sábado, 4 de abril de 2009

La esquizofrenia lingüística del PSOE

En las "bases para el cambio democrático al servicio de la sociedad vasca" tanto el PSOE como el PP han pactado "la garantía de la libre elección de lengua vehicular por los padres en la enseñanza de sus hijos". En Cataluña, Islas Baleares y en la Galicia de Touriño el PSOE muestra su otra cara imponiendo con mano de hierro la "inmersión lingüística" para evitar que se eduque en español. Y si cabe más incoherencia, mientras varios socialistas reconocían que el conflicto lingüístico les pasó factura en Galicia, en Estrasburgo, no dudaban en aliarse a los nacionalistas para enterrar al castellano. El PSOE da muestra así de sus endebles convicciones en el tema de derechos y libertades. ¿No es esto esquizofrenia?

La política lingüistica llevada a cabo en Cataluña y Baleares -y durante los años que los socialistas han gobernado en Galicia-, los escolares son sometidos a un proceso que denominan de "inmersión lingüística", que consiste en obligar a los educandos a estudiar en la lengua cooficial de cada una de estas regiones, en detrimento siempre del español.

Pese a que en la Comunidad Autónoma Vasca el gobierno nacionalista de Ibarretxe todavía no había llegado a los límites de otras regiones donde gobiernan los socialistas, el PNV había hecho también de la cuestión lingüística una guerra.

En el acuerdo de gobierno entre el PSE y el Partido Popular del País Vasco, por el que Patxi López tomará las riendas de la Comunidad Autónoma, se ha pactado poner fin a esta agresión a los derechos lingüísticos de los vascos. Se va a potenciar "la garantía de la libre elección de lengua vehicular por los padres en la enseñanza de sus hijos", aseguran.

Pero, ¿y qué pasa con Cataluña y Baleares, donde gobierna el mismo Partido Socialista? ¿No tienen derecho los ciudadanos de estas regiones a ejercer esa libertad de elección?

RESOLUCIÓN EUROPEA A FAVOR DE "LA INMERSIÓN"

La esquizofrenia del PSOE también se ha evidenciado en las instituciones europeas. El PP puso en un brete al Partido Socialista con un informe del Parlamento Europeo relativo a la situación de las lenguas en el ámbito educativo en España. Se solicitaba que se garantizara legalmente “el derecho de los padres a elegir la lengua de educación de los hijos”.

El Parlamento Europeo rechazó el informe de los populares y, por contra, aprobó uno alternativo presentado por PNV, EA, CIU, ICV y el PSOE.

Este informe alternativo al que el PSOE dio el visto bueno defiende la política de "inmersión lingüística" porque "es esencial salvaguardar el multilingüismo en los países o regiones en que coexistan dos o más lenguas oficiales".

¿Por qué, entonces, se posiciona así el PSOE vasco? En Cataluña y Baleares una posición -también en el Parlamento Europeo- y en el País Vasco otra.

¿Va a convertir el PSOE el País Vasco en un islote lingüistico donde se respetan los derechos fundamentales? ¿Y van a castigar al resto?

Libertad Digital

Hasta la última gota de sangre. Por Juan Manuel de Prada

AHORA resulta que los tipos que nos han llevado al pozo sin fondo de la crisis se reúnen en Londres y aparecen como nuestros salvadores, exhortándonos a tener confianza en sus enjuagues. Me han recordado, en su risueño cinismo, al ciego cabrón del Lazarillo, que después de descalabrar al protagonista estampándole una jarra de vino se burla de él, aplicándole vino en las heridas y diciéndole con sorna: «¿Qué te parece, Lázaro? Lo que te enfermó te sana y da salud». Y lo más estremecedor del asunto es que la pobre gente engañada cree que, en efecto, esos tipos que nos han arrojado al abismo van ahora a rescatarnos milagrosamente. ¿Cómo han logrado semejante taumaturgia?

