lunes, 29 de junio de 2009

La hora de Honduras. Por José Carlos Rodríguez

«La detención de Zelaya por el Ejército no es la típica intromisión del Ejército en los asuntos políticos, sino que fue ordenada por el propio Tribunal Supremo, que comprobaba cómo el presidente estaba dispuesto a saltarse la ley.»

La democracia de Honduras se juega su futuro en unas pocas horas. En apariencia toda la razón está del lado del presidente Manuel Zelaya, elegido democráticamente, y que ha sido relevado del poder tras un golpe militar. En apariencia, otro espadón que acaba con un dirigente de izquierdas en plena transformación de su país.


Pero la situación no es tan clara. La detención y deportación de Zelaya por el Ejército se produce en un contexto político muy concreto. Zelaya veía próximo el fin de su mandato que coincidía, necesariamente, con el fin de su presidencia, ya que la Constitución impide en ese país, como en otros, la reelección. Zelaya, un satélite de Hugo Chávez en el país, no estaba dispuesto a aceptar su destino, de modo que convocó un referéndum para saltarse ese mandato constitucional y presentarse una segunda vez a las elecciones presidenciales.

Es aquí donde se genera el conflicto, porque su referéndum fue declarado ilegal tanto por el Tribunal Supremo como por el Congreso, pero ello no le paró. Estaba dispuesto a convocarlo, aunque fuera nulo de origen, al no contar con base legal. Si estaba dispuesto a cambiar la Constitución con un referéndum ilegal, y a despreciar a instituciones fundamentales del Estado como el Tribunal Supremo o el Congreso, ¿tendría escrúpulos para falsear el resultado de esa consulta pública? No lo creo.

Es más, la detención de Zelaya por el Ejército no es la típica intromisión del Ejército en los asuntos políticos, sino que fue ordenada por el propio Tribunal Supremo, que comprobaba cómo el presidente estaba dispuesto a saltarse la ley. El Ejército tiene como una misión primordial en una democracia mantener el orden constitucional cuando el Ejecutivo lo ponga en riesgo, y en este caso no ha tenido que ser el propio Ejército quien interprete que ésa es precisamente la situación, sino que la decisión estaba ordenada por el máximo órgano judicial. La democracia no son sólo una sucesión de elecciones y plebiscitos, sino sobre todo, y ante todo, el mantenimiento del orden constitucional. Y aquí quien actuó contra las normas fue Zelaya, y el encargado de defenderlas, el Ejército.

Tiene gracia que el presidente, depuesto por el Congreso, haya hecho un llamamiento a la desobediencia civil, un derecho que nos asiste a los ciudadanos frente a cualquier forma de poder. Zelaya, llegado el caso, sería el primero en aplastar el derecho de los hondureños a ignorar sus medidas políticas, si las considerasen injustas.

Libertad Digital - Opinión

Los negocios privados de la ministra "Sindescargas"

Dos meses y medio después de ser nombrada ministra por Zapatero, y ser denunciada ante la Oficina de Conflicto de Intereses, por incompatibilidad, Angeles González Sinde continúa figurando como administrador único de la empresa Alcalá Producciones S.L., tal como consta en el Registro Mercantil de Madrid.

La actividad de Alcalá Producciones es la distribución de películas y videos.

Hace sólo cinco días, la Oficina de Conflicto de Intereses admitió la denuncia por incompatibilidad contra Sinde, presentada por la Asociación de Internautas. Invocaban la Ley 5/2006 de 10 de abril, (la ley de incompatibilidades) y alegaban que la ministra ha concedido ayudas a empresas y sociedades de la industria del cine en las que la ministra o sus familiares "tienen intereses", según informa lanacion.es.

El artículo 7.1 de la Ley de Incompatibilidades es bastante explícito:
"Quienes desempeñen un alto cargo vienen obligados a inhibirse del conocimiento de los asuntos en cuyo despacho hubieran intervenido o que interesen a empresas o sociedades en cuya dirección, asesoramiento o administración hubieran tenido alguna parte".
El alto cargo no se ha inhibido: ha concedido ayudas por valor de 8 millones de euros a la industria del cine y, como demuestra ahora lanacion.es sigue figurando como administrador de una empresa del sector. González Sinde vulnera, por lo tanto, el artículo 7 de la Ley de Incompatibilidades.

Para incurrir en incompatibilidad bastaría con que González Sinde hubiera tenido intereses en empresas en el pasado ("hasta dos años antes a su toma de posesión como cargo público" según reza el artículo 7 de la Ley). Pero lo que demuestra el dato que aportamos es que la ministra ni siquiera se ha tomado la molestia de abandonar el cargo de administrador de una empresa cinematográfica.

CUALQUIER AYUDA IMPLICA PREVARICACION

Alcalá Producciones no es la única firma del ramo con la que ha estado vinculada González Sinde. Apareció en el Registro como administrador solidario de otra compañía del sector, Qwerty Global Media S.L. hasta el pasado 21 de mayo, es decir que siguió ostentando el cargo siendo ya miembro del Gobierno.

Técnicamente, cualquier resolución que adopte respecto a la industria del cine (como aprobación de ayudas) supone incurrir en prevaricación, ya que contravendría la norma que establece el mencionado artículo 7.

Y eso es lo que ha hecho ya al menos en dos ocasiones.

Por un lado aprobó diversas ayudas por valor de 8 millones de euros a la industria del cine; y por otro concedió ayudas de la Dirección General de Política e Industrias Culturales, por valor de 2.140.000 euros.

Tal como reveló en exclusiva lanacion,es, una parte de ese dinero (20.000 euros) fue destinada a la Academia del Cine, de la que Sinde fue presidenta hasta que hace dos meses fue nombrada ministra.

