Esperemos que el Tribunal Constitucional, en su absurda pretensión de contentar a todos, no se dedique a jugar con el lenguaje y con nuestra nación. Porque, como dijo Confucio, "cuando las palabras pierden su significado, los hombres pierden su libertad".»

A tenor de sus declaraciones al diario La Razón, se podría pensar que la presidenta del Tribunal Constitucional, María Emilia Casas, desconoce la sociedad en la que vive y la opinión de sus conciudadanos. Creer que la sentencia sobre el Estatuto "debería satisfacer a todos" porque "será la sentencia que demanda la Constitución" y ésta "es la norma que nos hemos dado libremente", son ganas de hacerse pasar por ingenua y pretender ignorar el hecho de que en este asunto existen básicamente dos posiciones encontradas e irreconciliables entre los que consideran que España es una nación y los que consideran que se trata de un contenedor de naciones


Para empezar, y al margen de su contenido, una sentencia como la que nos ocupa –la más decisiva de cuantas haya dictado este Tribunal en toda su historia– no debería satisfacer a nadie con más de tres años de retraso. Pero es que además, la presidenta del Tribunal Constitucional no puede fingir ignorar que los promotores de este "Estatuto" han pretendido con él un cambio encubierto de nuestra Carta Magna. Fue uno de sus principales promotores, el presidente de la Generalidad catalana, Pasqual Maragall, quien, el 29 de marzo de 2004, con las Cortes Generales surgidas del 14-M todavía por constituir y la formación del nuevo Gobierno en fase inicial, hizo un solemne llamamiento a Zapatero desde el Consejo Nacional del PSC en el que instaba al recién elegido presidente del Gobierno español a que "no se limitara a administrar la continuidad constitucional" y llevara a cabo, por el contrario, "una nueva lectura de los textos fundamentales" y decidir "qué sigue vigente, qué estorba y qué hay que añadir a lo aprobado hace 25 años". Lo "aprobado hace 25 años" no era, ni es otra cosa que nuestra –se supone– vigente Ley de leyes , pero que el presidente socialista de la Generalidad quería dejar atrás, 25 años después, en pro de una "gran transformación política" que, según dijo entonces, "requiere el Estado español". En esta línea, Maragall animó aquel día a Zapatero a emprender, "libre de las hipotecas del PP", una "construcción política y jurídica de lo que desde el principio de la democracia estaba en la mente del PSC y de la mayoría de los españoles".

La alegría por la inesperada victoria del PSOE en esas elecciones ocultaba a Maragall el hecho de que, si bien a partir de entonces, los socialistas y sus aliados nacionalistas tenían mayoría en el parlamento para aprobar lo que a su vez aprobara el parlamento autonómico, no tenían sin embargo las mayorías cualificadas para cambiar la Constitución. Eso por no hablar del referéndum nacional que también exige la reforma. Fue este hecho el que llevó a los impulsores del Estatut a cambiar de estrategia y a fingir que el estatuto estaba "limpio como una patena" y era perfectamente compatible con la Constitución sin tener que "añadirle" ni "quitarle" nada.

Una vez redactado y aprobado ese estatuto soberanista, Maragall tuvo la honestidad intelectual –dicho sea en su descargo– de reconocer que el Estatut era "inviable" sin "una reforma previa" de la Constitución.

La pretensión de Casas, en cualquier caso, de que la sentencia "debería satisfacer a todos" es insostenible y no hace más que alimentar la generalizada sospecha de que se va a tratar de una "sentencia explicativa", de esas según las cuales cada uno puede deducir lo que quiera, lo cual en realidad no debería satisfacer a nadie.

A mí esto de las "sentencias explicativas" y de las "lecturas flexibles" de nuestra Carta Magna me recuerda una de las lúcidas reflexiones que hizo el filosofo Fernando Savater en el acto inaugural de UPyD. La ley en las democracias –vino a decir el filósofo– aparece para zanjar las discusiones, no para darles comienzo. Es decir, la gente tiene sus ideas, sus opiniones y precisamente por eso hace falta una ley para que todo el mundo sepa a qué atenerse. Si la ley se convierte en el comienzo de interminables discusiones, entonces estamos en las manos de quienes quieren atropellar nuestros derechos.

Esperemos que el Tribunal Constitucional, en su absurda pretensión de contentar a todos, no se dedique a jugar con el lenguaje y con nuestra nación. Porque, como dijo otro filósofo –en este caso, Confucio– "cuando las palabras pierden su significado, los hombres pierden su libertad".

Libertad Digital - Opinión

De nuevo las repúblicas bananeras. Por Joaquín Villalobos

Centroamérica es la región más frágil de Latinoamérica; en ella conviven Guatemala, que fue la dictadura más sanguinaria, El Salvador, el país más violento, dos de los tres más pobres, Honduras y Nicaragua, y, paradójicamente, la más estable de las democracias, Costa Rica. En los 80, Centroamérica sufrió el más sangriento conflicto del continente desde la Revolución Mexicana. Casi medio millón de muertos y varios millones de desplazados en una guerra que duró más de una década. Durante esa guerra se enfrentaron 300.000 hombres entre regulares e irregulares en El Salvador, Guatemala y Nicaragua. En aquellos años Estados Unidos toleró un genocidio en Guatemala, ocupó militarmente Honduras, gobernó El Salvador, hizo la guerra a Nicaragua y terminó invadiendo Panamá con sus tropas en 1989.