En las Escrituras nunca se habla de ateísmo, sino de idolatría. Y es que el hombre tiene una vocación sobrenatural irrefrenable: cuando se aparta de Dios, necesita llenar ese hueco con un sucedáneo de apariencia cuasirreligiosa. Y si la fe religiosa nos permite creer en lo que no vemos, la fe idolátrica nos exige, mediante la acción de sus taumaturgias, creer en los espejismos o trampantojos con los que suplanta la cruda realidad. Sólo así se explica que los taumaturgos reunidos en Londres nos digan que van a reactivar la economía mediante la «inyección» de un billón de dólares y respiremos aliviados, como si ese billón de dólares fuese un maná salvífico caído del cielo y no una cantidad que previamente han arrebatado sin miramientos, con exacciones y despojos, a la pobre gente engañada. También así se explica que nos digan que castigarán los llamados «paraísos fiscales» y asintamos satisfechos, como si los llamados «paraísos fiscales» fuesen geografías que hasta hoy han escapado al control de los taumaturgos, como si el «paraíso» gibraltareño pudiera existir sin el beneplácito de Gran Bretaña o el «paraíso» andorrano sin el beneplácito de Francia y España. Y, en fin, sólo así se explica que los taumaturgos reunidos en Londres nos anuncien que crearán un servicio de «gendarmería financiera» y aplaudamos alborozados, como si las operaciones bancarias que hasta hoy se han realizado no hubiesen sido alentadas, protegidas e incluso ordenadas por los mismos taumaturgos. Y la pirueta final de estos taumaturgos consiste en reclamarnos «confianza», asegurándonos con risueño cinismo que serán ellos, los mismos que nos enfermaron, los que ahora nos sanarán. Y la pobre gente engañada se lo cree a pies juntillas, crédula y obediente.

¿Y cómo ha podido llegar la pobre gente engañada a este extremo de sometimiento ciego? Pues ha llegado porque la nueva idolatría que encarnan los taumaturgos reunidos en Londres es muy astutamente amable y sutil, a diferencia de los totalitarismos de antaño, aquellas idolatrías que mostraban su apetito voraz a plena luz del día, expoliando a sus súbditos sin rebozo. La nueva idolatría primero nos convierte en una piara de bestias que hozan en el lodazal de sus apetitos, borrando de nuestro horizonte cualquier esperanza que no se refugie en la posesión de cierto grado de bienestar material. Y, cuando ese bienestar se desvanece, cuando la pobre gente engañada y sin esperanza no tiene cobijo alguno en el que resguardarse, los taumaturgos de la idolatría aparecen como falsos mesías, dispuestos a salvarnos mediante milagrosas operaciones que no son sino enjuagues desaprensivos.

Así consiguen instaurar una suerte de totalitarismo amable, sin brutalidades, en el que la pobre gente engañada, reducida a piara, acepta que le chupen hasta la última gota de sangre. Que en eso consiste, en fin, esa «inyección» de un billón de dólares con la que se proponen «reactivar la economía»: en chuparnos hasta la última gota de sangre, antes de pegarnos el tiro de gracia.

ABC - Opinión

La penosa realidad del cine español: 87 millones de ayudas y sólo 81 de recaudación

El cine español se hunde en taquilla. La producción nacional perdió cerca de 1,5 millones de espectadores y en el que, por primera vez, las ayudas directas del Estado, 85 millones, superaron la recaudación de las cintas nacionales, que apenas llegó a los 81. La escasa rentabilidad del sector preocupa mucho a los productores y poco al Gobierno, que se felicita de haber alcanzado la cifra más alta de producción de los últimos años con 174 largometrajes.

Acostumbrados a vivir del bolsillo del contribuyente, el cine español naufraga. En respuesta en el pleno del Senado a una pregunta del parlamentario popular Juan Van Halen sobre el descenso de espectadores y recaudación de las películas nacionales en 2008, Molina dijo que el cine español no vive de las subvenciones, "pero no podría vivir sin el respaldo de la Administración".