Es decir que la misma persona que solicitó subvención al Gobierno, como presidenta de la Academia del Cine, se la concedió después siendo ya ministra.

La Oficina de Conflictos de Intereses, órgano competente para la gestión de incompatibilidades de los altos cargos, tendrá en cuenta las alegaciones que pueda presentar la ministra y posteriormente deberá tomar una decisión.

Periodista Digital

Maldito sea Zapatero. Por Pedro de Tena

Libertad

«Zapatero te maldigo. Me estás obligando a dejar lo que la libertad me señaló y me calcino en el empeño de recuperarlo. Me distraes. Me apartas. Me obligas profesionalmente a la política, a contribuir a tu defenestración.»

Leo el poema inédito, el poema 60, de Juan Ramón, inmenso hallazgo publicado este domingo por ABC y caigo en la cuenta, más que nunca, del desastre nacional que significa Zapatero y sus secuaces. Fíjense, Juan Ramón, buscando a Dios, con minúscula, al deseante y al deseado, al que encuentra desde la libertad y en ella – "cada vez más libre, más ¡y más! ¡y más! A una libertad de puertas de Dios. Y entonces la puerta se abre... y ¡más libertad!". Libertad, libertad, más, siempre más, nunca menos, nunca para después, nunca aplazada ni negada ni vendida ni sumida en los razonamientos del autócrata. Y es precisamente eso, la libertad, lo que nos impide desarrollar, ejercer, protagonizar Zapatero y compañía. Maldito.


No se trata de nos la arrebate, nos la impida, nos la coarte o nos la cuele en el río del olvido. No tiene talla ni arrestos para eso. Se trata de que la distrae y distrayéndola, la mortifica. La libertad decide, ejerce, afirma y pone encima de la mesa. Pero cuando la libertad se dispone al servicio del combate por sí misma, porque se ve en peligro, porque se sabe en riesgo, entonces la libertad propia, la personal y concreta de cada cual, se sacrifica en el altar de la causa, no el de la casa, los lares, en el ara de las condiciones de una libertad abstracta y general, colectiva y de todos. Pero ya no es libertad pura, sino libertad comprometida, reglada por la ética o la filosofía, desviada, torcida, incluso cuando mana de la autonomía.

Libertad, la de Juan Ramón, por ejemplo, dedicado a lo que su libertad le encomendaba, acceder, diciendo, a lo indecible. Cantando, no contando, como tan bien vio Stevenson y siguieron haciendo los pájaros cuando él se fue. Cada mochuelo en su olivo, cada rata en su cloaca, haciendo, diciendo, cantando lo que procede de su libertad, algo tan plural, tan diverso y, por ello, tan hermoso. Por ello, el clásico pudo rugir: "Sé hombre, libre, no me sigas". El hombre libre no sigue a nadie, crea su camino. Puede mirar a un lado o al otro, pensar otros caminos, pero no puede seguir huellas de nadie porque no sabe seguirlas.

Por eso maldigo a Zapatero. Nos distrae de la libertad del camino que conduce a una puerta deseada y deseante, y nos desvía por el camino que conduce a la puerta de su salida, de su fin, de su extinción política. Mientras hacemos tal cosa, sufrimos la maldición de la libertad humana. Podemos hacer sólo una cosa al mismo tiempo. No podemos estar en la procesión y repicar. Si emprendemos el viaje a ultramar, no podemos simultáneamente viajar a ultracielo. Si elegimos el camino de la urgencia histórica de poner término a su locura, altivo caligulón de pacotilla, no escribimos los libros que debemos, no nos enamoramos, no apreciamos los atardeceres rojizos del verano, no leemos las cartas de los amigos...

Los liberales son conscientes de que la política no es, no puede ser profesional. Es un tiempo donado a la libertad y al bienestar de los demás, pero, luego, nos espera la ciencia, la poesía, la carpintería, el derecho, la medicina, la pintura, los paisajes, los hijos, los amigos, esos pocos buenos con los que uno ni habla porque les basta estar... Nos espera lo que elegimos para significarnos en el mundo. Por eso, Zapatero te maldigo. Me estás obligando a dejar lo que la libertad me señaló y me calcino en el empeño de recuperarlo. Me distraes. Me apartas. Me obligas profesionalmente a la política, a contribuir a tu defenestración y mientras tanto, mi tiempo se va por las alcantarillas camino de algún río que va a dar a la mar, que es el morir.

Por todo esto, Zapatero ni tiene perdón. Ni siquiera de Dios.

Libertad Digital - Opinión

La buena educación. Por Emilio Campmany

ZP y Blanco

«Retirar vergonzosamente las tropas de Irak, bajarnos los pantalones ante el moro, mendigar una silla en el G-20, hacerle la pelota a Obama es todo ignominioso, pero soportable. Ahora, lo que no hay quien aguante es la mala educación.»

Quienes hayan visto la edición madrileña de El Mundo este domingo se habrán topado con una magnífica foto de Alberto di Lolli que recoge un momento revelador. El instante inmortalizado por la cámara muestra como Esperanza Aguirre se ve obligada a agacharse a recoger las gafas de cerca que se le han caído al suelo. Está sentada, viste traje de chaqueta gris, discretamente estampado, y calza zapatos a juego. Entorpecida por la falda y los altos tacones, necesitada de guardar cierta compostura, la imagen capta en toda su extensión el esfuerzo que se ve obligada a hacer para rescatar las gafas que necesitará para leer su discurso.