Centroamérica fue conocida siempre como tierra de fraudes, cuartelazos, caudillos, dictadores militares, oligarquías voraces, magnicidios y guerrillas. La pacificación de los 90 abrió la esperanza de una institucionalidad democrática duradera, pero el fraude electoral de Nicaragua el año pasado y el reciente golpe en Honduras hacen pensar que las repúblicas bananeras están de vuelta.

Estados muy débiles están recibiendo la embestida simultánea de narco-dólares criminales procedentes de EE UU y de petrodólares ideológicos procedentes de Venezuela. Los primeros compran voluntades para obtener complicidades con el narcotráfico y los segundos compran alineamientos políticos que están rompiendo la unidad de los países: y ambos destruyen a las instituciones. Luego del fraude electoral el Gobierno del presidente Ortega en Nicaragua luce cada vez más como una resurrección del dictador Somoza. Recientemente en Guatemala una víctima acusó al presidente Colom de su asesinato mediante un vídeo grabado previamente. El hecho luce como una perversa conspiración del narcotráfico para derrocar a un Gobierno extremadamente débil.

En El Salvador el primer Gobierno de izquierda de su historia apunta a ser igualmente débil como resultado del conflicto entre un presidente que quiere mantenerse en un centroizquierda, como Lula, mientras su partido, el FMLN, hará todo lo posible por alinearse con Chávez. Pero lo más explosivo ha ocurrido en Honduras, allí la influencia de Venezuela logró polarizar a un sistema de partidos de más de un siglo de existencia, dividiendo como nunca a los hondureños. El resultado ha sido el derrocamiento del presidente Zelaya mediante una acción ejecutada por las Fuerzas Armadas con la aprobación unánime del Congreso, de la Corte Suprema de Justicia y de todos los partidos políticos, incluido el del propio presidente.

En Honduras se ha roto la cuerda de un conflicto geopolítico que viene creciendo en toda Latinoamérica, cuando Chávez se mete lo mismo en Colombia, que en Perú, Argentina o Bolivia. Honduras, una sociedad conservadora, de cultura política provinciana y primaria, de larga tradición golpista y con una izquierda también conservadora y pacifista, fue sometida a los debates del modelo bolivariano de reforma constitucional, reelección y socialismo del siglo XXI. El miedo es el motor de todos los conflictos y Honduras no es la excepción. El miedo que generó el acercamiento del derrocado presidente Zelaya al coronel Chávez condujo a que la clase política hondureña hiciera lo que sabe hacer en esos casos. Enjuiciar al presidente era demasiado sofisticado para Honduras. Ahora el problema se ha vuelto mucho más grave, ya que ningún presidente latinoamericano quiere llegar en pijama a otro país.

Sin duda hay que rechazar el golpe, pero la comunidad internacional debe tener en cuenta que las políticas autoritarias en Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Venezuela se han convertido en una seria provocación para las fuerzas conservadoras y centristas de toda la región. Las expropiaciones de empresas, los cierres de medios de comunicación, la intimidación callejera, las arbitrariedades judiciales, las reelecciones perpetuas y los fraudes son como golpes de Estado graduales. La polarización ideológica chavista está debilitando sociedades amenazadas por miles de pandilleros y poderosos carteles. Centroamérica puede convertirse en un bastión del crimen organizado que dé refugio a mafiosos y terroristas en medio de un caos y una inseguridad endémica que genere millones de emigrantes.

La comunidad internacional es determinante para salvar a la región, pero el problema es más complicado de lo que parece. No es sólo de instituciones violentadas, sino de provocaciones, miedos y reacciones ya desatadas. La región necesita un plan de despolarización ideológica y otro de defensa integrada de su seguridad. En Centroamérica ya hubo guerras y revoluciones y la desmilitarización acelerada de Guatemala entregó ese país al narcotráfico. En el fondo está la viabilidad de pequeños Estados con economías de juguete manejados como fincas por sus caudillos. Centroamérica hubiese sido mejor como una sola república, pero británicos y estadounidenses se empeñaron hace dos siglos en dejarlas como repúblicas bananeras para poder controlar el Estrecho. Ahora, estos Estados son tan débiles que no pueden defenderse por sí mismos e igual los puede comprar un narcotraficante como el Chapo Guzmán o un dictador petrolero como Chávez.

Joaquín Villalobos, ex guerrillero salvadoreño, es consultor para la resolución de conflictos internacionales.

