miércoles, 20 de mayo de 2009

EL PABU. Por Alfonso Ussía

El pabú de Blesa tiene de todo, como corresponde a una persona de su categoría. Es un BMW serie 7 adaptado a sus necesidades.

En mis tiempos de niño había dos tiendas de juguetes en lo que hoy es la «Milla de Oro» de la calle de Serrano. «El Paraíso de los Niños» y «Pabú». La segunda, como su nombre indica, especializada en coches, casi todos ellos de hojalata. Mi abuelo paterno me llevó una mañana, con mis hermanos, a «Pabú». No era su preferido, y el coche que me correspondió, una birria. -Quiero ése, abuelo-; -nada, nada, el que te gusta es muy grande y tienes que aprender a medir tus caprichos-. Y me compró la birria. Pero aquel coche que se quedó en la tienda, me ha acompañado en sueños durante toda la vida, y creo que el mal carácter que en el otoño me está naciendo viene de aquella desagradable frustración. De ahí que aplauda y celebre, para que no sufran como yo sufrí, que la gente colme sus caprichos en lo que respecta al pabú.


Y hoy estoy con Blesa, el presidente de Caja Madrid, que en tiempos de crisis y de discusiones políticas, se ha comprado un pabú cuyo precio supera los quinientos mil euros, casi cien millones de las antiguas pesetas. El pabú de Blesa tiene de todo, como corresponde a una persona de su categoría. Es un BMW serie 7 adaptado a sus necesidades. Por ejemplo, lleva unas ruedas antipinchazos con doble protección de kevlar que permiten rodar 50 kilómetros a ochenta por hora una vez han sido tiroteadas. Y es que Blesa está hasta el moño de que le disparen a las ruedas. No es agradable salir de la sede de Caja Madrid rumbo al restaurante en el que ha quedado con Gallardón, y ¡pumba! ¡pumba!, y las ruedas por el suelo. También tiene un parachoques reforzado para romper barreras, y suministro de oxígeno para el habitáculo. Menudo pabú. Cuatro altos personajes de la política internacional poseen un pabú similar. El Príncipe Carlos de Inglaterra -con un sistema de planchado de cutis para usarlo en los actos a los que asiste junto a su esposa- Alberto de Mónaco, el ex Primer Ministro británico Tony Blair y el jefe del Gobierno de Croacia, Ivo Sanader. A ellos se ha sumado Miguel Blesa, colocando a Caja Madrid a la misma altura que Croacia y Mónaco, lo que da a entender lo bien que lo está haciendo. Criticar la adquisición de un pabú como el de Miguel Blesa es muy español y demagógico. Además, que quien ha aprobado su compra ha sido el Consejo de Administración y no él. Blesa es un servidor de los ahorradores y clientes de Caja Madrid, y no habría aceptado un pabú de esa categoría si no fuera porque se lo han exigido sus compañeros del Consejo. Su único problema es que pesa mucho. El blindaje tiene también sus inconvenientes. No debe circular por vías y avenidas en obras, lo que limita en exceso los movimientos de Blesa. Tarda en frenar y se puede comer al pabú anterior con una facilidad asombrosa. A partir de ahora, a Blesa hay que citarlo en el campo, para que su pabú no colisione con otros pabús menos dotados. O que no salga de su despacho, circunstancia posible que haría innecesaria la adquisición del pabú de marras. Porque si no se sale del despacho, no hace falta pabú, señor Blesa, que eso lo sabe cualquiera sin ser el presidente de Caja Madrid. Pero lo del precio es lo de menos. Hablar de dinero es de mala educación, y en tiempos de crisis, una grosería. ¿Que ha costado quinientos mil euros el pabú? Pues de acuerdo, y que lo disfrute. Para eso están las Cajas de Ahorros. Prrrrrmmm, prrrmmmm. ¡Y cómo suena el motor!

La Razón - Opinión

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