Aseguró que el Fondo de Ayuda a la Cinematografía tiene una dotación anual de 88 millones de euros, pero es una cantidad alejada de los 300 millones que dedica Francia a su industria, de los 150 de Alemnia o los 100 de Gran Bretaña. Aun así, recordó que el cine español es el segundo más fuerte de Europa en volumen de negocio, sólo precedido por el galo.

Las malas cifras del cine español traen de cabeza al sector y al ministerio de Cultura. César Antonio Molina presentó en el Consejo de Ministros de ayer un informe que «matizaba» los datos de 2008, en el que la producción nacional perdió cerca de 1,5 millones de espectadores y en el que, por primera vez, las ayudas directas del Estado, 85 millones, superaron la recaudación de las cintas nacionales, que apenas llegó a los 81.

MOLINA IRRITA A LA INDUSTRIA

El informe achaca la pérdida de espectadores al mayor consumo de cine en el ámbito doméstico y augura un año favorable con películas «potencialmente» muy valiosas. Además, se felicitaba de haber alcanzado la cifra más alta de producción de los últimos años con 174 largometrajes, cuando los productores sostienen que ese es el principal problema de la escasa rentabilidad del sector, informa La Razón.

Las palabras del ministro «irritaron» aún más los ánimos que ya venían caldeados de la reunión que el pasado 25 de marzo mantuvieron el Ministerio y una veintena de representantes de la industria. Aquel encuentro descarriló cuando los productores y directores invitados, tradicionalmente afines al Gobierno, reprocharon al ministro que tras tres años y medio de gestación la Ley de Cine no se pueda aplicar por falta de publicación de la orden ministerial que contemple su desarrollo. Molina se tomó bastante mal los reproches, según los asistentes.

Periodista Digital

Cospedal no se entera. Por Maite Nolla

PPC

«A mí que a la señora De Cospedal le guste o no lo que hace la nueva dirección, me da igual. Pero no se entera de que están actuando contra su propio partido. Si quieren reconocer errores y rectificar, empiecen por lo que hicieron este verano.»


Lamentable intervención de la secretaria general del Partido Popular en TV3. María Dolores de Cospedal ha picado como una bendita y ha hecho como la mayoría de líderes políticos, que cuando acuden a determinados medios prefieren caer simpáticos al interlocutor que al votante.


Yo critiqué –y mucho– a Josep Piqué. Creo que su política de acercamiento progresivo a CiU fue una de las causas decisivas para que Ciudadanos de Cataluña obtuviera tres diputados de la nada. Pero Josep Piqué es un gran político, fue un gran ministro y es una persona de gran valía; su problema fue equivocarse de estrategia política, pero, al menos, tenía una estrategia. Él pensaba que el futuro del PP de Cataluña pasaba por Unió y por Convergencia, en lugar de hacer campaña en los feudos del socialismo, que es lo que debió hacer, en mi opinión.

El problema actual es que no existe un plan. La nueva dirección no tiene ninguna estrategia. No se sabe que quieren hacer y lo que se advierte, como en el Parlament o en el Ayuntamiento de Barcelona, es casi peor. Siempre he dicho que Alberto Fernández ha sido la única oposición en el Ayuntamiento de Barcelona, pero yo prefiero que siga siendo oposición a que haga alcalde al moderadísimo Trias, pionero en el cierre de emisoras.

Creo que les he aburrido ya en exceso sobre el desastre que ha supuesto el cambio de dirección en el PPC y es que, como dice su secretaria general, al fin y al cabo, es lo que decidió el partido democráticamente. Lo que no resulta aceptable es que la señora De Cospedal no se entere. Dice de la nueva presidenta que cada día lo está haciendo mejor, con lo que viene a reconocer que alguna cosa ha hecho mal, y en eso estamos de acuerdo. Lo de parecer mejor o peor es subjetivo y allá cada una con sus gustos. Lo que es objetivo, y es por lo que yo vengo criticándoles desde el nefasto congreso de verano, es que la señora Sánchez actúa en contra de su partido.

