miércoles, 1 de abril de 2009

La misión. Por Alfonso Ussía

«Comprendido o incomprendido he de cumplir esta misión». La emocionante frase la ha pronunciado un angustiado Obispo de San Sebastián. «Satisfecho o insatisfecho, mi deber es volver a cenar en el restaurante de mi tía Aurelia», manifestó al abandonar, claramente insatisfecho, el restaurante de su tía Aurelia, Marco Della Lojácono, célebre crítico gastronómico milanés de principios del siglo XX. Siempre hay algo que nos disgusta en nuestras propuestas y acciones. Acababa de producirse una de esas grandes manifestaciones en la Plaza de Oriente con Franco como objeto de los vítores. Clausurado el balcón, ya en un salón del Palacio Real, el general Gavilán felicitó al Caudillo. «Hoy es un día para sentirse enteramente feliz, Excelencia». Franco miró a Gavilán con un deje de melancolía y le dijo: «No tanto, Gavilán, no tanto. A uno de miz nietoz le han puezto un cero en Matemáticaz». La completa satisfacción es imposible, así como la unánime comprensión de las gentes por una misión como la que se propone llevar a cabo el Obispo de San Sebastián.

El señor Obispo se ha lamentado de que «cualquier gesto de la Iglesia vasca con todos los sufrientes es tachado como un equilibrismo». Cuando se refiere a los sufrientes, el señor Obispo no menciona quiénes son los que merecen su preocupación y agobio. Son los familiares de los terroristas de la ETA que se hallan cumpliendo condena por sus crímenes. El señor Obispo –y en este caso mejora a su antecesor–, no tiene inconveniente en «clamar contra la criminal trayectoria de la ETA», pero su obligación es demostrar «su cercanía humana y en muchos casos, su consuelo espiritual a los familiares de los seiscientos presos dispersos». Lo que tendría que hacer el señor Obispo con los familiares de los seiscientos presos dispersos sería regañarles un poquito por lo mal que han educado a sus hijos, con muy buenas palabras, eso sí. Dice el señor Obispo que los familiares de los presos etarras «padecen riesgo y quebranto económico para visitarlos». Ignoro en qué consiste el riesgo. Me figuro que el de cualquier desplazamiento. Y respecto al quebranto económico, el señor Obispo no puede olvidar que durante treinta años, los Gobiernos nacionalistas han ayudado a los familiares de los presos con mucha más generosidad institucional y económica que a los familiares de las víctimas. A partir de ahora la situación puede cambiar, pero quebranto económico hasta la fecha, ninguno.

Tengo para mí que las palabras del señor Obispo encierran un pastoral tono de advertencia. Al señor Obispo tampoco le ha gustado el cambio que se ha producido en Vizcaya, Guipúzcoa y Álava. Los nacionalistas creen que los territorios vascongados son de su propiedad, y el señor Obispo es nacionalista. Al Gobierno del PSE con el apoyo del Partido Popular lo consideran de intrusos. Y una de las fundamentales misiones del señor Obispo es la de combatir pacíficamente por el bien de la economía de los familiares de los terroristas. Me encuentro del lado de los que no lo comprenden. Procedo a pedir perdón por mi perversidad.

La Razón - Opinión

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