jueves, 2 de abril de 2009

Obama saluda a Zapatero

Internet, autocrítica y sectarismo. Por Carlos Carnicero

La negación de la evidencia es un paso fundamental en la incapacidad para la autocrítica y ésta atenaza de tal forma a quien no la practica que termina por acabar envuelto en una nube de adhesiones inquebrantables en donde la luz de la discrepancia no tiene espacio para penetrar esas barreras. Digo todo esto en relación con la reacción de la interesada, Carme Chacón, y todos los miembros del Gobierno que se han pronunciado sobre el anuncio hecho por la ministra de la salida de las tropas de Kosovo.

A partir de la negación de la evidencia de esa gestión increíblemente torpe de una decisión legítima, razonable y acertada, toda la catarata de disciplina impuesta en el hemisferio del partido socialista ha cerrado filas para justificar ese error.


Ahora mismo el zapaterismoo como ideología dominante en el PSOE está engendrando unas criaturas supuestamente progresistas que han hecho de la adoración al líder un credo irrenunciable: el líder, por el hecho de serlo, no se equivoca nunca. Y quien lo critique es su enemigo. Pero la realidad es así de sencilla: no se puede culpar a los seguidores por los postulados del profeta porque sólo cumplen los prefectos establecidos en la cúpula del poder.

José Luis Rodríguez Zapatero entiende la discrepancia como una ofensa. Quien no piensa como él está frente a él. Por eso está tan sólo, rodeado de mediocres en un Gobierno en el que está escondido Alfredo Pérez Rubalcaba y con ganas de salir corriendo Pedro Solbes. La vicepresidenta, agotada, no termina de balbucear peticiones de auxilio de forma autoritaria a unos subordinados que no son ya capaces de sustituir el absentismo de sus jefes. Y el resto de los ministros están ausentes porque no tienen autonomía excepto para seguir las directrices de un presidente que no comparte su responsabilidad con nadie. Salvo sus amigos y consejeros particulares que están fuera de las esferas del Gobierno y del partido.

La metodología con que José Luis Rodríguez Zapatero ejerce la política es netamente autoritaria porque niega el debate como instrumento en la toma de decisiones que impone bilateralmente a sus ministros. Solo hay tres personas en ese universo que se atreven a llevarle la contraria: José Blanco, Alfredo Pérez Rubalcaba y Manuel Chaves.

De su primera hora no queda ningún testigo: están todos desterrados porque no quiere referencias de sus orígenes.

Su forma de operar ha tenido el apoyo inestimable de un Partido Popular cavernícola que alimentaba la pretensión del presidente de que la brutalidad de sus posiciones del partido conservador, sus equivocaciones estratégicas, iban a certificar los aciertos irremediables del Gobierno.

Las hordas que le idolatran arremeten contra cualquier crítica que se formule al líder carismático. El único credo posible es la incondicional y quien no lo practica es un traidor. Y quienes unas veces aplaudimos y otras pitamos no somos tolerables y se establece que tenemos que estar al servicio de intereses ocultos.

Escribo todo esto porque me encanta comprobar como una turba de fanáticos insultan a cualquiera que vea debilidad en el liderazgo de Zapatero. No valen los artículos que señalen un acierto, porque su apetito de adhesión es insaciable: señalar un déficit significa obligatoriamente una traición, un interés inconfensable. Esas posiciones son dramáticas porque rebelan que quien las practica no puede concebir la independencia y sus pensamientos aplicados al adversario son el espejo convexo que les devuelve la visión de su propia naturaleza en la que el pensamiento individual es imposible porque la manada obliga a la sumisión,

Internet es un instrumento valioso para esta pléyade de intolerantes disfrazados de progresistas, porque el anonimato les permite el insulto como todo argumento. No necesitan el menor esfuerzo intelectual porque la descalificación personal es suficiente para aliviarse de la posibilidad de discurrir.

No soportan el ridículo que acaba de hacer el Gobierno de España en la gestión de la salida de los soldados españoles de Kosovo y niegan la mayor, la torpeza infinita y las ansias de protagonismo de la ministra de Defensa ,sólo porque ha sido la tecnología aplicada por el Gobierno repitiendo eslóganes de propaganda para ocultar su incapacidad.

A todos ellos, a los que son incapaces de ver mácula en sus propias filas, les dedico con toda mi devoción este artículo para que tenga un calentón al leerlo que les motive a ser todavía más intransigentes, haciéndoles saber que todavía tienen recorrido para prosperar y llegar a ser verdaderos Talibán de la vida española. De verdad que he disfrutado mucho dedicándoles estas líneas. Ahora, ¡ánimo! por lo menos sería deseable que los insultos de hoy fueran renovados.


El socialismo democrático, el debate político y la potencialidad de la red. He decidido proseguir el debate iniciado con el artículo de ayer a la vista de la aceptación de los lectores (unos a favor y muchos otros, la mayoría de los que entran en el foro, en contra de mis tesis), lo que me motiva a seguir haciendo una prospección en la intolerancia que anida en la sociedad española y la incapacidad para la autocrítica –que muchos suponen que es patrimonio exclusivo de la derecha- que se ha instalado en sectores del socialismo español como un mecanismo de defensa ante las limitaciones de liderazgo de José Luis Rodríguez Zapatero.

Creo que fundamentalmente lo que diferencia –o lo que debiera diferenciar- a los militantes de izquierda de los de derecha es, sobre todo, la exigencia de participación política en las decisiones, para que el compromiso militante sea el motor de las dinámicas democráticas de los partidos.


Un antídoto contra el establecimiento de castas y camarillas que por un sistema de cooptación tienden a ocupar la cúspide del poder y apartar a quien no practique la adhesión inquebrantable.

Eso, hoy día, es bien visible en el conjunto de los partidos españoles, de tal manera que lo que era un caudal exclusivo de la derecha –la concepción del partido como una maquinaria electoral controlada por los intereses económicos más poderosos en forma de castas- ha terminado por contaminar toda vida partidaria copada en sus direcciones por élites inaccesibles.

La llegada de José Luis Rodríguez Zapatero a la secretaría general del PSOE interrumpió una larga tradición de democracia interna en el partido que en momentos puntuales ha provocado verdaderos climas de tensión.

El congreso de Suresnes –auténtica refundación del PSOE- fue sobre todo una ruptura generacional entre los jóvenes socialistas del interior y los viejos socialistas, supervivientes de la guerra civil. Pero no se estigmatizó a nadie que quiso sumarse a aquel proyecto por razones de procedencia o de edad.

La suma positiva del conjunto de partidos socialistas diseminados por la geografía española, con las limitaciones que pudo llegar a tener, fue un ejercicio democrático en el que se invitaba a la participación de todos.

La batalla de Suresnes fue dura y como es sabido fue ganada por la dirección que encabezaron Felipe González, Alfonso Guerra, Nicolás Redondo (padre), Enrique Múgica, José María Benegas y toda una generación de líderes que tuvieron buen cuidado en que la victoria no supusiera una ruptura ni con el pasado ni con los veteranos militantes que quisieron seguir incorporados a la vida del partido.

Los congresos sucesivos siempre dieron cabida a la discrepancia, circunstancia que quedó más evidenciada que nunca en el congreso que debatió la adhesión de la ideología del partido al marxismo, con un pulso democrático que ganó Felipe González poniendo en juego su liderazgo.

Durante los años de Felipe González el pluralismo interno no fue un obstáculo para la cohesión del partido. No se invocaba la obediencia ciega y hay sobrados ejemplos de que la vida partidaria permitía los debates profundos y las diferencias no se solucionaban desde la sumisión sino desde el convencimiento y la imposición de mayorías formadas después de un debate bastante libre.

Es cierto que en esa época no había hecho eclosión el aznarismo. La llegada de José María Aznar a la presidencia del Partido Popular marcó el cambio de las reglas de la democracia española. Con un talante autoritario y un soporte ideológico predemocrático, José María Aznar organizó una maquinaria de poder para asaltar La Moncloa sin tener la paciencia de esperar los resultados de las elecciones.

El contubernio organizado por el PP junto a Pedro J. Ramírez, Baltasar Garzón y los periodistas adheridos al llamado “sindicato del crimen”, estuvo a punto de dar un golpe institucional para meter en la cárcel al presidente legítimo del Gobierno de España y forzó las instituciones hasta el límite que le permitió alcanzar un gobierno minoritario en 1.996.

Nada ha sido igual después de aquella ofensiva predemocrática de José María Aznar.