A su lado, dos hombres. El más próximo es José Luis Rodríguez Zapatero, presidente de Gobierno, tan feminista que reconoce sin empacho la a su parecer obvia inferioridad del género masculino. Debe tener tal sentido de la igualdad que no experimenta ningún impulso de ayudar a su vecina a recoger sus gafas. No sólo, sino que además aprovecha que la mujer se ha visto obligada a inclinarse para escudriñar el fin de su espalda. La foto da a entender que su escrutadora mirada no obtuvo recompensa por ser la falda suficientemente alta y la chaqueta suficientemente baja, pero ¿quién sabe? Lo que Zapatero está mirando, está oculto al ojo de la cámara. Un poco más allá, junto al presidente Zapatero, en una inmaculada silla blanca, como los otros dos, se ve a José Blanco. Está sentado, con las piernas recatadamente cruzadas, como su compañero, pero, a diferencia de él, mira al frente, con una sonrisa helada, forzada, de cartón piedra, una sonrisa de perra gorda. Tampoco puede descubrirse en él la más remota intención de ayudar a la mujer a recoger las gafas. Más bien parece que tan sólo está ocupado en sonreír. Cualquiera diría que lleva así horas, piernas cruzadas, mirada perdida y sonrisa eterna.

Antes, algunas mujeres se divertían dejando caer cosas, pañuelos, sobre todo, para obligar a sus admiradores a recogerlos y entregárselos, dándoles así la oportunidad de acariciar durante unos instantes la tibia piel del dorso de sus manos. A veces, ni eso regalaban, pues recogían la pertenencia intencionadamente perdida sin prescindir del guante con el que protegían sus delicadas manos. Ahora, casi ninguna mujer hace ya eso. Los hombres creemos que se debe a que son tan feministas todas que se niegan a ser ayudadas por un hombre. Es posible. De lo que no hay duda es que, si todos los hombres son como estos dos, ya pueden dejar caer pañuelos, guantes, toquillas y prendas aun más íntimas que no obtendrán más recompensa que una torpe mirada interesada sólo en ver cómo se las apaña la otra para recoger lo que ha perdido.

Me debo estar haciendo viejo. Ver como dos de nuestros gobernantes, nada menos que un presidente de Gobierno y un ministro de Fomento, aguantan impávidos viendo como una señora pierde las gafas y se agacha a recogerlas como si no fuera con ellos, me parece el símbolo sumo de nuestra decadencia. Retirar vergonzosamente las tropas de Irak, bajarnos los pantalones ante el moro, mendigar una silla en el G-20, hacerle la pelota a Obama es todo ignominioso, pero soportable. Ahora, lo que no hay quien aguante es la mala educación. Que venga Almodóvar y lo cuente. O Garci, que es mejor.

Libertad Digital - Opinión

De caudillo en caudillo. Por Gabriel Albiac

HA vuelto a suceder. ¿Qué maldición asola América Latina y la condena a repetir siempre lo mismo? De caudillo en caudillo.

A las 14,59 de ayer, la noticia emergía en la pantalla de mi ordenador: el Presidente hondureño, Manuel Zelaya, acababa de ser arrestado por fuerzas militares, que consumaban un golpe larvado desde hace varios días. Ni siquiera me sorprendió. Es la intemporal historia de la América hispana. Su más fiel retrato sigue siendo, hasta hoy, el Tirano Banderas de Valle Inclán, que tantos, después, han reescrito. O plagiado, en distintas versiones: en la literatura como en los hechos.


A la misma hora, los esposos Kirchner afrontaban un momento decisivo de su reinado: porque el Estado, en la Argentina peronista, no es más que sucesión de domésticas monarquías transitorias. Y siempre, en lo más hondo, matrimoniales: Perón y Evita, primero; al cabo, Perón, de nuevo y ya senil, junto a su Isabelita; y el clan Ménem, después, con su tremenda señora; hasta llegar a la regocijante caricatura de sí mismos que son los actuales presidentes por conyugal relevo. ¿«Izquierda», «derecha»...? ¿Qué tomadura de pelo es ésta, a la hora de entender un subcontinente cada vez más empeñado en ser extensión hispanohablante del África devastada? Boutade de Borges: «Los peronistas no son ni de derechas ni de izquierdas. Son incorregibles». Por extensión, puede decirse, con escasísimas excepciones, de toda Hispanoamérica.

Poca cosa sabíamos de Manuel Zelaya, hasta hace casi nada. Que llegó a la presidencia como candidato de un partido de lo más conservador, el Liberal. Que se benefició de un trato muy comprensivo por parte del Banco Interamericano de Desarrollo, al condonarle, en 2007, su deuda de casi quince mil millones de dólares. Que, cosas del petróleo, fue poco a poco siendo absorbido en la órbita de un Hugo Chávez cada vez más empeñado en ser el Fidel Castro de verdad, ahora que el otro es una terminal cochambre. De Chávez debió venirle la tentación de lo perenne. Incompatible con una Constitución, la hondureña, que permite, saludablemente, un único mandato presidencial no renovable. El golpe militar se produce tras el fracaso del propio golpe institucional mediante el cual Zelaya buscó trocar las elecciones de ayer en un plebiscito constituyente condenado por el Tribunal Supremo. Como siempre en esas tierras, toda confrontación política se reduce al duelo de un caudillismo contra otro caudillismo. Gana, como siempre, el más bestia. O sea, aquel que más deprisa desenfunda.

Espadones contra populistas, en una Tegucigalpa dejada de la mano de Dios y de la racionalidad política desde tiempos inmemoriales. En Buenos Aires, peronistas contra peronistas: y el peronismo no es ya siquiera aquella forma americana del fascismo que soñó Perón importar de la Italia mussoliniana; lo de Mussolini fue un gangsterismo político; lo de Perón, un gangsterismo sin política, entre cuyas pandillas se sigue jugando el reparto de poder y el saqueo de un país que estuvo -parece un chiste- entre los más ricos del mundo.