Vamos a ver si la secretaria general se entera; en materia de financiación, el PP tiene recurrido el nuevo estatuto de autonomía de Cataluña. Pues bien, la nueva presidenta quiere que se aplique la financiación que el PP tiene impugnada y que consta en el Estatut, haciendo frente común con los partidos nacionalistas. Ha llegado a pedir a Zapatero que cumpla el Estatut.

El PP ha impugnado el nuevo estatuto por la distribución de competencias entre el defensor del pueblo y el síndic de greuges; el PPC ha votado a favor de expulsar al defensor del pueblo de Cataluña, en contra de lo que han impugnado ante el Tribunal Constitucional.

Se ha negado a firmar el manifiesto en defensa de la lengua común, al que su partido, de Mariano para abajo, se adhirió en masa, porque "no era necesario". De verdad, no se entera. Sin contar con que se ha cargado de un plumazo a Sirera, a García Albiol y a Carina Mejías, es decir, a lo mejor y nada dudoso que tenía el PPC y con que ha perdido el apoyo de personas como Carmelo González.

A mí que a la señora De Cospedal le guste o no lo que hace la nueva dirección, me da igual; pasaré por alto, incluso, que siga sin conocer el concepto ciudadanos de Cataluña. Pero no se entera de que están actuando contra su propio partido. Si quieren reconocer errores y rectificar, empiecen por lo que hicieron este verano, no hace falta ir más allá.

Libertad Digital - Opinión

¡Ay, Celia!. Por Alfonso Ussía

Celia Villalobos fue una aprovechable «mujer Hermida», colaboradora pertinaz en los debates nocturnos de Antena 3 que dirigía Jesús Hermida. Y también una notable alcaldesa de Málaga. Y también una calamitosa ministra de Sanidad, un auténtico despropósito, aunque a ella sólo es achacable la culpa de aceptar una responsabilidad para la que no estaba, en absoluto, preparada. El culpable fue José María Aznar, que premió a su colaborador Pedro Arriola haciendo ministra de Sanidad a su mujer, un terremoto de ignorancia. Como mujer, Celia es tronante, simpática, rápida, desconcertante y demagoga. No la conozco mucho, pero algo me hace intuir que su temperamento no es calmo ni su carácter fácil para la convivencia, pero ahí es Arriola, y no quien escribe, el que tiene que opinar y protestar, si se diera la oportunidad y el caso.

Me entretiene imaginar paisajes en los personajes de la política. Paisajes y escenas. Y a Celia Villalobos siempre me la he figurado en un tenderete de feria de pueblo voceando gangas y mercaderías. A Mariano Rajoy de interventor del TALGO, a Rodríguez Zapatero de acomodador del cine «Coliseum». –A partir de la tercera butaca y hasta el pasillo. No me hagan mucho ruido con las palomitas–. A Ibarreche siempre lo he visto conduciendo los funiculares de Igueldo, aburrido del paisaje de la cuesta arriba y de la cuesta abajo. Antich, el balear, huraño propietario de un «Piano Bar» servido por camareras. A Javier Arenas, no se por qué, oficial de la Transmediterránea navegando el paso del estrecho, desde Algeciras a Ceuta. Solbes, administrativo de empresa poco floreciente. A Bibiana Aído, de «Miss Puerta Tierra», aspirante a «Miss Cádiz». Y a Garzón, de jefe de la planta de «Caballeros» de unos grandes almacenes. Es una manera de pasar el tiempo.

Así que Celia Villalobos, la voceadora de gangas y mercaderías en feria polvorienta y bulliciosa, se ha peleado con otro feriante y le ha llamado «ladrón». Lo ha hecho en una feria muy singular que se llama Congreso de los Diputados. Resulta feo lo de «ladrón». En un Parlamento se puede decir de todo, pero es conveniente guardar las formas. La Faraona malagueña es, además, secretaria cuarta de la Mesa del Congreso, y haría bien en dar ejemplo de urbanidad y buenas maneras.