El encanallamiento de la vida democrática volvió a enfrentar a España en dos mitades difícilmente reconciliables. La crispación de la anterior legislatura, la falta de responsabilidad democrática del PP para asumir la derrota del 2004, fue la antesala de una confrontación con el Gobierno de Zapatero que no dejó al margen ni la lucha antiterrorista ni la política internacional.

El PP metió todo, incluidas las instituciones, en la trituradora de la práctica política, para tratar de llegar al poder.

El tiro les salió por la culata porque esta derecha agresiva, ligada con los poderes más reaccionarios de la Iglesia católica y de la sociedad, sembró una alarma que movilizó el voto útil de adhesión al PSOE más allá del convencimiento sobre las propuestas que formulaba José Luis Rodríguez Zapatero, como forma de frenar a una derecha tan dura en su escalada hasta el Gobierno.

Esta lucha política ha tenido daños colaterales y efectos secundarios. Primero, que el miedo a una derecha tan dura ha establecido la impunidad del Gobierno sobre el axioma de que cualquier crítica, formulada incluso desde la izquierda, favorecía el crecimiento de las tesis del Partido Popular. Se estableció desde sectores del poder, sobre todo en el entramado más cercano al presidente del Gobierno, que las discrepancias eran imposibles, desde el momento que ejercerlas auxiliaría al Partido Popular.

Ahora, el Gobierno pretende que cualquier crítica equipara a quien la ejerce con el Partido Popular. En el fondo, en La Moncloa y en algunos sectores del PSOE, rezan todos los días para que el PP no se democratice, para que el liderazgo de Mariano Rajoy con todas sus debilidades permita la supervivencia de un partido ultraconservador, agresivo y enraizado con la Conferencia Episcopal, para garantizar la llamada de auxilio de toda la izquierda, desde la renuncia a la crítica y a la participación política, si no es con la condición de aplaudir todas y cada una de las decisiones del Gobierno, incluidos sus errores.

Quienes ejercemos la crítica en las ocasiones que no los dicta nuestro saber y entender, somos sencillamente traidores. Hay una jauría organizada en Internet para desacreditar a quien no aplauda todos y cada uno de los gestos del Gobierno, porque entienden la acción política como mera propaganda y la militancia como adhesión acrítica a un proyecto del que no esperan explicaciones sino consignas.


Una seña de identidad fundamental de la izquierda democrática es el debate. Además de la construcción de los proyectos políticos, la forma de entender la participación popular es lo que marca la distancia entre un proyecto conservador y uno progresista. La reivindicación del liberalismo como exaltación del potencial individual en el factor de crecimiento de la sociedad, en el fondo es una coartada para que los grupos económicos poderosos condicionen el poder político para reducir el papel del estado a labores de auxilio en momentos de crisis: entonces, los liberales se hacen socialistas mientras dura la crisis para socializar las pérdidas y volver a privatizar los beneficios cuando estos se producen.

Para impulsar esos pensamientos es necesario un férreo control de las maquinarias de los partidos que son sólo herramientas de los procesos electorales en los que el sistema de cooptación hace que quienes dirigen la organización no puedan modificar los móviles que se persiguen.


Esta forma de operar ha sido fortalecida con la aparición de los movimientos neoconservadores, donde la radicalidad del pensamiento exigía todavía un mayor control de las organizaciones políticas fundadas en la incondicionalidad sobre unos credos inamovibles, y en los que la sacralizad del mercado se contraponía al desprestigio del estado. La amenaza socialista era el factor de cohesión de esa incondicionalidad.

Por definición la derecha es mucho más acrítica que la izquierda, porque cerrar la válvula del cuestionamiento político es la mejor garantía de un férreo control del pensamiento. Al contrario, la izquierda reivindica los mecanismos de participación y la posibilidad de la discrepancia. En esencia, los partidos de izquierda que son democráticos lo son más que los de derechas sobre todo por el nivel de implicación y de participación de su militancia y la libertad crítica que disfrutan en su seno.

La izquierda democrática tiene una tradición de control de las bases sobre la dirección. Pero en España el PSOE, como genuino representante de la izquierda, ha entrado en una deriva derechista en su concepción de la política. Si Felipe González fue acusado de cesarismo en determinadas actitudes de dirección del partido, con la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero la tendencia a prescindir de la organización se ha incrementado hasta el punto de que la independencia política, la ausencia de compromiso militante, se ha constituido en un valor sobredimensionado sobre el esfuerzo de los miembros del partido. Se llegó al paroxismo de que José Antonio Alonso, ex ministro de Interior y de Defensa, fue nombrado portavoz del Grupo Parlamentario socialista sin ser militante del partido. El jefe de los militantes parlamentarios no lo era. El caso fue tan insoportable que finalmente Alonso, ejerciendo ya su nuevo papel, tuvo que pedir el alta en la organización.

De esa forma, advenedizos como el ministro de Cultura o el dimitido ministro de Justicia se movilizaban para encabezar candidaturas en provincias donde debían ser encapsulados buscando raíces artificiales y suplantando a los cuadros locales. Los veteranos y jóvenes dirigentes que acompañaron al líder en sus comienzos han sido sistemáticamente desplazados: Juan Fernando López Aguilar, cesado como Ministro de Justicia para encabezar el intento imposible de conquistar el Gobierno de las Canarias. Jesús Caldera, brillante ministro de Trabajo está en un laboratorio de ideas como un retiro del que fue informado cuando se le llamó a La Moncloa y el interesado esperaba su confirmación como miembro del Gobierno.

Jordi Sevilla, no corrió mejor suerte. José Bono que se enfrentó Zapatero compitiendo por la secretaría general, está en el Congreso de los Diputados, presidiendo una institución importante, pero lejos de la capacidad de defender sus posiciones en el partido. Juan Carlos Rodríguez Ibarra está prácticamente jubilado; Francisco Vázquez, embajador en el Vaticano… El cedazo de la edad ha sido la manera de mantener alejados de posiciones de influencia orgánica a dirigentes tan valiosos como Alfonso Guerra, José María Benegas y muchos otros más que al final han buscado refugio en actividades privadas.

Manuel Marín, un experimentado político que demostró además capacidad e independencia en la presidencia del Congreso de los Diputados, ya está fuera de la política activa y se enteró de que no sería renovado en su cargo por los periódicos, porque la crueldad del líder cuando amortiza servicios prestados es extraordinaria.

La falta de experiencia y de peso político es una condición para ser miembro de la ejecutiva socialista con contadas excepciones. Y en el Gobierno, el marketing ejercido sobre la edad y el número de mujeres superior al de hombres ha convertido lo que fue un logro innegable en la tapadera para formar un ejecutivo en el que los independientes y las adhesiones personales al líder han sustituido en la mayoría de los casos el peso político y la influencia orgánica.

Una parte de la explicación de esta metodología política del presidente Zapatero es sencilla: el presidente es conservador en los modos políticos y entiende la diferencia con sus propios criterios como una ofensa de la que no se regresa jamás. De esa forma, cualquiera que tenga criterio propio será tratado con cautela y a la postre alejado de cualquier núcleo de poder. Es en esa clave en la que hay que estudiar muchos nombramientos. No tienen más importancia en sí mismos que el haber aliviado al presidente de elegir a otro más idóneo pero con más criterio. Si se observa la ascensión meteórica de jóvenes promesas a cargos de extraordinaria relevancia se verá que la mayor ventaja es que no tienen pedigrí para pedir explicaciones ni para manifestar discrepancias. Serán sumisos cuanto menos arraigo tengan en la organización del partido y menos experiencia acumulen.

Los ejemplos antes citados y su destierro tienen que ver con la prevalencia de criterios contrarios a los del líder. Personas independientes, sin méritos de militancia, son mucho más maleables que quienes tienen historia y raíces en el partido. La forma de entender la política de José Luis Rodríguez Zapatero no tiene que ver con la labor de equipo ni con el ejercicio de compartir responsabilidades: el liderazgo es personal y no se prorratea sino en contadas ocasiones cuando aparece un ungido en enamoramientos políticos apasionados que siempre acaban en divorcios dramáticos.

Ahora Miguel Sebastián está a la baja después de aparecer como el caballo blanco que iba a conquistar la alcaldía de Madrid desde su condición de independiente e ignorante absoluto de la vida política. Durante mucho tiempo marcó las pautas económicas en la primera legislatura desde la oficina económica de Moncloa, por encima o contraponiendo los criterios del vicepresidente económico Pedro Solbes, que, con un paciencia profesional e infinita, soportó con estoicismo todo tipo de desplantes.