El País - Opinión

Zapatero y la cocinera de Lenin. Por Cristina Losada

«En el reino de la mediocridad ha de mandar un mediocre que asegure a sus iguales que no manda. Es posible que con el líder del PSOE haya llegado, por fin, la hora siempre aplazada de la cocinera de Lenin.»

Se reclama de los políticos que se acerquen a los ciudadanos. El diario El País, pervirtiendo el ejercicio, decidió acercar a unos pocos ciudadanos al presidente. A la montaña, o sea, a La Moncloa, llevó a los cuatro seleccionados, a los que no calificaría de privilegiados, pues fueron sencillamente utilizados. ¿Para qué? Negocios aparte, que eso es asunto del periódico, para ofrecer de Zapatero la imagen de un señor que en nada se diferencia del que viaja en metro. Él mismo se regodeó en esa percepción al decir que todos los días recuerda que es un "ciudadano normal". Como aquel "eres mortal", que le susurraban al emperador romano. El pequeño detalle es que José Luis puede ser –y es– más o menos como cualquiera, pero su cargo incluye responsabilidades que no tiene todo el mundo.


Es un fraude presentar al presidente de un Gobierno como uno más y que él se presente así puede ser treta o autoengaño, pero el caso es que en consonancia con tal simulación estuvieron sus comentarios. Reiteró Zapatero que no había podido prever la hondura de la crisis, lo que significa que el presidente dispone de la misma información que el vecino que sólo lee la prensa deportiva. ¡Y cómo reprochárselo! No sería un "ciudadano normal" si tuviera más conocimientos. Tan normalito es que no encontró mejor expresión para describir el impacto de la recesión que "aterriza como puedas". Una confesión de impotencia y de incapacidad previsora y decisoria, insólita en quien ocupa la jefatura del Ejecutivo. Aunque cabe una hipótesis peor: ése es el único lenguaje que cree que entienden y celebran los electores. No las explicaciones serias, sino la muletilla populachera. Algo a la altura de "cualquiera".

Estremecedor es el relato que hacía Zapatero de cómo resolvió "el lío del AVE a Barcelona". Se arremangó y se puso a hacer de ingeniero por intuición, como si se tratara de ayudar al del piso contiguo a arreglar una avería doméstica. Pero ése es el presidente que muchos quieren. Uno al que nadie pueda echar en cara que sabe más que cualquiera que ande por la calle. Uno que no sea mejor que ningún otro. En el reino de la mediocridad ha de mandar un mediocre que asegure a sus iguales que no manda. Es posible que con el líder del PSOE haya llegado, por fin, la hora siempre aplazada de la cocinera de Lenin. Aquélla que, según el bolchevique, podría dirigir sin dificultad alguna el Estado en la fase superior del socialismo. No en vano, de acuerdo a su biógrafo oficial, Zapatero le dice a su esposa: no sabes, Sonsoles, cuantos españoles podrían ser presidentes del Gobierno. Así van las cosas.

Libertad Digital - Opinión

Arenas contra Chaves. Por M. Martín Ferrand

MANUEL Chaves, padre ejemplar, hermano generoso y político mediocre, es el arquetipo de los profesionales con los que el socialismo español suele cubrir los cargos de representación y responsabilidad. Su función principal es impedir que, en sus territorios, pueda crecer la hierba del PP. Lo de servir a los ciudadanos y pretender su prosperidad es, en el actual esquema rector del PSOE, asunto de orden menor y sustituible por una dosis de populismo barato y dos o tres de propaganda desvergonzada.

Durante casi veinte años, Chaves ha cumplido en Andalucía con la misión de frenar a un PP que tiene presencia en la mayoría de las grandes ciudades de la región y apenas alcanza notoriedad en las pequeñas y puramente agrarias. En ese tiempo, Andalucía ha crecido por debajo de la media española y ha cosechado unas cifras de paro que duplican el total nacional. Chaves fue más provechoso para el PSOE -quizá también para su familia- que para los andaluces y, por ello, José Luis Rodríguez Zapatero, el de las ocurrencias, le ha llevado a su vera madrileña y presidencial.

El líder de la oposición a Chaves en Andalucía fue, como él, ministro de Trabajo y le precedió, junto a José María Aznar, en los asuntos vicepresidenciales. Ahora, Javier Arenas anuncia que el PP, «en los próximos días», le pedirá al ex presidente de Andalucía «responsabilidades jurídicas» por las subvenciones de la Junta a la empresa Minas de Aguas Teñidas, en la que trabaja la ya famosa hija del ahora vicepresidente. Ya nos dirán los tribunales, cuando nadie recuerde la esencia de este feo conflicto de intereses, el alcance de las responsabilidades de Chaves y su Gobierno andaluz; pero, ¿no resulta grosero un anuncio de esa categoría? La información sobre las denuncias, demandas y querellas, según los casos, que haya podido presentar un partido político contra su oponente es algo exigible; pero el alarde, incluso con redobles mediáticos, de lo que se pretende hacer en «los próximos días» tiene algo de inelegante y pendenciero y no dice mucho de la sutileza política, la finura jurídica y el talento comunicador de quien así procede.