Los tres últimos decenios han visto modernizaciones sorprendentes en países asiáticos, hasta hace nada tercermundistas. Y han sido letales para un centro y sur de América cada vez más náufragos de caudillismos populistas y de incompetencia: de ruina, en suma. Al cadavérico magisterio de Castro sucedió el de Chávez. Vendrán otros. Y será siempre igual. El marasmo tiene allí tinte de fatalidad. ¿Qué maldición asola América Latina y la condena a repetir siempre lo mismo? Ha vuelto a suceder ayer. Seguirá sucediendo. Siempre. De caudillo en caudillo.

ABC - Opinión

El FROB o el rescate de la casta política. Por Roberto Centeno

Cuando en agosto 2007, Trichet convocó a los banqueros centrales de la eurozona para ver cómo se afrontaba la paralización del crédito interbancario, Fernández Ordóñez, pese a la gravedad de la situación, no interrumpió sus vacaciones. Convertido en el gran negacionista de la crisis junto con Solbes y Zapatero, jugaría un papel esencial en la reelección del presidente falseando las cifras de crecimiento del cuarto trimestre 2007, publicadas dos semanas antes de las elecciones generales, para demostrar que la economía española iba viento en popa y que no había ninguna crisis. Pero esta cadena de despropósitos, que aún no ha terminado, y que está llevando a un despilfarro gigantesco de recursos públicos, asignados a ciegas sin orden ni concierto, y puede acabar en un desastre financiero sin precedentes, empezaría mucho antes.

En 2007, el Banco de España, aparte del lamentable incidente de la venta a Rusia de 133 toneladas de oro de nuestras reservas cuando sus precios se encontraban en plena subida, lo que provocaría el pitorreo generalizado en los mercados, pudo haber evitado lo peor de la crisis con solo haber cumplido con sus obligaciones y, en concreto, con la exigencia del cumplimiento estricto de la normativa derivada de Basilea II en las operaciones de crédito, obligando a adaptar préstamos e hipotecas a los recursos propios disponibles, en lugar permitir a las entidades financieras endeudarse en la mayor cifra del planeta en términos de PIB, y además, en el colmo del dislate, permitiendo endeudarse a corto para prestar a largo sin garantías medianamente sólidas. Si el Banco de España hubiera cumplido con su obligación, la burbuja inmobiliaria se habría desinflado gradualmente y la crisis nunca habría alcanzado ni la velocidad de deterioro ni la profundidad actual, y cuyo fondo estamos muy lejos de haber tocado.

Pero el problema que nos amenaza ahora es la situación del sistema financiero, del que lo único que sabemos con certeza es que, de estar obligado a funcionar con las mismas reglas de transparencia y rigor que en los países anglosajones, estaría quebrado en más de un 50%, con sólo tres entidades sobre cuya solvencia existe certeza plena, y que mientras no se restablezca el flujo de crédito al sector real, la salida de la crisis es imposible. Con un año más, 2009, perdido ya a todos los efectos, tenemos por delante un verdadero annus horribilis 2010, en el que confluirán el fin de los planes de reactivación, un déficit y una deuda publicas inasumibles, un paro de más de cinco millones de personas, dos millones de las cuales estarán tiradas en la cuneta, sin prestación ni subvención alguna, una subida brutal de impuestos y de tarifas de servicios esenciales, y una crisis de más de la mitad del sistema financiero, que hará imposible la recuperación del crédito en un futuro previsible.

Dentro del cúmulo de consecuencias, entre negativas y desastrosas, derivadas del retraso del Gobierno en el reconocimiento de la crisis, y de la adopción después, de “las medidas de reactivación más ineficaces del mundo desarrollado” en palabras del FMI, destaca el comportamiento del gobernador del Banco de España, que durante más de dos años, en lugar de acometer el saneamiento del sector financiero, gravemente afectado por la crisis en todos sus parámetros, ha supeditado toda su actuación a las necesidades políticas cortoplacistas de un Zapatero cada día más enloquecido. El BdE ha hecho todo lo posible por ocultar la realidad, y cuando empieza a actuar, ante una situación insostenible, lo hace en forma tan chapucera y oscurantista, que el único efecto útil es el despilfarro masivo de recursos públicos sin efecto apreciable alguno.

Se empezó con la manipulación masiva del valor de los activos, donde ante la caída vertical del valor de los mismos, que estaba produciendo la quiebras en cadena de innumerables entidades financieras a lo largo y a lo ancho del mundo, en lugar de proceder a un saneamiento de los balances, el gobernador optó por lo increíble: permitir a nuestras entidades el mantenimiento de su valor contable. Todo ello pese a que su valor de mercado era sustancialmente inferior, es decir, se oculta la enfermedad en espera de que el enfermo se cure solo. Después está la morosidad, donde gracias a lo anterior, se está ocultando una morosidad real a base de compra o aceptación masiva en dación de pago de activos inmobiliarios, que en muchos casos dobla o incluso triplica la oficial.

La intervención tardía de CCM

Y luego CCM, la primera intervención, un modelo de eficacia y previsión, el asombro de occidente, que trata, en vano, de imitarnos. Por dos veces, y por razones no explicadas, el gobernador se negó a intervenir una entidad manifiestamente inviable, como le pedían sus servicios, y cuando al final fue inevitable, todo se realizó en la forma mas opaca y chapucera posible, donde van despilfarrados ya más de 3000 millones de euros, y nadie nos ha explicado todavía que es lo que se ha conseguido, aparte de mantener abiertas una amplia red de oficinas sin actividad ni justificación alguna. Y para rematarlo, como la morosidad sigue imparable, y el cumplimiento de la obligación de provisionar, 25% el primer año y 75% el siguiente, llevaría a la quiebra a innumerables entidades, el gobernador, en el colmo de la insensatez, parece decidido cambiar las reglas para no tener que provisionar a ese ritmo.