Las grandes ocurrencias como el reparto electoral indiscriminado de cuatrocientos euros y el cheque bebé sin tener en cuenta niveles de renta, lejos de ser políticas socialdemócratas, impulsan el populismo con políticas que en la mayor parte de los casos son iniciativas personales del líder y su entorno más cercano, sin pasar el filtro de la militancia y la dirección del partido. Miguel Sebastián apadrinó operaciones fallidas como la OPA de Sacyr sobre el BBVA (qué hubiera ocurrido ahora si llega a tener éxito con la crisis de la constructora) y la famosa estrategia para hacer de Endesa un campeón energético nacional que ha terminado por ser italiano. A ambas operaciones se opuso Pedro Solbes, pero prevalecieron los criterios del amigo cercano al presidente.

El éxito electoral y la contraposición con las posturas reaccionarias del PP son la gran coartada que evita la crítica, asumiendo que está será utilizada por el enemigo. Un chantaje con lógica electoral: criticar, incluso desde la izquierda, desgasta al Gobierno; y el sacrificio que se pide es la abstinencia en la discrepancia pero sin compensar esa exigencia con una oferta de diálogo constructivo y con aplicación de fórmulas socialistas para compartir el poder que en el caso de Zapatero es cesarista.

En el horizonte socialista hay algunas excepciones al control del líder. En primer lugar, viejos supervivientes imprescindibles como Alfredo Pérez Rubalcaba, la cabeza mejor amueblada del Gobierno y de la ejecutiva socialista, que tiene un límite en su nivel de flotación; lo lógico era que hubiera sido vicepresidente del Gobierno pero ha sido relegado a la labor (sin embargo importantísima) de Ministro de Interior y encargado de la prioridad de acabar con el terrorismo, tarea que está llevando a cabo con extraordinaria eficacia.

Eso le salva de la criba. Alfredo Pérez Rubalcaba sabe mejor que nadie que sus límites están marcados. Su carrera política no puede ir más allá porque su inteligencia es un elemento de repulsión para ser llamado a mayores cotas de poder. Manuel Chaves tiene un equipo relativamente autónomo en el PSOE de Andalucía. Desde el profundo sentido de lealtad, con raíces históricas de los socialistas andaluces, se han conformado con constituirse en una isla dentro del entramado organizativo del PSOE con personalidad propia y en donde el Gobierno tiene que pedir permiso para entrar.

Cataluña, en el otro extremo, ha hecho de la cuestión identitaria una formulación de independencia orgánica que además está consagrada por su configuración estatutaria de organización política independiente del PSOE.

El resto del partido es más una maquinaria electoral que un cauce de debate y participación política.

Las nuevas tecnologías ofrecen un aspecto contradictorio a la participación política. De una parte, cualquier puede acceder a la red, dar a conocer sus criterios, proponer debates, iniciativas y movilizaciones. Internet es una herramienta poderosa para traspasar los límites de los medios de comunicación y sus servidumbres; democratizan la capacidad de influir. La red, utilizada inteligentemente, puede ser un instrumento movilizador que puede permitir, en momentos de crisis como el que vivimos, formulación y difusión de alternativas que suelen ser condicionadas, mediatizadas o anuladas por los medios de comunicación conservadores trufados de intereses económicos y reacios a abrir debates innovadores.

Pero la red tiene también inconvenientes. Las formas de comunicación actuales, televisión e Internet dan a la información una velocidad de rotación tan alta que dificulta la reflexión y el debate. Se navega por la superficie de la información pero no se sumerge en sus raíces.

Para defender este modo de entender la política y blindarse de críticas externas, el presidente del Gobierno creó un grupo mediático a su medida a partir de un pequeño grupo de periodistas y recién convertidos empresarios que, además de haberse hecho ricos a la sombra del líder y del BOE, son el grupo que más influencia política tiene en el presidente del Gobierno, influencia que ejercen desde fuera de la organización del partido. Internet, la movilización de jóvenes blogueros agresivos es la otra punta de lanza para desacreditar a todos los discrepantes que son convertidos en arribistas, vendidos y traidores.

Periodista Digital: Internet, autocrítica y sectarismo (I)
Periodista Digital: Internet, autocrítica y sectarismo (II)
Periodista Digital: Internet, autocrítica y sectarismo (III)

La prensa alemana sacude a ZP: "España lucha por no descender a Segunda División"

De 'la Champions' económica de la que presumía ZP se ha pasado a 'la lucha por no irse a Segunda'. El diario alemán Handelsblatt escribe un artículo sobre la crisis económica y la reunión del G-20 dedicado a España que titular: "Miedo a la liga de los pigs”. Dice en la entradilla: “El antiguo niño prodigio en materia de crecimiento amenazado por descender a segunda división”.

Dice la crónica de Anne Grüttner en este diario alemán: “En septiembre de 2007, el presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, constataba con satisfacción que España había ascendido a la liga de campeones de la economía mundial. En aquel momento, su país registraba un crecimiento récord y el desempleo más bajo en su historia democrática. Zapatero creía poder activar el piloto automático en política económica. Se concentró en la ampliación del Estado social y en la modernización de la sociedad mediante una nueva ley de divorcio y cosas similares. Pero estos tiempos de oro se han acabado".
"También los demás países industrializados están en recesión, pero el gobierno de Zapatero se encuentra ante un desafío especialmente grande. En un país acostumbrado durante muchos años a beneficios demasiados rápidos y a demasiados créditos, tiene que sentar las bases para un crecimiento verdadero e independiente tras la crisis económica mundial”.

“Entretanto, el presidente tiene que hacer frente a aquellos que no ven a España entre los campeones, sino entre los pigs: la contraparte europea negativa a los países Bric de fuerte crecimiento (Brasil, Rusia, la India y China). Pigs significa Portugal, Italia, Grecia y España, países que según los críticos carecen de potencial de crecimiento sostenible. Este encasillamiento es exagerado, pues en más de un aspecto, España se defiende mejor que la media europea: gracias a una vigilancia bancaria previsora, sus bancos no se han visto tan afectados por el torbellino de la crisis financiera. En 2008, España aún creció en un 1,7 por ciento en comparación con el 0,9 por ciento de media europea. El gobierno reaccionó con gran calibre al final del boom español en el sector de la construcción, que arrastra al resto de la economía”.

“Ahora, el gobierno ante todo tiene que tomar medidas estructurales para poner en forma a la economía. En opinión del ministro de Economía y Finanzas, Pedro Solbes, el Estado ha agotado su margen de maniobra financiera. Zapatero le contradice y aún ve margen en el endeudamiento estatal, que todavía se sitúa por debajo de la media de la UE”.

“La competitividad de España sufre, ante todo, debido al aumento automático de los salarios con la inflación, independientemente del ciclo y de la productividad laboral. Al mismo tiempo, para el 60 por ciento de los trabajadores rige una protección contra el despido muy cara. Sin embargo, el 30 por ciento solo tienen contratos temporales y apenas están protegidos. El FMI y numerosos economistas no se cansan de advertir que esta segmentación debería combatirse mediante contratos fijos más flexibles y una mejor protección de los contratos temporales. Hay que admitir que una crisis económica no es el momento ideal para liberalizar el mercado laboral. El gobierno desaprovechó el mejor momento, en medio del boom. Ahora habría que amortiguar las medias correspondientes mediante una mediación estatal de empleo eficaz así como quizás mediante prestaciones sociales adicionales”.
Y concluye:
“Para convertirse en campeón de la economía mundial hace falta una agenda de reformas más ambiciosa que a la que aspira actualmente Zapatero. Es cierto que empresas españolas como Inditex, Telefónica, Iberdrola o el Banco Santander forman parte del grupo de líderes mundiales y que destacan por su gran eficacia de costes y su flexibilidad, pero la economía española aún está muy lejos de todo esto”.

Periodista Digital

Comienzan las negociaciones del G-20

El Mundo: Comienzan las negociaciones del G-20 con la exigencia de más hechos que promesas

DUDAS SOBRE LA REFORMA A FONDO DEL SISTEMA FINANCIERO
  • 'Lo que no hagamos en Londres no lo haremos después', advierte Merkel
  • El debate sobre más planes anticrisis se pospone a otra reunión
  • Europa centra el debate en cambiar a fondo la regulación financiera
  • EEUU incide en luchar contra el proteccionismo en su reunión con China
  • Principio de acuerdo para reforzar los recursos del FMI
  • EEUU aprovecha la cumbre para acercar posiciones con Rusia y China
Las negociaciones de la cumbre del G-20 de Londres han comenzado, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, no quiere que el comunicado final sea un escrito de promesas vacías. "Lo que nos ha llevado hasta aquí ha sido la manipulación de los técnicos bancarios y eso es lo que debemos rediseñar", afirma el líder galo. "Lo que no hagamos en Londres no lo haremos después", advierte su aliada alemana, la canciller Angela Merkel.