En lugar de jugar a los profetas y anunciarnos lo que vendrá, Arenas debiera habernos dicho que acababa de presentar una querella contra Chaves. La política debe referirse a los hechos. Las intenciones sólo funcionan en los territorios del amor y la poesía.

ABC - Opinión

La normalidad democrática en Honduras pasa por inhabilitar a Zelaya

EL EJÉRCITO hondureño ha tratado de solucionar una ilegalidad manifiesta con un golpe de Estado que sitúa al país al borde del abismo. El cierre de filas de la comunidad internacional exigiendo el regreso del depuesto Manuel Zelaya se revela imprescindible para evitar una espiral violenta que podría desestabilizar una región aún cautiva de los fantasmas golpistas del siglo pasado. Desde que en el año 2000 una asonada derrocara al ecuatoriano Jorge Jamil Mahuad, ninguna intentona golpista ha prosperado en Latinoamérica. En este sentido, cabe felicitarse por la rápida y contundente reacción de España y toda la UE, así como de EEUU y el resto de miembros de la Organización de Estados Americanos exigiendo el respeto de una normalidad democrática que pasaría, paradójicamente, por continuar con el proceso de inhabilitación iniciado contra el propio Zelaya. Siguiendo una estela muy frecuente en toda Latinoamérica -desde la Venezuela chavista a la Bolivia de Evo Morales-, el presidente hondureño violentó la legalidad para perpetuarse en el poder más allá de 2010, cuando expira su mandato. Zelaya debe rendir cuentas, pues, ante su país por saltarse la Constitución a la torera, pero la intervención del Ejército es inadmisible y sólo ha servido para estimular las bravatas belicistas de Chaves, Ortega y Correa.

El Mundo - Editorial

Francisco Franco. Por José García Domínguez

Antifranquismo

«Curioso sarampión ese del antifranquismo retrospectivo que aqueja a la heroica sociedad española. Y es que apenas hemos necesitado esperar treinta y cuatro prudentes años desde su deceso antes de lanzarnos, incontenibles, a derrocar la dictadura.»

Leo por ahí que el yernísimo del camarada José Utrera Molina, a la sazón ex secretario general del Movimiento, ha desposeído de algún apolillado honor municipal al difunto promotor de dicha movida, el general Francisco Franco. Curioso sarampión ese del antifranquismo retrospectivo que aqueja a la heroica sociedad española. Y es que apenas hemos necesitado esperar treinta y cuatro prudentes años desde su deceso antes de lanzarnos, incontenibles, a derrocar la dictadura.


A mí, la sobrevenida furia iconoclasta de tantos ministros, alcaldes, tribunos, plumillas y demás toreros de salón del Ruedo Ibérico me recuerda cierto pasaje del Dietario de Francesc Cambó. Aquel donde describe el fervor revolucionario con que Barcelona rindió póstumo homenaje al anarquista Durruti. Según el de la Lliga, su funeral laico constituyó la mayor concentración de masas de toda la historia de la ciudad, algo únicamente comparable al eufórico recibimiento con que similar cifra de catalanes festejaría la toma de la plaza por los nacionales, apenas meses después. Un asunto, el de esa desconcertante coincidencia numérica, que, a decir de Cambó, no encerraba ningún misterio aritmético, pues unos y otros, en realidad, serían los mismos.

Es lástima que al viejo Cambó no lo lee nadie, y menos que nadie sus hijos putativos, los catalanistas, que en eso de la alergia a la letra impresa se acreditan tan españoles y tan castizos como el resto de sus compatriotas. De ahí la cómica peripecia de cierto joven doctorando en Historia Contemporánea. El que permanecería encerrado durante más medio año en la Filmoteca de la Generalidad rodeado de extraños artilugios ópticos, cachivaches de ignota utilidad que desafiaban la imaginación de todos los funcionarios de la casa.

El que por todo comentario se limitaba a pedir que le proyectasen una y otra vez todas aquellas viejas cintas, las que contenían el testimonio gráfico de las visitas de Franco a Cataluña. El mismo que una mañana anunció que no volvería nunca más, ya que había renunciado a continuar con su tesis. ¿El motivo? No acertó a descubrir ni un sólo trucaje técnico en las películas del No-Do. Él juraba no entenderlo, pero todo, las panorámicas de masas, aquellos fotogramas intolerables plagados de decenas de miles de catalanes aclamando entregados al dictador, todo era auténtico. Desoladoramente auténtico.