Y sin embargo, en España hay una experiencia no desdeñable en la resolución de crisis bancarias. A finales de los 70 y principios de los 80, más de 50 entidades se encontraron con graves problemas de solvencia, y el tema no solo se solucionó perfectamente, es que además el sector saldría considerablemente reforzado y, lo más importante, dotado de unos mecanismos y unas normas de actuación perfectamente válidas para abordar una crisis, y que estos irresponsables han ignorado olímpicamente. Pero había una diferencia, había un Banco de España independiente y había un gobernador expeditivo y capaz, Mariano Rubio, a quien no le temblaba el pulso para mantenérselas tiesas a quien hiciera falta. Nada que ver con lo que ocurre hoy.

El pasado mes de octubre, un jefe de gobierno sin la menor idea del problema, de espaldas al vicepresidente Económico y al gobernador, se reunió con los grandes banqueros del país, y en base a un papel que le había redactado uno de ellos, decidió poner en marcha un gigantesco plan de rescate bancario, el mayor del mundo en términos de PIB, una forma de actuar inimaginable en una democracia.

Según dicho papel – “mira Pedro, esto es lo que hay que hacer”-, el Tesoro adquiriría activos de “alta calidad”, en realidad activos fuertemente sobrevalorados, por valor de 30.000 millones de euros ampliables a 50.000. Este dinero debería permitir que la banca volviera a prestar, pero ¡oh casualidad, casualidad!, esta cifra coincidía con los vencimientos de deuda que la banca tenía que cubrir en los meses siguientes, por lo que nadie se sorprendería cuando ni un solo céntimo de los 19.000 millones adjudicados hasta ahora, haya sido destinado ni a familias ni a Pymes.

Más aún, si esa era la finalidad ¿por qué no prestar directamente ese dinero a familias, PYMES y autónomos, como hace la FED en Estados Unidos adquiriendo papel comercial? Muy fácil, porque era una estafa más, aunque gigantesca, de Zapatero, y donde el PP, tras protestar de boquilla, votaría a favor de este expolio. Si lo habían preparado los grandes banqueros no iban a decir que no. Como dirían entonces varios medios, una foto de 30.000 millones.

Avales a go-gó

Y luego avales a go-gó, 100.000 millones ampliables a 200.000, de los que a fin de abril se habían concedido unos 38.000 millones, y que han sido utilizado para fines justamente contrarios a los previstos, una burla -¿o era lo que ponía el papel?- al Estado, al Banco de España, y a los ciudadanos, ya que han sido utilizados “no para que las entidades puedan colocar sus emisiones en el exterior, y captar así el imprescindible dinero exterior” que España necesita desesperadamente, sino para especular, comprándose y vendiéndose deuda unas a otras, que es mucho más rentable, y luego con esas emisiones ir al BCE y obtener un dinero al 1 %, que después prestan a la gente solvente al 17% de interés real. Una estafa en toda regla, pero como el gobernador ni siquiera estaba invitado a la fiesta, y lo único que le preocupa era no intervenir ninguna entidad, pues no ha dicho ni pío.

Entretanto, y como era previsible, la situación del sistema financiero ha continuado deteriorándose vertiginosamente, y se saca ahora un nuevo Fondo de Rescate Bancario, un nuevo expolio sin contemplaciones a los ciudadanos y a las generaciones futuras, pues todo se hará con el dinero de nuestros hijos y nietos, o sea, vía deuda, y donde el gobierno no pretende arreglar una situación de insolvencia manifiesta, consecuencia del aluvión de morosidad, directa e indirecta, y de la imposibilidad de atender a los vencimientos de la deuda, sino el realizar una serie de fusiones, para mantener en el poder tanto tiempo como sea posible, a la casta política parasitaria y a los sindicalistas de pesebre que controlan las cajas, para que todos puedan seguir chupando del bote. Hay que estar locos de remate para poner en marcha un Plan que solo en una tercera fase, cuando todo se derrumbe, y no desde el principio, el dinero entregado dará poder político al Banco de España para actuar. Claro que si la actuación va a ser como la de CCM, pues casi mejor dejarlo.

No hace falta ser Premio Nobel de economía para darse cuenta que después de dos años de manipulaciones y mentiras sobre el deterioro imparable del sistema, después de las actuaciones más chapuceras del planeta, politizadas hasta la médula, con una irresponsabilidad tal que ni siquiera se han analizado previamente quien puede y quien no puede ser salvado, estamos a las doce menos cinco de una crisis de solvencia generalizada, y todo ello después de haber despilfarrado a ciegas decenas de miles de millones para tratar de salvar los privilegios de una casta política indigna y miserable. Y en este sentido, el broche de la obscenidad y la miseria moral lo pone la inepta ministra Salgado afirmando que “no tenemos previsto que haya gasto para los contribuyentes”. Mal está que nos expolien, pero al menos no nos insulte Sra. Ministra.

Roberto Centeno, Catedrático de Economía de la Escuela de Minas de la UPM.

el confidencial - Opinión

Ganar o perder, ganar o aprender. Por Juan Carlos Rodríguez Ibarra

Pasaron las elecciones europeas y se sigue hablando del resultado de las mismas, y de la forma en que esos resultados han incidido en los dos principales partidos que conforman el Gobierno y la oposición en España. Mientras el debate político tenga más que ver con saber quién mete más y más veces el dedo en el ojo del adversario, no resultará extraño que la abstención crezca por temporada. Los españoles, como indican los sondeos de opinión, estamos preocupados por la crisis e indignados por los trajes de algunos políticos o por los espías de alguna comunidad autónoma. Cuando lo segundo aporta más información y comentarios que lo primero, la política pierde su grandeza para convertirse en espectáculo. Sin embargo, los responsables de articular respuestas a la grave situación en que nos encontramos, desvelan sus posiciones y sus deseos para salir adelante. Repasando las declaraciones de los últimos tiempos sobre la inestable época en la que vivimos, resulta esclarecedor recapitular y recordar la de los empresarios, la de los sindicatos y la del Gobierno.