Excepto como ministra de Sanidad, que aquello fue una gamberrada, nadie pone en duda la valía de Celia Villalobos. Tiene fuerza y tiene votos, que en un partido político es lo más importante, aunque no lo sea. Pero ha demostrado que tiene, además, muy mala educación. Para defender no hay que insultar. Además, que la ristra de insultos elegantes que hay en nuestro idioma es interminable, y en una parlamentaria esa elementalidad en el uso de la descalificación resulta penosa. Creo sinceramente que doña Celia Villalobos ya ha sido amortizada, y que se mantiene ahí porque su marido es una de las malas herencias que Aznar le ha dejado a Rajoy. La falta de ironía no se puede compensar con grosería. ¡Ay, Celia!

La Razón - Opinión

El G-20 pone la música pero falta la letra

GORDON BROWN aseguró ayer que los acuerdos logrados en la cumbre del G-20 suponen un nuevo «plan Marshall» que permitirá al mundo salir de la crisis económica en la que está sumido. Su afirmación es demasiado optimista, aunque es cierto que en la cita de Londres se produjeron algunos avances hacia la solución de los graves problemas que aquejan a la economía mundial y el sistema financiero.

La iniciativa más concreta y tangible del G-20 es la aprobación de una nueva partida de más de un billón de dólares para los organismos internacionales. El mayor beneficiario será el Fondo Monetario Internacional (FMI), que dispondrá de 750.000 millones de dólares para préstamos a los países emergentes y subdesarrollados, el triple de los recursos previstos.


El primer ministro británico contabilizó este billón de dólares en el total de cinco billones que los Gobiernos se van a gastar hasta finales de 2010 para salir de la crisis, «el mayor estímulo fiscal de la historia», según sus palabras. Obama y Brown eran partidarios de aumentar la inyección de dinero en los mercados para reactivar la economía, pero lo cierto es que el comunicado del G-20 habla genéricamente de «sostener» los actuales niveles de gasto público, de una «política expansiva» de crédito de los bancos centrales y de ayudas al sector financiero.

La ambigüedad del comunicado -acogido con notables alzas en las Bolsas- permite interpretar que se han impuesto las recetas de Obama y Brown para salir de la crisis, pero también Sarkozy y Merkel podrían presumir de que cada Estado tendrá autonomía para decidir sus déficit presupuestarios, dado que la cumbre no se tradujo en compromisos concretos de gasto o estímulos fiscales a la economía.

Igual sucede respecto al aspecto clave de la regulación de los mercados financieros. El G-20 llegó a una solución salomónica: se creará un Consejo de Estabilidad Financiera, pero no se precisan sus competencias. El comunicado final sí recoge la necesidad de establecer una normativa mucho más dura sobre el control de riesgo de las entidades financieras, de establecer códigos de conducta y supervisar las remuneraciones de los banqueros, de garantizar la independencia de las agencias de calificación y de legislar de forma muy estricta los llamados hedge funds.

En cuanto a los paraísos fiscales, se dice textualmente que «la era del secreto bancario se ha terminado». El comunicado señala que la OCDE ha elaborado una lista de esos paraísos, que serán sancionados si no cumplen determinados requisitos de transparencia.Por último, el G-20 aprobó un paquete de 250.000 millones de dólares para fomentar el comercio mundial tras comprometerse a evitar todo tipo de prácticas proteccionistas y realizar una llamada a la conclusión de la ronda de Doha.

Obama calificó la cumbre de «hito sin precedentes», pero reconoció que habrá esperar «dos o tres años» para valorar la efectividad de las medidas adoptadas. Su cautela está justificada porque -al margen del aumento de los recursos del FMI, que será inmediato- el resto de las iniciativas será de aplicación gradual o requerirá un consenso difícil de alcanzar.

Si se avanza en la regulación de los mercados financieros y los Gobiernos del G-20 son capaces de coordinar sus políticas y renunciar a la tentación del proteccionismo, esta cumbre habrá servido para sentar las bases de una recuperación mundial de la economía, pero todavía es pronto para asegurarlo. Dicho con otras palabras, el G-20 ha puesto la música, que suena bien, pero ahora falta la letra, que es el desarrollo de los acuerdos. Veremos si sus gobernantes están a la altura del reto.