Libertad Digital - Opinión

Determinismo y calidad humana. Por Hermann Tertsch

ACABABA de morir Francisco Franco en la cama casi de aburrimiento, ese dictador al que ahora, en actos heroicos, los más fieros resistentes antifranquistas privan de honores y galones. Han tardado tres décadas y media en asegurarse de que había muerto para mostrar toda su rebeldía. Es lo que se llama no correr riesgos innecesarios. En aquella época, cuando los resistentes eran muchos menos que los enlutados, andaba yo por Viena de visita en la caótica casa de mi hermano junto al Prater, cuando decidí que había llegado la hora de ir a visitar el paraíso de los obreros y campesinos que tan cerca me pillaba. Había llegado a Viena en auto-stop desde Bilbao pero desde allí me recomendaron dejarme de líos, cogerme mi visado y el tren. En el vagón trabé amistad con Ferenc Rako, un obrero que con su mujer y su hija Mariza, regresaba del primer viaje que le habían permitido en su vida a ver a su hermano, que vivía en Suecia. Estuve quince días viviendo a cuerpo de rey en casa de aquel matrimonio trabajador y su hija. Cuando me despedí de ellos, eternamente agradecido, con un busto de Lenin que me habían regalado sus compañeros de fábrica, les invité a visitarme en España. Rako miró al cielo y respondió: «eso sólo será posible cuando España también sea comunista». El pobre Ferenc murió en los años ochenta, cuando apenas quedaba un comunista en Hungría y España no era comunista. Pero nunca pude devolverle a aquel magnífico hombre la hospitalidad que me había brindado.

Este fin de semana he asistido en Budapest al vigésimo aniversario de la ruptura del telón de acero por la frontera austro-húngara. He escuchado a los grandes artífices de aquel encaje de bolillos que hizo posible el inmenso triunfo de la libertad sin apenas derramamiento de sangre. Que no hubiera matanzas como Tiananmen en las ciudades de Europa central y oriental y en Moscú se debió a una constelación bendita en la historia. De las que pocas se producen. En muchas oficinas se estuvieron preparando operaciones inmensamente sangrientas para restaurar la normalidad socialista. Lo pidieron Berlín este, Praga y Bucarest, se negaron Budapest y Varsovia, pero ante todo Moscú. Durante décadas existió una fe ciega en el determinismo histórico de que allá donde llegaba el comunismo permanecería para siempre. Ejemplo era mi amigo Rakó. Durante dos décadas ahora, desde 1989, ha existido la fe contraria de que la historia se había terminado y la libertad individual y el libre mercado eran el futuro definitivo y garantizado. Ni lo uno ni lo otro. En Budapest se ha podido celebrar esta conmemoración de un acto de coraje y voluntad de libertad porque existió. La calidad humana no ha aumentado un ápice. Alcanza excelencias y se sume en las peores miserias. Los patéticos impostores de hoy son de la misma calidad humana que aquellos que nutrieron los peores excesos del poder total. Nadie en 1909 podía imaginar en su peor pesadilla el siglo que cinco años después abría una inmensa carnicería y nos llevaría a la maldad total del Holocausto. En 2009 sabemos igual de poco sobre nuestro futuro. No es difícil que no sea tan terrible. Pero quien lo jure, jura en vano.

ABC - Opinión

Final de época

La sentencia contra Bernard Madoff cierra la era de la desregulación neoconservadora.

Un juez federal impuso ayer al financiero Bernard Madoff la máxima sentencia solicitada por el fiscal: 150 años de cárcel, que garantizan su estancia entre rejas a perpetuidad. Esta resolución judicial marca un hito. Rubrica el fin de la época de la desregulación financiera neo-conservadora, causante de una inmensa burbuja financiera, y se erige en baremo ejemplificador para el mundo de las finanzas. No sólo porque responde con contundencia a la evaporación de la escalofriante cifra (mínima) de 50.000 millones de dólares (la segunda mayor estafa mundial, tras la de Enron), sino porque se dicta contra una persona que fue el presidente de la Bolsa de valores tecnológicos (el Nasdaq), un gurú prestigioso e incontestado de Wall Street, el hombre en el que confiaron entidades de prestigio y personajes de relumbre.


La sentencia considera probado que Madoff realizó una estafa piramidal, un tipo de fraude de lo más primitivo, que consiste en pagar los intereses de los inversores iniciales con el capital aportado por los llegados en el último minuto. Para describir la zafiedad del procedimiento baste recordar algunas de las miniestafas postales más obtusas descubiertas en los últimos tiempos, o las que arruinaron a un país como Albania en los años noventa. El exquisito Madoff usaba como arma de mercadotecnia un gancho secretista, selectivo y glamuroso (la dificultad de acceso a su propio circuito); garantizaba rentabilidades mínimas sostenidas en el entorno del 12% (un anzuelo de por sí sospechoso, pero que logró engatusar a más de 1.300 clientes de alto nivel, entre ellos prestigiosos bancos europeos y alguno español) y al fin, no los invertía en nada, o casi. Constituye un misterio de novela psicológica la pregunta de si pensaba que este sistema podría resultar eterno. Bastó que el revés de la crisis incitase a algunos de sus selectos clientes a intentar recuperar su capital para que se descubriese la monumental chapuza.