El objetivo de esta cumbre es acabar con la crisis. Sin embargo, la reforma del sistema financiero se enfrenta con la reticencia de los líderes de Reino Unido, Gordon Brown; EEUU, Barack Obama; y Japón, Taro Aso, de profundizar en algunos cambios que afectan al núcleo de la economía mundial, informa Eduardo Suárez.

Las posiciones han sido visibles antes de la cena inaugural de la cumbre. Obama ha sido recibido por Brown en Downing Street, mientras que Sarkozy y Merkel han mantenido su propia reunión bilateral.

El temor de todos es que la reunión acabe con promesas sin peso para acabar con la crisis, como ocurrió en la cumbre de noviembre en Washington. El G-20, España y Holanda prometieron con escasa concreción hacer más transparente el sistema financiero y reformar la representación del Banco Mundial y el FMI para dar más peso a los países en desarrollo. Cambios que no se producirán, como mínimo, entrado 2010.

"Hay muchas versiones diferentes del texto y todavía hay muchas oportunidades de avanzar", ha dicho Merkel. Los desafíos a tratar son claros: la regulación de las instituciones financieras no bancarias ('Hedge funds', agencias de 'rating' y aseguradoras, entre otras); los paraísos fiscales; la reforma de los organismos internacionales (FMI y Banco Mundial); prometer no caer en la tentación del proteccionismo y lanzar un mensaje optimista para el Tercer Mundo.

No obstante, la división existente entre el bloque de EEUU y Reino Unido frente al resto de la Unión Europea es visible. Los primeros piden más dinero público para apuntalar el sistema financiero actual, pero Europa cree que aumentar el gasto es empedrar "el camino al infierno".

Obama ha pedido la colaboración de Europa para reactivar la economía. "Sólo podremos resolver esta crisis juntos —dijo—. Tenemos la responsabilidad de coordinar nuestras acciones". "EEUU no puede ser "el único motor del crecimiento", agregó.

El presidente de EEUU trató así de minimizar las diferencias y dijo que es importante centrarse en lo que "comparten" los países. "He venido aquí a proponer ideas, pero también a escuchar, no a dar lecciones", dijo el presidente norteamericano, quien reconoció que "ha habido una tendencia a creer que todo lo que hacían los mercados globales de capital resultaría beneficioso", pero "hay que entender que va a ser necesario algún tipo de marco regulador".

No obstante, la posición Europea es clara: "Sin una nueva regulación no habrá confianza y sin confianza no habrá relanzamiento económico", dijo con rotundidad el presidente francés.

EEUU se acerca a Rusia y China

Barack Obama ha aprovechado su estancia en Londres para estrechar los lazos con Rusia y China en asuntos que han abarcado más allá de la crisis.

Obama y el presidente ruso Dmitri Medvédev han anunciado que ambos países negociarán un acuerdo para reducir la presencia de ojivas nucleares más allá de los niveles acordados en 2002. Además, el presidente estadounidense acudirá a Moscú en julio en visita oficial para evaluar el 'deshielo' en las relaciones con el gigante europeo.

Por su parte, la cita de Obama con el presidente chino, Hu Jintao, ha culminado con el acuerdo de que el presidente estadounidense visitará Pekín en el segundo semestre de 2009 para tratar la desnuclearización de Corea del Norte, el programa nuclear de Irán, la crisis económica y el reciente incidente naval entre ambos países.

En su entrevista Obama destacó su determinación de luchar contra el proteccionismo y garantizar "unas relaciones comerciales sólidas entre EEUU y China.


Libertad Digital: Obama prefiere "resolver el problema" a "echar culpas" sobre el origen de la crisis

El presidente de EEUU, Barack Obama, afirmó hoy que los países miembros del G20 deben actuar con un "sentido de urgencia" en su cumbre del jueves para hacer frente a la crisis económica.

En una rueda de prensa en el Foreign Office junto al primer ministro británico, Gordon Brown, Obama aseguró que "sólo podremos resolver esta crisis juntos" y agregó que "tenemos la responsabilidad de coordinar nuestras acciones".


Asimismo, preguntado por aquellos que desde Europa insisten en culpar al sistema financiero americano de la crisis, Obama ha asegurado que prefiere "resolver el problema" en lugar de "echar culpas". Es sí, también ha dicho que acude a la reunión, la primera cumbre en la que participa como mandatario, "no para dar lecciones, sino para escuchar".

Vuelve alertar contra el proteccionismo

El presidente de Estados Unidos lanzó un nuevo llamamiento contra el proteccionismo al asegurar que "cuando los países dejan de cooperar, y se vuelven hacia sí mismos, los problemas sólo crecen".

"Estoy convencido de que hay un enorme consenso acerca de la necesidad de actuar al unísono para resolver los problemas", sostuvo Obama, acerca de las diferentes posiciones de EEUU y el Reino Unido, más partidarios de planes para estimular la economía, y otros países europeos, que quieren poner énfasis en la regulación del sistema financiero.

Según el mandatario, "nuestra meta es que cada país, de acuerdo con su mentalidad política y sus circunstancias económicas, haga lo necesario para que crezca la economía".

Brown ha admitido este jueves que las negociaciones para alcanzar un acuerdo en la cumbre del G20 "no serán fáciles", pero añadió que los líderes "tendremos que tomar mañana decisiones" y "eso es lo que haremos".

En la rueda de prensa conjunta, Brown dijo que los problemas globales requieren "soluciones globales". "No nos podemos permitir una cumbre de mínimo denominador común", agregó.


El País: Sarkozy y Merkel exigen a Obama una regulación financiera más dura

Francia y Alemania forman un frente común que introduce tensión en los prolegómenos de la cumbre de los países del G-20 contra la crisis

No había mucho tiempo, apenas acababan de aterrizar en Londres, pero la canciller alemana, Angela Merkel, y el líder francés, Nicolas Sarkozy, hicieron un alto en el camino que les llevaba a la recepción ofrecida por Isabel II en el Palacio de Buckingham. Querían dejar clara su posición minutos antes del arranque oficial de la segunda cumbre mundial contra la crisis. Y vaya si lo hicieron. "Alemania y Francia hablaremos con una sola voz", advirtió Sarkozy ante los periodistas. "Y decimos que sin una nueva regulación financiera, no habrá confianza, y sin confianza, no habrá recuperación. Es para nosotros un objetivo mayor, no negociable".

La dureza del discurso franco-alemán introdujo algo de tensión en el inicio de la cumbre del G-20, en la que los dirigentes de países que representan en torno al 85% de la economía mundial, entre ellos España, tratan de dar respuesta a la crisis económica más grave desde la II Guerra Mundial. Sus palabras contrastaron con el mensaje conciliador del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, que en su gran estreno internacional hizo un llamamiento a la unidad, se mostró confiado en que habrá consenso y trató de restar importancia a las diferencias entre los países, alegando que se estaban exagerando. Junto a la dureza de la regulación, el otro punto que marca diferencias es la necesidad de un mayor estímulo público a la economía, que tiene en Obama a su gran cruzado y en Merkel la mayor resistencia.

El mensaje franco-alemán estaba medido y las palabras de Angela Merkel reforzaron la idea de que tanto Francia como Alemania pugnarán porque la segunda cumbre de mandatarios de países ricos y emergentes sea el pilar "de una nueva arquitectura para el sistema financiero mundial". La canciller alemana, que nada más llegar a la capital británica citó la regulación de los fondos de alto riesgo y el control de las retribuciones de los ejecutivos como áreas en las que había que avanzar más, reclamó un acuerdo "que transforme el mundo, porque una crisis como ésta no puede volver a repetirse".

La conferencia de prensa conjunta de Merkel y Sarkozy fue el colofón de una catarata de declaraciones desde el eje franco-alemán, el corazón de la Unión Europea, con un único objetivo: dar una vuelca de tuerca más al documento en el que se plasmarán los resultados de la cumbre para incluir reglas más ambiciosas y detalladas sobre las zonas más opacas del sistema financiero. Porque lo que también quisieron transmitir es que los textos que se manejaban hasta ayer eran insuficientes -Merkel subrayó que circulaban borradores diferentes- y que no había que dar por hecho el acuerdo. "Son los políticos los que negocian, no los técnicos".