El Mundo - Editorial

Zapatero: socialdemocracia y depresión

«¿Qué futuro tiene una economía esclerotizada por su Gobierno y que se dirige hacia el hundimiento de su sistema financiero y a una destrucción masiva de empleo? Las referencias son dos: para los países serios, Japón, para los irresponsables, Argentina.»

De la crisis que jamás tenía que llegar, pasamos al bache que se superaría a finales de 2008 y del bache no superado a las serias dificultades que comenzarían a reducirse a partir de marzo o abril. Una tras otra, las predicciones de Zapatero –por no tildarlas de lo que realmente son: humo con los que pretende ocultar su pésima gestión económica– se han ido revelando falsas. Y una vez tras otra, el presidente del Gobierno las ha ido modificando sin despeinarse, como si jamás hubiese errado en sus pronósticos.


Tras la deplorable cumbre del G-20 en Londres, parece que ya se ha tocado fondo y que a partir del segundo semestre de este año volveremos a crecer y a crear empleo. Será que con la acordada desaparición de los tenebrosos paraísos fiscales y la regulación de los malévolos hedge funds, ya se ha puesto punto final a todos los problemas que padece la economía mundial.

Sólo así se explicaría que España, el país de Europa con más desempleados, se vanagloriara en Londres de haber liderado la cruzada contra la codicia, la fiscalidad opaca y los fondos de inversión privados el mismo día en que se conocía que el paro aumentaba hasta los 3,6 millones de ciudadanos. Ni una idea, ni una propuesta, ni una medida para impulsar la creación de empleo; sólo recortes en nuestras libertades y un billón de dólares despilfarrado en crear menos de la mitad de riqueza de la que se destruyó.

Desde luego, las perspectivas de la economía mundial no van a mejorar por el hecho de que el G-20 se reúna periódicamente y decida de qué modo expoliar a sus ciudadanos. Si acaso, lo hará muy a su pesar. En España, sin embargo, la recuperación no se adivina, no sólo por la gravedad de nuestros desajustes internos, sino sobre todo porque el Ejecutivo de Zapatero reúne, corregidos y aumentados, todos los vicios del resto de sus homólogos: es uno de los Gobiernos más manirrotos y liberticidas del mundo. Y eso, claro, se nota.

Los propios analistas del Gobierno, agrupados en torno al Banco de España, sólo son capaces de dibujar unas negras nubes en nuestro horizonte. De acuerdo con su boletín mensual, la tasa de paro llegará al 19,4% en 2010 (unos 4,6 millones de desempleados, cifra que superaría, y con creces, la funesta marca que Solbes y Corbacho al alimón juraron que no alcanzaríamos jamás) y la economía seguirá decreciendo a tasas del 3% y del 1% durante los dos próximos ejercicios.

Estos datos deberían invitar al PSOE a replantearse su deficiente política económica, dando marcha atrás en todas y cada una de las decisiones que ha adoptado: reducir drásticamente impuestos, gasto y endeudamiento público; liberalizar mercados tan esenciales como el laboral, el energético, el comercial o el de infraestructuras; y dejar de rescatar a las empresas insolventes. Pero, por desgracia, no se adivina ningún cambio en la cerrilidad socialista, empeñada en arrastrarnos hacia el abismo para no renunciar a ninguno de sus dogmas: ya sabe, la gestión económica del PSOE entre 2004 y 2008 no tiene ninguna tacha, la crisis proviene de Estados Unidos y la socialdemocracia es la respuesta adecuada frente a las crisis capitalistas.

Con todo, por muy malas que sean las cifras del Banco de España, deberíamos empezar a plantearnos seriamente que, con mucha probabilidad, sean resultado del sesgo de optimismo antropológico zapateril. No sólo porque en relación con la crisis española llevamos dos años en los que las nuevas cifras mensuales enmiendan a peor las predicciones del mes anterior, sino porque no resulta muy verosímil que España vaya a decrecer en 2009 sólo un 3%, como asegura el organismo regulador.