El responsable penal de un delito es siempre una persona individual, nunca un contexto ni una circunstancia. Pero es cierto que determinados contextos favorecen las prácticas delictivas. De forma que las responsabilidades jurídicas y penales del financiero derrumbado, que confesó su crimen desde casi el inicio de ser descubierto, no se agotan en su caso judicial: se extienden a responsabilidades políticas y morales de cuantos abonaron el capitalismo de casino, sin ley ni límite regulador, de la era iniciada bajo los mandatos de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, y felizmente concluida con George W. Bush.

Bajo los auspicios del G-20 de la era Obama, todas las compañías financieras, todos los países y todos los activos requerirán de una supervisión adecuada. Si este objetivo acaba cumpliéndose, quizá el escándalo Madoff haya servido finalmente para algo, aparte de arruinar a unas centenas de ricos incautos. De lo contrario, será sólo un nuevo y lamentable precedente.

El País - Opinión

Chávez, Obama, Zapatero y Rajoy, en dulce montón contra el cuartelazo de Honduras. Por Antonio Casado

El presidente legítimo de Honduras, Manuel Zelaya, detenido con nocturnidad y expulsado a Costa Rica por el Ejército de su país, está recibiendo el general e inequívoco apoyo de los dirigentes democráticos del mundo, en una inédita convergencia de posiciones a escala internacional. No recibió tanto apoyo Hugo Chávez cuando fue destituido por los militares en abril de 2002. El cuartelazo, disfrazado de movimiento cívico-militar, apenas duró cuarenta y ocho horas, pero la violación de la legitimidad democrática, al menos la de origen, fue tan flagrante como la que acaba de perpetrarse en Honduras.

En España, sin ir más lejos, ciertos líderes políticos no supieron o no quisieron distinguir entonces entre la aversión al personaje –perfectamente entendible, lo reconozco-, y la defensa universal de los principios democráticos. No ha ocurrido eso en esta ocasión. Pasen y vean haciendo piña contra la asonada hondureña a Chávez y Obama, Zapatero y Rajoy, González y Aznar. Y, por supuesto, a los grandes cuidadores de la legalidad internacional, con la ONU al frente.

Atribuyen los analistas al efecto Obama la causa de este dulce amontonamiento en defensa de la democracia. Puede ser. En todo caso, mejor el efecto Obama que el efecto Reagan (años 80), cuando Estados Unidos convirtió a Honduras en una base de lucha contra la revolución nicaragüense. Saludemos, pues, el resultado con independencia de sus inductores.

En un continente asolado durante el siglo pasado por los golpes militares, el populismo y el intervencionismo norteamericano, ya es noticia que hayan pasado nueve años desde el último cuartelazo contra un presidente elegido en las urnas (Ecuador, 2000, destitución de Mahuad). Y saludemos aún con mayor entusiasmo el hecho de que las notables diferencias políticas e ideológicas entre los líderes de la región pasen a segundo plano cuando la defensa de la democracia exige la sindicación de los países que creen en ella.

Ahora esperemos que también el pueblo hondureño se sume a este clamor universal que reclama la vuelta de Manuel Zelaya como legítimo titular del poder. Lo digo porque a última hora de la noche de ayer las noticias procedentes de una Tegucigalpa discretamente ocupada por las tanquetas, más allá de algunos choques aislados con manifestantes, hablaban de cierta indolencia de la ciudadanía y otras instituciones claves, como el Congreso y la Judicatura, incluso del propio partido de Zelaya (PLH) en el propósito de revertir la situación.

Técnicamente la situación es la de un golpe de Estado. Pero se da la perturbadora circunstancia de que el amigo venezolano, Hugo Chávez, entre cuyos defectos no figura el de la indolencia, ya ha advertido que no dudaría en utilizar a las Fuerzas Armadas de su país para restablecer el orden democrático en Honduras. Y si eso ocurriese, en nombre de la legitimidad vulnerada, ¿seguirían Obama, Zapatero, Rajoy, Aznar y González haciendo causa común, como ahora, con Hugo Chávez?

También puede ocurrir que gane terreno la discutible fe del presidente derrocado, de momento, en los principios cuya aplicación otros reclaman para él. Alguien también podría poner sobre la mesa la vulneración de la legalidad democrática que estaba a punto de cometer Zelaya, cada vez más próximo al “populismo” chavista, mediante la convocatoria de una consulta anticonstitucional que había sido rechazada por las principales instituciones del país, incluido el Tribunal Supremo. Y entonces se rompería la actual sindicación internacional que le apoya en nombre de la formalidad democrática. No lo descarten.

el confidencial - Opinión

Un castigo ejemplar a un fraude inmoral

El financiero neoyorquino Bernard Madoff, de 71 años, fue condenado a 150 años de cárcel, la máxima pena impuesta por delitos económicos en EEUU.

NO HUBO CLEMENCIA. El financiero neoyorquino Bernard Madoff, de 71 años, morirá seguramente en la cárcel tras la condena a 150 años de prisión que dictó ayer un juez federal de Manhattan. Es la pena más dura jamás impuesta por delitos económicos en EEUU.