Los empresarios, por boca de algunos portavoces cualificados, culpan a todo el mundo, menos a ellos, de las causas de la crisis. Algo de razón llevan, pero ¿están seguros de que ellos no tienen ninguna responsabilidad en lo que está pasando? Los empresarios, en su inmensa mayoría, siguen pensando que estamos ante un momento pasajero y que las cosas volverán a su sitio tarde o temprano. Que se trata de aguantar y que, de igual forma que otras crisis han pasado, ésta pasará y se seguirá haciendo lo mismo que siempre, pero mejor. Seguramente muchos de ellos ignoran que no se va a salir de esta crisis para hacer lo mismo que se hacía antes, por la sencilla razón de que lo de antes sólo contemplaba una realidad, la física, mientras que ahora, en estos momentos, la realidad está formada por lo real y lo virtual. No tener en cuenta esa nueva realidad es despreciar una parte del funcionamiento y oportunidades de la nueva sociedad. Cuando hace 12 años se empezó a hablar sobre la sociedad del conocimiento, de la información, de la imaginación, muy pocos fueron capaces de entender de qué y por qué se hablaba. Hoy, una década después de que Internet se pusiera al alcance de todos y de que las TICs hayan desarrollado parte de sus potencialidades, ese discurso ¿está más vigente que antes o no? Si está más vigente que nunca, y así es, habrá que actuar en consecuencia.

Los sindicatos, que andan preparando un gran acuerdo con el Gobierno y con la patronal, exclaman: "¡Cuidado con adoptar medidas irreversibles para cosas que son reversibles!". De esa expresión se deduce quelos sindicatos más representativos de los trabajadores piensan que estamos viviendo un sarampión y no un cambio de modelo. Los sindicatos no pueden aspirar a una política de tómbola, donde los regalos tocan de vez en cuando en función de la suerte. Nos estamos jugando el futuro y la suerte aquí cuenta poco. Lo que cuenta es ser progresista, es decir, intentar ir a la velocidad que marca la sociedad.

El Gobierno, en el debate del estado de la nación aventuró, por boca de su presidente, el inicio de una política que aborde seriamente los retos que se nos plantean con la nueva economía. Es la decisión más acertada de todas cuanto se han oído en los últimos meses. Muchos no han entendido el mensaje e inmediatamente han preguntado a José Luis Rodríguez Zapatero por las claves de esa nueva economía. Pregunta inútil, porque la nueva economía se basa en la incertidumbre. ¿En qué consiste la nueva economía? Si hay que dar la respuesta, habría que decir: "No lo sé". Ésa es la primera condición para enfrentarse a la nueva economía. ¡No lo sé! ¿Qué va a pasar? Nadie está seguro de nada. Por ahí andan los editores de libros, preguntando: ¿qué va a pasar con los libros? Por ahí andan los editores de periódicos con la misma duda: ¿qué va a pasar con los periódicos? Por ahí andan los productores de cine: ¿qué va a pasar con el cine? Por ahí andan los expertos en educación desconcertados ante la información en Internet que supera a la de cualquier profesor, ¿qué va a pasar con los alumnos digitalizados?

La primera condición para enfrentarse a ese nuevo modelo que el presidente del Gobierno quiere poner en marcha, es aceptar que no sabemos qué es lo que va a pasar, que estamos llenos de incertidumbres. Las certidumbres eran del siglo XX y, ahora, casi todas se han demostrado falsas, como se ha puesto de manifiesto en el último gran fracaso industrial de la General Motors. Durante un siglo estuvimos llenos de certidumbres. Hoy estamos inmersos en las dudas. En el siglo XX, el lema de la sociedad industrial era ganar o perder; en el siglo XXI, el lema es ganar o aprender, porque lo que caracteriza a la nueva sociedad es la acumulación de conocimientos. Ahora no se pierde nada. Si Obama va a insuflar dinero público en General Motors para que hagan lo mismo que antes, será perder, será dinero tirado a la calle y embargado a los que quieren arriesgarse en la nueva sociedad, en las nuevas tecnologías, en el nuevo conocimiento. No se puede invertir dinero para seguir haciendo lo mismo que siempre, porque lo mismo que siempre ha fracasado. Por eso parece tan desalentador que algunos exijan al presidente Zapatero que desvele los secretos de la nueva economía. La nueva economía consiste en experimentar, en ayudar a la gente joven para que arriesgue en este mundo nuevo, en esta nueva sociedad.

Ése fue el atrevimiento del modelo extremeño hace más de 10 años. Se gastaron 60 millones de euros en poner ordenadores en los pupitres de cada aula de todos los centros de Secundaria y Bachillerato, y la gente preguntaba: ¿para qué? Y hubo que cargar con la incomprensión de una parte de la sociedad y de la comunidad educativa, que seguían pensando con criterios de certidumbres que ahora se demuestran obsoletos.

Diez años después, el presidente del Gobierno, dice: "Vamos a proporcionar un ordenador personal a los alumnos de 5º de Primaria". Ése es el riesgo, aventurarse por un camino desconocido lleno de incertidumbres, pero que la gente joven conoce perfectamente. Ése es el debate que hay que hacer en Europa y cuando alguien pregunte "¿de qué va esto?", la respuesta es "no lo sabemos, pero no se pueden seguir haciendo las mismas cosas, porque las mismas cosas han fracasado".