La profunda reforma de las normas y el control del sistema financiero de Estados Unidos, anunciada la semana pasada por la Administración de Barack Obama, pareció diluir cualquier tipo de conflicto sobre esta materia en la cumbre de G-20. A fin de cuentas, todos los temas que habían puesto sobre la mesa los países europeos, los más reivindicativos en este asunto, estaban en la propuesta de Obama: normas para los grandes hedge funds, guías para cambiar el sistema de retribución de los ejecutivos, transparencia en las agencias de calificación de riesgo, requerimientos de capital mayores a las entidades clave en el sistema, supervisión sobre todo tipo de agente o mercado financiero...

Pero Francia y Alemania no quieren que esto se quede en principios generales. Exigen que el acuerdo recoja una lista negra de paraísos fiscales y de posibles sanciones; que se sometan las retribuciones de los directivos a supervisión y se extiendan los límites por ley a los sueldos de entidades rescatadas con dinero público; que todos los hedge funds estén bajo control público y no sólo los grandes; o que se prohíba a las agencias de rating asesorar sobre la emisión de títulos que luego van a calificar. De fondo, palpita la propuesta francesa de crear un único regulador internacional.

"Ésta es una crisis de origen financiero y por eso es tan importante cambiar la regulación", dijo Sarkozy, que siguió jugando con la amenaza de abandonar la cumbre si no hay resultados. Sarkozy invitó a China a sumarse a ese esfuerzo en supervisión y regulación y a la lucha contra los paraísos fiscales.

Hubo también velados reproches a EE UU por el fallo de los controles en su sistema financiero. Y un nuevo rechazo abierto de Merkel a aprobar nuevos planes de gasto público de inmediato. "Podemos hablar de estímulos para la economía, pero eso después", acotó el líder francés al referirse al segundo punto en discusión.

Obama habló antes, y su discurso fue mucho más contemporizador. Hizo alusiones a la necesidad de que todos los países asumieran la apuesta de EE UU de más gasto público para frenar la recesión, pero evitó echar más madera al conflicto. "Sólo podemos afrontar este reto juntos, todos tenemos aquí la responsabilidad de actuar con urgencia", dijo el presidente estadounidense para mantener que las diferencias entre los países eran menores de lo que, luego, las palabras de Merkel y Sarkozy dieron a entender.

A su lado, el primer ministro británico, Gordon Brown, hacía denodados esfuerzos por mantener el equilibrio entre EE UU y el eje franco-alemán, un envite para el que ha pedido apoyo a otros socios europeos, como el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero.

Otros asuntos, como la ampliación de recursos del Fondo Monetario Internacional (FMI), la representación de los países emergentes o el proteccionismo en el comercio pasaron a segundo plano ante el riesgo de colisión. En esos puntos parece haber más acuerdo y probablemente el comunicado final siga la línea de los borradores que han trascendido en los últimos días.

Anoche, en la cena oficial, Sarkozy, Merkel y Obama tuvieron la primera oportunidad de limar diferencias cara a cara. El menú, confeccionado por el mediático chef Jamie Olivier, incluía salmón de la costa escocesa, paletilla de cordero del norte de Gales, pan irlandés y una tarta tradicional del centro de Inglaterra. Un compendio gastronómico de las islas Británicas con contrapunto amargo: el director gerente del FMI, Dominique Strauss Kahn, desveló la última revisión de las previsiones económicas del Fondo, que anticipan una recesión más grave aún para este año.


La Razón: Obama reclama el compromiso europeo

Obama debe buscar de copiloto a China, lista para su gran oportunidad, y más si Europa se muestra reacia a nuevos empujes. La UE no ve con buenos ojos los estímulos fiscales de Washington

Todos van con sus mejores intenciones, pero lo cierto es que hasta el último momento no está claro si la cumbre del G-20 de Londres terminará en consenso o con algunas medidas concretas.

A pesar de que prometieron comportamientos pacíficos, los grupos antisistema asaltaron una sucursal de la «City» del Royal Bank of Scotland (RBS). La entidad, parcialmente nacionalizada, es una de las más afectadas por la crisis. La semana pasada, los anarquistas atacaron también la mansión y el coche de su ex consejero delegado Fred Goodwin.

Este banquero se ha convertido en el símbolo de la antiética de la crisis. Tras llevar a la entidad a la quiebra y provocar unos 2.300 despidos, se ha ido con una jubilación de 784.000 euros anuales.

Mientras tanto, Obama aparece como la gran figura. EE UU «no puede ser el único motor», dijo el presidente norteamericano en su rueda de prensa junto con el anfitrión, el primer ministro británico Gordon Brown. Obama volvió al discurso que durante las últimas semanas había distanciado a Estados Unidos y la UE, sobre si se debía priorizar el reforzamiento de la regulación o los nuevos empujones fiscales para salir del parón como quiere Washington.

Esta semana, el mandatario norteamericano volvió sobre sus argumentos al opinar, en una entrevista en el diario económico «Financial Times», que se empezaría a ver una convergencia en los paquetes de recuperación por el oscurecimiento de las perspectivas. «Lo que queremos es estar seguros de que todo el mundo hace algo», comentó. Obama busca una mano amiga para repartir la carga. Y, aunque a priori la UE podría aparecer como el mejor socio, el poderoso eje París-Berlín rechaza sus llamadas al dinero fresco, y formará un frente común para resistir.

Además, el Viejo Continente está ahora demasiado preocupado e inmerso en salvar a su patio del Este, donde ya ha tenido que rescatar a tres países (Hungría, Letonia y Rumanía).

Europa no pertenece al imaginario popular de la generación de Obama que, sin embargo, sí está dominada por la llegada de China como la gran potencia, y donde se guarda la liquidez que puede dinamizar el sistema.

En esa dirección buscará su copiloto para formar un G-2 que pueda dirigir la salida del túnel y, también, empezar a dar cabida a las nuevas potencias. Tras siglos de dominio occidental, éste será el gran reto de su mandato, con la venia de una crisis que hoy espera sobre la mesa.


ABC: Obama, obligado a aceptar que Europa ya ha hecho suficiente esfuerzo fiscal

Barack Obama advirtió ayer por la mañana que EE.UU. «no puede ser el único motor» de la recuperación económica y que todos los países del G-20 deberían también arrimar el hombro. Por la tarde, Angela Merkel y Nicolas Sarkozy le respondieron que sus gobiernos han cumplido con sus economías domésticas, con paquetes de estímulo fiscal que a Washington le gustaría ver incrementados, pero que Berlín y París consideran suficientes hasta comprobar su eficacia.

Así las cosas, la cumbre del G-20 que hoy se celebra en Londres probablemente aparcará cualquier demanda de más estímulos fiscales, que incrementarían el endeudamiento público, y se concentrará en proceder a una mayor regulación del mercado financiero. El alcance de la regulación es lo que anoche negociaban las delegaciones.

El primer ministro británico, Gordon Brown, hacía anoche esfuerzos por alcanzar posiciones comunes y, en esa línea, según portavoces españoles, pidió a José Luis Rodríguez Zapatero que anime a Francia y Alemania a trabajar por lograr el consenso. Brown quiere aprovechar que el presidente del Gobierno, aun siguiendo en la línea europea y pidiendo más regulación de los sistemas financieros, ha mantenido hasta ahora una posición más dispuesta a aceptar las tesis norteamericanas de aumentar los estímulos fiscales.

Paraísos fiscales

Mientras, las delegaciones intentaban ayer también cerrar los números sobre aportaciones extra al FMI para ayudar a los países pobres y en vías de desarrollo. Igualmente se prevé un acuerdo sobre castigos a paraísos fiscales.

En la rueda de prensa conjunta con Gordon Brown, el presidente estadounidense vino a admitir que no puede forzar a los países europeos a comprometerse a nuevas medidas fiscales que incentiven el crecimiento económico, a pesar de considerar que son éstas las que suponen una «ayuda inmediata» para quienes padecen la crisis, mientras que la regulación del sistema financiero aporta una solución a medio y largo plazo, obviamente también necesaria, pero en un segundo lugar en sus prioridades.

Obama incluso aceptó que, al menos en parte, la crisis tuvo su origen en EE.UU., debido a un sistema regulatorio «inadecuado». Pero insistió en que la respuesta debe ser conjunta. «El mundo estaba acostumbrado a la reacción del gran mercado estadounidense y que eso llevara a un crecimiento económico mundial», pero en una crisis global y profunda como la actual, según indicó, «el esfuerzo debe ser compartido».

Palabras amistosas

Obama prefirió no enfrentarse públicamente con París y Berlín y tuvo palabras amigables. «Todos los países se han implicado en estímulos fiscales y el esfuerzo ha sido significativo. No hay disputa en eso. Como siempre en estos casos, estamos discutiendo en los márgenes», señaló.