La mayoría de analistas ya habla hoy de una recesión superior al 5% y ello sin contar con las crecientes dificultades que experimentarán las cajas españolas; una circunstancia que incluso los políticos españoles (del PP y del PSOE) ya reconocen abiertamente.

¿Qué futuro tiene una economía esclerotizada por su Gobierno y que se dirige hacia el hundimiento de su sistema financiero y hacia una destrucción masiva de empleo? Las referencias en la historia económica reciente son dos: para los países serios, Japón, para los irresponsables, Argentina. No será necesario recordar la complicidad de Kirchner y Zapatero para que todos intuyamos hacia dónde nos dirigimos.

Libertad Digital - Opinión

Sesenta años de Alianza Atlántica

A sesenta años de su fundación, la Alianza Atlántica constituye un éxito innegable. No hay más que mirar hacia los países que la componen, y su grado de desarrollo y evolución, para darse cuenta de que conforman el entorno político y socioeconómico más exitoso del planeta. Desde la posguerra mundial, cuando Europa estaba arrasada por un conflicto fratricida y se encontraba amenazada por el totalitarismo comunista, la Alianza ha logrado ayudar a construir sociedades libres y prósperas. No se puede negar que el ingreso de España en la OTAN hace ya más de veinticinco años contribuyó a hacer que nuestro país participase de esa senda de progreso y desarrollo, y la prueba de que ese principio sigue siendo válido es que, en la cumbre de Estrasburgo-Khel, la organización dará la bienvenida a dos países como nuevos socios, Albania y Croacia, y sigue habiendo al menos media docena aspirando a seguir sus pasos en una organización cuya proyección en el tiempo está asegurada.

La OTAN tiene, sin embargo, un desafío crucial en Afganistán, donde lleva a cabo su operación militar más ambiciosa. La llegada del nuevo presidente norteamericano, Barack Obama, ha traído nuevos aires, pero la nueva Administración ha confirmado en lo esencial el hecho de que no hay alternativas a la victoria clara. Washington ha presentado formalmente en esta cumbre un nuevo plan, basado en algunos de los factores que se han demostrado altamente eficaces en Irak y que incluye un refuerzo simultáneo de la presión militar contra los terroristas e insurgentes con un aumento del acento en las políticas de desarrollo. Sin seguridad no hay progreso posible, pero sin cierto éxito en el campo del desarrollo la seguridad está siempre amenazada. Tal vez parezca que hay elementos sustancialmente diferentes respecto a la política de la anterior Administración norteamericana, o que suenan mejor en los oídos de los gobiernos que, como el español, han sido reticentes a los llamamientos de la Alianza, pero esencialmente lo que Obama ha dicho en esta cumbre es que se necesitan más fuerzas y directrices más determinadas para que puedan ser utilizadas sobre el terreno, y que los socios europeos ya no pueden tener pretextos políticos para seguir escurriendo el bulto.

Esa contribución debe hacerse en nombre de la solidaridad necesaria entre miembros de una alianza militar en la que todos defienden los valores que comparten y se apoyan mutuamente. No es de recibo que la participación militar en una determinada operación en la que están comprometidos otros países aliados se convierta en una simple plataforma propagandística y se manipulen los anuncios solamente para que hagan juego con determinada imagen política. Cuando un gobierno ha aceptado en el seno de la OTAN y junto a otros aliados una misión militar, no puede volverse atrás unilateralmente, según le convenga. La peripecia del anuncio de la retirada de las tropas españolas de Kosovo quedará como un ejemplo de lo que no debe hacerse nunca y será un baldón que a España le costará mucho tiempo hacer olvidar. Del mismo modo, la multiplicación de anuncios oportunistas de nuevas contribuciones militares en Afganistán aparece ya con aires de un nuevo sainete que habla de la frivolidad con la que el Gobierno sigue mirando a este aspecto, esencial de nuestra seguridad y la de nuestros aliados.

ABC - Editorial