Decenas de víctimas que habían logrado entrar a la sala donde se celebraba la vista, abuchearon a Madoff cuando pidió perdón por su conducta y aplaudieron cuando el juez anunció el veredicto. «Que tu celda sea tu ataúd», gritó uno de los afectados con la más lapidaria de las expresiones.


La semana pasada, el abogado de Madoff había solicitado al juez una pena no superior a 12 años, invocando razones humanitarias y subrayando que su cliente reconocía su culpabilidad sin atenuantes. El juez desestimó la petición por «la extraordinaria malignidad de los delitos», que, según sus palabras, exigen mandar «el mensaje más duro posible» para que los hechos no se repitan.

En la práctica, hubiera sido igual una sentencia de 50 años, como había recomendado un representante del estado de Nueva York, pero el juez optó por superar todo lo que le solicitaban las partes y dictó una condena que, de hecho, equivale a una cadena perpetua.

Además de la extraordinaria gravedad de la pena, llama también la atención la celeridad con la que se ha desarrollado el proceso. Madoff fue detenido el pasado 11 de diciembre en su oficina de Nueva York cuando estalló el escándalo y luego permaneció arrestado en su lujoso apartamento hasta que fue trasladado a la cárcel el pasado 12 de marzo.

En los seis meses y medio transcurridos, el tribunal ha desarrollado una intensa actividad, ya que no sólo ha incautado todos los bienes a Madoff -un castillo en la Riviera, su mansión de Palm Beach, sus cuentas y su yate, entre otros- sino que ha forzado a los bancos que colocaban sus productos a pactar con los clientes que habían invertido en Madoff.

Ello va a permitir recuperar parte de los 65.000 millones de dólares a los que asciende el fraude, el mayor de la historia, ya que, como reconoció Madoff, su empresa carecía de activos para respaldar las enormes sumas captadas a través de sus fondos de inversión.

La rapidez con la que ha actuado la Justicia estadounidense contrasta con la lentitud del sistema judicial español, en el que pasan muchos años desde que se denuncian los delitos hasta que se obtiene una sentencia judicial. El fraude de Gescartera salió a la luz en 2001 y la Audiencia Nacional condenó a los principales imputados en marzo de 2008. Forum Filatélico y Afinsa fueron intervenidas judicialmente en 2006 y todavía no está clara la dimensión del agujero que dejaron sus gestores, que se encuentran en libertad bajo fianza.

El paso del tiempo penaliza a los miles de inversores de estas dos sociedades, que se desesperan al constatar que la investigación judicial se alarga sin visos de que nadie pueda recuperar ni una pequeña parte de su dinero. Lo sucedido en el caso Madoff debería servir para impulsar una reforma procesal de los delitos económicos cuando hay afectados que han sido estafados por gestores sin escrúpulos, que se benefician del garantismo de nuestro sistema judicial.

Pero lo más importante de esta sentencia es su carácter ejemplarizante que, como el propio juez resaltó, servirá para transmitir ese «mensaje» de que estos delitos de guante blanco pueden ser sancionados tan duramente como los que producen derramamiento de sangre. Quien quiera seguir el camino de Madoff en EEUU, ya sabe a lo que se expone.

El Mundo - Opinión

Honduras: ni Zelaya ni el Ejército

«La reforma constitucional ni era legal, ni popular, ni era necesaria. En este aspecto Zelaya se ha comportado como el primer enemigo del sistema que dice ahora defender desde su exilio nicaragüense.»

Los acontecimientos recientes en Honduras pueden llevar fácilmente a equívocos si se trata de saldar la cuestión de un modo simplista dando por hecho que el golpe militar de este fin de semana responde al patrón clásico de los cuartelazos hispanoamericanos. Las circunstancias son otras y ponen de manifiesto dos asuntos esenciales que no deben pasarse por alto. El primero, que ni Honduras ni gran parte de la comunidad de naciones hispanas han aprendido todavía a vivir en democracia. Y por democracia no ha de entenderse el modelo demagógico-plebiscitario del chavismo, sino el respeto a la minoría y, sobre todo, a las instituciones. El segundo, que en Hispanoamérica se está librando una feroz batalla contra un nuevo totalitarismo de corte muy distinto al que asoló la región entre los años 60 y 80.


Manuel Zelaya, hoy ya ex presidente de Honduras, no ha jugado limpio: ni con la Constitución ni con la democracia hondureña. Convocó una consulta popular para reformar a fondo la Constitución. La reforma incluía, entre otros puntos, ampliar el mandato presidencial. Esta consulta era ilegal a todas luces; a las de la Corte Suprema de Justicia, a la del Órgano Superior Electoral y a la de todo el arco parlamentario, incluyendo el partido al que pertenece Zelaya, que ha mostrado su oposición al plebiscito en repetidas ocasiones. No es casualidad que el sucesor de Zelaya, Roberto Micheletti, sea de su mismo partido y era hasta este lunes presidente del Congreso Nacional de Honduras. La reforma constitucional ni era legal, ni popular, ni era necesaria. En este aspecto Zelaya se ha comportado como el primer enemigo del sistema que dice ahora defender desde su exilio nicaragüense.