No es que los extremeños fueran más listos que nadie, sencillamente fueron más atrevidos. Atrevimiento es la segunda característica de la nueva economía. Incertidumbre y atrevimiento. Por eso, si el Gobierno quiere apostar, seriamente, por la nueva economía, éstas son las claves:

1. Incertidumbre: no se sabe exactamente adónde vamos, pero no hay otro camino.

2. Se trata de ganar o aprender, porque el conocimiento, al contrario que las materias primas clásicas de la era industrial, no se pierde, sino que se acumula.

3. Los apoyos que el Gobierno piense destinar para el impulso de la nueva economía deben destinarse a aquellos ciudadanos que estén imbuidos de ese espíritu de riesgo, de emprendimiento, de los que saben que lo que se premia es la acción y no la inactividad. Darle el dinero a los de siempre para que hagan lo de siempre es apostar firmemente por el fracaso.

El País - Opinión

El Gobierno debe poner fin a la agonía de Saiz

La larga cadena de hechos llevan a concluir que el CNI se le ha escapado de las manos a su director, Alberto Saiz, cuya controvertida gestión compromete al Gobierno.

LA REVELACIÓN de que el CNI tiene en nómina a dos de los tres policías que en 2005 participaron en la polémica detención de unos militantes del PP por su inexistente agresión a José Bono en el transcurso de una manifestación representa un nuevo pasaje turbio en la más que controvertida gestión de Alberto Saiz.


Hoy desvelamos que el director de los servicios de inteligencia, amigo personal del presidente del Congreso, abona con fondos reservados en torno a 2.000 euros al mes al ex comisario Rodolfo Ruiz, mientras que otro de los agentes del caso Bono también recibe una cantidad sin determinar, según denuncian fuentes del propio CNI. Estos policías fueron absueltos por el Supremo del delito de detención ilegal de los militantes del PP en una de las páginas más bochornosas de nuestra historia judicial. En primera instancia habían sido condenados por la Audiencia de Madrid. Resulta revelador comprobar el trato de privilegio que estos agentes han venido recibiendo de las autoridades, particularmente en el caso de Rodolfo Ruiz, ascendido después de que en la comisaría de Vallecas que él dirigía apareciera la sospechosa mochila que sirvió para vincular a Zougam y al grupo de El Chino con la autoría de los atentados del 11-M.

El director del CNI atribuye la contestación y las críticas internas a la resistencia de la «vieja guardia» a sus planteamientos de modernizar el centro. Pero si esa vieja guardia se caracterizó en otro tiempo por usar los fondos reservados para la guerra sucia y el enriquecimiento ilícito, los pagos a los policías del caso Bono y los gastos para reformar la vivienda propia o para ir de pesca a lugares exóticos no mejoran precisamente la imagen del centro. Saiz tiene en sus manos la responsabilidad añadida de manejar el mayor presupuesto del que haya gozado jamás en su historia el CNI: 255 millones. Por indicación de Zapatero, en esta legislatura se han venido aumentando los fondos del centro un 17% de media anual.

Si la ministra de Defensa ya se encargó la semana pasada de exponer sus dudas sobre Saiz al anunciar la apertura de una investigación interna, hoy descubrimos que el ministro del Interior tampoco está satisfecho. Rubalcaba se plantea eliminar la Brigada de Apoyo, puente entre la Comisaría general de Información y el CNI, por falta de colaboración en la lucha antiterrorista. Incluso el ministro de Justicia, Francisco Caamaño, califica hoy de «preocupantes» las noticias que surgen del CNI y critica por «denigrante» el uso del polígrafo, que Saiz aplicó a los agentes para averiguar quién filtra las denuncias contra él.

A la larga cadena de hechos e indicios que llevan a concluir que el CNI se le ha escapado de las manos a su director, le han añadido ahora un eslabón las autoridades cubanas. Tal y como publicábamos ayer, la destitución de varios dirigentes del régimen estuvo motivada por sus confidencias a un ingeniero industrial cubano reclutado por el CNI, descubierto y detenido en la isla para desprestigio de nuestros servicios de inteligencia.

Tras el escándalo de las destituciones y las dimisiones en bloque, tras las acusaciones de nepotismo, tras las denuncias por el abuso de recursos públicos, tras la caza de brujas para perseguir a quienes han contado lo que estaba pasando, tras la pérdida de confianza del Gobierno, tras los fallos y la falta de coordinación, tras los sospechosos pagos a policías, cabe preguntarse cuánto tiempo va a poder aguantar el director del CNI. Zapatero debería acabar de una vez por todas con la larga agonía de Alberto Saiz, bien respaldándole y justificando con argumentos sólidos su continuidad, bien apartándole del cargo. El CNI no puede seguir así.

El Mundo - Editorial

Satisfaciendo a todos, incluida ETA

«Al igual que con el Estatuto catalán, todo apunta a que el Tribunal Constitucional ha optado por "satisfacer a todos" y no remover las aguas, aun cuando ello socave la supremacía del ordenamiento jurídico en beneficio de una organización criminal.»

El terrorismo es uno de los mayores problemas a los que puede enfrentarse una sociedad. Su objetivo declarado es generar el terror, esto es, sumir a los individuos en un estado permanente de excepcionalidad que haga imposible su convivencia pacífica. Por eso mismo, por atacar el fundamento de cualquier civilización, el Estado debe encargarse de combatir su ofensiva en todas las formas que ésta adopte, incluida la de partido político pantalla cuyo objetivo sea captar fondos y hacer proselitismo desde las instituciones.