Fuera de ese punto concreto, en realidad, existe un amplio consenso sobre la agenda de la cumbre, otra cosa es el alcance de los acuerdos. Las diferencias no dibujan una estricta oposición entre EE.UU. y los países de la zona euro de la UE. Japón, por ejemplo, considera que la solución básica a la crisis pasa por más dinero público y endeudamiento de los estados.

El anfitrión Brown también quiso echar aceite en las tensiones con Alemania y Francia, recordando que las ayudas fiscales aprobadas hasta ahora por los países del G-20, que constituyen el 85% de la economía mundial, suponen el mayor estímulo público conjunto en la historia.

Contundentes

Pero frente a ese tono apaciguador, la canciller alemana y el presidente francés ofrecieron una rueda de prensa conjunta con expresiones contundentes. Mantuvieron su posición de fuerza de cara a la cumbre de hoy e insistieron en que se plantarán si no hay «resultados concretos», especialmente en una mayor regulación del sistema financiero.

Merkel y Sarkozy volvieron a indicar que la solución debe focalizarse en resolver lo que ha sido el origen de la crisis y no en nuevos paquetes fiscales, ámbito en el que la mayoría de los países ya han hecho esfuerzos

Memoria de las locas aventuras. Por Cristina Losada

Pacto PSE-PP

«El maridaje entre socialismo y nacionalismo ha sufrido sus primeras crisis visibles. En Galicia era penalizado en las urnas y en el País Vasco, un PNV radicalizado al calor del abrazo zapateril, hacía imposible la alianza.»

Pocas veces siente uno satisfacción al comprobar que su pronóstico ha fallado. Esta es una de ellas y una memorable, dure lo que dure. El PSE y el PP han suscrito en el País Vasco un pacto que representa mucho más que un cambio de Gobierno. Pues se trata de un pacto a contracorriente de las tendencias que han dominado la política española. Si un entendimiento entre socialistas y populares resultaba difícil hace años, desde que ocupa la presidencia Zapatero se había vuelto impensable. Una tal alianza era, para los zapateristas, un fruto prohibido, un auténtico tabú. Y la belleza del asunto es que han llegado a ese destino por su empeño en escapar de él. Parafraseando al Mefistófeles del Fausto, por querer hacer el mal, se ha acabado haciendo el bien.


Es el momento de recordar a las luminarias que convencieron a Zapatero de olvidarse de su "oposición tranquila" en tiempos de Aznar, que incluía su apoyo a la colaboración entre constitucionalistas en el País Vasco, y de pasar a la lucha sin cuartel contra el PP. Una guerra que fue más allá de las desaforadas campañas de agit-prop (Prestige, Irak, 11-M) y se ha prolongado durante sus años de Gobierno. Su propósito era presentar al PP como un partido indeseable, dudosamente democrático y subrepticiamente franquista ("memoria histórica" mediante) y, por lo tanto, como un partido –y unos votantes– a excluir. El cuadro se completaba con la alianza de las sedicentes "fuerzas del progreso" para encerrar a los "fachas" en la leprosería de la que nunca máis habrían de salir.

Las consecuencias de esa política de confrontación no fueron, en principio, malas para Zapatero. Logró su segunda victoria electoral. Pero sólo un año después de ese triunfo, el maridaje entre socialismo y nacionalismo ha sufrido sus primeras crisis visibles. En Galicia era penalizado en las urnas y en el País Vasco, un PNV radicalizado al calor del abrazo zapateril, hacía imposible la alianza que más se ajustaba a la pauta seguida por los socialistas. Si Patxi López quería presidir el Gobierno vasco tenía que enterrar el hacha de guerra contra el PP. Su llegada al poder se verifica, así, sobre los escombros de la "genial estrategia", como irónicamente la denominó Leguina, que prescribía la expulsión de la derecha del espacio democrático redefinido a conveniencia. Tras condenarla, tienen que rehabilitarla.

Largo ha sido el viaje. Y desastroso. Un sistema debilitado, una Constitución maltrecha, unas autonomías autistas y enfrentadas, un centón de insultos, una atmósfera de odio irrespirable. Y todo ello para regresar, poco a poco, al punto de partida, que ya no es el mismo, sino peor. Las locas aventuras siempre tienen un precio.

Libertad Digital - Opinión

Líderes sentimentales. Por Hermann Tertsch

NO les revelo ningún secreto al confesar que me siento mucho más cómodo con políticos que han pasado por una guerra que con los que tuvieron la suerte de no sufrirla. La experiencia de la destrucción, la percepción de la fragilidad de nuestra suerte y la comprensión de la inmensa importancia que tiene el capricho en la vida hacen realmente sabios a quienes tienen mimbres para serlo. Es incuestionable que nuestro Gran Timonel jamás podría encaramarse a la suela de los zapatos de un Willy Brandt o un Helmut Schmidt, por citar sólo a dos grandes socialdemócratas que vivieron la guerra en directo y, por tanto, han sido inmunes a los sentimentalismos de las batallitas del abuelito que tanto han marcado para mal a Rodríguez Zapatero. Pero si hubiera vivido alguna tragedia real, continuada y masiva, de las que abrasan y devoran a las gentes, sin duda tendría una aproximación a la realidad al menos un poco más devota. Probablemente incluso él sería capaz de aproximarse a las grandes verdades y pequeñas realidades con más solemnidad, con menos desparpajo procaz.

El problema es que ya no tenemos ni un gobernante con experiencia directa de guerra en Occidente, en los países que debieran defender dentro y fuera de sus fronteras los principios del sistema que han heredado y los ha hecho libres y prósperos como ningún otro. Es en gran parte, me temo, el problema que vamos a tener con Barack Obama. Por supuesto que no tiene un pensamiento tan faldicorto y frívolo hasta la contumacia como nuestro presidente. Los filtros de la gran democracia norteamericana jamás lo habrían permitido. Pero las guerras lejanas y pequeñas, por muy implicado que uno esté en ellas, no pueden aportar a los gobernantes la experiencia que acumularon y asimilaron un Eisenhower, un Churchill, un Adenauer o un De Gaulle. Ellos eran muy conscientes de la línea directa, del foco brutal que conecta en los momentos extremos, entre el pavor y la pasión del individuo y las grandes decisiones del estadista. Aquí ahora, en Londres, tenemos hoy una cumbre del G-20 en el que están representados todos los grandes poderes que acumulan el 80 por ciento de la producción y renta mundial. Y los mensajes son todos tan alarmantes como livianos a un tiempo. Todos quieren consolar a la gente. Quizá sean los chinos, en su brutalidad palmaria, los únicos que transmiten a su población las realidades que ésta puede cotejar en su existencia inmediata. Los que mantienen, pese a toda su basura ideológica ya hueca, esa línea roja directa entre el drama individual y la acción de Gobierno. Los demás, todos los demás, venden frijoles. Y echan culpas y responsabilidades por la borda como si fueran ratas de las que poder limpiar el barco en zozobra. Cuando en realidad están alimentando un criadero de roedores en la sentina. Son líderes sentimentales. Siempre aptos para provocar las catástrofes que no han vivido.

ABC - Opinión

Vida (y milagros) de Narcís Serra. Por José García Domínguez

Cajas de ahorro.

«El cargo de Narcís Serra, meramente honorífico a lo largo de más de un siglo, pasó a retribuirse con 175.000 euros anuales (cerca de 30 millones de pesetas). Suculento moco de pavo que por ventura resultó "compatible con las dietas que correspondan".»

Me cuentan que Caixa Catalunya predica las bondades de un curioso producto financiero a todos los ancianos que se dejan caer por sus oficinas durante estos aciagos días. Se trata del llamado Depósito Memorias, original cuanta de ahorro que ofrece una retribución única en el mercado, a saber, el depositante no recibe nada, ni un céntimo, a cambio del dinero "invertido". Algo que, por lo demás, debe suponer un gran privilegio, ya que no todos los clientes podrán acceder a semejante chollo. Según cierto Adolf Todó, director general de la Roja, sólo gozarán de tan envidiable bicoca los mayores de 55 años, "un colectivo que tiene unas necesidades específicas que van más allá de la mera remuneración [sic]". Así, altruista, la entidad que preside Narcís Serra promete editar "un libro autobiográfico del ahorrador" como pago en especie a cada abuelo que pique el anzuelo del susodicho Depósito Memorias.


Es de prever, pues, que el propio Serra, sexagenario él mismo, predique con el ejemplo colocando todos sus ahorros en ese gran negocio. Qué mejor modo, además, de difundir sus edificantes Memorias. Ya estoy viendo el título del penúltimo capítulo: "De cómo la Generalidad modificó la Ley, justo tras mi aterrizaje en Caixa Catalunya, para permitir que las cajas pagasen un sueldo a sus presidentes". De ahí que su cargo, meramente honorífico a lo largo de más de un siglo, pasara a retribuirse con 175.000 euros anuales (cerca de 30 millones de pesetas). Suculento moco de pavo que por ventura resultó "compatible con las dietas que correspondan", tal como se apresuró a aclarar la previsora orden de la Consejería de Economía llamada a legalizar el oprobio.

Apostilla nada baladí si se toma en consideración el montante de la broma: en 2008, los consejeros de Caixa Catalunya, incluido Serra, se embolsaron 910.000 euros ( aproximadamente152 millones de pesetas) en concepto de dietas. Una bonita cifra a la que procedería agregar otros 664.000 euros (111 millones de pesetas) abonados bajo el epígrafe de "primas de seguros de vida y pensiones". Guarismos a los que quizá habría que añadir otros 3,21 millones de euros (503 millones de pesetas) librados bajo el impreciso concepto de "personal clave de la dirección y miembros del consejo en su calidad de directivos". Huelga decir que el régimen de dedicación "no exclusiva" que disfruta Serra en la caja no supone impedimento alguno con tal de gozar de tan generosas regalías.

Pues eso, alegría. Mientras dure la fiesta, claro.

Libertad Digital - Opinión

Bárcenas debe apartarse de las cuentas del PP

TRAS HABER hallado indicios de delito en tres diputados autonómicos, el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad de Madrid asumió ayer el caso Correa, que deja de ser así el caso de Garzón. Aunque el PP recusó hace años al juez que ahora instruirá el asunto, Antonio Pedreira, por haber sido designado por la Asamblea de Madrid cuando gobernaba el PSOE, qué duda cabe de que con Garzón apartado de la investigación las garantías de imparcialidad serán mayores.

En su último acto, Garzón emitió ayer un auto en el que acusa al senador y actual tesorero del PP, Luis Bárcenas, y al eurodiputado Gerardo Galeote de haber cobrado cerca de dos millones de euros en sobornos. En concreto, el juez acusa a Bárcenas de haber recibido más de 1,3 millones y a Galeote de haber percibido 652.000 euros y un coche de alta gama. Además, asegura que ambos estarían «integrados en la organización liderada por Francisco Correa». Por primera vez desde que se destapó el caso, Garzón describe de forma muy precisa y detallada los numerosos y variados indicios delictivos que existen contra estos dos altos cargos del PP. La coherencia del relato de hechos en el escrito emitido por el juez, su secuencia temporal y la existencia de una atestiguada y reconocida relación personal de los cabecillas de la trama con Bárcenas y Galeote convierten en muy consistentes las acusaciones de Garzón. Además, hay concordancias evidentes entre las declaraciones de varios testigos e imputados, el contenido de algunas grabaciones aportadas a la causa y las referencias que aparecen en la contabilidad incautada por la Policía.


Asimismo, existen tres informes de la Unidad de Delitos Económicos y Financieros en los que se señala a Luis Bárcenas como perceptor de dinero y regalos por parte de Correa cuando éste era un asiduo visitador de Génova, sede central del PP. Finalmente, el abultado patrimonio acumulado por el tesorero del PP en los últimos años y el tren de vida de que hacía gala -y que tantas sospechas levantaba incluso entre sus compañeros de partido- obligan, como mínimo, a tomarse muy en serio las acusaciones vertidas contra él y Galeote.En este sentido, es muy posible que el PP se precipitara ayer al expresar su «más absoluto rechazo» al auto. A nadie hubiera sorprendido que, con todos estos elementos, la Fiscalía hubiera respaldado la solicitud de Garzón de enviar el caso al Tribunal Supremo. Pero teniendo en cuenta el principio de jerarquía del Ministerio Público y que el fiscal general es nombrado a propuesta del Gobierno, más vale que la Fiscalía haya pecado de prudencia que de precipitación. No nos corresponde valorar si todos estos elementos son suficientes desde el punto de vista penal para abrir un procedimiento. Pero, a menos que el juez Garzón haya distorsionado radicalmente lo que consta en el sumario, es evidente que existen indicios suficientes para poner en tela de juicio, desde un punto de vista político, a Bárcenas y Galeote.

Lo lógico sería que el propio Bárcenas dejara sus responsabilidades como tesorero, mientras la investigación no esté resuelta, para liberar al PP de un proceso que salpica a la imagen de honorabilidad de toda la organización. Pero si él no decide dar el paso, la dirección del partido debería apartarlo, en lugar de seguir cerrando filas. El de tesorero no es un puesto cualquiera: se trata de un cargo en el que no basta con ser honrado; es obligado parecerlo.La apariencia de honradez de Bárcenas y de Galeote ha quedado deteriorada tras el último auto de Garzón. Por una mera cuestión de responsabilidad política, la presunción de inocencia no debe defenderse a costa de los ciudadanos ni de dejar en entredicho al segundo partido del país.

El Mundo - Editorial

...pero el que calla es Rajoy

«Rajoy se ha limitado a responder a los periodistas con un "buenos dias" o con un "hay cosas más importantes en las que pensar". ¿Tan poco valora la reputación y la transparencia de su partido como para ni siquiera aclarar las dudas que pesan sobre el PP?»

Si ayer decíamos que Garzón debía callarse para que la Justicia pudiera hablar, hoy no queda más que lamentar un silencio que nunca debería haberse producido, el de Mariano Rajoy. Unas cosa es criticar las filtraciones, las actuaciones judiciales procesalmente indebidas o reivindicar la voz de los tribunales que tienen competencias para dictaminar en determinados casos, y otra, muy distinta, respaldar el hermetismo político.


Tras los numerosos indicios y graves acusaciones contra el senador y tesorero del PP, Luis Barcenas, y el eurodiputado de ese partido, Gerardo Galeote, que se detallan en el auto de remisión de la causa de la llamada "operación Gürtel", Libertad Digital ya ha expresado su deseo de que los tribunales de justicia con competencias para ello se pronuncien. Ahora bien, esta actitud, así como las numerosas y fundadas críticas que desde estas páginas hemos dirigido al juez Garzón, en modo alguno deben interpretarse como un respaldo al clamoroso y vergonzoso silencio que este miércoles ha protagonizado Rajoy en todo este asunto. Su actitud ni siquiera se ha escudado en el principio de presunción de inocencia, sino que se ha convertido en una muestra de enorme irresponsabilidad política. La cerrazón del líder de la oposición ante unas acusaciones de semejante calibre contra miembros de su partido –uno de los cuales cae bajo su directa responsabilidad– no puede más que denotar una lamentable falta de liderazgo.

Y es que, aun cuando Rajoy hubiera decidido cesar de sus responsabilidades a los dos políticos aforados, tal y como se ha hecho en otras ocasiones, no tendría por qué haberse interpretado como un cuestionamiento a su presunción de inocencia, sino más bien como un intento de, además de ser supuestamente honrados, parecerlo. No en vano, nadie podrá objetar que en política resulta conveniente que un puesto tan delicado y crucial como el de tesorero de partido no esté contaminado por la más mínima sombra de sospecha.

Pero aparte de que no parece lo más inteligente tratar de defender la presunción de inocencia de ambos aforados guardando en todo momento silencio y convirtiendo el tema en tabú, Rajoy, como líder del PP, debería haber despejado cualquier atisbo de duda sobre la honorabilidad de su partido. Si es cierto que, como señalábamos ayer, no estamos ante una reedición popular de Filesa, Rajoy debería haber señalado que, aun cuando Garzón estuviera en lo cierto, el partido en modo alguno quedaría implicado, sino que se trataría estrictamente de casos de corrupción individual. Sin embargo no lo ha hecho: se ha limitado a responder a los periodistas con un "buenos dias" o con un "hay cosas más importantes en las que pensar". ¿Tan poco valora la reputación y la transparencia de su partido como para ni siquiera aclarar las dudas que pesan sobre el PP?

Desde luego, cuando ante acusaciones tan graves –aun provenientes de alguien tan desacreditado como Garzón– se hace mutis por el foro, se disparan todas las alarmas y las sospechas. Especialmente cuando el silente Rajoy mostró una actitud histriónicamente beligerante contra el affaire de espionaje de la Comunidad de Madrid; y lo hizo con indicios mucho menos numerosos y probatorios que los que ahora cuestionan a Bárcenas. ¿Qué sucede? ¿Acaso el supuesto rigor y susceptibilidad que exteriorizaba Rajoy es mayor cuando se trata de acusaciones dirigidas contra los subordinados de Esperanza Aguirre que cuando afectan a sus directos subordinados? Si fuera así –y de momento lo está siendo– el actual presidente de los populares no sólo quedaría en muy mala posición ante los militantes de su partido –a quienes, al socaire de la prensa, no duda en perseguir internamente– sino, sobre todo, ante unos votantes que no entienden está sospechosa doble vara de medir, salvo que sea para ocultar sus propias vergüenzas.