La democracia en Honduras es joven. La Constitución que Zelaya pretendía reformar a través de una consulta data de 1982 y durante estos 27 años ha permitido el turno pacífico en el poder entre los dos partidos mayoritarios, el Partido Nacional y el Partido Liberal. El fantasma de la intervención militar y de la dictadura queda lejos y Honduras, a pesar de sus dificultades económicas, ha conseguido cierta estabilidad política de la que careció durante buena parte del siglo XX. Es por ello que, a estas alturas, un golpe militar carece por completo de sentido y más cuando el rechazo a la reforma de Zelaya es muy amplio. Es una vía desestabilizadora con un incierto destino y de la que incluso podrían beneficiarse quienes a uno y otro lado pretenden acabar con la democracia.

Con todo, y sobrevolando los detalles de la política interior hondureña, el panorama en Hispanoamérica es desolador. Chávez y sus repúblicas satélites de Bolivia, Ecuador y Nicaragua –Cuba no orbita en torno a Venezuela sino al contrario– están desestabilizando todo el área mediante una táctica sencilla pero altamente efectiva. Utilizan los recursos propios de las democracias liberales para desnaturalizarlas primero y subvertirlas después. Es el mismo modelo que funciona a toda marcha en Venezuela o en Bolivia. Aunque muchos no quieran verlo y se apliquen a Chávez toda suerte de paños calientes, supone el renacimiento de facto de las de las denostadas dictaduras latinoamericanas disfrazadas ahora de revoluciones bolivarianas.

Libertad Digital - Opinión

Sudoku imposible

LO de menos son los plazos que pone y quita Rodríguez Zapatero, las «giras» de Manuel Chaves en las horas más bajas de su larga carrera política o las permanentes rondas de contactos a cargo de Elena Salgado. En rigor, el problema de la financiación autonómica obedece a la falta de modelo territorial por parte de un Gobierno oportunista que negocia día a día para salir del paso a costa de los principios básicos de unidad, autonomía y solidaridad que vertebran el sistema autonómico de acuerdo con la Constitución. A estas alturas, ni siquiera los más ingenuos hacen caso a las promesas del presidente ni a las buenas palabras del vicepresidente de Política Territorial, cuya capacidad de decisión en esta materia es muy reducida puesto que se limita a ejercer como telonero de su colega de Economía y Hacienda. Como siempre, llegan las prisas de última hora para llevar una propuesta aceptable al Consejo de Política Fiscal y Financiera previsto para el 15 de julio. El Estado está dispuesto a poner sobre la mesa 9.000 millones de euros adicionales para contentar a casi todos, pero las cuentas no terminan de cuadrar y así no sale el sudoku por mucha voluntad de negociar que pongan unos y otros.

Estas maniobras partidistas pretenden alcanzar varios objetivos incompatibles entre sí. Por una parte, hay que resolver el caso de Cataluña, no sólo para evitar la previsible rebelión del PSC, sino también para buscar acuerdos en el Congreso con otras fuerzas políticas que permitan salvar la cara a un Ejecutivo sin apoyos parlamentarios. Al mismo tiempo hay que atraer a Madrid y a la Comunidad Valenciana con una oferta suficiente para desactivar la posible oposición del PP, cuyo rechazo haría inviable cualquier solución. También hay que contar con Extremadura, Castilla-La Macha o Andalucía, feudos tradicionales del voto socialista, que no están dispuestos a salir perdiendo. Así las cosas, Rodríguez Zapatero se hace fotos con sus visitantes en La Moncloa y, a continuación, encarga a sus subordinados una tarea imposible ya que tienen que conjugar al mismo tiempo criterios de población, nivel de vida, inmigración, escolaridad o incluso segundas lenguas cooficiales.

El origen de esta batalla sin sentido de todos contra todos está en el Estatuto catalán, impulsado directamente por el presidente del Gobierno. Mientras el TC sigue eternizándose ante una sentencia trascendental, la norma estatutaria produce ya sus efectos prácticos y, en este caso, abre un proceso general de reivindicaciones particularistas que ponen en cuestión la solidaridad territorial e incluso el sistema de bienestar. Según la Constitución, el Gobierno tiene la obligación de garantizar que todos los españoles tengan los mismos derechos y deberes en todas las partes del territorio nacional, pero no parece posible cumplir esta regla elemental por mucho que se establezca un Fondo de Suficiencia para financiar servicios públicos básicos o que el Ejecutivo mantenga -por ahora- al menos el 51 por ciento de los recursos financieros. La sabiduría popular dice, con razón, que: «Una cosa es predicar y otra dar trigo». A Rodríguez Zapatero le ha llegado la hora de hacer frente a sus promesas y es fácil suponer que no puede quedar bien con todos a la vez.

ABC - Editorial

Electric Light Orchestra - Calling America