Ésta era la finalidad que se encontraba en el fondo de la Ley de Partidos y no, como hábilmente distorsionan los nacionalistas, ilegalizar ideas. Dicho de otra manera, la Ley de Partidos pretende simplemente que las ideas, adopten la forma que adopten, no sirvan de protección a los terroristas para continuar desempeñando su actividad criminal.

El problema con el terrorismo etarra es que su violencia florece en un caldo ideológico muy determinado y, por ese motivo, cuesta distinguir la proximidad de los fines (propia de partidos como el PNV o Aralar) de la proximidad de los medios. En más de una ocasión, de hecho, el nacionalismo mal llamado moderado se ha encargado de confundirlo todo aún más rebajando la gravedad de los medios de los terroristas por considerar que eran útiles para agitar tales o cuales árboles.

En este sentido, las decisiones de los magistrados, encargados de delimitar cuando una determinada organización política integra el entramado de un grupo terrorista, pueden resultar impopulares y molestas para una parte significativa de la población (los nacionalistas y la izquierda más contraria a la Constitución) que no dudarán en manipular la sentencia para maltratar al tribunal. Es más, incluso puede que una determinada decisión moleste a la familia política que colocó al magistrado en su puesto. Pero aún así, los jueces no deben prevaricar (dictar una resolución a sabiendas de su injusticia), sino que han de hacer valer su independencia frente a todas las presiones que puedan recibir para alcanzar la sentencia más ajustada a derecho posible.

María Emilia Casas, presidenta del Tribunal Constitucional, defiende que la sentencia que permitió a Iniciativa Internacionalista, el partido del proetarra Alfonso Sastre, concurrir a las elecciones europeas fue la correcta porque los indicios contra esta formación "no eran sólidos".

Curiosamente, el propio Alfonso Sastre se encargó –pocos días después del último atentado de ETA que terminó con la vida de Eduardo Puelles– de mostrarle a María Emilia la falta de solidez de la sentencia al pronosticar "tiempos de mucho dolor" si el Gobierno vasco no se plegaba a las exigencias de los terroristas.

No parece que los indicios hayan sido el elemento que inclinara la balanza del Tribunal Constitucional a favor de Iniciativa Internacionalista. Al igual que con el Estatuto catalán, todo apunta a que el tribunal ha optado por "satisfacer a todos" y no remover las aguas, aun cuando ello socave la supremacía del ordenamiento jurídico en beneficio de una organización criminal; a todos, claro, salvo a las víctimas de esos terroristas y, en general, a quienes todavía creen en la necesidad de combatir a ETA y defender los derechos individuales.

Es lo que desgraciadamente sucede cuando la justicia se politiza hasta la obscenidad: que el Estado de Derecho se resquebraja y la impunidad se cuela entre las grietas.

Libertad Digital - Opinión

Fatiga de materiales. Por Ignacio Camacho

NO hace ni tres meses desde que Zapatero remodeló el Gobierno y ya tiene de nuevo varias piezas averiadas. Algunas van a aguantar porque no es de recibo una crisis al trimestre, pero otras están a punto de fundirse. La más importante es Chaves, que lleva en el ala el plomo de una perdigonada seria. El escándalo de la subvención a su hija le va a costar, más pronto que tarde, la retirada de la política. El asunto tiene una traza tan indefendible que fuera de Andalucía no hay un solo socialista de relieve capaz de justificar en privado al vicepresidente. Y no es que en público estén dando la cara; más bien lo han dejado solo con sus pláticas de familia. Chaves está en las horas más bajas de su larga carrera. Se ha dado cuenta de que su cartera está vacía, su influencia es irrelevante y en las autonomías que se supone debe coordinar no le hablan ni las máquinas de tabaco. En la patética comparecencia del Senado, la de los siete intérpretes, se le vio el cartón cuando anunció como telonero una gira territorial de Elena Salgado; la que él efectuó al estrenar el cargo no sirvió ni siquiera para vestir el muñeco roto de su inoperancia.

Zapatero lo va a sostener el tiempo que pueda porque ya tuvo que entregar la cabeza de Bermejo, aunque alguna carnaza les va a tener que echar a los leones de la oposición para que se entretengan royéndola. La que tiene más papeletas es la de Alberto Saiz, el jefe de los espías, que no está en la primera línea. No ha caído ya porque un tipo con su información es un bidón de nitroglicerina con patas y hay que moverlo con muchísima delicadeza. Pero la forma en que el presidente le respaldó -«tiene mi apoyo mientras esté en el cargo»- es la modalidad más gélida del distanciamiento. Tardará en salir lo que dure el trabajo de la trituradora de papeles secretos.

A estas alturas, con la crisis descargando aguaceros, el PP crecido, los nacionalismos rebotados y el presidente ensimismado en sus horas más bajas, el puesto de ministro es tan inestable como el de comercial inmobiliario. A Bibiana Aído la mantiene el apoyo de los tardochavistas andaluces y el propio descalzaperros que ha organizado con la ley del aborto; le han encargado que saque la pata que ha metido. Cristina Garmendia es una zombie a la que ZP no se priva de hacerle feos. Carmen Chacón ha perdido el encanto gaseoso de sus primeras puestas en escena y anda tropezando por los pasillos de la milicia. Fuera del Gobierno, Leire Pajín siente en la nuca el aliento de Pepe Blanco. En Madrid brillan cuchillos en torno a Tomás Gómez, y en La Mancha ha comenzado el cerco a Barreda, que ha perdido las europeas después de haber discrepado públicamente de algunas ocurrencias del zapaterismo.

A sólo quince meses de su última victoria, la socialdemocracia está afectada por la fatiga de los materiales y se sostiene apuntalada por los sindicatos.

ABC - Opinión