Rajoy debe comprometerse públicamente en la lucha contra la corrupción para poder enfrentarse con garantías a los intentos de convertir una actuación judicial en una especie de redada electoral contra su partido. Su inacción y pasividad puede que brinden un balón de oxígeno a Bárcenas, pero, a falta de un discurso claro y articulado, sólo extienden una niebla de dudas que como presidente debería ser el primer interesado en despejar.

Libertad Digital - Editorial

El PSOE disfraza su debilidad

El Gobierno socialista se encuentra en un estado notorio de precariedad parlamentaria y no hay indicios de que la situación vaya a mejorar. Por el contrario, el agravamiento de la crisis y la propia debilidad política de algunos ministerios fundamentales en el equipo de Rodríguez Zapatero animarán a los partidos minoritarios a aumentar su presión sobre los socialistas. La noticia es que se acabó el «cordón sanitario» contra el Partido Popular. El Pacto del Tinell y el repudio ante notario han quedado superados por el declive del Gobierno. El PSOE ya no puede garantizar a las minorías tanto beneficio como antes y éstas se rebelan. Es la consecuencia de elegir malos socios, querer jugar a todas las bandas y no tener un proyecto político claro. La estrategia de respuesta elegida por el PSOE es abrazarse a los populares cada vez que la oposición se une y garantiza una derrota parlamentaria de los socialistas. El pasado martes, el PSOE votó con el PP tres iniciativas de los populares. La más llamativa fue la que extendía el «cheque bebé», porque los socialistas se oponían radicalmente y al final tuvieron que pasar por el aro para no regalar a Rajoy una victoria, además en un asunto de «política social».

El problema del PSOE es que así no puede aguantar los tres años que restan de legislatura. Votar sistemáticamente con la mayoría acaba escenificando su debilidad tanto como si quedara en minoría y, además, implica la neutralización parlamentaria del PSOE como partido gobernante. Nadie puede creerse que el voto conjunto con el PP es el fruto de un súbito arrebato por el consenso. Es una medida paliativa urgente y efímera. Por tanto, los socialistas tendrán que plantearse, antes o después, qué van a hacer en el Parlamento y con quién. La crisis se agrava, las minorías recelan cada día más y Zapatero ya no seduce, perdiendo así, de forma constante, su único capital político.

Teóricamente, el Gobierno dispondría de dos recursos para remontar la situación. Por un lado, una crisis de Gobierno que permita recabar nuevos apoyos sobre la base de un nuevo margen de confianza. Sin embargo, la carencia de un proyecto político y económico definido es responsabilidad directa de Zapatero, no de sus ministros, por lo que un cambio en el equipo estaría en buena medida ya amortizado por la falta de confianza en el presidente del Gobierno. La otra opción es una disolución anticipada de las Cámaras, decisión que ahora parece muy improbable, salvo que en los próximos meses el Gobierno tenga anulada su capacidad legislativa y, especialmente, la posibilidad de aprobar unos presupuestos generales adecuados a la situación de crisis, no como los aprobados para 2009, cuentas inútiles y desfasadas desde el primer momento.

El PSOE está, parlamentariamente, en manos ajenas. Tanto ufanarse de tener amigos siempre disponibles y ahora se encuentra con que vive al día. La situación indicaría la pertinencia de una moción de censura, pero hace bien el PP en airearla sin proponerla formalmente, porque, en este momento, su rechazo por el Congreso de los Diputados daría un balón de oxígeno al Gobierno. Con tres años de mandato teórico por delante y lo peor de la crisis por llegar, lo único seguro es que el Gobierno de Zapatero no puede mantenerse mucho tiempo sin apoyos concretos que den estabilidad política.

ABC - Editorial

Zapatero, a UGT: "Necesito vuestro cariño"

Mientras los sindicatos europeos preparan concentraciones por toda la unión, incluido Madrid, para protestar contra el paro, Zapatero se ha dado un baño de multitudes en el congreso de UGT que reelegirá a Cándido Méndez como secretario general. "Necesito vuestro cariño", ha dicho.

Durante la jornada inaugural del congreso de UGT en el que se reelegirá a Cándido Méndez como Secretario General, Zapatero ha señalado que aunque es consciente de que su condición como presidente del Gobierno es transitoria, la de miembro del partido socialista y de UGT es "desde siempre y para siempre". "Es mi forma de ser y de actuar en mi vida", indicó, tras considerar clave la labor de UGT para entender la transformación de España en el último siglo.


En este sentido, recordó que hace menos de un año se celebró el 120 aniversario de la organización, y recordó que, durante el evento, él mismo dijo que el proyecto social y político de la UGT es una especie de tránsito continuo entre la nostalgia y la esperanza. "Entre nostalgia y esperanza prefiero siempre la esperanza", señaló Zapatero, explicando después en tono jocoso que no se refería a Esperanza Aguirre.

"Siento un gran respeto por los sindicatos, por su compromiso y su responsabilidad", señaló Zapatero, quien aseguró apreciar mucho lo que hacen e identificarse con lo que representan. "En una palabra, necesito vuestro apoyo y vuestro cariño, buen trabajo, buen congreso y buena suerte", concluyó Zapatero..

No quiere huelgas

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ha pedido este miércoles a empresarios y sindicatos que hagan "el máximo esfuerzo" para cerrar acuerdos que permitan compatibilizar el crecimiento de los salarios de los trabajadores con el mantenimiento del empleo, al tiempo que garantizó, ante un auditorio plagado de sindicalistas, que el Gobierno no acometerá recortes sociales para hacer frente a la crisis.

"Os pido que continuéis el diálogo con las organizaciones empresariales", señaló Zapatero durante su intervención en el 40 Congreso de UGT que comenzó este miércoles en Madrid. Además les ha señalado que "debe servir para, en un momento tan importante como éste, la ausencia de conflicto y la defensa del empleo", indicó el jefe del Ejecutivo, tras insistir, de nuevo, en que su Gobierno no llevará a cabo recortes sociales para hacer frente a la crisis económica, a pesar de las peticiones "de algunos sectores de la derecha que exhortan al Ejecutivo a gobernar y a tomar decisiones".

Unas declaraciones que ha hecho Zapatero, como presidente del Gobierno, frente a los sindicalistas de UGT. El mismo que, siendo jefe de la oposición en 2002 apoyó y secundó una huelga general cuando la tasa de paro era del 8,7% (ahora roza el 14%). Además, el desempleo encadenaba meses de bajadas. Ahora, España cuenta con casi 4 millones de parados y destruye un millón de empleos al año. Además hay 1,3 millones de parados que no cobran subvención al desempleo.

Libertad Digital

Rima XII - (Bécquer)


Porque son, niña, tus ojos
verdes como el mar, te quejas;
verdes los tienen las náyades,
verdes los tuvo Minerva,
y verdes son las pupilas
de las huríes del Profeta.

El verde es gala y ornato
del bosque en la primavera;
entre sus siete colores
brillante el Iris lo ostenta,
las esmeraldas son verdes;
verde el color del que espera,
y las ondas del océano
y el laurel de los poetas.

Es tu mejilla temprana
rosa de escarcha cubierta,
en que el carmín de los pétalos
se ve al través de las perlas.

Y sin embargo,
sé que te quejas
porque tus ojos
crees que la afean,
pues no lo creas.

Que parecen sus pupilas
húmedas, verdes e inquietas,
tempranas hojas de almendro
que al soplo del aire tiemblan.

Es tu boca de rubíes
purpúrea granada abierta
que en el estío convida
a apagar la sed con ella,

Y sin embargo,
sé que te quejas
porque tus ojos
crees que la afean,
pues no lo creas.

Que parecen, si enojada
tus pupilas centellean,
las olas del mar que rompen
en las cantábricas peñas.

Es tu frente que corona,
crespo el oro en ancha trenza,
nevada cumbre en que el día
su postrera luz refleja.

Y sin embargo,
sé que te quejas
porque tus ojos
crees que la afean:
pues no lo creas.

Que entre las rubias pestañas,
junto a las sienes semejan
broches de esmeralda y oro
que un blanco armiño sujetan.

*

Porque son, niña, tus ojos
verdes como el mar te quejas;
quizás, si negros o azules
se tornasen, lo sintieras.

(Gustavo Adolfo Bécquer)