sábado, 5 de diciembre de 2009

Marruecos toma el pelo a Zapatero

El avión que iba a trasladar a la activista saharaui Aminatu Haidar a El Aiún no puedo despegar porque las autoridades marroquíes no lo permitieron, después de acordar el vuelo con el Gobierno español.

EL GOBIERNO español se las prometía ayer muy felices cuando por la tarde el régimen de Rabat accedió a que Aminatu Haidar, en huelga de hambre en Lanzarote desde el pasado 16 de noviembre, pudiera retornar a El Aiún con un salvoconducto que garantizaba su seguridad.

Haidar aceptó poner fin a su huelga y subió a un avión medicalizado que, al parecer, no llegó a despegar porque en el último momento el Gobierno marroquí dio marchas atrás, dejando claro que no permitiría desembarcar a la activista saharaui.


Lo sucedido es una tomadura de pelo de Rabat, que pone en evidencia la debilidad con la que el Gobierno español ha manejado la crisis. Cuando la diplomacia española ya estaba celebrando como un triunfo el retorno de Haidar al Sáhara, el cambio de criterio marroquí produjo una verdadera consternación en el Ministerio de Asuntos Exteriores, que había negociado frenéticamente en las últimas 48 horas.

Haidar había sido expulsada por el Gobierno marroquí el pasado 14 de noviembre tras aterrizar en el aeropuerto de El Aiún, con el pretexto de que ella se había negado a hacer constar en un impreso que era de nacionalidad «marroquí». Fue embarcada a la fuerza en un avión español y deportada a Lanzarote tras serle retirado su pasaporte. Asuntos Exteriores aceptó su entrada en España, alegando que tenía concedida la residencia en nuestro país.

Desde entonces, Haidar había permanecido en el aeropuerto de Lanzarote, tras rechazar las ofertas de asilo político o de concesión de la nacionalidad española, realizadas infructuosamente por el ministro Moratinos. Por el contrario, Haidar había presentado una denuncia contra las autoridades marroquíes y españolas por malos tratos que la Audiencia Nacional se negó ayer a admitir a trámite, declarándose incompetente.

Si el Gobierno de Zapatero tenía hasta ayer un problema, hoy adquiere proporciones mucho mayores puesto que queda en evidencia su incapacidad para solucionar esta crisis y el chantaje que está practicando Marruecos, que llegó a condicionar el retorno de Haidar a que ésta pidiera perdón al monarca alauita, como si hubiera agraviado a un señor feudal.

El Gobierno de Rabat no tenía ninguna razón para expulsar a esta mujer, que, según sus propias leyes, es una ciudadana marroquí. Su rechazo a declararse de esa nacionalidad es un gesto político, no un delito. Si Zapatero aplicara la misma lógica, tendría que expulsar a los catalanes o los vascos que niegan -cuando tienen oportunidad- su condición de españoles.

El Gobierno ha claudicado ante Marruecos en la defensa de los derechos humanos y no ha apoyado el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui. Por otro lado, Marruecos ha boicoteado de forma sistemática todas las resoluciones de la ONU sobre la antigua colonia española y ha torpedeado todas las iniciativas de intermediación internacional.

Y además, Rabat ha maniobrado de forma sucia para crear al Gobierno español un problema que no es suyo. Su actitud ha sido totalmente inamistosa, como han admitido algunos dirigentes del PSOE.

Por mucho que el Gobierno quiera restar importancia a lo sucedido ayer, ha quedado claro que Marruecos se ha comportado como un vecino hostil y que su estrategia ha sido la de poner en el disparadero a Zapatero. Ello merece una contundente respuesta diplomática: el Gobierno debería hoy mismo llamar a consultas a nuestro embajador y transmitir a Rabat que sus gestos inamistosos tendrán consecuencias en el futuro.


El Mundo - Editorial

0 comentarios: